miércoles, 29 de octubre de 2008

Feliz cumpleaños Hermano Francisco!

No, no hablo de San Francisco de Asís, ni de San Francisco Javier.
Cuando entré al Semisiones en 1988, venía en ocasiones a la casa de Reposo de nuestra congregación, contigua al centro de formación, allí donde están nuestros Hermanos Mayores. Y siempre veía a un anciano de pelo lacio, grandes gafas y que caminaba con dificultad por los corredores…Siempre le veía con la camándula en mano y en algunas ocasiones le vi y escuché encorando el rosario en la capillita local, de una manera muy devota y hasta amena.
El Hermano Francisco Gómez es el hombre de más edad de nuestra casa de Emaús.
El pasado 29 de octubre celebró su cumpleaños 98. Y ahí sigue el hombre, el anciano, el ser humano que ha estado toda su vida consagrado al Señor.
Nació en Pensilvania(Caldas) en 1910. Perteneció a una familia de 11 hijos, cuando él tenía 32 años (1942), su padre lo trajo a Arboleda (corregimiento cercano a Pensilvania) ahí encontró una revista del Seminario de Misiones, fundado 15 años atrás en 1927 por Monseñor Miguel Ángel Builes en Yarumal. Vio que allí había invitación dirigida a jóvenes que quisieran unirse a esta empresa misionera e iniciar su formación fuera para sacerdote o Hermano , allá en el montañoso y frío pueblo antioqueño..
Con esa edad, el hermano decidió tomar la senda y así fue como se hizo Hermano. Su primer grupo estuvo compuesto por 15 formandos.
Sus primeros formadores fueron los Padres Miguel ángel Gallego Y Aníbal Muñoz Duque entre otros.
Fue enviado primero a un pueblo llamado San Martín de Loba, en el Magdalena Medio. Allí estuvo colaborándole a los sacerdotes Luis Maria Serna y . Luego pasó a Buenaventura y después al Chocó, donde permaneció 20 años , recorriendo diversos caseríos enseñando la Palabra de Dios, rezando el Rosario e invitando a la gente a vivir en la paz y la armonía.
En 1985 cuando vino a unas vacaciones a Medellín, nuestro hermano fue atropellado por un automóvil, lo que le causó una amnesia temporal y luego de análisis médicos, se le diagnosticó diabetes y entonces se le sugiere quedarse en la casa de Reposo.
Han pasado 23 años desde su llegada a Emaús y ahí está el hombre, el hermano entregado a una profunda vida de oración, testimonio para todos nosotros sus hermanos javerianos.
Con el Hermano Cano, "canito" hemos venido a hacerle visita este mismo día de su cumpleaños...Son casi las 2 pm y lo encontramos de pie, al lado de su cuarto comiendo unas galletas que alguien le regaló hace pocos minutos. Todavía oye bien y su acento paisa es remarcable, habla duro , con tono seco y rutinariamente. En el transcurso de la conversación, en algún momento se da cuenta que tiene el cierre de su pantalón abierto y lo cierra de manera disimulada, sin inmutarse y respondiendo a nuestras preguntas.
Me cercioro que el Hermano no gusta hablar mucho de sí mismo, de sus cosas, a pesar de que aparentemente aun tiene buena memoria.
Come bien, duerme bien, aún parece puede leer y goza de buena salud, aunque debe cuidarse del azúcar. En este día de su cumpleaños el Hno Francisco pide en su oración a La Santísima Trinidad que los lleve con ellos, a descansar…demostrando así su profunda fe de carbonero.
Al final le pedimos un mensaje para todos los demás miembros del Instituto, sus hermanos y nos dice: "Que obedezcan a los superores en todo, hagan lo que ellos les digan, en ellos se refleja la Voluntad de Dios".
Que Dios te bendiga querido hermano Francisco. Gracias por tu testimonio silencioso, de paz, fe y esperanza en Dios.
Gracias por tu oración callada o en voz alta, pidiendo e intercediendo por el mundo, nuestro instituto, tus hermanos sacerdotes, Hermanos y laicos.
(queda pendiente la foto).

lunes, 20 de octubre de 2008

SAN GAETANO ERRICO


GAETANO ERRICO
(1791-1860)

El Padre Gaetano Errico, fundador de los misioneros del Sagrado Corazón de Jesús y de María, el pasado 12 de octubre , durante la ceremonia de canonización, fue presentado por el Papa como un experto en la ciencia del perdón, pues promovió el cuidado del sacramento de la reconciliación para que los fieles encontrasen en el trato misericordioso de los confesores una expresión de la misericordia de Dios dada en el sacramento.

Cayetano Errico, fundador de los Misioneros de los Sagrados Corazones, ha nacido el 19 de octubre de 1791 en Secondigliano, antigua aldea al Norte de la ciudad de Nápoles (Italia). Es el tercero de los diez hijos de Pascual y María Marseglia. El padre dirige una modesta fábrica artesanal para la producción de pasta; la madre teje felpa. Fue bautizado al día siguiente de su nacimiento en la iglesia parroquial de los santos Cosme y Damián con los nombres de Cayetano Cosme Damián. Asiste a la escuela comunal con dos maestros sacerdotes, Tagliamonte y Vitagliano. A los siete años recibe la primera comunión, y a los once, el sacramento de la confirmación. A los catorce años pide ingresar primero entre los Capuchinos y después entre los Redentoristas; pero el pedido es rechazado debido a la edad.
A los dieciséis años pide ser admitido en el seminario arzobispal de Nápoles.En enero de 1808 viste el hábito talar. La familia no puede sostener los gastos para su mantenimiento como alumno interno por lo que realiza los estudios como externo, yendo a pie al seminario. Todos los días, entre ida y vuelta, son ocho kilómetros, con frío, calor y lluvia, provocando la admiración de la gente que, al verlo pasar exclama: «¡Ahí pasa San Cayetano!».
En el tiempo de su formación seminarística frecuenta la escuela con gran provecho, participa a la misa todas las mañanas, recibe la comunión, ayuda en la casa, visita todos los jueves a los pacientes del hospital de «Incurables» de Nápoles llevándoles algún regalo fruto de sus ahorros semanales, y el domingo recorre las calles con el crucifijo recogiendo a los niños para el catecismo.
Fue ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1815 por el Cardenal Ruffo Scilla en la Capilla de Santa Restituta, en la Catedral de Nápoles.
Ordenado sacerdote, inmediatamente se le asigna a Don Cayetano la tarea de maestro comunal, cargo que ejerce por casi veinte años con diligencia, atención y celo, preocupándose por enseñar, junto con la cultura, sobre todo los principios cristianos. Se dedica con amor al servicio pastoral en la iglesia parroquial de los Santos Cosme y Damián.
Desarrolla su actividad apostólica en cuatro direcciones: anuncio de la Palabra, ministerio de la reconciliación, asistencia material y espiritual de los enfermos, servicio de la caridad. Cuatro maneras distintas para decir a los hombres que Dios es Padre y los ama.
Tiene una vida de intensa oración y de rigurosa penitencia, de tal manera que hace decir a la madre que lava las camisas manchadas de sangre: «Ahora me haces sentir el dolor que no tuve cuando te llevé en el vientre y te di a luz».
Siendo sacerdote, se retira todos los años a Pagani (Salerno), en la casa de los padres Redentoristas, para los ejercicios espirituales.En el año 1818, mientras reza en el coro, acontece un hecho destinado a marcar y cambiar el curso de su vida: se le aparece San Alfonso para comunicarle que Dios lo quiere fundador de una Congregación religiosa, dándole como «señal» la construcción de una Iglesia en honor de la Virgen Dolorosa en Secondigliano. El anuncio de que es Dios quien quiere la construcción de una Iglesia en honor de la Dolorosa, es acogido con entusiasmo en Secondigliano por la mayor parte del pueblo; pero está también quien se muestra desconfiado y hostil. Los adversarios, pocos pero muy aguerridos y combativos, juran que impedirán la construcción de la Iglesia. Cuando el proyecto parece definitivamente destinado a fracasar, don Cayetano continúa creyendo en él y asegura a la gente: «La Iglesia se hará, porque es Dios quien la quiere». El 9 de diciembre de 1830 la Iglesia es bendecida.
Terminada la construcción, Cayetano Errico encarga a Francisco Verzella, escultor napolitano, una estatua de madera de la Virgen Dolorosa. Una tradición refiere que ha hecho rehacer varias veces el rostro, exclamando al final: «Así era». ¿La había visto en una visión?
La estatua hace su entrada en Secondigliano en mayo de 1835, y desde entonces continúan ininterrumpidamente la peregrinación y la devoción de los fieles hacia la Dolorosa de Cayetano Errico.
En los años siguientes, mientras don Cayetano reza delante del Santísimo Sacramento en el mismo coro de Pagani, el Señor le manifiesta que la nueva Congregación «debe ser fundada en honor de los Sagrados Corazones de Jesús y de María».
Desde entonces los Sagrados Corazones se transforman en el centro de la acción apostólica y misionera de Cayetano Errico, y él, en el apóstol de su amor misericordioso en todo el Sur de Italia. El amor de los Sagrados Corazones lo impulsa a buscar al hermano pecador para llevarlo al Padre, incluso a costo de la vida, y a entregarse sin descanso ni medida, particularmente a los hermanos de los grupos más desprotegidos: enfermos, obreros, artesanos, campesinos, analfabetos, muchachas sin dote y extraviadas, encarcelados.Se propone hacer sentir a todos la presencia de un Padre amoroso, dispuesto al perdón y lento para el enojo.
Terminada la iglesia, don Cayetano comienza a construir, en un lugar adyacente, la casa que tendrá que alojar a los futuros religiosos, los Misioneros de los Sagrados Corazones. Primeramente construye una pequeña casa, en donde se retira, en 1833, para vivir junto a un laico que atiende el servicio de la iglesia.
Con el traslado desde la casa paterna, comienza «oficialmente» la realización del encargo más importante recibido de Dios: la fundación de la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones.
Ampliada la casa, funda el «Retiro sacerdotal de los Sagrados Corazones», para acoger a los sacerdotes dispuestos a empeñarse sobre todo en el trabajo de las misiones populares.
Don Cayetano es un hombre de Dios, es un «santo».¿Qué ha hecho para llegar a serlo?
El primer secreto de su santidad es «consumir las rodillas en la oración y... también en el suelo». Que Don Cayetano es un hombre de oración lo testifican tantas personas que lo han conocido y los dos «pocitos» en el piso de su habitación, excavados por sus rodillas.
La penitencia es el segundo secreto de su «santidad». Los viernes y los sábados limita sus comidas a un solo plato de sopa. Todos los miércoles y en la vigilia de muchas fiestas ayuna a pan y agua.A menudo duerme en el suelo. Lleva «un cilicio que ciñe su cuerpo: pecho, brazos y piernas». «Usaba disciplinas de cuerdas y de hierro de diversos tipos».
En 1833 don Cayetano presenta al Rey el pedido de reconocimiento de un Retiro, que es aprobado junto con el reglamento el 14 de marzo de 1836. El 1o de octubre de 1836 abre el noviciado, admitiendo a nueve jóvenes. En mayo de 1838 solicita el reconocimiento pontificio de la Congregación, y el 30 de junio recibe de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares el decreto de elogio. El 6 abril de 1839, con el propósito de consolidar el desarrollo de la Congregación, pide el reconocimiento gubernamental, que el Rey concede el 13 de mayo, declarando «la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones legítimamente existente y capaz de gozar de los correspondientes efectos civiles y canónicos».
En abril de 1846 regresa a Roma para solicitar la aprobación definitiva. La Congregación ha crecido: el número de los congregados ha aumentado y han sido abiertas varias casas. El 7 de agosto de 1846 el Papa Pío IX emite el decreto de aprobación, y el 15 de septiembre el Breve apostólico.
Cayetano Errico, elegido unánimemente como Superior General después de la aprobación, trabaja hasta la muerte para el desarrollo de la Congregación, cuidando de modo particular la formación de los individuos.
Se empeña en la actividad misionera, en la predicación al pueblo y de los ejercicios espirituales en numerosos conventos
de religiosas, en la dirección espiritual y, especialmente, en la administración del sacramento de la reconciliación.
Muere en Secondigliano, a los 69 años de edad, el 29 de octubre de 1860 a las diez de la mañana.
«Ámense mutuamente y sean observantísimos de las Reglas».Es el testamento que deja a sus congregados. «Ha muerto un santo», es el comentario unánime de todo el pueblo. El eco de estas expresiones continúa todavía.Para los secondiglianeses y para todos sus devotos, Cayetano Errico, llamado y conocido como «O Superiore» El Superior, continúa siendo un «santo», esto es un ejemplo, un punto de referencia, un intercesor, una señal que indica a todos el camino de Dios, que los Sagrados Corazones, por amor, han vivido y trazado.
En 1866 el Cardenal Riario Sforza introdujo el proceso diocesano ordinario. En diciembre de 1884 el Papa León XIII lo declaró Venerable, y el 4 de octubre de 1974 el Papa Pablo VI emitió el decreto de la heroicidad de sus virtudes.El 24 de abril de 2001 Juan Pablo II firmó el Decreto de aprobación del milagro obtenido por el señor Salvatore Cacciappoli por intercesión de Cayetano Errico.

Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción: una santa india


La Beata Alfonsa de la Inmaculada Concepción nació en Kudamalur, de la región de Arpookara, en la diócesis de Changanacherry, India, el 19 de agosto de 1910, de la antigua y noble familia de los Muttathupadathu.

Desde su nacimiento, la vida de la Beata estuvo marcada por la cruz, que se le revelará progresivamente como el único camino para conformarse con Cristo. La mamá, María Puthukari, la dio a luz prematuramente al octavo mes de embarazo, después del susto provocado por una serpiente que se le enrolló a la cintura, mientras dormía. Ocho días después, el 28 de agosto, la pequeña venía bautizada según el rito siro malabar por el párroco Padre José Chakalayil recibía el nombre de Annakutty, diminutivo de Ana. Era la última de cinco hijos.

Transcurridos apenas tres meses, murió la madre. Annakutty pasó sus primeros años en casa de los abuelos en Elumparambil. Allí vivió un tiempo particularmente feliz para su formación humana y cristiana, durante el cual aparecieron en ella los primeros gérmenes de vocación. La abuela, mujer piadosa y caritativa, le comunicó la alegría de la fe, el amor a la oración, el impulso de la caridad para con los pobres. A los cinco años la niña sabía ya guiar, con entusiasmo infantil, la oración vespertina de la familia reunida, según el uso siro malabar, en la « sala de oración».

El 11 de noviembre de 1917, Annakutty recibió por primera vez el pan eucarístico. Decía a sus amigas «¿Saben por qué hoy estoy particularmente contenta? ¡Porque tengo a Jesús en mi corazón!».

Y en una carta a su padre espiritual, del 30 de noviembre de 1943, le había confiado: «Desde la edad de siete años no soy más mía. Me he dedicado toda a mi Esposo divino. Lo sabe bien Su Reverencia».

El mismo año de 1917 comenzó a frecuentar la escuela elemental de Thonnankuzhy, donde estableció una sincera amistad también con los niños hinduistas. Acabado el primer ciclo de instrucción, en 1920, viene el tiempo de trasladarse a Muttuchira, a casa de la tía Anna Murickal, a la que la mamá la había encomendado antes de morir, como madre adoptiva.

La tía era una mujer severa y exigente, con tratos despóticos y violentos exigía de Annakutty la obediencia a sus más mínimas disposiciones o deseos. Asidua en las prácticas religiosas, acompañaba a la sobrina, pero no compartía la amistad de la joven con las Carmelitas del monasterio vecino, ni sus largas jornadas de oración al pie del altar. Sin embargo estaba bien determinada a procurar un ventajoso matrimonio a Annakutty, obstaculizando los claros signos de su vocación religiosa.

La virtud de la Beata se manifestó en aceptar esta severa y rígida educación como una senda de humildad y paciencia por amor a Cristo, resistiendo tenazmente los reiterados intentos de noviazgo a los que buscaba obligarla la tía. Para sustraerse al compromiso de matrimonio, Annakutty llegó al punto de provocarse voluntariamente una gravísima quemadura, poniendo el pie en brasas ardientes. «Mi noviazgo estuvo determinado cuando tenía trece años cumplidos. ¿Qué podía hacer para evitarlo? Oré toda la noche... entonces me vino una idea. ¡Si mi cuerpo hubiese estado un poco desfigurado, ninguno me habría querido!... ¡Cuánto he sufrido! Y todo lo ofrecí por mi gran intención».

El propósito de disimular su singular belleza no valió del todo para librarla de las atenciones de los pretendientes. También en los años siguientes la Beata debió defender la propia vocación, incluso durante el año de prueba, cuando se intentó darla en matrimonio con la complicidad de la misma maestra de formación. «¡Oh, vocación que he recibido! ¡Don de mi buen Dios!... Dios vio el dolor de mi ánimo aquel día. Dios alejó las dificultades y me afianzó en este estado religioso».

Fue el P. Giacomo Muricken, su confesor, quien la orientó hacia la espiritualidad franciscana y para hacerla conocer la Congregación de las Franciscanas Clarisas. El 24 de mayo de 1927 Annakutty ingresaba en su colegio de Bharananganam en el actual territorio de la diócesis de Palai, para asistir como interna a la séptima clase. El año siguiente, el 2 de agosto de 1928, Annakutty iniciaba el Postulantado, tomando el nombre de Alfonsa de la Inmaculada Concepción, en honor de S. Alfonso de Ligorio, celebrado aquel día. El 19 de mayo de 1930 fue la vestición religiosa durante la primera visita pastoral a Bharananganam del Obispo Mar Giacomo Kalacherry.

El período de 1930-1935 estuvo marcado por graves enfermedades y sufrimientos morales. Pudo enseñar a los niños en la escuela de Vakakkad sólo el año escolar de 1932-33. Después, a causa de su debilidad, desempeña la tarea de auxiliar enseñante y de catequista en la parroquia. Estuvo encargada también como secretaria, sobre todo para escribir cartas oficiales, por su hermosa letra.

En 1934 fue introducido en la Congregación de las Franciscanas Clarisas el noviciado canónico. Deseando comenzarlo de inmediato, la Beata, a consecuencia de su inestable salud, fue admitida hasta el 12 de agosto de 1935. Casi una semana después de comenzado el Noviciado se presentaron hemorragias de la nariz y de los ojos, un profundo agotamiento orgánico y llagas purulentas en las piernas. La enfermedad se agravó a tal punto que se temió lo peor. El cielo vino en ayuda de la santa novicia. Durante una novena al Siervo de Dios Padre Kuriakose Elía Chavara —Carmelitano, hoy Beato— fue milagrosa e instantáneamente curada. Reiniciado el noviciado escribía en su diario espiritual sus santos propósitos: «No quiero actuar o hablar según mi inclinación. Cada vez que falte haré una penitencia... quiero estar atenta y no contradecir jamás a ninguno. A los demás diré sólo palabras amables. Quiero controlar mis ojos con rigor. Por cada pequeña falta pediré perdón al Señor y la expiaré con una penitencia. De cualquier tipo que sean mis sufrimientos no me lamentaré jamás y cuando deba afrontar cualquier humillación buscaré refugio en el Sagrado Corazón de Jesús».

El 12 de agosto de 1936, fiesta de Santa Clara, día de su Profesión perpetua, fue de inexpresable alegría espiritual. Se realizaba el deseo largamente guardado en su corazón y confiado a su hermana Isabel cuando apenas tenía doce años: «Jesús es mi único Esposo, y ningún otro».

Pero Jesús quería conducir a su esposa a la perfección por el camino del sufrimiento. «Hice mi profesión perpetua el 12 de agosto de 1936 y vine aquí a Bharanganam el día 14 siguiente. Desde aquel tiempo parece que me ha sido confiada una parte de la Cruz de Cristo. Ocasiones de sufrir me vienen en abundancia... Tengo un gran deseo de sufrir con alegría. Parece que mi Esposo quiere cumplir este deseo».

Hubo una serie de enfermedades dolorosas: una fiebre tifoidea, una pulmonía doble y, lo más grave, un shock nervioso por el susto al ver un ladrón, la noche del 18 de octubre de 1940. El estado de postración física se prolongó cerca de un año durante el cual no estuvo en grado de leer ni de escribir.

En toda situación Sor Alfonsa mantuvo una gran reserva y una actitud caritativa hacia las Hermanas, soportando en silencio sus sufrimientos. En 1945 sus enfermedades tuvieron un ataque violento.

Un tumor difundido en todo el organismo transformó su último año de vida en una continua agonía. Una gastroenteritis con complicación al hígado le provocaba violentas convulsiones con vómitos, hasta cuarenta veces al día. « Siento que el Señor me ha destinado a ser una oblación, un sacrificio de sufrimiento... Considero el día en que no he sufrido como un día perdido por mí».

En esta actitud de víctima por amor al Señor, contenta hasta el último momento y con la sonrisa de la inocencia siempre impresa en sus labios, Sor Alfonsa terminó serenamente y con alegría su camino terreno en el convento de las Franciscanas Clarisas en Bharananganam a las 12:30 horas del 28 de julio de 1946, dejando el recuerdo de una Hermana llena de amor y santa.

El 8 de febrero de 1986 Alfonsa de la Inmaculada Concepción Muttathupadathu fue proclamada Beata por el Papa Juan Pablo II en Kottayam, India.

Hoy, con la canonización, la Iglesia que peregrina en la India muestra a la veneración de los fieles de todo el mundo su primera Santa. En su nombre fieles provenientes de todas partes del mundo se unen en el único agradecimiento a Dios, en el signo de dos grandes tradiciones oriental y occidental, romana y malabar, que Alfonsa vivió y armonizó en su vida santa.

Narcisa de Jesús : Nueva santa latinoamericana



Narcisa de Jesús nació en Nobol, Ecuador, a fines de 1832. Sus padres fueron don Pedro Martillo Mosquera y doña Josefina Morán. Se desempeñaban como campesinos y murieron cuando Narcisa era muy joven. La nueva santa ecuatoriana se trasladó a Guayaquil donde vivió por más de 15 años dedicada a la oración, al trabajo manual y a la caridad apostólica. A principios de 1868 viajó a Lima y allí continuó su vida virtuosa como seglar, alojada en la Casa de las Hermanas de la Orden Laical de Santo Domingo, hasta su muerte el 8 de diciembre de 1869. Su cuerpo fue trasladado a Guayaquil en 1955 y ahora permanece en Nobol, su pueblo natal.
En 1992 el Papa Juan Pablo II la beatificó. En aquella ocasión el Santo Padre señaló que “Narcisa de Jesús Martillo Morán, joven laica nacida el siglo pasado en Nobol, es presentada hoy por la Iglesia como un modelo de virtud, especialmente para tantas mujeres de América Latina que, como ella, tienen que emigrar del campo a la ciudad en busca de trabajo y sustento. La espiritualidad de Narcisa de Jesús está basada en el escondimiento a los ojos del mundo, viviendo en la más profunda humildad y pobreza, ofreciendo al Señor sus penitencias como holocausto para la salvación de los hombres”.

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Narcisito, como era conocida, dedicaba ocho horas diarias a la oración. Sus pilares eran la eucaristía que recibía diariamente, las Sagradas Escrituras y su amor filial a María a través del Santo Rosario. Tenía igualmente una devoción especial al Sagrado Corazón.

Siendo laica, Narcisita vivió la virginidad, la pobreza y la obediencia: “Ella optó por buscar afanosamente las ayudas que la santa Madre Iglesia en sus cuidados maternales siempre proporciona a todos sus hijos. En este sentido, supo elegir prudentemente sus directores espirituales y confesores como mediadores que expresaban la voluntad de Dios, voluntad que ella buscaba con todo su corazón”, asegura el sacerdote ecuatoriano Carlos Vinicio Urdiales, estudioso de la vida de la santa.

Fue la búsqueda de un director espiritual lo que la llevó a trasladare a Guayaquil cuando tenía 18 años con el padre Luis Tola. Más tarde y por la misma razón la santa viajó a Lima en 1868 para recibir allí dirección espiritual con el padre Fray Pedro Gual.

Narcisita tuvo que vivir desde muy pequeña varias renuncias y abnegaciones. La primera de ellas fue la muerte de su madre cuando tenía sólo seis años. A los 18 años murió su padre y la joven renunció a su herencia.

Además practicó fuertes actos de penitencia con azotes y coronas de espinas: “Encontramos la aplicación constante de la sabiduría de la cruz en cada circunstancia de la vida. Ella estaba firmemente persuadida de que el camino de la santidad pasa por la humillación y la abnegación, es decir, por el sentirse crucificada con Cristo”, dijo el Papa Juan Pablo II en la homilía durante su beatificación en 1992.

Tuvo un fuerte celo apostólico con los niños y jovenes. Primero en la parroquia de la localidad de Dualde y luego en la catedral de Guayaquil, donde enseñaba.

También estuvo involucrada con la pastoral de jóvenes abandonadas y refugiadas trabajando en la “Casa de las Recogidas” de Guayaquil. Allí enseñaba costura y bordado. A su vez visitaba a los enfermos y moribundos.

La práctica de la caridad la llevaron hasta la ciudad de Cuenca donde atendió a su director espiritual monseñor Amadeo Millán, quien meses más tarde murió de tuberculosis.

Narcisita falleció en diciembre de 1869 luego de largos meses de enfermedades y ofrecimientos. Según los médicos que la revisaron su cuerpo estaba extenuado por la vida de sacrificios y penitencias.

Fuentes: ZENIT.org e ACIprensa

La Madre Bernarda: "la santa cartagenera"


A pesar de haber hacido en Suiza, sus devotos la consideran 'la santa cartagenera', ya que en la capital de Bolívar desarrolló su obra durante muchos años.

María Bernarda del Sagrado Corazón de Jesús Butler, como es su nombre de pila, nació en el Cantón de Argovia (Suiza) en 1848, y murió en Cartagena en 1924.
Los cartageneros se sienten 'dueños', más que ninguno de otra región del mundo, de la obra milagrosa de la religiosa, pues son muchos los que aseguran haber sido beneficiados directamente por sus milagros.
Por eso una delegación de unas 50 personas de esta ciudad, entre ciudadanos del común, sacerdotes y religiosas ,se encontraron en Roma para presenciar la ceremonia.
De acuerdo con muchas opiniones, la madre Bernarda es la responsable de que en Cartagena haya clínicas, iglesias, calles y centenares de mujeres con su nombre de pila: Bernarda, debido a su elogiada labor.
"Aquí la sentimos como si fuera nacida en nuestro suelo, pues fue en esta ciudad donde desarrolló su labor milagrosa", señaló Eugenio Salcedo Lora, uno de los viajeros a la canonización ocurrida el pasado 12 de octubre en Roma.
Aunque la exaltación a santa se logró por dos testimonios ocurridos en Cartagena: la de la médica Mirna Jazime Correa, y la de la barranquillera Liliana Sánchez, cuyas recuperaciones, cuando estaban al borde de la muerte, sirvieron para la beatificación y posterior canonización, son muchos los testimonios que no son conocidos públicamente.
Precisamente Salcedo Lora es una de estas personas que dice haber recibido la bendición de la madre Bernarda.
Cuenta que a la edad de 7 años sufrió una severa meningitis, que posteriormente le degeneró en una poliomielitis, que le impidió caminar durante más de cuatro años.
Pero su madre, Elena Lora, puso toda su devoción a la madre Bernarda, y no desfalleció nunca, no obstante no haber recibido ninguna respuesta en la primera novena que le ofrendó.
En la segunda novena, en el último día, Eugenio se levantó de la cama sin ayuda de nadie y desde entonces no ha sufrido ninguna discapacidad.
De eso hace 49 años, y Salcedo cada vez que puede le rinde tributo a la santa madre Bernarda, al igual que la mayoría de los que viajó a Roma desde Cartagena. "Cada uno tiene su historia de sanación", precisó.
En 1995, cuando fue beatificada por Juan Pablo II, Salcedo Lora también asistió a la ceremonia.

La celebración se extenderá hasta el 3 de noviembre próximo cuando se abran las puertas del santuario donde reposarán sus restos mortales.


Los dos milagros

Dos milagros han sido reconocidos expresamente por la Iglesia Católica, atribuidos a la intercesión de la madre María Bernarda Bütler.
El milagro tomado para la beatificación ocurrió en 1969: la pequeña Liliana Sánchez, natural de Barranquilla, que por aquel entonces contaba con sólo 15 días de vida, presentaba ausencia de los huesos de la bóveda craneana e iba a morir en el corto plazo según dictaminaron los médicos que le veían.
Una religiosa de la congregación, la hermana Filomena Martínez, le entregó a la mamá de la niña una reliquia de la madre Bernarda y una novena.
La señora puso la reliquia en la cabeza de su hija y rezó. De la noche a la mañana, se produjo una reconstrucción ósea completa, verificada por los médicos, asegura hoy.
El otro hecho ocurrió en el año 2002. Mirna Jazime Correa, una médico de 29 años de edad de Cartagena, presentaba neumonía atípica complicada con derrame pleural bilateral y síndrome distrés respiratorio del adulto (SDRA), por lo que los médicos la habían desahuciado.
La mamá de Mirna también colocó sobre la cabeza de su hija una reliquia de la beata María Bernarda y pidió durante todo el día la curación.
"La recuperación fue testificada por 12 médicos", indicó la hermana María Elisa Hincapié, de la comunidad franciscana Misionera María Auxiliadora.
Este hecho fue aprobado por el Papa quien por intermedio de un decreto aprobó el milagro.

JUAN CARLOS DÍAZ M.
Corresponsal de EL TIEMPO
CARTAGENA

CUATRO NUEVOS SANTOS EN LA IGLESIA CATOLICA

El 12 de octubre pasado,el papa Benedicto XVI canonizó a cuatro personas en Roma, con lo que la Iglesia católica romana cuenta con nuevos santos: la monja activa en Colombia nacida en Suiza Maria Bernarda Bütler, la ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo, la india Anna Muttathupandathu y el italiano Gaetano Errico.Numerosos fieles se congregaron en la plaza de San Pedro en El Vaticano para participar en la misa de canonización.
"La madre Bernarda (1848-1924) sigue siendo un ejemplo ilustrador de una mujer bíblica: fuerte, inteligente, mística, maestra espiritual y misionera excelente", se dijo en la misa durante la canonización de la primera santa nacida en suiza, en el municipio de Auw situado entre Zúrich y Lucerna, y que trabajó como monja en Colombia.
El procedimiento para la canonización está fuertemente regulado en la Iglesia católica. Una de las condiciones es la realización de un milagro además de haber llevado una vida intachable como cristiano.
En el caso de Bütler se investigan desde hace 50 años dos posibles milagros: la sanación de un tumor cerebral en un niño de dos semanas y de la afección pulmonar de una doctora en Cartagena. Para la Iglesia ya está claro que se trató de curaciones milagrosas.
El Papa también canonizó a la ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo, fallecida en Perú en 1869, y a la monja india Anna Muttathupandathu, fallecida en 1946, que se convirtió en la primera santa de esa nacionalidad. El sacerdote italiano Gaetano Errico, oriundo de Nápoles y fundador de la orden de los Misioneros de los Sagrados Corazones, fue el único hombre entre los nuevos santos.

Encuentro con el Caballero Gaucho (segunda parte)



ENTREVISTA CON EL CABALLERO GAUCHO 5




En mi encuentro con Don Luis Angel Ramírez Saldarriaga "El Caballero Gaucho", pude descubrir la faceta espiritual y mística de un artista clásico popular que es ante todo un ser humano, un hombre como todos.
En verdad su simplicidad, sencillez y acogida son sorprendentes. Su casa está abierta a todos los que quieran ir hasta La Virginia a visitarlo.
Después de tomar un almuerzo muy paisa continuamos departiendo con mucho entusiasmo. Don Luis habló casi todo el tiempo de una experiencia que con muy pocos comparte: "EL MILAGRO DE LA VIRGEN DEL JORDAN".
Resulta que allí mismo en la zona urbana del municipio risaraldense donde vive hce más de 30 años, existe un santuario dedicado a la Virgen María, bajo la advocación de La Virgen del Jordán. Contando la historia a "vuelo de pájaro", resulta que en 1994 le apareció una llaga en el paladar y en una de las tantas visiones que ha tenido con un anciano noble , alto de barbas este le dijo compadeciéndose de él que tenía cáncer. Don Luis fue acompañado por su esposa a diversos centros médicos de la región para corroborar lo escuchado de una manera muy particular y mística. Efectivamente a Don Luis le fueron dados tres diagnósticos que científicamente demostraban los inicios de un cánce maligno en la parte superior de su boca.
Cierto el caso es que Doña Esperanza su esposa y compañera desde hace 27 años, comenzó a aplicarle sobre la herida, gotitas de agua tomadas de la fuente del santuario de la Virgen del Jordán. Ella lo hizo con esa fe tan grande que siempre la ha caracterizado. Después de 6 meses le fue hecho otro diagnóstico a nuestro ídolo popular y milagrosamente no se encontraron más rastros de la mortal enfermedad. El milagro, el beneficio se le adjudicó a la mencionada Virgen.
Por ello Don Luis ha hecho imprimir muchos folleticos que reparte a quienes quere, y en donde relat de manera suscinta cómo fue ese milagro de curación.
Don Luis Angel afirma ser un creyente fervoroso de Dios de toda la vida. Nacido en un hogar muy católico, los valores religiosos le fueron infundidos a él y sus cuatro hermanos con mucha fuerza.
En muchas de sus canciones se refleja esa creencia y amor por el Divino creador:
Regalo Divino, canción de su propia inspiración, en ella a la vez que le canta a la mujer , a su esposa actual Esperanza, se dirige a Dios, destacándolo por su creación y su bondad:

"Mi Dios que hizo los mares y los cielos,
me dio este corazón que tanto te ama.
Hizo de tu persona un ser tan bueno,
tan lleno de ternura en el alma.
Y bendigo al Señor porque me ha dado
como regalo tu amor y tu cariño
y lloro por lo nidos ya vacíos
que han quedado en la nieve y el olvido.

Por eso como el ave busca el fruto,
busco yo en tu querer la complacencia.
Por eso es que te quiero y sufro mucho
si me faltan tu voz y tu presencia".


Lo mismo ocurre en canciones como "Amor de Dios", "Viejo juguete", "Ante la Cruz" siempre nombra a Dios, pródigo de amor, ternura y dedicación por la criatura humana y que le asiste aún en sus penas y sufrimientos de amor, esos males del corazón.
Don Luis afirma con mucha convición "En todas mis canciones trato de nombrar a Dios", A EL le debemos todo y sin él no podemos hacer nada".

Todas sus canciones expresan vivencias del pueblo, sobretodo del campesino de nuestra región que algunas veces se refleja en los sentimientos gauchos cantados con esa voz pampera que lo ha identificado por más de 60 años de vida artística.

El nombre artístico de "Caballero Gaucho", fue idea del poeta y mánager de la época Don Luis Carlos González, quien viendo que Luis Ramírez no decia mucho ni nada, se le ocurrió el mote. Este nombre obedece a su "voz pampera", excelente y adecuada para cantar tangos, pero este artista también ha cantado muy bien valses, foxes y rancheras.

Irónicamente nunca ha visitado ni ha ido de gira por La Argentina, pero Don Luis me dijo que alguna vez tuvo los boletos de avión en la mano, invitado por el también artista Andrés Falgás, pero no me explicó a fondo el por qué no fue (pero uno deduce que debió haber tenido dificultades de visa, enfermedad o quien sabe).

Con nostalgia recordamos juntos DOn Luis y yo, a muchos otros artistas de la música popular a quienes él les ha sobrevivido:
Lucho Bowen le trajo alguna vez serenata hasta su casa. Lucho Bowen falleció en Cali (Abril 30, 2005) a dónde viajo desde casi la década de los 50 junto a otros famosos como Julio Jaramillo. Murió por dolencias cardiacas a eso de las tres de la tarde...
Con Julio Jaramillo compartió escenario muchas veces y lo recuerdaz como un hombre bastante bohemio y muy depresivo, pero excelente amigo según me contaba "El Caballero Gaucho".
J.J, como se le conocía, murió el 9 de febrero de 1978 en las horas de la noche, segundos después de reír a carcajadas por un chiste. Tan pronto se supo por la radio su muerte, el pueblo se agolpó junto a la clínica y aunque él pidió reiteradamente que no le rindieran homenajes póstumos, cerca de 200 mil personas lo tuvieron en cámara ardiente durante tres días, lo acompañaron al cementerio y con respeto y profundo dolor cargaron su ataúd. Así despidieron al ídolo del pueblo, al zorzal del Ecuador...

(Continuará...)

Jean Marie Gustave Le Clézio: el nómada de la palabra itinerante


Perfiles 19-10-2008


Desde París, Francia, un asiduo de J.M.G. Le Clézio, el Premio nobel de literatura 2008, nos hace un retrato de su obra, a través de las palabras del propio escritor francés, y de las notas al margen de sus libros.

Marlon Meza Teni, Especial para Siglo 21 |

Una joven estudiosa me hizo descubrir la literatura de J.M.G. Le Clézio, hace más de dos décadas en París. Fue un asunto muy breve entre ambos, que duró menos de dos libros. Luego nos dejamos… y yo me quedé con una fuerte adicción por los libros de Le Clézio. Las personas que lo habían leído y que entonces me cruzaban con sus textos bajo el brazo me aseguraban: ¡te vas a desmoralizar con tus lecturas! No sucedió, por supuesto. Quizás por eso ninguna atribución del Premio Nobel de Literatura me ha causado hasta hoy tanta alegría como la de este 2008, otorgado a J.M.G Le Clézio (Niza, Francia. 1940). Se trata de un autor sencillamente fraternal, dueño de un universo poético cristalino, y aunque algunas veces sombrío, de gran simplicidad. Le Clézio (catalogado un tiempo bajo la etiqueta del nouveau roman), es indudablemente el único representante vivo de la gran “Literatura” en Francia, desde que Georges Perec desapareció. Artesano de la palabra, como él mismo se considera, su prosa, que se encuentra fuera de lo ordinario es, sin embargo, accesible, precisa y poseedora de un discurso moral impar. “Un libro es el único lugar del mundo en donde dos desconocidos pueden encontrarse de manera íntima”. La frase es de Paul Auster, pero se aplica aún más a la obra de J.M.G. Le Clézio, o dicho de otra manera: la impresión de estar frente a un ser discreto y hospitalario es inmediata desde las primeras líneas.
Con sus libros sobre mi escritorio y ahora que el otoño está a medio camino en Europa, y que los días empiezan a ser fríos y los árboles se transforman en acuarelas, creo que lo mejor para presentar a J.M.G. Le Clézio es dejarlo hablar con sus frases calurosas –imaginadas en algún desierto o alguna isla lejana, lejos de las grandes ciudades– que durante dos décadas he ido subrayando cuidadosamente en tomos, entrevistas, o anotando de sus breves pasajes por la televisión… “Un escritor es, sin duda, alguien imperfecto, inacabado, que escribe justamente con vistas a este fin, que busca incansablemente la perfección”, asegura él mismo.
J.M.G. Le Clézio escribió sus primeras novelas cuando tenía 9 años, durante un viaje a Nigeria, adonde iba para conocer a su padre (Un largo viaje, Oradi negro). “…Pienso que estamos condicionados por todo aquello que vivimos en los primeros años de vida… lecturas, cuentos que pudieron contarnos o pudimos oír. Es todo esto lo que otorga un verdadero destino. El resto de la existencia consiste en reconstruir este período…”. De los 48 libros publicados hoy día, menos de 15 han sido traducidos al español. Hecho sorprendente si se toma en cuenta su larga estadía en México y Centroamérica, y al mismo tiempo natural si se toma en cuenta que Le Clézio es un escritor enigmático, volunta-riamente secreto que –como lo prueba en El atestado, La Fiebre, El diluvio, El éxtasis material– odia las ceremonias, huye a las mul-titudes, aborrece la grava, el cemento, los automóviles, los semáforos, los supermercados, los micrófonos, las grandes ciudades, la sociedad consumista y cualquier sistema que vaya en deterioro del planeta y de la especie humana. A cambio: su curiosidad por el desierto, el mar, la naturaleza –“inconscientemente me resulta imposible escribir una novela sin pensar en el aire, el viento, el fuego, la tierra, el agua; para mí, elementos tan importantes como la sociedad humana”– las sociedades nómadas, los pueblos y las civili-zaciones indígenas, los extranjeros, los vagabundos, los niños salidos del desierto, aquellos víctimas de la esclavitud, y quienes so-breviven abarrotados en las áreas marginales. En resumen: Seres pobres –algunas veces personajes incultos– que construyen con una forma de movimiento heterogéneo su propia libertad. “…La belleza de los pueblos pobres es invencible...”, escribe en El desco-nocido sobre la tierra. “…Quiero escribir para la belleza del mundo, por la pureza del lenguaje... Quiero escribir para estar del lado de los animales y de los niños (...) Con el lenguaje, el hombre se convirtió en el más solitario de los seres del mundo porque se excluyó del silencio”.

Las obras, las palabras y los temas esenciales
De su extensa obra, quizá haya que retener varios libros: El atestado, escrita muy joven a orillas de una playa de Niza, y con la cual ob-tuvo, a los 23 años, el premio Renaudot en 1963. La Fiebre (1965), una colección de nueve relatos basados en una historia familiar, que como con la Náusea, de J.P. Sartre, o El Asco, de Horacio Castellanos Moya, posee la magia de transmitir un malestar que instiga a un cuestionamiento; en este caso, la febrilidad del lector. Le Clézio es un malabarista de las emociones profundas, un provocador de desequilibrios en un planeta en donde el orden establecido parece ser un anticipo de los grandes desastres. Entre 1966 y 1968 apare-cen El diluvio, El éxtasis material y Terra Mata. “…Lo que yo quería, era construir libros en donde hubiera una nada antes, y una nada después”. En 1969, El libro de las huidas: “…Quiero trazar mi ruta, para destruirla, así, sin descanso. Quiero romper lo que creé, para crear otras cosas, para romperlas de nuevo. Este movimiento es el verdadero movimiento de mi vida…”. Entre 1970 y 1973 publica La Guerra y Los Gigantes, un grito de alboroto contra el ruido de las ciudades, su violencia y el espacio obstruido, representado por la so-ciedad consumista y sus supermercados. “…Siempre he pensado que la literatura no debe servir para describir sino más bien para comprender lo que hemos visto y poder integrarlo en nosotros…”. Entre 1975 y 1977 acentúa una nueva etapa con Viajes del otro la-do, en donde el mito profundo del Agua, como elemento, es confrontado a la industrialización del mundo moderno y sus redes cual trampas. En 1980 recibe el premio Paul Morand, el primero otorgado por la Academia Francesa, por Desierto, sin duda uno de sus más logrados textos sobre las sociedades nómadas. “No había un fin para la libertad, era tan vasta como la extensión de la tierra, bella y cruel como la luz, dulce como los ojos del agua. Cada día, durante el alba, los hombres libres retornaban a su vivienda, en el sur, allí en donde nadie más sabía cómo vivir”. En 1981, mientras viaja a las Islas Mauricio y Rodríguez, escribe Viaje a Rodríguez. En 1982-1983, La ronda y otros relatos, un libro peligroso de aparente inocencia en donde –como en muchos de sus textos– instala la inquietud, el peligro que deriva del azar y de la realidad cotidiana. De 1984 es importante subrayar su interés por lanzar en la Editorial Gallimard una colección llamada A l’aube des peuples (al alba de los pueblos), iniciativa que comparte con el escritor Jean Grosjean, y a través de la cual, el hoy Nobel presentara en 1991 su traducción de La Relación de Michoacán. En 1985 escribe El buscador de oro, sin duda su libro más bello de aventuras. Al origen: un texto que había empezado a escribir a los 15 años, en donde narra la historia de su abuelo, un buscador de oro en las islas. De 1989 data La primavera y otras estaciones, libro de 5 relatos que pone en escena a 5 mujeres. (“No es de una importancia extrema definir lo que es una novela o un cuento; creo que se trata simplemente de una cuestión de ritmo”). En-tre 1991 y 1992, Onitsha y Estrella errante. En 1993-1994 escribe la novela en donde narra la extraña historia de amor entre Diego Ri-vera y Frida Kahlo, Diego y Frida. De 1995 es La Cuarentena, editado por Tusquets en español, un libro en el cual la genealogía del propio Le Clézio se inscribe. “…Si mi abuelo no hubiera decidido volver a Francia después de la experiencia de una cuarentena en la Isla Mauricio, no se hubiera casado, y sin duda yo no hubiera nacido…”. De 1996-1997 es El pez dorado, la historia de una niña inmi-grante marroquí en París, inspirado por un proverbio náhuatl: “Oh Pescado, pescadito de oro, cuídate, pues hay tantos lazos y redes tendidas para ti en este mundo”.

Indudablemente la aventura y la búsqueda vistas a través de los ojos de un niño es el elemento básico o el punto de partida de una obra que enseguida ramifica en temas como la soledad, el mito, la espiritualidad, la travesía, los continentes y las islas; el desencanto por las ciudades, el tiempo, el silencio, la ausencia, el desierto, las fronteras, la arena… y el mar. Le Clézio es un autor que oscila entre el sueño y la denuncia, entre la inocencia creativa de la niñez –desde el primero de sus libros (un texto inédito) en donde todo sucede en un mundo de gaviotas, hasta el más reciente de sus libros, inspirado en el personaje de su madre, Cantinela del hambre– y el descubrimiento abrupto de la violencia adulta.


EL PREMIO NOBEL:
El día en que se anunció el Premio Nobel, J.M.G. Le Clézio estaba casualmente invitado a un programa literario de la televisión francesa (para la presentación de su más reciente novela Ritournelle de la faim), al que no desistió a pesar de las cámaras y micrófonos del mundo entero que lo solicitaban. “Un premio literario siempre es bueno, pero el Premio Nobel es magnífico por-que fue inspirado por una historia de amor (…) la historia que está al origen de este premio es maravillosa”, afirmó al iniciar el programa.
Esta vez el premio Nobel de Literatura ha sido entregado a la mirada de todos aquellos niños del mundo que sufren la guerra, los deterioros de la modernidad y tienen la cualidad esencial de una mirada desnuda, sin prejuicios, a todos aquellos seres que han inspirado su universo imaginario, idealista; a los marineros del mundo, a los inmigrantes pobres de la noche que huyen de la miseria de un territorio devastado, a los seres nómadas del silencio, a todos aquellos que no necesitan de un horizonte para avanzar, y a quienes desconfían del mal uso que la política da a las palabras, porque “pensar es actuar, y ser sí mismo es ser los otros. No es necesario (…) estar inscrito en un partido político”. Un premio a los hombres que a diario mantienen una lucha ecológica para salvar al planeta, porque “la ecología es un sentimiento antes que una política”, y porque de la misma forma en que asegura en El éxtasis material: “Los más grandes pecados el hombre no los comete por culpa de sus sentimientos, sino por culpa de su inteligencia”. El Premio Nobel ha sido entregado a quienes como él creen que la literatura es “como el mar, o más bien como el vuelo de un pájaro encima del mar, deslizándose muy cerca de las olas, pasando frente al sol...”.


LE CLÉZIO Y EL UNIVERSO MÍTICO DE LOS AZTECAS Y LOS MAYAS
Eterno nómada, Le Clézio –que hoy vive en un sitio desconocido de Albuquerque– pasó largos períodos entre París, Niza, Nigeria, La Saguia el Hamra (al sur de Marruecos), la Isla de Rodríguez, la Isla de Mauricio, Nuevo México. Panamá. México D.F, y en Jacona (México), donde se de tuvo por más de 12 años. Admirador del mundo Azteca y Maya, afirma: “…Cambié mi imagen del tiempo, des-pués de haber estado en contacto con los indios de América (…) si hubiéramos sabido cómo viven los amerindios, o cómo las gentes del desierto, seguramente no tuviéramos que estar administrando tanta catástrofe (...) ellos tienen voces que las sociedades no nos dejan llegar y que tienen tantas cosas que aportarnos…La voz de Rigoberta Menchú es una voz sorprendente porque dice cosas de una gran simplicidad”. Le Clézio, perfecto conocedor de los mitos, su literatura, sus sueños y las fiestas tradicionales, tradujo al francés La Rela-ción de Michoacán, Las Profecías del Chilam Balam, Tres ciudades santas y es autor de los ensayos El sueño mexicano (un estudio sobre los mayas de Yucatán y Petén) y la Fiesta cantada, una obra poética en donde plantea sus dudas y sus certezas acerca de la civilización, al lado de textos de los Chichimecas, Dzibilnoac y Rigoberta Menchú. Creador de una colección (Label Tradition en Galli-mard), el Nobel francés pudo incluir como primer título después de muchas discusiones y batallas editoriales, una nueva traducción del Popol Vúh. “…Tuve la suerte de compartir la vida de un pueblo amerindio (…) experiencia que cambió toda mi vida, mis ideas so-bre el mundo y sobre el arte, mi manera de ser con los otros, de caminar, de amar, de dormir, y hasta mis sueños…”.


“Quiero trazar mi ruta, para destruirla, así, sin descanso. Quiero romper lo que creé, para crear otras cosas, para romperlas de nuevo. Este movimiento es el verdadero movimiento de mi vida”

Tomado literalmente de la página web:

http://www.sigloxxi.com/noticias/23933

El PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2008


Jean-Marie Gustave Le Clézio
De Wikipedia, la enciclopedia libre

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Nombre Jean-Marie Gustave Le Clézio
Nacimiento 13 de abril de 1940 (68 años)
Niza, Francia
Ocupación Escritor y traductor
Nacionalidad Francesa
Género Novela, ensayo
Movimientos Existencialista, inicialmente.
Cónyuge Jemia
Prole 2
Jean-Marie Gustave Le Clézio (Niza, Francia, 13 de abril de 1940), normalmente abreviado como J.M.G. Le Clézio, es un escritor franco-mauriciano de origen anglo-bretón, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2008 y de otros reconocimientos, como el Premio Renaudot en 1963, el Premio Paul Morand en 1980 y elegido en 1994 por los lectores de la revista francesa Lire como el mejor escritor francés vivo.[1]


Biografía
Le Clézio proviene de una familia bretona emigrada a Isla Mauricio en el siglo XVIII. Nació el 13 de abril de 1940 en Niza, hijo de padre inglés y madre bretona.[2] Durante la Segunda Guerra Mundial la familia se separó, su padre no pudo unirse a su esposa e hijos que vivían en Niza. Le Clézio se trasladó con su familia cuando tenía 8 años a Nigeria, donde su padre sirvió como cirujano en las Fuerzas Armadas Británicas.[3]

Le Clézio estudió en la Universidad de Bristol de 1958 a 1959 y terminó su licenciatura en el Collège Universitaire littéraire de la Universidad de Niza.[4] Después de graduarse como doctor en letras, se mudó a los Estados Unidos como profesor. En 1967 fue enviado a Tailandia para realizar el servicio militar, pero fue expulsado casi de inmediato por protestar contra la prostitución infantil y fue enviado a México para cumplirlo. De 1970 a 1974, vivió con los indios Embera-Wounaan de Panamá. Escribió una tesis doctoral sobre Henri Michaux, por la que obtuvo un máster, en la Universidad de Aix-en-Provence en 1964[5] y escribió otra tesis en la Universidad de Perpiñán en 1983 sobre los comienzos de la historia de México.

Después de su especialización en la literatura francesa, se hizo famoso a los 23 años con su primera novela, "Le Procès-verbal" (El atestado), que fue seleccionada para el Premio Goncourt y que obtuvo el Premio Renaudot en 1963. En ella definía su literatura existencialista, próxima a las obras de sus coetáneos Georges Perec y Michel Butor. Desde entonces ha publicado más de cincuenta libros, entre cuentos, novelas, ensayos, dos traducciones sobre el tema de la mitología hindú, un sinnúmero de prefacios y comentarios, así como algunas contribuciones en diversas publicaciones.

En 1975 contrajo matrimonio con Jemia, de origen marroquí, con quien ha tenido dos hijos.[6] Desde 1990 ha alternado su lugar de residencia entre Albuquerque (Nuevo México, Estados Unidos), Mauricio y Niza.[7]


Carrera literaria
Empezó a escribir a los 7 años y no ha dejado de hacerlo a pesar de sus numerosos viajes. Su carrera literaria puede dividirse en dos grandes períodos. En el primero de ellos, de 1963 a 1975, Le Clézio exploró temas como la locura, el lenguaje, la escritura y se dedicó a la experimentación formal, al igual que hicieron otros autores contemporáneos suyos, como Georges Perec y Michel Butor. La imagen pública de Le Clézio era la de un innovador y un rebelde, y recibió elogios de Michel Foucault y Gilles Deleuze.

A su primera novela, la mencionada "Le Procès-verbal" ("El atestado"), siguieron otras dos en las que también realizó una descripción de los tiempos de crisis. Ellas son la colección de relatos "La Fièvre" ("La fiebre") de 1965 y "Le Déluge" ("El diluvio") de 1966, en las que pone de manifiesto los conflictos y el miedo predominantes en las principales ciudades del mundo occidental. En esta etapa también destacó como autor comprometido con la ecología, como demuestran sus obras "Terra amata" de 1967 y "Le Livre des fuites" (El libro de las huidas) de 1969.[6]

El segundo período comenzó a finales de los años 70 en los que el estilo de Le Clézio experimentó un cambio drástico. Abandonó la experimentación y el estado de ánimo de sus novelas se convirtió en menos atormentado, abordando temas como la infancia, la adolescencia o los viajes, con los que logra atraer a un número de lectores más amplio y popular. En 1980 recibió el Premio Paul Morand, y fue el primero en obtener tal galardón, adjudicado por la Academia francesa a su obra "Désert" ("Desierto"). En este relato pone de manifiesto el contraste entre "la grandiosidad de las culturas perdidas del norte de África y la mirada de los inmigrantes indeseados en Europa".[6]

A partir de ese momento, sus obras se centraron en temas relacionados con la cultura amerindia, en la que profundiza a partir de la traducción de obras como "Les Prophéties du Chilam Balam" ("Las profecías de Chilam Balam") o "Le Rêve mexicain ou la pensée interrompue" ("El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido"). La temática de sus obras cambió, centrada en viajes y mundos desconocidos, por lo que obtuvo un gran éxito de ventas.[6]

En 1994, una encuesta realizada por la revista literaria francesa Lire mostraba que el 13 por ciento de los lectores le considerada el mejor escritor vivo en lengua francesa.[1]

El 9 de octubre de 2008 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.[8] La Academia Sueca lo calificó como "El escritor de la ruptura, de la aventura poética y de la sensualidad extasiada, investigador de una humanidad fuera y debajo de la civilización reinante".[6]


Obras
1963 : Le Procès-verbal (El atestado)
1965 : La Fièvre (La fiebre)
1966 : Le Déluge (El diluvio)
1967 : L'Extase matérielle
1967 : Terra Amata
1969 : Le Livre des fuites (El libro de las huidas)
1970 : La Guerre (La guerra)
1970 : Lullaby
1971 : Haï
1973 : Mydriase
1973 : Les Géants (Los gigantes)
1975 : Voyages de l'autre côté (viajes del otro lado)
1976 : Les Prophéties du Chilam Balam (Las profecías de Chilam Balam)
1978 : Vers les icebergs (Ensayo sobre Henri Michaux)
1978 : Mondo et autres histoires (Mundo y otras historias)
1978 : L'Inconnu sur la Terre (El desconocido sobre la tierra)
1980 : Désert (Desierto)
1980 : Trois villes saintes (tres villas o ciudades santas)
La Ronde et autres faits divers
Relation de Michoacán
1985 : Le Chercheur d'Or (El buscador de oro)
Diego et Frida
Voyage à Rodrigues
Le Rêve mexicain ou la pensée interrompue (El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido)
Printemps et autres saisons (La primavera y otras estaciones)
Onitsha
Étoile errante (Estrella errante)
Pawana
La Quarantaine (La cuarentena)
Le Poisson d'or (El pescado de oro)
Gens des nuages (Gente de nubes)
La Fête chantée (La fiesta cantada)
Hasard (seguido de Angoli Mala)
Cœur Brûle et autres romances (Corazón quemante y otros romances)
Révolutions (Revoluciones)
2004 : L'Africain (El africano)
2006 : Ourania
2008 : Ritournelle de la faim

Referencias
↑ a b Lire, "Le Clézio N° 1" , 1994, 22s.
↑ «Jean-Marie Gustave Le Clezio wins the 2008 Nobel Literature Prize», Times Online, 9 de octubre de 2008. Consultado el 9 de octubre de 2008. (en inglés)
↑ «France’s Le Clezio wins Nobel literature prize», Boston Herald, 9 de octubre de 2008. Consultado el 9 de octubre de 2008. (en inglés)
↑ Amin Maalouf entrevista a J.-M. Le Clézio (en francés). Consultado el 9 de octubre de 2008.
↑ Marshall, Bill; Cristina Johnston. France and the Americas. ABC-CLIO, 2005. ISBN 1-85109-411-3. p.697
↑ a b c d e elpais.com (9 de octubre de 2008). El novelista francés Jean-Marie Le Clézio, Nobel de Literatura 2008 (en español). Consultado el 9 de octubre de 2008.
↑ Pollard, Niklas, Estelle Shirbon. «"Nomadic" writer wins Nobel prize», 'International Herald Tribune', 9 de octubre de 2008. Consultado el 9 de octubre de 2008. (en inglés)
↑ El francés Jean-Marie Gustave Le Clezio, Nobel de Literatura. Consultado el 9 de octubre de 2008.

Enlaces externos
Noticia
Artículos en Wikinoticias: Jean-Marie Gustave Le Clézio gana el Premio Nobel de Literatura
«Association des lecteurs de Le Clézio» (en francés)
Jean-Marie Le Clézio en El poder de la palabra

martes, 14 de octubre de 2008

ENCUENTRO CON EL CABALLERO GAUCHO (Primera Parte)


Martes 30 de septiembre del 2008:

(Aqui la primera parte de un compartir espontaneo con Don Luis Ramirez, donde me cuenta sobretodo sus experiencias misticas, y refleja su inmensa fe en Dios. En la entrevista se escucha su nietecita y la voz de su mujer)

PRIMERA PARTE ENTREVISTA CABALLERO GAUCHO. MP3



SEGUNDA MINIPARTE ENTREVISTA CABALLERO GAUCHO



Un bello y tibio sol calienta la ciudad de Pereira y la Perla del Otún es aparentemente más acogedora, apacible y bella en esta jornada. Son las 10 y 21 de la mañana y me dirijo a la Terminal de Transportes. Afuera estacionan los buses intermunicipales que conducen la gente hasta el vecino y cercano municipio de La Virginia.

Luego de una corta espera, arriba el bus, monto y pago un pasaje irrisorio de 1300 pesos que me posibilitará hacer un recorrido de aproximadamente 30 kms hasta el pueblo donde tendré un anhelado y soñado encuentro albergado en mí después de tantos años.

El bus arranca, no está totalmente lleno, mis compañeros de pasaje de todas las edades se comportan bien. No se oyen gritos, ni malas palabras, no hay tensión, afanes, stress.

El viaje transcurre en mucha calma. A mi lado va un hombre grueso, de raza negra, afable y abierto. Con él intercambio algunas palabras y entre lo que me cuenta, recuerdo que me dice no ser de esa región y que se dirige a la Virginia por razones de trabajo. Mientras , observo a través de la ventana un abigarrado y hermoso paisaje a la vez que confirmo que el clima acá es más caliente que en la misma capital de Risaralda. Este pueblo queda sobre la via que conduce al Valle, expresamente a Cartago. Pasamos por Cerritos y luego nos desviamos hacia La Virginia.

A lado y lado de la carretera, mientras el automotor avanza velozmente , alcanzo a ver de manera fugaz gran cantidad de piñas amontonadas que se ofrecen en venta. Me cercioro gracias a mi acompañante que esta es una tierra rica en la producción de las ananás como un Barbosa (Antioquia) y una Lebrija (Santander).

Después de casi una hora de viaje, pues el reloj de mi celular me indica que son las 11 y 15, desciendo del bus en un paraje que calculo es el centro del pueblo.
Cerca diviso un parque y una Iglesia, que después corroboraré , es la única parroquia municipal. Un muchacho tiene una especie de carreta de madera grande , cubierta por una especie de tablón o mesa , sobre la cual ofrece dulces, cigarrillos, etc. Me acerco , lo saludo y le pregunto de una si sabe dónde está ubicada la casa de Don Luis Ramírez. Antes de que me diga cuál Luis y con el ánimo de ganar tiempo, agrego con rapidez:”El caballero Gaucho”…
Si, me responde, mas inmediatamente se dirige a un amigo que está dentro de unas cabinas telefónicas ubicadas al frente de su improvisado carro de ventas:
-Julio…Dónde es que es la casa del Caballero Gaucho?
El otro chico percatándose que soy yo el interesado se dirige a mí:
- Usted se va derecho de acá hasta el parque que se ve allá, después coge hacia la derecha, sube dos cuadras y voltea la esquina, ahí hay una casa adornada con piedra, ahí es…

Asimilando rápidamente las instrucciones, les agradezco y sigo en mi búsqueda.
Llego al Parque y en uno de sus costados veo un supermercado. Pienso que he de llevarle un presente a mi personaje y sin dudarlo, me decido por adquirir un licor y unas galletas.
En la sección de licores no hay mucha variedad, aparte del vino cherrynol, unos cuantos vinos y una sola botella de piña colada. Se me ocurre que la piña colada es apropiada como regalo, pero la observo y detallo bien, busco una fecha de vencimiento, y mi ignorancia a cerca de los licores y su conservación, me hacen dudar, amén de que la botella estaba empolvada y con su etiqueta semirasgada.
No, mejor me decido por un vino, el más carito y adjunto a este unas galletas dulces.
Pago a la cajera y para confirmar la información acerca de la ubicación exacta de mi personaje (no es por dármelas de que soy conocido del ídolo del pueblo y que voy a visitarlo…no) le pregunto dónde queda al casa del ilustre cantautor…La información de coordenadas simples coincide y me digo dentro de mí que acá no hay perdedero.
Salgo del recinto,avanzo, el sol se hace más fuerte. En el parque, alrededor de la Iglesia se ve harta gente. Sigo las instrucciones y me adentro por una calle más bien tranquila. De una pequeña cantina fonda, salen unos versos cantados del “caballero Gaucho” e inmediatamente trato de identificar la canción, pero mi memoria no da con el título…Más tarde en la conversación con el propio Don Luis me daría cuenta que es “Ramito de flores”, donde un huérfano sostiene una conversación con el sepulturero, reclamando por qué le han robado el sitio donde estaba enterrada su madre, a quien han desplazado, para sepultar allí un hombre rico.


Me emociono una vez más pensando que muy pronto tendré frente a mí ese hombre que desde mi más tierna infancia me arrulló con su música, y que amenizó y acompañó muchos momentos de mi existencia. A mi abuelo materno, a mi papá y sobre todo a algunos tíos maternos , esas tonadas les fascinaba. Mi padre tenía en su amplia discoteca de acetatos negros, propios de la época cinco long plays (que así se llamaba de él). Esos discos los había producido La Compañía Fuentes de Medellín con sellos blancos y recuerdo mi papá y yo posteriormente los pondría sobre un “equipo de sonido” ensamblado en madera y de marca SHARP. Aquel aparatejo duró muchos años en casa, despúes derruido por el peso de los años y desplazado por otro aparato más moderno, terminó como era de esperarse en la basura.

Mientras camino, como muchas otras ocasiones, en mi cabeza resuenan sus canciones o más bien fragmentos de una y otra tonada gaucha, quizás las que más consciente e inconscientemente me han impactado o tramado.
Por fin llego ante la puerta de mi ídolo terrenal, toco la puerta la primera vez y escucho al interior un perro que ladra…No hay mucha demora y escucho también la voz de una mujer. Ella es quien me abre la puerta. Saludo, me presento y me dice Esperanza , que así es como se llama, que me estaban esperando.
-¿Cómo está?
-Muy bien gracias
-Siga Padre, siéntese que ya viene mi esposo, está en la parte de atrás…
-Gracias
-Qué quiere tomar? Un tintico, juguito, mientras el almuerzo.
-Un vasito de agua por favor- le digo- a la vez que le entrego “mi traido”.
-Padre, no debió molestarse…qué pena…
-No, es con mucho gusto.
La señora de mediana edad, de contextura delgada y de bello rostro es la esposa y compañera de Don Luis Angel Ramírez Saldarriaga. Percibo que anda muy “atareada” con el almuerzo, respondiendo llamadas constantes del teléfono, atendiendo a la puerta.
Ella va a la cocina para traerme el vasito de agua. Mientras yo me levanto de mi aposento y me detendo a mirar todos los álbumes del artista que penden de la pared del costado derecho de la sala. Cuento más de 50 longs plays y unos cinco CDs. Hurgo con mi mirada e identidico aquellos álbumes que estaban en mi casa y que  mi papá, mi abuelo y yo escuchábamos regularmente…Todos los cinco están entre aquella colección y recuerdo que los discos de mi padre deben estar archivados aun en un algún rincòn de la emisora comunitaria de mi pueblo, donde dieron muchas vueltas sobre un viejo tocadiscos antes de ser relegados definitivamente al cuarto de San Alejo...Pero con todo han servido de referencia para adquirir esta bella musica en los nuevos formatos de CD y DVD.
TERCERA PARTE ENTREVISTA CABALLERO GAUCHO



CUARTA PARTE ENTREVISTA AL CABALLERO GAUCHO




(Continuará)

EL INFIERNO SEGUN INGRID


Entrevista transcrita del diario EL PAIS de España.
Autor: JUAN JOSÉ MILLÁS
Premio de narrativa 2008
Del reportaje: "Vidas al límite"
12/10/2008


Tristeza. Enfermedad. Animalización. Lucha. Resignación. Amistad y hasta milagros. Todo eso vivió en la selva Ingrid Betancourt durante sus seis años, cuatro meses y nueve días de cautiverio en manos de las FARC. Un largo viaje a los límites que la premio Príncipe de Asturias de la Concordia de 2008 rememora, con dolor, en estas páginas.

Ingrid Betancourt, que posee más de una nacionalidad y se defiende en tres o cuatro idiomas, ha vivido también varias vidas, todas dichosas e intensas, excepto la que corresponde a su cautiverio en la selva, que sólo fue intensa (y dolorosamente lenta, al contrario de las otras, marcadas por la velocidad). Hija de una familia acomodada, culta y cosmopolita, nació en 1961 en Bogotá, donde pasó sus primeros años y en cuyo Liceo Francés hizo la secundaria. Luego estudió Ciencias Políticas en París, especializándose en comercio exterior y relaciones internacionales. Allí se casó con el diplomático Fabrice Delloye, de quien tuvo a Melanie y a Lorenzo, sus dos hijos, y allí fijó su residencia (que alternó con estancias en Seychelles, Montreal o Los Ángeles) hasta que en 1989, tras separarse de su marido, regresó a Colombia para iniciar una fulgurante carrera política que en apenas cinco años la llevó a la Cámara de Representantes, donde se convirtió en un azote de la clase política, a la que denunció por sus vínculos con el narcotráfico. Entretanto se casó por segunda vez y escribió La rage au coeur (La rabia en el corazón), originalmente aparecido en Francia, donde devino en un fenómeno de ventas. En Colombia, y como el libro volviera sobre los casos de corrupción y tráfico de influencias, disgustó a algunos sectores por la imagen que se daba del país en el extranjero. Su modo de hacer, descarado, rebelde, callejero, tan alejado de las convenciones al uso, hizo de Betancourt un personaje popular cuyos movimientos despertaban gran interés en algunos sectores de la opinión pública. En otros se la observaba con desconfianza, pues habiendo tenido una existencia privilegiada en un país donde no se concebían más privilegios que los de clase, se entendía mal que diera lecciones de moral a todo el mundo.
En 2001, tras calificar al Senado de "nido de ratas", renunció a su escaño y presentó su candidatura a las elecciones generales de 2002. El 23 de febrero de ese año, en el transcurso de un arriesgado viaje electoral a San Vicente del Caguán, donde su partido (Verde Oxígeno) había obtenido la alcaldía en las elecciones regionales de 1999, fue raptada por las FARC, recibiendo la calificación de "canjeable", lo que quería decir que la guerrilla aspiraba a cambiarla por un número determinado de guerrilleros detenidos. Durante los seis años, cuatro meses y nueve días que duró su secuestro intentó escapar en cinco ocasiones, convirtiéndose en una presa incómoda para sus captores, que la mantuvieron encadenada durante gran parte de su cautiverio. En diciembre de 2007, el diario Tiempo hizo pública una carta de Ingrid Betancourt, dirigida a su madre, que conmovió al mundo por su dramatismo. Contaba en ella que se encontraba mal físicamente, que había dejado de comer y que el pelo se le caía en grandes cantidades. "Aquí estoy", añadía, "escribiéndote, mi alma tendida sobre este papel. No tengo ganas de nada, creo que eso es lo único que está bien; no tengo ganas de nada porque aquí, en la selva, la única respuesta a todo es no. Es mejor entonces no querer nada para quedar libre al menos de deseos. Hace tres años estoy pidiendo un diccionario enciclopédico para leer algo, aprender algo, mantener la curiosidad intelectual viva. Sigo esperando que al menos por compasión me faciliten uno, pero es mejor no pensar en eso".
En la carta relataba también sus condiciones de vida: "Vivo o sobrevivo en una hamaca tendida entre dos palos, cubierta con un mosquitero y con una carpa encima, que oficia de techo, con lo cual puedo pensar que tengo una casa. Tengo una repisa donde pongo mi equipo, es decir, el morral con la ropa y la Biblia, que es mi único lujo. Todo listo para salir corriendo. Aquí nada es propio, nada dura, la incertidumbre y la precariedad son la única constante. En cualquier momento dan la orden de empacar y duerme uno en cualquier hueco, tendido en cualquier sitio, como cualquier animal".
Por esas fechas, el Ejército colombiano incautó a la guerrilla, junto a la carta citada anteriormente, unas fotografías en las que se veía a Ingrid Betancourt sumamente delgada, demacrada, envejecida, con síntomas de enfermedad y agotamiento. Aparecía encadenada a una silla rudimentaria y miraba tercamente al suelo, como si aquella prueba de que se encontraba viva estuviera obteniéndose contra su voluntad. Todo presagiaba lo peor, pues también los testimonios de algunos liberados hablaban de una Ingrid consumida, aniquilada, rota. Este cúmulo de malas noticias logró movilizar a las fuerzas políticas de medio mundo, que tomaron como cosa suya la liberación de la política franco-colombiana.
Por fin, el 2 de julio de 2008 fue rescatada, junto a otros 14 prisioneros, en el transcurso de una operación militar de las Fuerzas Armadas colombianas. La Ingrid liberada tenía poco que ver físicamente con la de las fotografías de 2007. Tampoco desde el punto de vista psicológico se parecía a la que habíamos deducido de la carta dirigida a su madre. Había ganado peso y se mostraba eufórica. De hecho, apenas alcanzada la libertad y tras dedicar un tiempo a su familia, emprendió una actividad frenética dirigida a recordar al mundo que todavía quedaban muchos secuestrados. En apenas tres meses la hemos visto, entre otros líderes mundiales, con Ban Ki-moon, con Rodríguez Zapatero, con Benedicto XVI, con los Reyes de España y el príncipe Felipe, además, claro, de Sarkozy, que es su anfitrión en Francia, donde se ha instalado de momento, aunque asegura que regresará a Colombia cuando se den las condiciones de seguridad para ese regreso. No hay jefe de Estado, presidente de Gobierno o rey que no quiera fotografiarse con Ingrid Betancourt, a quien se le acumulan los premios, que casi no tiene tiempo de recoger. En España se le ha otorgado el Príncipe de Asturias de la Concordia y el Gobierno chileno la ha postulado para el Nobel de la Paz.
Invitada por el Gobierno de las islas Seychelles, que también le ha concedido la nacionalidad de ese país, pasó allí parte del verano con sus hijos, entregada al descanso y a la vida familiar. Pero apenas comenzado septiembre recuperó la actividad viajera anterior. Así, el 23 de septiembre llegó a España para presentar Infierno verde, libro de Luis Eladio Pérez, político colombiano y compañero de cautiverio durante cuatro años, al que le une gran amistad. Con él inició precisamente una de sus fugas, aunque al sexto día de vagar por la selva, y debido en parte a la debilidad de Luis Eladio, que estaba muy enfermo, tuvieron que desistir y entregarse de nuevo a la guerrilla, por la que fueron castigados con gran dureza. En Infierno verde, escrito en colaboración con el periodista Darío Arizmendi, Luis Eladio narra la vida cotidiana de los secuestrados, deteniéndose en detalles escalofriantes, como cuando al referirse a las enfermedades más comunes de la selva describe, por ejemplo, la leishmaniasis, causada por la intervención indolora de un mosquito. Cuando uno descubre la costra provocada por la picadura y la levanta, aparece un hueco, un agujero, ya que la larva depositada por el insecto hace túneles en la carne como la carcoma en la madera, sin provocar ninguna molestia (de ahí su peligro). Ingrid Betancourt aún no ha sido capaz de leer Infierno verde. Tampoco ha podido hablar de la experiencia del secuestro con nadie, ni siquiera con su madre o con sus hijos. Dice que tiene, en relación a este asunto, un bloqueo por el momento insuperable.
El día de su llegada a España cenó con Luis Eladio y con Darío, que había reservado mesa en un conocido restaurante madrileño. A punto ya de salir, Ingrid recordó que en la selva, cuando tenían mucha hambre, Luis Eladio le hablaba de un restaurante madrileño, El Sobrino de Botín, donde servían un cochinillo asado excelente y que él describía con gran detalle hasta que Ingrid, con el estómago inundado de jugos gástricos, le pedía por favor que se callara. De modo que decidieron cambiar la reserva y acudir a El Sobrino de Botín, donde pasaron una de las noches más felices de su vida, llorando y riendo al recordar las imágenes de aquel cochinillo imaginario que de súbito se había hecho real ante sus ojos. Al regresar al hotel, el escolta de Ingrid se acercó a ella y le dijo: "Señora, es la primera vez que la he visto reír de verdad desde su liberación".
Al día siguiente, a las 9.30, comenzó su jornada con una entrevista para Cuatro realizada por Iñaki Gabilondo. Después acudiría al programa radiofónico de Carles Francino, y más tarde, hacia el mediodía, a la Casa de América, donde se habían acreditado más de 200 periodistas para asistir a la presentación de Infierno verde. Si la imagen de la Ingrid Betancourt de antes del secuestro evocaba algunos aspavientos del mayo del 68 francés, la de después de la liberación remitía a la elegancia estática de Jackeline Kennedy. Como todos los fenómenos mediáticos (e Ingrid Betancourt lo es en un grado difícil de superar), despide un magnetismo que viene de todas las partes de su ser y de ninguna, quizá por eso provoca adhesiones extraordinarias y rechazos exagerados, que en la mayoría de las ocasiones carecen de base racional.
Al magnetismo señalado se añade la dificultad de atraparla en un solo registro desde el que tratarla o describirla. Por utilizar una imagen del mundo subatómico, cuando te diriges a ella como materia, se comporta como energía, o al revés. Y cuando te has convencido de que es completamente europea, se manifiesta como una latinoamericana integral, o viceversa. Impecablemente vestida, con el pelo estirado y recogido en un elegante y sugestivo moño, se sienta siempre con la espalda muy recta y los brazos caídos, sin abandonarse jamás, y cruza las piernas con un gesto que tiene algo de movimiento de prestidigitación. Habla pausadamente, con sintaxis, llevando las oraciones compuestas hasta el final, con un vocabulario escogido (no en vano, en Colombia se habla el mejor español del mundo), provocando en el interlocutor una fascinación de la que resulta difícil sustraerse. La Ingrid Betancourt madura parece más ingenua que la joven, pero da la impresión de tratarse de una ingenuidad trabajada, elaborada, como si fuera el resultado de una conquista moral. Aunque en las entrevistas a las que se sometió no eludió ninguna pregunta, y dio las gracias por todas, uno se quedaba con la impresión de que sabía más de lo que decía, lo que es frecuente en el trato con personas misteriosas o que han vivido experiencias extremas, como si en las situaciones límite se adquirieran enseñanzas imposibles de transmitir a quienes llevamos existencias normales.
Frente a los que piensan que con la guerrilla no hay que hablar porque son terroristas, Betancourt cree que hay que hacerlo precisamente por eso, porque son terroristas ("Hay que echarles una mano para sacarlos de ahí; si no, ellos se enconchan en su locura"), y así lo afirmó entrevista tras entrevista aquella mañana del 23 de septiembre. Al referirse a los muchachos de 13 o 14 años que forman parte de las FARC, aseguró que no hay lugar para ellos en la sociedad colombiana, que se meten en la guerrilla porque allí son alguien y comen tres veces al día ("La guerrilla les da cosas que no sabe darles el Estado"). Dijo de Uribe que había sido un buen presidente para la guerra, pero que le parecía inhábil para la construcción de la paz. Aseguró que no volvería a la política, al menos al modelo de política vigente, marcado por la confrontación y en la que los políticos, más que servir, se sirven ("Es un mundo de intereses escondidos, de mentiras, de agendas ocultas"). Aseguró que en la selva se había dejado mucha impaciencia, mucha bobada, y se había traído a Dios.
En este punto, su discurso adquirió un registro algo místico, un punto iluminado, que contrastaba con la racionalidad (y con la sabiduría diplomática) con la que se refería al resto de las cosas. Puntualizó, no obstante, que hay poca tolerancia para las manifestaciones de orden espiritual, por otra parte muy íntimas, y que era consciente de lo fácil que resultaba rozar el ridículo hablando de ellas. Transmitió la idea de que es posible un tipo de actividad política diferente a la conocida e insinuó (o eso nos pareció) que ella podría inaugurarla. Manifestó que de momento iba a dedicar su vida a sus hijos, a su madre y a la liberación de los otros secuestrados, por este orden, para que no los olvidemos, ya que, y tal como suele afirmar Luis Eladio Pérez, ellos fueron secuestrados dos veces, una por la guerrilla y otra por el silencio de la sociedad colombiana. Las preguntas relacionadas con el proceso de animalización vivido en la selva le provocaron, indefectiblemente, lágrimas.
Ingrid Betancourt tenía programada ese día una comida con Luis Eladio Pérez, Darío Arizmendi y los responsables de Aguilar, la editora de Infierno verde, que tuvo que suspender porque recibió una llamada del palacio de la Zarzuela: los Reyes querían verla (y quizá, pensamos nosotros, absorber parte de su magnetismo).
Al día siguiente concedió a El País Semanal la entrevista que reproducimos a continuación. Durante el encuentro, que se llevó a cabo en una sala del hotel Palace, donde se alojaba, se mostró cordial y colaboradora. En ocasiones lloró y en ocasiones respondió al cabo de un largo silencio. Al terminar, dijo que le gustaría que volviéramos a encontrarnos dentro de un año, cuando haya roto el bloqueo emocional que aún le provocan ciertos recuerdos.
-¿Cómo se encuentra?
-Magníficamente bien. Físicamente me encuentro bien y psicológicamente equilibrada. Tengo fragilidades, pero capacidad para afrontarlas. Las vivo sin angustia.
-¿Qué reflexiones le provocó la decepción de algunas personas por su buena forma física y su excelente estado de ánimo tras la liberación?
-No he tenido tiempo para leer todos los comentarios. Me he preservado de las críticas. Entiendo que las personas tengan reflexiones de todo tipo y me parece bien que se hagan preguntas. Esa reflexión también es útil.
-En la carta de 2007 a su madre, usted se muestra abatida, desesperada, entregada. Por otra parte, todas las noticias sobre su salud eran muy malas. Aún tenemos en la memoria aquella foto en la que aparece delgada, demacrada y triste. ¿Qué ocurrió entre esa carta (y la foto) y su liberación para que se produjera en usted un cambio tan espectacular?
-Es el resultado de una serie de milagros. Cuando escribo esa carta y se toma esa foto, yo estoy en una situación muy complicada física y psicológicamente. El aspecto físico siempre es la parte visible de nuestra alma. Cuando escribo esa carta estoy muy enferma del cuerpo, que ya no aguantaba más. Tenía incapacidad para comer. Vomitaba todo lo que comía y vomitaba sangre. Toda mi relación con el mundo era sangrienta. Tenía una debilidad muy grande que produjo en cascada enfermedades graves de tipo viral. A la enfermedad del cuerpo y a la tristeza infinita del alma llegó también la resignación de la muerte. No llegaba respuesta, sabía que me estaba apagando y me pareció que tenía que aceptar y preparar a mis niños y a mi mamá. Yo creo que esa carta fue prácticamente un testamento, quería decirles lo que yo les amaba. Sobre todo quería que supieran que estaba feliz y agradecida a Dios de lo que había vivido y no quería que ellos tuvieran culpabilidad ni remordimientos. Quería prepararlos. Sucedió que en esos días yo vivía muy sola, pese a estar entre mis compañeros de cautiverio, porque llegó un momento en que me postré en la hamaca, dejé de ir al baño, no lavaba la ropa, la comida tampoco la recibía... Al cabo del tiempo, uno de estos compañeros, William Pérez, al que yo llamo "mi Willy" y que era enfermero, tuvo el gesto de acercarse a hablar conmigo y se dio cuenta de que necesitaba tratamiento. Peleó mucho con la guerrilla, pues tenía que ser un tratamiento especial y consiguió que me dieran antivirales y suero intravenoso, que fue para mí una tortura adicional, pues tuve flebitis inmediatamente. El cuadro era muy complicado. En esa situación, cuando el comandante llega y nos dice como gran noticia que vamos a hacer pruebas de supervivencia, yo no quería porque tenía la experiencia de que la guerrilla usaba esas pruebas a su acomodo, las manipulaba y no quería prestarme a ese circo. Hasta que el comandante dijo que no era un regalo, sino una orden. Procederían a filmarnos lo quisiéramos o no. Entonces yo le dije que estaba dispuesta a escribir una carta, pero que no estaba dispuesta a más. Tuvo que consultar con los mandos y la respuesta fue que me autorizaban una carta, pero que de todos modos me iban a filmar. Para mí era muy importante la carta porque yo quería que las palabras mías fueran sólo para mi mamá y que no fueran utilizadas de otra manera. Pensaba que se iba a respetar la intimidad de esa carta. También pensé que iban a grabar y que esa carta no la iban a dar. Y de hecho fue lo que sucedió, porque si usted recuerda, fue el ejército colombiano el que encontró ese material y lo hizo público. Curiosamente, dos días antes de esa prueba me habían puesto un tratamiento intravenoso. Entonces llega el comandante, con su enorme cinismo, y dice que me ve muy bien y que mi familia iba a ponerse muy contenta de verme. Yo no era muy consciente de mi estado, lo sentía en el interior, pero no... Cuando poco antes de la liberación vi esa foto en una revista vieja, porque allí no teníamos espejos, entendí el impacto que había tenido. Yo misma me asusté y en ese momento estaba un poco mejor de como había estado.
-¿Había tirado usted la toalla?
-No era tanto tirar la toalla como resignarme a haber llegado al final del camino. Yo no me rendí, pero acepté la muerte como una realidad y de pronto pensé también que era una liberación. En esas primeras imágenes nuestras tras la liberación, nuestro rostro es completamente distinto al del cautiverio. Hay en todos mis compañeros una gran belleza. El anuncio de la libertad nos transformó a todos. Ése es uno de los milagros.
-Para quienes no conocemos la selva más que por referencias, es difícil imaginar cómo era su cautiverio. Pensamos en las grandes privaciones cuando quizá las realmente graves eran las en apariencia pequeñas. Tengo entendido que uno de los castigos más frecuentes de los guerrilleros era privarles de papel higiénico, por ejemplo. De otro lado, y como cuenta en Infierno verde Luis Eladio Pérez, el olor a selva es muy particular, una mezcla de tierra y de humedad que lo impregna todo y que se manifiesta incluso en el sudor.
-Nosotros llevábamos el dolor del mundo a cuestas en todas sus expresiones. En la selva llevábamos una cruz completa. Conocimos el dolor en todas sus dimensiones. Primero, el dolor del alma por la pérdida de la libertad, que es como perder la dignidad. Lo que nos hace seres humanos es la posibilidad de tomar decisiones, todo el día estamos tomando decisiones, decisiones de a qué hora nos levantamos, qué comemos, adónde vamos, a quién vemos, qué palabras usamos, cómo nos vestimos, cómo priorizamos nuestras actividades del día. En un momento, el secuestrado pierde todo, no toma decisiones y se vuelve una cosa, un objeto al que llevan y traen y al que ninguna decisión le pertenece, ni la decisión de ir al baño, porque tienes que pedir permiso, ni la decisión de acostarte o levantarte, porque te la imponen, ni la de hablar con otro ser humano, porque también te lo condicionan, te lo prohíben o te lo permiten. Esa ausencia de uno mismo es el primer dolor que se lleva en el alma. A ése se le suman todos los demás dolores, los pequeños y los grandes. La selva es un lugar hostil. Todo duele en ella. La piel no es un espacio de protección, sino de dolor. En la selva, todo pica, todo rasca, todo incomoda. Tener un cuerpo en la selva es tener un peso adicional, porque el cuerpo es simplemente un espacio de dolor. Comer duele, ir al baño duele, bañarse duele, vivir duele, respirar duele, no ver el cielo duele, no ver a las personas que uno ama duele.
-Para mucha gente, la idea de estar preso en la selva es la de un cautiverio al aire libre, cuando lo cierto es que ni siquiera les llegaba la luz del sol porque se encontraban siempre en lugares muy tupidos, para no ser vistos. Creo que incluso tenían que secar la ropa al fuego.
-La selva es la prisión. En la selva no hay horizonte, estás rodeado de una vegetación espinosa, agresiva, que te cierra el espacio. No hay caminos, no puedes salir...
-¿Qué sonidos se escuchan en la selva?
-Sonidos lúgubres. También es cierto que uno hace pasar esos sonidos por el tamiz de su dolor. En la selva no hay flores, no hay color, todo es verde: el verde con el que se viste la guerrilla, el mismo verde con el que lo visten a uno. Es un verde de enfermedad, es un verde de dolor. No es el verde de la alegría, no es el verde esmeralda ni el verde del mar, es el verde de los preámbulos de la muerte. No hay flores, no hay colores. No hay cantos de pájaros, hay gritos de pájaros. No es el canto melódico de un ruiseñor, es el grito desgarrador de una guacamaya, el aullido de un mico, el zumbido incesante de los insectos, que lo agobian a uno. En la selva quieres silencio y no lo encuentras. Me cuesta trabajo hablar de ello, todavía no he podido [lágrimas]. Yo pienso que el diablo vive en la selva [gran silencio]. Por las noches está uno rodeado del gemido de los compañeros que lloran dormidos y gritan sus pesadillas. Hay un inmenso sufrimiento y se puede hacer muy poco por aliviarlo.
-Usted nació un 25 de diciembre, lo que por una parte parece una redundancia, y por otra, el anuncio de un destino, pues da la impresión, repasando su biografía, de que ha nacido varias veces, de que ha tenido varias existencias.
-Todas esas vidas son la misma. Todo lo que viví antes era una preparación para esto, yo no veo los cortes que usted señala. Es todo un proceso de crecimiento. Yo entendí muchas cosas en la selva. Entendí que todo lo que había vivido antes era necesario para esto que he construido hoy. Uno es el producto de sus decisiones y sus decisiones reflejan quién es. Uno carga con el peso de sus decisiones. Todas son el producto de uno y también la preparación de lo que uno anhela ser, porque todos tenemos una imagen de ese yo ideal que quisiéramos ser y en la búsqueda de ese ser nos vamos puliendo. No hay coincidencias, no hay azar, uno carga con el peso de sus decisiones. Uno es el producto de todas ellas.
-Se pasó la mitad de su cautiverio pidiendo que le proporcionaran un diccionario enciclopédico, lo que es una buena metáfora de su curiosidad, de su afán de saber, pero encierra también un deseo algo loco de abarcarlo todo, ¿no?
-Cuando yo era chiquita estuve enferma de bronconeumonía. Yo debía de tener cinco años, pero me veo sentada en el suelo, jugando con algo, y llega mi mamá, me mira y me dice: "Niña, estás enferma, tienes los labios morados". Yo le contesto que no estoy enferma, que estoy aburrida. Ésa es la clave para entender lo del diccionario enciclopédico, porque en esos años de cautiverio, hechos de segundos infinitos, desesperadamente aburridos, la idea de poseer un diccionario enciclopédico era lo que para un niño el juguete más deseado que se pueda imaginar. Un diccionario era, en esas circunstancias, como Disneylandia, era el mejor juguete.
-Consiguió sin embargo una Biblia que cambió su vida. ¿Podemos hablar un poco de esa transformación espiritual que sufrió en la selva?
-Me secuestraron el 23 de febrero y el 23 de marzo murió mi padre. Mi padre era y es el gran amor de mi vida... La manera en que me enteré, unos meses después, fue terrible. Eso fue un disparo, porque cuando uno siente que... [lágrimas, silencio]. Yo siempre me había sentido bendecida por la vida, consentida por la vida. Cuando me llega todo esto -el secuestro, la muerte de mi padre, la soledad de mi madre- hay dos caminos: uno es el de negar a Dios y, por tanto, pensar que todo es fortuito, absurdo, un caos sin explicación ni respuesta. El otro camino es buscar a Dios. En el dolor de la selva no puedes aceptar a cualquier Dios. El Dios ritual infantil no te basta. No te basta con pensar que Dios es amor o que no puedes explicarlo. En la selva necesitas un Dios racional. Si tu fe no es racional, si no estás seguro de que Dios existe, no puedes entablar una relación con Él. No te basta la tradición. La religión católica no nos ha abierto a leer la Biblia, como si los creyentes fuéramos minusválidos intelectuales, sin capacidad para grandes búsquedas teológicas, y eso estuviera reservado a los intelectuales.
Pero la Biblia es un instrumento extraordinario. Hay que leer la Biblia con tranquilidad, sin orejeras que te condicionen a leerla por encima, sin entender el retrato humano de la relación de Dios con el hombre. Es muy difícil de explicar, pero lo que quiero decir es que entendí, leyendo la Biblia, que Dios no es energía, ni luz ni partículas de gas en el cosmos, sino que Dios es un ser humano, en otras palabras, que lo que nosotros tenemos de humanos es lo que tenemos de Dios, y, por tanto, que su relación con nosotros es una relación de palabras, y creo que eso es fundamental: entender que somos seres de palabras. Entonces, a través de la Biblia llega la palabra de Dios con una riqueza infinita de códigos humanos y con unos retratos psicológicos impresionantes, como el de Abraham. Todos los personajes de la Biblia están retratados con sus debilidades, sus miserias, sus pequeñeces. Todos estamos retratados ahí. Yo descubrí un Dios con sentido del humor, con sentido de la autoridad, un Dios que educa, un Dios que ama, pero sobre todo, que es un Dios en el sentido de que lo puede todo. Y pudiéndolo todo, Dios podría haber hecho, en vez del ser humano, un robot perfecto, sin defectos, un robot programado para hacer el bien. La pregunta es por qué Dios hizo al hombre libre, por qué no lo hizo como un robot. La respuesta es muy hermosa, y es que un robot puede estar programado para amar, pero si no tiene la libertad de no hacerlo, el amor no tiene valor.
-¿Qué Dios le gusta más, el del Antiguo o el del Nuevo Testamento?
-Son el mismo, es un espejo. Lo que sucede es que el Nuevo Testamento nos hace el camino hacia Dios mucho más fácil. El Antiguo Testamento es Dios hacia el hombre. El nuevo es el hombre hacia Dios. En el Antiguo Testamento, Dios nos busca; en el Nuevo Testamento, nosotros buscamos a Dios. Esa transformación ha cambiado mi vida porque si uno es consecuente y su racionalidad acepta a Dios, todo cambia, porque deja uno de ser pasivo y se vuelve activo frente a uno mismo. Es una enorme liberación pensar que uno es libre, que puede cambiar, que puede ser mejor humano.
-Usted respetaba en un principio el pensamiento que dio origen a las FARC, no así su evolución ni los medios empleados posteriormente para lograr sus fines, que las han deslegitimado. Cuando usted comenzó su carrera política, el poder establecido también estaba deslegitimado porque había creado, con sus abusos y su corrupción, las condiciones para que apareciera la guerrilla. ¿Cree que ese poder oficial, al contrario que el que representa la guerrilla, está hoy más legitimado que entonces? ¿Es más justa la sociedad colombiana actual, más equilibrada, menos corrupta?
-[Tras pensar mucho la respuesta] Yo pensaba que las FARC eran una respuesta a las contradicciones del sistema. Después de vivir dentro de las FARC he comprendido que son un subproducto de ese sistema, ésa es la gran decepción. Cuando yo hacía política en Colombia, pensaba que había que cambiar las estructuras del poder. Hoy pienso que hay que cambiar el alma del pueblo colombiano, del pueblo colombiano como entidad colectiva y, más aún, la de cada uno de nosotros en nuestra identidad individual. Cuando pienso en Colombia, pienso que somos el resultado de una civilización que tiene un inmenso malestar. Entonces acabas pensando que no sólo hay que cambiar los corazones, sino que también hay que cambiar el mundo. Lo increíble de esto es que pienso que es posible, además de necesario y urgente.
-Se lo pregunto de otro modo: ¿está hoy más clara la línea que separa a los malos de los buenos?
-Hace años, las cosas me parecían claras: había blanco y había negro. Hoy día me doy cuenta de que no hay ni negro ni blanco, sino una situación en la cual todos podemos aportar, todos podemos ser víctimas, pero todos podemos ser parte de la solución. Por eso en mi corazón no hay rencor ni deseo de venganza; más allá del perdón, hay un inmenso amor por el ser humano.
-El recuerdo que tenemos de la Ingrid Betancourt de antes del secuestro es el de una rebelde permanentemente enfrentada al poder, al que calificaba de corrupto. Desde algún punto de vista se podría pensar que la guerrilla nos ha devuelto a una mujer sumisa a ese poder. Me explico: desde su liberación, usted no ha hecho otra cosa que fotografiarse con los seres más poderosos del planeta. No hay jefe de Gobierno ni ministro ni rey que no quiera aparecer junto usted. Esos poderosos la colman de honores, de premios, de agasajos. Podríamos decir que usted ha hecho muchos gestos al poder, pero muy pocos a los desfavorecidos, a la gente humilde, la que rezaba por su liberación y llenó las calles con su alegría cuando fue liberada.
-En estos casi tres meses de libertad me he tomado muchas fotos con gente que encuentro por la calle y que se abraza a mí. Esas fotos están en los álbumes familiares, pero no las reproduce la prensa. La visión que tiene el mundo es probablemente la que da la prensa. La visión que tengo yo es la visión de ese amor infinito de mucha gente, unos muy potentes, unos muy conocidos, otros mucho menos, otros ciudadanos de a pie, y para mí todos son iguales y a todos les agradezco por igual.
-¿Dónde hay más peligro para la integridad intelectual y moral, en la selva o en los grandes salones?
-Yo creo que el peligro está en uno mismo, en perderse, en salir de foco. El ser humano es un ser social. Lo que se ve en la selva, a nivel humano, no difiere mucho de lo que se ve fuera, salvo porque el contraste es mayor porque las relaciones son más dramáticas. Yo soy muy consciente de que en la selva fui utilizada, fui instrumentalizada, fui manipulada, y soy consciente de que aquí, en el mundo real, hay quien quiere probablemente también manipular, instrumentalizar. Pero ése es un nivel que no me interesa. Lo que estoy haciendo, lo que hago, es la consecuencia de decisiones que se nutren de las prioridades de mi corazón. Entonces me siento inmune. Estoy en un espacio donde cosas que cuentan para muchas personas ya no cuentan para mí. Tengo una gran libertad.
-Cuando era una activista política, usted se movía muy bien en el registro simbólico. Parte de su éxito se debía a actuaciones (como la huelga de hambre que llevó a cabo en el Congreso o el reparto de condones por las calles de Bogotá) que conectaban de forma directa con una parte del electorado. Ahora, quizá de tanto utilizar los símbolos, ha devenido usted misma en un símbolo. Precisamente le han concedido el Príncipe de Asturias de la Concordia como "símbolo" de la lucha por la democracia y por la libertad, además de por la fortaleza, dignidad y valentía con que se enfrentó a su cautiverio. Resulta curioso que de tanta gente como ha secuestrado la guerrilla y de tanta como, por unos medios u otros, ha sido liberada, le haya tocado a usted ese papel de símbolo. ¿A qué cree que se debe?
-No sé, no lo sé. Cuando estaba en la selva, ser símbolo se pagaba a un precio muy alto. Uno no escoge ser símbolo, pero tampoco puede quedarse en la parte negativa del símbolo, diciendo yo no soy esto, yo no soy lo otro, por qué me toca a mí... Yo lo tomo de manera diferente. Sin entender las razones por las que me tocó a mí, entiendo que es una responsabilidad. Ese espacio especial que me ha conseguido el mundo no me lo ha conseguido a mí. Como ser humano, no tengo ninguna característica especial o diferente a la de los miles de secuestrados en Colombia o en el mundo. Sobre alguien tenía que caer, como ha sucedido con otros que también son símbolos. Lo que sí tengo claro es que es una responsabilidad y, por tanto, implica ponerse al servicio de los demás, lo que me viene muy bien porque lo único que me hace a mí feliz es ayudar a los demás.
-Dígame, para terminar, ¿no se ha cortado el pelo todavía?
-Hablando de simbolismos, el pelo es un símbolo, es un calendario. Son días de secuestro, meses, años. Es una forma de recordar que los otros siguen allá, de que no se me olvide a mí, de que no se le olvide al mundo.