EVANGELIO

En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-- Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el
que se resista a creer, será condenado. A los que crean, les acompañarán
estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas,
cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará
daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos
Después de hablarles, el Señor Jesús,
ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron y
proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y
confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.
Palabra de Señor
A guisa de introducción:
Ahora nos toca a nosotros…
Sin lugar a dudas, uno de los
misterios de la fe cristiana más difíciles de atrapar por la razón es el de la
ascensión de Jesucristo al cielo.
Ascensión es montada, subida.
Palabras como asceta, ascensor, se refieren al hecho de pasar de un estado,
espacio o condición bajos a uno de ellos de más altura. Así la ascensión
significa además de subir dentro de un espacio geométrico o físico es también
“mejorar”, “ser promovido”, “vivir una dignidad mas alta”. En la
vida laboral, profesional y ejecutiva
hablamos de ascenso, algo soñado por muchos que comienzan modestamente en una
empresa por ejemplo y que con el paso del tiempo, ascienden gracias a sus
méritos y talentos, obtienen ciertos privilegios, ocupando así posiciones más
altas.
Cuando Jesús venció la muerte y
obtuvo su triunfo sobre la cruz fue ensalzado y glorificado por el Padre…fue
promovido, obtuvo su graduación. Así sabemos que para el evangelista San Juan, sobre la cruz misma y al momento de dar la
vida por la humanidad Jesús fue glorificado por el Padre. En el seminario algún
sabio profesor nos decía que en la teología joànica (o sea la de San Juan) no
hay distinción entre muerte sobre la cruz, resurrección y ascensión, y que todo
se resume en un solo momento de Gloria…Jesús
por su muerte en cruz muestra su “poder” sobre el pecado y la muerte y se ratifica como el Hijo de Dios.
No podemos seguir pensando o
diciendo como nos lo sugiere el Papa Benedicto XVI “ creer que la Ascensión es la
ida del Señor hacia un lugar alejado de la humanidad y del mundo. La ascensión
del Señor no es un viaje espacial hacia los astros más recónditos y lejanos…La
Ascensión de Cristo significa que ya no
pertenece más al mundo de la corrupción y de la muerte que condiciona nuestra
vida… Él, el hijo eterno ha conducido nuestra condición humana al lado de
Dios y ha aportado con Él la carne y la sangre bajo una forma transfigurada…El ser humano encuentra un
lugar en Dios…La ascensión significa que Cristo no se aleja de nosotros, sino
que ahora gracias a su presencia cerca del Padre, Él está cerca a cada uno de nosotros para siempre…”
Cada uno de nosotros puede tutearle, puede llamarle. Él se encuentra
siempre ad portas de nuestra voz. Podemos alejarnos de Él interiormente. Podemos
darle la espalda. Pero Él nos espera siempre, y siempre está cerca de nosotros
“.
Toda partida (momento de adiós o
hasta luego y separación) es un momento, a veces feliz, en ocasiones triste,
tanto para la persona que parte como para aquellas que se quedan.
La fiesta de la Ascensión no esta
exenta de ese decorado de tristeza y nostalgia, pero nos ofrece al mismo tiempo
vista con la fe y la esperanza, doble alegría.
Mas la partida de Jesús, su
ausencia física, no se traduce para nosotros en una nostalgia o en un
sentimiento de abandono y orfandad. Al contrario, esta aparente ausencia
exterior se traduce por el don de una fuerza interior, aquella del Espíritu
Santo.
Y es la hora del testimonio.
Aquel que se ha ido no cesa de estar presente en nuestro mundo, pero son
testigos que lo revelarán, “Proclamen la Buena Nueva a toda la Creación” , dice
el Resucitado.
La fiesta de la Ascensión se parece a una graduación: es a nosotros que nos
toca ahora como discípulos y seguidores de Cristo de hacer creíble y verdadera
la feliz noticia.
Cuando los padres ven su bebé
gateando y levantándose para dar algunos pasos sobre sus piernas aun frágiles,
una emoción maravillosa se apodera de ellos: “Él camina! Él camina!”.
La
ascensión nos hace adultos, nos pone de pie.
Es tiempo de ponernos en marcha.
Aproximación socio-política y sicológica del evangelio:
En tiempos después de la Ascensión hay un mandato a precisar
Después de la partida de Jesús,
los apóstoles sentían que les quedaban las grandes líneas (o lineamientos) de
una “misión” originaria en Jesús. Pero las palabras que los evangelistas
emplean para describir esta misión aparecen increíblemente vagos, no muy
claros :
« proclamar el evangelio » (Mc 16,15),
« hacer discípulos » (Mt
28,19),
« predicar la conversión » (Lc 24,47),
« ser el pastor de las ovejas » (Jn 21,16).
Uno se ve obligado a decir que
“no es muy operacional y o funcional”
Como iban los apóstoles a precisar su mandato? Irían ellos a romper con
el sistema o reformarlo desde el interior? Protestar en bloque a la sinagoga o
proponerle una reforma? Debían ellos predicar una conversión interior-intima o
trabajar en cambios externos?
Todas las posiciones,
probablemente fueron consideradas y exploradas.
A derecha, los partidarios de la
continuidad y de la interioridad tuvieron su hora. Se continua frecuentando el
templo, viviendo “a lo judío”, diciéndose que lo más importante no son los
gestos realizados sino el espíritu con el cual se hacen.