viernes, 24 de febrero de 2023

13 de marzo del 2011: PRIMER DOMINGO DE CUARESMA




A guisa de introducción:

FELIZ DEBILIDAD! (1)

Mi amigo Carlos termino el año pasado sus estudios de medicina. El hace en este momento su práctica o primeros pinitos como profesional en un hospital de la capital, en oncología (que es la especialidad médica que estudia los tumores benignos y malignos, pero con especial atención a los malignos, esto es, al cáncer. El término Oncología deriva del griego onkos (masa o tumor) y el sufijo -logos-ou (estudio de). Los profesionales de esta especialidad son los oncólogos.

Él cuenta  con mucha emoción el día que por  primera vez, uno de sus pacientes falleció: “Habíamos tratado en la facultad de prepararnos frente a la muerte, pero durante semanas, yo no arribaba a callar la voz que en mi interior me decía: “si tú eres buen médico, tú debes poder curarlo” . Su muerte me ha obligado entrar en mí mismo y hacer la paz con la fragilidad de nuestra vida, con la fragilidad que viven nuestros enfermos, y sobre todo con mi debilidad como médico y como persona humana. Yo me di cuenta poco a poco, que la vulnerabilidad al contrario de la enfermedad, no es un mal a vencer, sino una oportunidad para (y/o) a aprovechar.

La vulnerabilidad  (o fragilidad) abre una puerta a través la cual Dios se une a nosotros y donde llegamos a ser plenamente humanos”.

A semejanza de Carlos, Jesús tenía casi su edad cuando el Espíritu lo impulsó y  condujo al desierto para entender una voz parecida: “Si tú eres el Hijo de Dios, tu debes poder hacer que  estas piedras se conviertan en pan”. Entrando en sí mismo, Él ha preferido más bien hacer la paz con la fragilidad de su condición humana.

A través de ella, Jesús ha atravesado para siempre una puerta entreabierta hacia la Verdadera vida, y por la cual todos nosotros podemos entrar.

(Traducción del francés del texto de  Marie-Pierre Delorme)




APROXIMACIÓN PSICOLÓGICA AL TEXTO (2)

El tercer tiempo:

Yo sé que a muchos de ustedes les gusta el fútbol, y saben que cada partido se juega en dos periodos llamados tiempos o etapas de 45 minutos. Así pues, hay un primer tiempo, un segundo tiempo …y otro que uno podría llamar el tercer tiempo, y que se vive fuera de la cancha, en los camerinos , fuera del estadio, después de finalizado el compromiso, las reacciones de las barras o fanáticos, los comentarios equilibrados, sabios o desaforados de los periodistas y o comentaristas deportivos…este tercer tiempo sin lugar a dudas es el de la reflexión, de la evaluación, de los análisis para descubrir que faltó, es la ocasión para técnicos, jugadores y seguidores de volver a ver los videos y mejorar en todo lo posible para el próximo encuentro…Por eso me ha parecido siempre tan acertado el nombre para un programa de radio especializado en análisis y comentarios de futbol o deportes:  como “tercer tiempo”…

Cuando Jesús toma la decisión de ir al bautismo de Juan, es porque sintió que ese bautismo manifestaría su  disponibilidad para acoger el Reino que llega (que viene, que se acerca). Y Se descubre en este primer Impulso o movimiento el consentimiento (el hecho de decir sí) a una llamada interior que es una primera opción espiritual.

Pero en el bautismo, ocurre algo que se parece a una misión confiada a Jesús por Dios, en la línea de la misión anunciada en Isaías 42,1ss. Las cosas se precisan un poco, y Jesús debe detenerse para situarse (ubicarse) de manera más clara con relación a estos nuevos procesos.

Es sumamente delicado intentar precisar el fondo histórico del relato de las tentaciones, sobre todo cuando se ve cuanto el texto de Marcos 1,12-13 (que es más cercano-próximo a la fuente común de los tres relatos de Marcos, de Mateo y de Lucas), resta o queda enigmática, contentándose con querer mostrar (o hacer revalidar) la victoria  de Jesús sobre el mal.

Pero la intención de Mateo es la de poner esta experiencia de Jesús en relación estrecha con aquella  de su bautismo, en el sentido de una apropiación por parte de Jesús de su misión que toma forma. En el bautismo la voz decía: “Tu eres mi Hijo”; en la tentación, la voz dice: “Si tú eres (su) Hijo…”

Nos quedaría hacer escuchar la tercera voz, que es la de Jesús mismo.

Había en un primer tiempo, una llamada venida de Dios.

Hubo en un segundo tiempo, una reacción que se pone en la boca del diablo (el divisor, el que divide) pero que se encontraría de todas maneras en las fantasías y el corazón de todo ser humano: muy bien, di sí a la misión; date solamente una estrategia interesante; tú tienes al menos necesidad de un poco de poder para llevar eso a feliz término…

Este primer tiempo es el tiempo de Dios, el tiempo de su llamada intuitiva, el tiempo de la misión que se entrevé  o se visiona  (o se vislumbra).

El segundo tiempo es el tiempo de los acomodamientos, el tiempo donde se piensa espontáneamente en las ventajas personales y en su posible poder. Es el tiempo del diablo, o el tiempo del hombre en su falsa ilusión (ceguera), atraído por su egoísmo...

El tercer tiempo es el tiempo de las decisiones tomadas con lucidez  y coraje, el tiempo donde se es “llevado-conducido por el Espíritu” a examinar en lo posible lo que se agita al interior y lo que  despide (expele, se insinúa) en el horizonte, el tiempo donde se da la palabra a todas sus fantasías “diabólicas” pero también a todo lo que nos reviene sobre Dios y sus llamadas, o a todo aquello que uno puede escuchar  de los llamados de la VIDA, si no se es creyente.

Este tercer tiempo es el tiempo de Jesús, el tiempo del hombre a la vez dócil y de pie, arisco y atento.



REFLEXIÓN

No solo de pan vive el hombre… (3)

El relato de las tentaciones en el desierto la cuentan los tres evangelios llamados sinópticos (mateo, marcos y Lucas, llamados así porque hacen una sinopsis, colección parecida con detalles o particularidades semejantes en los 3) y de todas formas muy diferente al cuarto evangelio o sea de san Juan.

Pero a pesar de su semejanza, los sinópticos tienen detalles diferentes con relación al mensaje teológico que cada uno quiere transmitir.

En el relato de Mateo, el Espíritu Santo conduce a Jesús al desierto, para que vaya hacer frente al adversario (diablo, satán, divisor). Estas tentaciones del desierto serán las mismas que El encontrará a lo largo de su vida: tentación venida de la multitud que quiere convertirlo en rey, tentación cuando la gente le pide milagros, tentación venida de Pedro que lo presiona para renunciar a la locura de la cruz, tentación venida de sus enemigos que lo invitan o incitan a que descienda de la cruz.

El proyecto del diablo se manifiesta sobre todo en la tercera tentación, que resume todas las otras y que Jesús rechaza de manera radical. Es la tentación del dinero y del poder: “El demonio lo conduce a una alta montaña y le muestra todos los reinos del mundo…”todo esto, yo te lo daré, si tú te prosternas (arrodillas) para adorarme” (Mateo 4,10) . A lo largo de su vida pública, Jesús siempre le hizo el quite al poder. No se puede olvidar que los evangelistas escriben en el momento cuando la Palestina está ocupada por el Imperio Romano, la súper potencia del tiempo, que atribuye a sus emperadores un poder divino. Los evangelios nos revelan que el poder opresor es diabólico. EL poder aísla, lo vuelve a uno arrogante e implacable, ahora que o cuando Jesús habla de comunión y de servicio.

 Jesús se niega a dominar a los demás. “El Hijo del hombre no ha venido  para ser servido, sino para servir y dar su vida…” Toda su vida fue un servicio. Él fue el hombre para los demás. Jesús multiplicó el pan para los demás; Él realizó signos (gestos) y actitudes de curación para los demás; El liberó a la mujer adúltera de sus acusadores; reinsertó los leprosos en sus familias, en sus comunidades; comió con los publicanos y  pecadores, le volvió a dar un sentido a la vida de muchos como Zaqueo, Mateo y María  Magdalena

En el texto de las tentaciones, Mateo presenta Jesús como el Hijo obediente a su Padre: « He aquí mi Hijo bien Amado en quien yo he puesto toda mi confianza ».

Contrariamente a Adán y Eva, Jesús el nuevo Adán ha vencido todas las tentaciones para hacer la Voluntad de su Padre. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

Satán ensaya (trata) de desviar a Jesús de su vocación de hijo Amado del Padre: « Si tú eres Hijo de Dios! » La tentación la más grave del bautizado, es de renunciar a su título de Hijo o de Hija de Dios, de no tener más confianza en Él, de querer olvidarse de Él, de no querer saber nada de Él…De “hacerse el de la vista gorda con El”…

EL pecado es abandonar la casa paternal, como lo hizo el hijo prodigo, para buscar la felicidad y la alegría en otro lado, lejos de Dios, como lo quisieron hacer Adán y Eva que pusieron en duda el amor de Dios por ellos y buscaron como deshacerse de EL. Es entonces cuando ellos  descubren “que estaban desnudos” es decir, frágiles, abandonados a ellos mismos y condenados a la muerte”.

Hoy más que nunca, el enemigo (o adversario) de Dios ataca el creyente en su calidad de creyente, y le convence que es suficiente con contentarse con los alimentos terrestres: el deporte, los estudios, la carrera, el dinero, el poder. De cara a esta búsqueda absoluta  y de autonomía total, Cristo nos recuerda que no solamente de pan vive el hombre…sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

« El Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida… »