No olvidemos que estamos en el AÑO DE LA FE.
La fe es siempre respuesta al llamado de Dios. Al seguir a Cristo, es toda nuestra vida que se convierte en permanente respuesta a los llamados que El nos lanza...y esa es la verdadera LIBERTAD!
EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 9, 51-62
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envío mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, le preguntaron.
-- Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?
El se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno:
-- Te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió:
-- Las zorras tienen madriguera y los pájaros nido, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
-- Sígueme.
Él respondió:
-- Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó:
-- Deja que los muertos entierren a tus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios.
Otro le dijo;
-- Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.
Jesús le contestó:
-- El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios.
Palabra del Señor
A guisa de introducción:
Jesús el gran jodido (2)
(el discípulo de Cristo: marginado, vulnerable y solo…el precio a
pagar)
Después del evangelio y su respectiva reflexión del domingo
pasado, Jesús nos confirma en el texto de este día, que es un gran “perturbador”, nos “sacude” de
nuestros sueños egoístas de comodidad, de egoísmo, de instalación.
Recuerdo que a mis 18 años, cuando terminé el colegio y
superando paulatinamente las crisis adolescentes me preguntaba “qué quería hacer de mi vida” y en aquel momento como la ranchera mexicana yo
decía: “cuatro caminos hay en mi vida,
cuál de los 4 será el mejor?” Sería profesor, o ayudante en los negocios de
mi padre o irme a estudiar literatura a la universidad del Valle o entrar al
seminario…Esas eran las 4 posibilidades latentes que la sociedad me mostraba.
Todo era cuestión de decisión. Y no está por demás decir que lo de empezar mis
estudios para el sacerdocio lo consideraba muy improbable y lejano, puesto que
no encontraba sino el apoyo de mi madre enfrentado a la incredulidad del resto
de la familia en mis cualidades para
ello y la “burla socarrona” de mis amigos y compañeros de colegio: “usted que se va ir por allá, como son de lindas
las mujeres, como es de bueno el trago…no Tavito, deje eso!”
Pero con todo un día de finales de 1987 o comienzos de 1988, me encontré conmigo mismo, escuché mi voz
interior y en ella Dios que me hablaba y me interpelaba. Algo misterioso y difícil
de explicar me empujaba a decidirme por lo menos improbable y esperado para mí…y
con todo inicié la aventura en el semisiones de Medellín, en dos etapas o
periodos definidos de mi vida y por la gracia y el querer de Dios me hice
sacerdote el 6 de julio del 2002.
Una decisión tomada no a la ligera, por salir de paso, o
alienada por una religión o sueños ideales maternales…no. Después estando ya en
el seminario me encontraría con pasajes relativos al llamado y la vocación de
los discípulos de Jesús. Y saben?
siempre tuve y he tenido presente en mi mente esta frase que Jesús responde al
tercero que quería seguirle en el evangelio de hoy: “Aquel que una vez toma el arado y mira hacia atrás no es digno de mi”;
otras traducciones dicen. “El que coge la
herramienta para trabajar y mira hacia atrás, no tiene las aptitudes necesarias
para el mundo de Dios”. Como quien dice que si es cierto aquello de “que es insensato empezar aquello que no se
va a terminar”, lo es más verídico con los asuntos de Dios.
Pero tampoco se puede tomar al pie de la letra estas
afirmaciones de Jesús en el evangelio, y que de hecho han hecho mucho daño y
mella en muchos hermanos y hermanas comprometidos en la vida consagrada.
Entender mal estas palabras también puede llevar y es cierto, ha llevado a muchos a ser negligentes con su familia,
casi que a abandonarlos, cuando Dios nunca quiere eso (cfr. la reflexión central
más abajo).
Aproximación psicológica al texto del evangelio:
Las contusiones (o magulladuras)
peligrosas
Pobres
discípulos acá se hicieron regañar y no gratuitamente por su maestro. (Lo que
no queda claro es por qué los samaritanos se ponen de mal humor con Jesús y su
grupo cuando saben que se dirige a Jerusalén). Se hacen regañar de Jesús,
porque aun no han comprendido después de casi 3 años de andar con Él, que este
siempre se opone a la dichosa ley del talión, o sea devolver mal por mal;
siempre trata de hacerles entender que Dios es bueno con todos, independiente
de los comportamientos (Lucas 6,35) y que es necesario parecérsele (Lucas
6,36).
Pero
el hombre está moldeado así, y no se satisface con una venganza proporcionada
por una ofensa hecha y tiene la tendencia a actuar espontáneamente como aquel
descendiente de Caín: “he matado a un
hombre por una herida, a un muchacho por un cardinal (una contusión o
magulladura)” (Génesis 4,23). Y es exactamente lo que pasa aquí: por una
ofensa (magulladura) a su amor propio, estos importantes discípulos de un
maestro importante, Santiago y Juan desean nada más ni nada menos que hacer
perecer los samaritanos poco acogedores!
Las
cosas se complican más cuando nuestro amor propio no se satisface con llevarnos a reacciones o respuestas crueles, sino que se cree con permiso de utilizar
para ello la religión o la razón de estado. Haciendo descender fuego del cielo,
Santiago y Juan se habrían dado buena conciencia: el honor de Dios hubiera sido
“vengado”, cuando en realidad, solo habría sido su amor propio el que sería
satisfecho. De forma parecida, ciertas personas utilizan los mandamientos de
Dios, “la moral católica” o el susodicho derecho natural para defender a Dios,
la fe o la civilización. Pero cuando se profundiza un poco más, o se va al
fondo de las cosas, uno se da cuenta que en realidad, esas personas reaccionan
sobre todo ante los cambios sociales que sacuden sus hábitos o costumbres.
Pero
ha algo más peor todavía: ciertos grupos sociales disponen efectivamente del “fuego
del cielo”, ellos pueden de verdad hacer
intervenir las fuerzas de lo alto para defender la ley y el orden, es decir,
para vengar su amor propio, apaciguar sus miedos, o lo que es más común, para
defender sus intereses. En ciertos
medios o ambientes, estas personas bien posicionadas pueden literalmente “hacer
descender” para auxiliarse o socorrerse, leyes, reglamentos de zona, juicios de
corte, cuando no son patrullas de policía o de soldados, o la intervención de
escuderos aliados o de agentes provocadores.
La reacción
de Santiago y de Juan no es más que la reacción ante un estado de humor, que se podría excusar con bondad. Es lo típico
de lo que se pasa en nuestro corazón, y ello llega a ser peligroso aun más cuando
maniobramos estando cercanos al poder. Es significativo que Jesús no haya dejado
pasar esta actitud de los apóstoles por alto y es positivo que les haya corregido inmediatamente
sobre el terreno.
Yo vivo al descubierto (a la intemperie)
A
menudo se hace una interpretación bien acelerada de la palabra de Jesús. “El Hijo del Hombre no tiene donde reposar
la cabeza”. En la espiritualidad corriente, esto significaba que Jesús no
tenía ni casa, ni cama, y la virtud de la pobreza
recibía entonces su fundamento evangélico.
Es
verdad que los evangelios no afirman en ningún parte y de manera clara que
Jesús tenía su casa. Mateo menciona
que Él deja Nazaret para venir a vivir a Cafarnaúm (Mateo 4,13), pero cuando se
dice que Jesús estaba en la casa,
esto podía ser bien la casa de Pedro (Mateo 2,14-29), o bien la casa de Leví
(Mateo 2,15).
Pero
esta palabra de Jesús podría fácilmente tener un sentido más profundo. Jesús
designa a Herodes con el nombre de “zorro” (Lucas 13,32) y “las aves del cielo”,
significaban en otra parte de la biblia “todo tipo de pueblos” (litt: “todo
tipo de aves” que llegan para abrigarse en “el gran cedro” plantado por Dios “sobre
la alta montaña de Israel”- Ezequiel 17,22-23). Esta imagen de Ezequiel habría influido en la parábola del Reino que llega a
ser un árbol donde las aves vienen a habitar” (Lucas 13,18-19).
Por
esta palabra, Jesús expresaría así su vulnerabilidad
social, su marginalidad en referencia a todos los sub grupos que saben
organizarse. Herodes y su clan se han instalado en el poder político, los otros
se hacen nidos como pueden. “Pero yo, yo me he opuesto, he rechazado a
instalarme no importa dónde. Yo no me he comprometido con ningún grupo y yo
permanezco libre, desligado del sistema”.
Esta interpretación
estaría con seguridad en la misma línea del relato de las tentaciones, que son
el rechazo de Jesús a darse una identidad y un rol preciso, en el plan político-religioso.
Su estilo en la acción se parece un poco a la de los rabinos profesionales,
pero no se puede llegar lejos en la aproximación, contrariamente a ellos, él
mismo no ha sido discípulo de nadie, Él no ha sido escogido por sus alumnos, sino más bien Él es quien escoge sus discípulos, y sobre todo,
lejos de fundamentar su autoridad en el texto de la Escritura, Él utiliza este
último con una libertad que no tiene ningún paralelo o parecido alrededor suyo.
Si se
descendiera todavía un poco más, uno podría mismo presentir algo del celibato
de Jesús. Comprometido con todas sus fuerzas en la proclamación y preparación del
Reino que viene, Él no tiene ningún cara a cara humano, Él no tiene en su vida una
cabeza con cabeza privilegiado donde reposarse, con quien pueda contar para rehacerse.
En
ninguna parte, Jesús no une el hecho de ser salvado con el hecho de seguirle.
La salvación es para todos. Si Él llama algunos a seguirle, esto deber ser a
partir de una decisión por una vida radical: “solo te falta una cosa” (Lucas 18,22)…
Ahora,
este radicalismo no se reduce a una cuestión material. Es una experiencia
global, que moviliza toda la afectividad, toda la consciencia y todas las
energías (“Todo tu corazón, todo tu espíritu, todas tus fuerzas”—cfr. Lucas
10,27).
Confrontado
a personas que querían seguirle, Jesús les pone ante su realidad (de Él) , mostrándoles
que esta realidad llegará a ser la de ellos, si ellos hacen la misma opción que
Él. Marginalidad, vulnerabilidad y soledad: están ustedes listos, preparados a
pagar este precio?
REFLEXIÓN CENTRAL:
Tomarlo o dejarlo…Abrazar o desentenderse por completo de la propuesta
liberadora de Jesús
Sucede a veces en los tratos o
negociaciones que se llega a aquello
de PUNTO DE RUPTURA. Una de las partes se detiene y pone como se dice las “cartas
sobre la mesa”. “A tomarlo o a dejarlo”. No se llega a un entendimiento sobre
el precio de una casa. Las discusiones
toman fuerza y una de las partes pide sin parar concesiones. El otro le mira a
los ojos y le dice: “No”.
Pedro
se ha puesto a beber y poco a poco hace la vida imposible en la casa. María
perdona, sostiene, anima, invita a perseverar. Una vez, dos veces, diez veces.
Ella comprende que el asunto da vueltas y vueltas. Y la palabra llega para
romper: “Tu dejas de tomar o te vas”.
Hace tres
meses que la parte sindical y patronal se enfrentan, cifras en mano. La negociación
ha costado ya una fortuna, el ambiente se vuelve pesado. Y se llega al punto de ruptura (o
rompimiento): es esto o el paro sea de los obreros o el cierre de la empresa
por parte de los patrones o dueños para presionar (lock-out).
Hacerse
discípulo de Jesucristo, llegar a serlo verdaderamente implica una DECISIÓN. Como
decía Tertuliano: “uno no nace cristiano…uno llega a ser cristiano con el
tiempo”. Hay una situación donde uno aun no es todavía discípulo de Jesús. Hay
un momento en que uno lo llega a ser o uno decide serlo. Este momento de cambio,
de ruptura, de decisión se llama la conversión. Nosotros hemos salido o somos
el fruto de un cristianismo sociológico. La sociedad parecía cristiana.
Nuestros padres eran católicos y nos han llevado al bautismo con un día o 6
meses de nacidos, bien antes de una decisión libre por parte nuestra. Como
canta Arjona en “Jesús verbo no sustantivo”: “me bautizaron cuando tenía dos meses y a mí no me avisaron, hubo
fiesta, piñata, y a mí no me lo
preguntaron”.
Por
el peso de las cosas y de las costumbres, la etiqueta se quedó adherida a
nuestro ser. Pero para llegar a ser realmente discípulo de Jesús, es necesaria también
una adhesión, una decisión.
Es
ese momento que quiere ilustrar estos tres pequeños ejemplos del evangelio de
Lucas. Lucas nos dice que se aproxima el tiempo de morir para Jesús. “Se acercaba el tiempo en que Jesús debía ser
arrancado de este mundo”. Él decide subir a Jerusalén. Lo abordan entonces
3 personas de quienes no se nos dice los nombres y que parecen querer
convertirse en sus discípulos.
El
primero dice a Jesús: “yo te seguiré a
donde quiera que vayas”. Pero Jesús le responde: “Los zorros tienen guaridas, las aves del cielo tienen nidos; pero el
Hijo del Hombre no tiene donde reposar la cabeza” (Lucas 9,58). En la tradición
judía y de Jesús, cuando un jovencito quería llegar a ser el discípulo de un
rabino, dejaba su casa y se iba a vivir a la casa del rabino por un año.
Convertirse en un discípulo era ponerse al servicio de alguien. El discípulo estaba
sometido a pruebas difíciles y era instruido duramente. A diferencia de los
rabinos (maestros judíos) de su época, Jesús no ofrece ni comida, ni abrigo. El
es un predicador itinerante y la ruta no es segura, es incierta. Es necesario
entonces antes de seguirle un desapego radical.
El
segundo ejemplo es todavía más exigente. Antes de seguirle, un hombre le pide
tiempo para ir a enterrar a su padre.
Enterrar al padre, es un deber de misericordia corporal, como lo decía el
pequeño catecismo. Jesús parece pedir una ruptura total con aquel a quien se
deja, un mundo antiguo que llega a ser entonces un símbolo de muerte. De ahí un
slogan: “Deja que los muertos entierren a
sus muertos”. Es una palabra blasfematoria, si se toma al pie de la letra.
No es una consigna normativa. Es un aforismo que busca dramatizar la situación
y el contexto en el que se habla.
El
acento es el mismo en la tercera sentencia. Un hombre quiere seguir a Jesús y
pide justo el tiempo de ir a decir adiós a la gente de su casa (familiares,
vecinos, amigos). Jesús parece responderle de una manera tajante: “Aquel que
pone la mano en la herramienta (el arado) y mira para atrás no ha está hecho
para el Reino de Dios”. La alusión a la palabra “arado” nos reenvía al relato
presentado en la primera lectura, cuando Eliseo se hace discípulo de Elías.
Separadas
de su contexto, estas 3 palabras o frases tajantes de Jesús aparecen por lo
mismo duras. Ellas buscan justo marcar un punto de stop, de pare…detenerse. Al
comenzar su subida a Jerusalén e ir en consecuencia hacia la muerte, Jesús
advierte a los suyos de la seriedad de la ruta para aquellos que quieren llegar
a ser sus discípulos. Él lo dice a los suyos, pero también nos lo dice HOY a nosotros que somos sus discípulos.
Escoger
a Jesús, decidirse por Él, es entrar en ruptura con nuestro mundo, es renunciar
a ciertas cosas. Al momento de administrar el bautismo, se formula la pregunta:
“Renuncian a Satanás, a sus inspiraciones
y sus obras?” Llegar a ser discípulo, es renunciar a la sociedad de
consumo. La sociedad en la que estamos nos dice que toda la felicidad viene del
consumo, de las carreras por el dinero, por el confort, por la seguridad y el
despilfarro ostentoso y por ende innecesario. Hay que decir NO a todo eso. La
felicidad está en otra parte. Nuestro estilo de vida destruye el planeta, trastoca
el clima, arriesga con acabar la biodiversidad y de afectar gravemente las futuras
generaciones. Creer en Jesús, es rechazar de tomar la propia generación (el
aquí y el ahora) como un absoluto. La sociedad en la que vivimos quiere hacer
de la SALUD un absoluto y nos promete aquello que podríamos llamar la “amortalidad”
(el vocablo es mio), es decir, una vida indefinidamente alargada. Es necesario
decir NO a eso y aceptar nuestra condición mortal.
Yo
podría alargar la lista de rupturas (rompimientos) que la fe en Jesús instaura
en lo que concierne a las cuestiones sociales, los asuntos económicos, la moral
sexual, etc. Uno no puede todo escoger y tomar todo al mismo tiempo, tener como
se dice la mantequilla y el dinero de la mantequilla, y además, como dice uno
de mis amigos, los favores de la lechera…(ciertos amigos en el pueblo, tenían y
aun tienen la costumbre de que cuando son atendidas por una bella joven en las cafeterías,
ante la demanda de esta de “qué se le ofrece, o qué quiere”, responden con
humor: “a ti como esposa”).
Escoger,
decidir, es también renunciar. Escoger una esposa y hacerla la elegida de su
corazón, con ella una relación intensa y única, es obligarse a ser fiel y entonces
renunciar a las otras.
A
comienzos del siglo XX, el novelista André Gide estaba horrorizado con la idea
de tener que renunciar a ciertas cosas.
Él ha tenido una enorme influencia en nuestra época a la que le gustaría
tener todo.
Ciertos
observadores caracterizan (describen) nuestra época con la palabra ADULESCENCIA.
Se sabe que un adolescente es inquieto y atormentado, y que es ambivalente. La
edad adulta, al contrario, consiste en OPTAR y DECIDIR. Llegar a ser adulto, es
también DECIDIR y FIJARSE (Establecerse- estabilidad) para realizar el proyecto
de vida. La adulescencia es una contracción (suma de dos palabras) de ADULTO y
ADOLESCENTE. Es siendo ya adulto, querer continuar en la adolescencia
(recordemos los “eternos adolescentes”). Es superar la puerta saliendo de casa de los padres a los 18 años y volver a ella a los 30 años. Es hacerse la vasectomía
a los 30 y echar marcha atrás a los 40. Es hacerse inyectar silicona a los
quince y pretender jugar la ingenuidad a los 50.
La
libertad no reside en la disponibilidad infinita de las opciones ante nosotros.
Ella reside en la densidad de los compromisos que se toma, en el peso y calidad
del amor que uno inyecta en sus opciones (decisiones).
Escoger,
optar por Jesús, es llegar a ser libre ante todo el resto, que se trate así de
los dictados de la moda y del dinero o de todo eso que el universo técnico y científico
pretende imponernos como necesario, imperdible, desde la mundialización, la cibernética
y las manipulaciones genéticas.
“Si Cristo nos ha liberado, es para que seamos verdaderamente libres”, dice San Pablo (Gálatas 5,1). Libres de la ley y de la circuncisión, libres de todos los ídolos. Pero esta libertad también tiene un costo: es el seguimiento de Jesús y sus exigencias. La libertad no sabría ser un pretexto para satisfacer su egoísmo. La libertad, es asumir su peso del amor.
“Si Cristo nos ha liberado, es para que seamos verdaderamente libres”, dice San Pablo (Gálatas 5,1). Libres de la ley y de la circuncisión, libres de todos los ídolos. Pero esta libertad también tiene un costo: es el seguimiento de Jesús y sus exigencias. La libertad no sabría ser un pretexto para satisfacer su egoísmo. La libertad, es asumir su peso del amor.
Jesús
ha querido advertir a los suyos y les ha propuesto fórmulas lapidarias para sacudirles
y hacerles salir de sus torpezas y distracciones. Todo mundo sabe que es
necesario tener un vivo para enterrar un muerto y que es esencial ser
responsable de la gente de nuestra casa (u hogar). El mandamiento de amar su prójimo
nos obliga a ello y contiene desde ya la perfección de la ley. Esto, Jesús lo
sabe mucho mejor más que nadie.
Si Él
utiliza fórmulas fuertes y casi que chocantes, es para hacernos salir de
nuestras torpezas.
Cada
día y a todo momento es necesario aprender a ser verdaderos discípulos de
Jesús.
Meditación del Papa Benedicto XVI
El Hijo de Dios, se ha hecho hombre, ha compartido nuestra existencia hasta en los detalles más concretos, haciéndose servidor de sus hermanos más pequeños. Él, que no tenía donde reclinar su cabeza, fue condenado a morir en una cruz. [...] Todos los que han recibido ese don maravilloso de la fe, el don del encuentro con el Señor resucitado, sienten también la necesidad de anunciarlo a los demás. La Iglesia existe para anunciar esta Buena Noticia. Y este deber es siempre urgente. Hay todavía muchos que aún no han escuchado el mensaje de salvación de Cristo. Hay también muchos que se resisten a abrir sus corazones a la Palabra de Dios. Y son numerosos aquellos cuya fe es débil, y su mentalidad, costumbres y estilo de vida ignoran la realidad del Evangelio, pensando que la búsqueda del bienestar egoísta, la ganancia fácil o el poder es el objetivo final de la vida humana. ¡Sed testigos ardientes, con entusiasmo, de la fe que habéis recibido! Haced brillar por doquier el rostro amoroso de Cristo, especialmente ante los jóvenes que buscan razones para vivir y esperar en un mundo difícil.
Benedicto XVI, 20 de noviembre de
2011.
Reflexión II
Todos los hombres tienen un ídolo, una persona a quién imitar, se sienten atraídos por su forma de ser. Lo imitan en todo, buscan tener su misma marca de ropa, peinarse igual, en fin, su porte gira en lo que es esa persona. Éstas a menudo son artistas o cantantes. Pero hay algo que no hacen: poner límites a sus seguidores.
Todos los hombres tienen un ídolo, una persona a quién imitar, se sienten atraídos por su forma de ser. Lo imitan en todo, buscan tener su misma marca de ropa, peinarse igual, en fin, su porte gira en lo que es esa persona. Éstas a menudo son artistas o cantantes. Pero hay algo que no hacen: poner límites a sus seguidores.
¿Qué tendría Cristo para atraer
tanto a las multitudes? No cantaba ni actuaba. Lo único que hacía era dar a
conocer el amor de Dios a los hombres. Ésta fue su arma para que muchos
trataran de seguirlo, y aún hoy muchos jóvenes, hombres y mujeres lo siguen
como ideal de vida.
En este evangelio se nos presenta un Cristo exigente: "quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es digno de Mí". Son duras las palabras de la elección de Dios, por lo que comprenden, pero al mismo tiempo donan una paz y una felicidad inmensas dentro del alma, porque se sabe que ha sido Dios mismo quien ha llamado. No todos aceptan el llamado con generosidad, sino que al sentir el peso muchos lo dejan.
Dejemos que Dios nos hable en el corazón y si él nos llama digamos con sinceridad y generosidad que queremos seguirle, aún sabiendo las dificultades que allí encontraremos. Pidamos también en una visita o después de la comunión por las vocaciones para que mande obreros fieles a su mies.
En este evangelio se nos presenta un Cristo exigente: "quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es digno de Mí". Son duras las palabras de la elección de Dios, por lo que comprenden, pero al mismo tiempo donan una paz y una felicidad inmensas dentro del alma, porque se sabe que ha sido Dios mismo quien ha llamado. No todos aceptan el llamado con generosidad, sino que al sentir el peso muchos lo dejan.
Dejemos que Dios nos hable en el corazón y si él nos llama digamos con sinceridad y generosidad que queremos seguirle, aún sabiendo las dificultades que allí encontraremos. Pidamos también en una visita o después de la comunión por las vocaciones para que mande obreros fieles a su mies.
Propósito
Mantenerme fiel a la doctrina de Cristo, aunque el ambiente sea contrario a mi fe católica.
Mantenerme fiel a la doctrina de Cristo, aunque el ambiente sea contrario a mi fe católica.
Diálogo con Cristo
Jesús, te pido me des la
docilidad y confianza para saber escuchar y responder con prontitud a tu
llamada. Permite que sea un testigo de tu amor, auténtico y sincero, de manera
que mi fe se manifieste en mis palabras, obras y acciones. Te pido me concedas
la gracia para ser coherente con mi fe, especialmente cuando las circunstancias
sean contrarias a ella.
Acá otra reflexión para este domingo 13o ordinario C
Acá otra reflexión para este domingo 13o ordinario C
OBJETIVO DE VIDA
PARA LA SEMANA
1.
Me
tomo un momento cada día para el recogimiento y mirar lo que fue mi vida en las
últimas horas y de qué manera el Señor ha estado presente. Me pregunto en
seguida a qué me estará llamando el Señor en este momento.
2.
Descubro
de qué manera, el Señor se dirige a mí a
través de las personas con que me relaciono y encuentro.
ORACIÓN-MEDITACIÓN
Señor que seas Tú mi guía
en el camino que conduce a Jerusalén.
El orgullo y el
facilismo (la facilidad) me enceguecen a veces,
y no tengo la
suficiente valentía y coraje para caminar contigo.
Ante el rechazo, la
crítica y la incomprensión,
se me ocurre a veces
recurrir a la violencia o el desprecio.
A menudo, soy
negligente ante la justicia y pienso nada más que en mi bienestar,
como si el lujo y la
riqueza pudieran darme la paz.
Como si los placeres
del mundo se compararan con tu alegría.
Tu ejemplo me enseña
que el camino hacia la VIDA es exigente
Y que este no tolera
las tibiezas o mediocridades en los compromisos.
Ayúdame a luchar contra
el egoísmo,
Para vivir bajo la conducción
de tu Espíritu de Santidad.
Así como Tú hubieras
podido cambiar de ruta y evitar Jerusalén,
yo me veo a veces
tentado a ahogar la voz de mi conciencia,
y dejarme seducir por
aquello que es atractivo y fácil.
Por lo tanto, es en tu
banquete (la misa) que yo quiero alimentarme.
Es en tu MESA DE LA
VIDA (La Eucaristía) donde se encuentra el buen PAN.
Inspírame, yo te pido,
gestos de coraje y de libertad
que sirvan a mis
hermanos y que me acerquen a TI.
Yo quiero caminar a tu
lado, ir hasta la puertas del Reino.
Toma mi mano, Señor y que
seas Tu el guía de mi corazón.
Que no tenga otra
alegría diferente a la de seguir tus
pasos.
REFERENCIAS:
HÉTU, Jean-Luc. Les Options
de Jésus.
BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole. Novalis, 2007.
www.catholic.net
BEAUCHAMP, André. Comprendre la Parole. Novalis, 2007.
www.catholic.net
Pequeño Misal « Prions en
Église », edición quebequense, 2013