lunes, 7 de enero de 2013

10 de enero del 2013: en los 20 años de la Resurrección del Egregio Pastor Hincapié


Érase una vez el egregio pastor Hincapié


Apóstol de la Verdad, que anunciaste a Dios a los marquetones,
pregonando el amor, la paz y la FE que te corría a borbotones..

Tomaste en serio tu misión, el evangelio te transformo...
con alegría gritaste liberación en un mundo pleno de esclavos...

Fuiste hombre entre los hombres, sacerdote y ser humano para los demás,
consuelo para los más pobres, antorcha en medio de la oscuridad...

Sembraste paz y alegría, cantaste siempre Dios es plenitud,
que el camino, la verdad y la vida que nos llevan al Padre es Jesús ...





Yo creo que a más de uno y en particular a uno o una de Marquetalia le gustaría escribir un libro sobre el reverendo Padre Antonio María Hincapié.

Publicaciones amplias o muy difundidas a propósito de su vida no ha habido hasta ahora. A excepción de alusiones rápidas y breves en alguna monografía, apariciones esporádicas y más bien anecdóticas en algún cuento municipal…Hubo algún intento de crear una página Facebook con las contribuciones de quienes le conocimos y lo tratamos de cerca…pero nunca se concretizó…

Enhorabuena, como diría un habitante de la madre patria, el investigador, pedagogo e historiador hijo también de Marquetalia ANGEL MARIA OCAMPO nos satisface esta necesidad que había, llena este vacío  y  sacia la sed de tener datos e información recopilada y ordenada sobre aquel a quien he llamado siempre egregio pastor Hincapié…

Yo creo, sin temor a equivocarme que el Padre Hincapié es patrimonio de todos los marquetones. Y algunos en particular, los que tuvieron la suerte de encontrarle y conocerle,  podían contribuir con alguna pildorita sobre la impresión o huella que dejo en ellos nuestro entrañable cura.  Y no es para menos, fue un hombre y una presencia que marcó por más de 30 años la vida y el acontecer marquetòn.

Sin conocer aún el contenido del libro  (“Y bendijo Dios la villa del sol”) que  lanzará el  mencionado autor, el próximo 19 de enero me atreveré hacer lo que llamaría una pre critica del libro, que pienso solo será más valida y se encontrara su razón de ser cuando el libro ya sea difundido y sea su contenido  de la total dominación de sus lectores.

Sería más bien las expectativas respecto al libro, porque confieso, fue mi sueño, y aun es mi sueño escribir algo sobre el padre Hincapié. De todos modos felicitaciones a Don Ángel María por su trabajo y mística en esta investigación, como le conocemos, es  seguro que esta vez como siempre no nos defraudará.

Primero, espero que además de los datos biográficos del Padre recopilados en los archivos históricos municipales y eclesiales, haya sido alimentado con entrevistas a cercanos suyos como su hermano nuestro también amigo, vecino de toda la vida, otro hijo adoptivo marquetòn Don Manuel …Que se haya preguntado a abuelos, personas mayores que le contactaron sobre su personalidad…

Dos, espero que tenga una gran parcela en el libro el hecho fe-religioso-eclesial y no meramente el hecho pastoral (misión) del padre Hincapié como cura párroco, medico de almas…Me explico, espero encontrar en el libro también esa mini historia vocacional, que se nos cuente por qué habría decidido hacerse sacerdote, qué era la fe para Él y como veía aquella Iglesia que vivió entre dos épocas muy precisas  (antes y después del vaticano II).

Tres, espero encontrar en el libro visos de un Padre Hincapié muy humano, con defectos (porque muchos los remarcan con humor), además no hay santo perfecto y que no sea algo picarón…Quiero que en el libro no se sea tan serio ni se pretenda abordarlo solo realzando sus virtudes y minusvalorando o ignorando totalmente sus pequeños vicios, sus pecados, porque siempre la moneda tiene dos caras…Todo ser humano tiene sus glorias y sus faltas…de lo contrario se caería en el fariseísmo o en una cierta hipocresía…espero hacerme entender:

Yo particularmente recuerdo eso del padre Hincapié: mientras vivía, se escuchaba de él, más defectos que virtudes…Al final solo “chismorreos”, rumores sin fundamento…Su amor y o afán en ocasiones desmesurado por la plata (pero para ayudar mayormente a los pobres y desvalidos), su actitud crítica burlona (de los pecados de los otros: prostitutas, las señoras chismosas, los borracho a quienes imitaba en la Iglesia  y no era raro que alguna que otra vez profiriera una palabra de grueso calibre (pero para realzar lo contrario de eso que criticaba ).  Su carácter o mal genio era bien conocido, y a ratos su actitud displicente y seleccionadora con algunas personas muchos lo remarcan…

Pero detrás de todo esto había esa faceta poco realzada mientras vivió: esa faceta de constructor de comunidad, de familia, la de un clérigo preocupado por la formación de la mujer, de la niñez y de la juventud; su compasión por los ancianos y los marginados socialmente…ello se tradujo en las obras concretas de los colegios Juan XXIII, la Normal, el Colegio Santa Elena, el asilo san Vicente…Sin temor a equivocarme, después de muerto fue que se vino a gritar, proclamar y hacer eco de todo aquello que parecía tan tácito y o poco evidente, mientras habitaba entre los vivos.

Hoy por hoy no podemos juzgar al Padre Hincapié con las categorías, la lupa de los años 70’S 80s…Él respondió a una época, donde el cura y el alcalde eran los “manda callar” de los pueblos pequeños. El burgomaestre y el pastor católico eran aparentemente enemigos pero en el fondo de sí mismos y en la realidad del día a día, ellos mismos y todo el mundo sabía que se necesitaban mutuamente y que por ello se debían soportar.

Cada vez que leo o veo DON CAMILO de Giovanni Guareshi pienso en el padre Hincapié y en tantos sacerdotes que vivieron entre  los años 50’s y 80’s…recios, aparentemente duros, irascibles a veces, pendencieros, “plateros o amantes del panier” (canasto, ponchera de ofrendas en dinero), pero también orantes, contemplativos, caritativos, soñadores, visitadores de las familias (cuánto nos hacen falta esos curas de antaño)…

Ahí puede incluirse al Padre Hincapié…Eso es lo que recuerdo de Él.
Yo tendría unos 7 años la primera vez que le vi, y su figura, su imponencia, su presencia en el pueblo y en las familias, despertó desde muy temprano en mi vida la fascinación por la vocación sacerdotal, tal vez porque desde siempre supe percibir y quedarme con las mejores virtudes del sacerdote.

Así nos ocurre con todos los seres humanos con quienes convivimos,  nos tropezamos, nos encontramos a lo largo de la vida: descubrimos un día que en ellos que  solo había luz  sino que también había oscuridad, que no solo eran un cumulo de virtudes sino también dechados de imperfecciones…entonces los amamos y los odiamos…recuerden a la odiada amada Ingrid Betancurt, por ejemplo, al odiado-amado Álvaro Uribe, al odiado –amado Chávez…Ni Jesús, el hijo de Dios estuvo libre de eso (pero la causa del odio hacia Él fue bastante bien diferente). 

Aun ahí puede incluirse al Padre Hincapié…Eso es lo que recuerdo de Él. Unos hablaban bien de Él, lo veneraban, lo subían a los altares, otros lo bajaban del pedestal, lo criticaban, lo blasfemaban…Y puede que hoy haya pocos que se atrevan a blasfemar, pero la gran mayoría lo subimos al pedestal.

Personalmente no tuve mucha oportunidad de compartir o sostener largas charlas con el padre Hincapié…Uno porque cuando decidí entrar al seminario no lo hice en la jurisdicción de su parroquia ni de su diócesis…Aquello, recuerdo que le extrañó  y le admiró…No ensayó mucho, al menos conmigo, de hacernos desistir y reconsiderar la posibilidad de ir a estudiar a Manizales o hacernos sacerdotes seculares  para la propia diócesis local de La Dorada-Guaduas que se había recién creado en 1985. A pesar de todo, tanto a Darío Castillo como a mí nos apoyó y dio buenas referencias de nosotros cuando nos enrolamos en las filas de los Misioneros de Yarumal, venidos de Medellín a Marquetalia en 1987,  para hacer lo que se llamaba promoción vocacional y animación misionera… Es más, después siguió invitando a padres y seminaristas de nuestra comunidad para animar misiones de navidad y semana santa tanto en la zona urbana como las veredas entre 1988 y 1991, hasta que se nos fue. En efecto, mi primera misión como seminarista la hice en Marquetalia, en las veredas de Guarinò-Guamo, San Pablo, Lituania y las Encimadas a finales de 1988,  siendo cura párroco nuestro entrañable Pastor Hincapié…yo joven rozando los 20 abriles.  

El 10 de enero de 1993, era un domingo, si mal no recuerdo me encontraba en la ciudad de Cali (valle del cauca), en casa de mis abuelos maternos y tíos. Iba de paso para el Ecuador, donde había sido enviado a mi año de pastoral (correspondiente a mi segundo año de teología). Al día siguiente seguiría para el país vecino…Ese mismo domingo por la tarde, me enteré de su muerte …tuve el impulso de devolverme para Marquetalia y asistir a sus funerales, pero me fue imposible, por obediencia, por cuestión económica, por falta de tiempo…y de decisión finalmente. Me hubiera gustado mucho haber estado presente aquel día en la villa del sol…pero fui un ausente más…en la distancia oré por el Padre Hincapié y acompañé aquella gran multitud que se volcó a las calles de Marquetalia para rendirle el ultimo y merecido homenaje.

Muchas cosas han cambiado desde que usted se ha ido Padre.
Se fue usted  en un momento, yo diría preciso y a la vez inconveniente…
Preciso, justo, si…porque no sé como hubiera reaccionado ante lo que venía:
Todos esos cambios de la postmodernidad, la tecnología, el discurso racionalista, el relativismo, el desfogue de la violencia y la corrupción, la amoralidad e inmoralidad en las instituciones, en la familia misma…
Y se fue usted en un momento inconveniente porque lo necesitábamos…
Nos urgia su voz profética, su sinceridad para llamar al pan pan y al vino vino.

Una vez más gracias EGREGIO PASTOR HINCAPIE por su testimonio,
Por su luz, por su profetismo, su generosidad con los pobres,
Su desvivir y preocupación para brindarle lo mejor a la familia, a la mujer, a los jóvenes, a los niños y a los viejos…

Gracias porque ha dejado su impronta imborrable y la influencia indeleble
En la historia marquetona.


Ahora, para terminar  un espontáneo poema:



Llegaste de Pàcora a Marquetalia un incierto día de los años 50…
Arribabas a la villa del sol con tu experiencia de vida,
Imbuida del amor al ser humano y al sempiterno Dios.

No te quedaste quieto ni incólume ante la miseria ni el atraso social,
Aquel pueblo enclavado entre montañas necesitaba despertar,
Marquetalia con tu presencia suscitó el progreso se destacó la educación…
Y FLORECIÓ EL AMOR.

No fuiste pequeño ante el ejemplo del maestro de Nazareth,
Lo que te movió primero fue la compasión y el sueño del Reino de Dios;
Ese reino que es la sociedad alternativa de los hombres y mujeres
Que luchan, no se resignan ante la crisis, la dificultad y la miseria.
Y dan campo al FLORECIMIENTO DEL AMOR

Con tu vida y tu obra tradujiste egregio pastor Hincapié
La fe, la esperanza y la caridad que caracteriza al discípulo de Cristo;
Entendiste muy en serio y te tomaste muy a pecho aquello que dijo el Maestro:
“He venido para que tengan vida y vida en abundancia”
PARA QUE FLOREZCA EL AMOR

Así también con esta frase podríamos resumir tu vida entera:
Una vida donada a pesar de sus pecados y sus falencias humanas.
Nos mostraste que podemos ser santos, católicos y muy devotos,
Siendo auténticos, sin dejar de ser nosotros mismos, siendo alegres…
Y HACIENDO DE ESTE MODO FLORECER EL AUTENTICO AMOR

Inculcaste que lo más  importante será siempre
el amor que pongamos en nuestras obras;
Que lo esencial es que seamos gestores de vida,
defensores y respetuosos del más preciado don…
para que en el atardecer de la vida nos juzguen
por HABER DEJADO FLORECER EL AMOR que brota de nuestro corazón…


P. GUSTAVO QUICENO JARAMILLO. Mxy
Dorval, Montreal- Quebec
Enero 7 del 2013.  21h38