jueves, 23 de mayo de 2013

En los 21 años de la muerte de Atahualpa Yupanqui (1908-1992)


No sé si soy creyente; cuando le preguntaban eso mismo a mi padre, él respondía, en broma, que era dudante. En lo que hace a mí mismo, no soy religioso. Tengo por ahí algún sarampión místico que repentinamente me inquieta. (Atahualpa Yupanqui)





El 31 de enero pasado se celebraron los 105 años del nacimiento de Atahualpa Yupanqui.  Sin duda alguna, uno de los cantores y compositores que más ha aportado al folclor latinoamericano y sobre todo al folclor argentino y andino.

Un día como hoy el 23 de mayo de 1992, hace 21 años moría este gran poeta de la revolución y la esperanza.

“Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas” , hace cantar a los campesinos confrontados a sus patrones en “El arriero va”.

Los Chalchaleros, Hugo del Carril, Chavela Vargas, Rolando Laserie, Lucho Gatica, Facundo Cabral, Mocedades, por citar solo algunos artistas y grupos musicales,  han sucumbido al encanto y la poesía de este icono genial de la música sudamericana. Y entre sus canciones más célebres encontramos “Los ejes de mi carreta”,  “Luna tucumana”, “El arriero”, “La viajerita”…

Nacido bajo el nombre de Héctor Roberto Chavero Aramburu en el Partido de Pergamino (Región de Buenos Aires), Argentina.

Su seudónimo, elegido desde la adolescencia, está formado por los nombres de “Atahualpa” y “Yupanqui”. El primero, que fue el último emperador inca, ejecutado por los conquistadores de Francisco Pizarro y el segundo “El hombre de grandes méritos”, cacique supremo de los indios quechuas .

Su padre es de ascendencia quechua, su madre vasca, Atahualpa pasa sus primeros años en el Campo de la Cruz, en el norte de Buenos Aires. Después pasa el resto de su infancia en Fortín Roca, otro pueblo de la pampa, donde su padre es jefe de estación del tren. Desde la  edad de 6 años aprende a tocar el violín y la guitarra.

Pasó su infancia en Tucumán, en el noroeste de Argentina, donde llega con su familia a la edad de 10 años (en 1918). Tucumán, sus paisajes, sus días y sobretodo el folclor de esta región, ejerce una grande influencia en él y constituirá la fuente esencial de su obra de compositor.

“Don Ata”, como fue conocido por muchos compondrá muchas canciones a Tucumán, solo por citar dos como ejemplo: “Adios Tucumán” y “Luna Tucumana”: yo no le canto a la luna,/ porque es luna nada más, /le canto porque ella sabe de mi triste caminar”.

En 1921, muere su padre,  él tiene 13 años y  decide a convertirse en artista, realizando diversos trabajos para ganarse la vida.

Recorre entonces las grandes regiones de su país, descubriendo la realidad de pobreza y casi de miseria en la cual vive su pueblo de las zonas rurales, conformada por indios y mestizos.

Entonces Atahualpa se convierte en el mensajero de esos indios y mestizos en sus primeras composiciones: camino del indio, Nostalgia de Tucumán.

En 1928, siendo periodista en Buenos Aires encuentra al antropólogo Alfredo Métraux, con quien explora la Bolivia. Su conocimiento intimo de las personas, de los paisajes, de las costumbres ancestrales y del alma indígena alimentan su inspiración.

Yupanqui fue un poeta popular, pero mientras que otros autores tangueros evocan un pueblo de desarraigados, hacinados en los suburbios pobres de la ciudad, Atahualpa nos habla de hombres y mujeres de la tierra, anclados en sus linajes, apegados a su pueblo, y que se proyectan en su descendencia. Campesinos, ganaderos, mineros, tejedores, gauchos valientes y orgullosos, están presentes en sus poemas cantados.

Hombre de grandes espacios, Don Ata le da un lugar importante a la naturaleza en sus canciones. El viento, la luna y el sol, la selva, las montañas y los valles, son constantemente evocados: En las arenas bailan los remolinos / el sol juega en el brillo del pedregal (el arriero va).


Pero esta naturaleza es más que una simple decoración. Los animales, los árboles sobretodo, poseen una personalidad, un alma, y dialogan con los hombres que viven en ósmosis con ellos: El árbol que tú olvidaste siempre se acuerda de ti, /  y le pregunta a la noche 
si serás o no feliz (El árbol que tú olvidaste).


En 1948, después de haber sido encarcelado dos veces (por su afiliación al Partido
Comunista) bajo el régimen autoritario de Juan Perón, se exilia en Francia, no sin antes pasar por Uruguay.

Hace sus debuts en 1950 en el Teatro de la Atenea en Paris, presentado por Edith Piaf.  

Adquiere así una alta notoriedad y se hace amigo de grandes celebridades como Louis Aragón, Paul Eluard, Picasso y Rafael Alberti. Multiplica sus giras en Europa y por todo el mundo.

Entre su repertorio de más de 300 canciones compuestas por él mismo y 1500 cantadas, de acuerdo a las formas melódicas del folclor argentino, se cuentan milongas, zambas, chacareras, vidalas y bagualas.

A menudo la música de sus canciones es compuesta por su esposa Paule Antoinette Pepin Fitzpatrick (pianista y compositora nacida en Terranova, Canadá, quien fallece el 14 de noviembre de 1990 en Buenos Aires), quien firma bajo el seudónimo de Pablo del Cerro.

El muere el 23 de mayo de 1992 en Nimes y según su deseo, su cuerpo fue repatriado a Argentina y reposa en Cerro Colorado (Córdoba).

Actualidad de Yupanqui

Con el paso del tiempo, uno percibe mejor hoy las ambigüedades y los peligros de los mensajes transmitidos por la Nueva Canción latinoamericana. La protesta contra la injusticia social, por ejemplo, nos parece apenas a primera vista legítima y despierta nuestra simpatía. Pero expresada de una manera demasiado maniquea, no corre el peligro de llevar a la acusación desmesurada e inconsciente de algunos chivos expiatorios señalados de todos los males? : los blancos, los americanos, los ricos, etc.  Esta visión simplista del mundo no prepara a los espíritus para peligrosas consecuencias políticas?
Ella puede, en efecto, ser instrumento para justificar en fin, la violencia y la intolerancia presentadas como una acción necesaria de purificación contra los elementos supuestamente malévolos. Y el artista puede llevar en esta peligrosa derivación una responsabilidad igual de pesada como su talento. La mitificación del personaje del Che Guevara constituye un buen ejemplo de desviación posible. Atahualpa, contribuye en efecto por sus canciones al nacimiento del mito del “Che”, ícono romántico de una revolución que hoy no puede ser soñada o anhelada, porque ella no ha tenido lugar…Sin embargo no se olvidará que el “Che” fue igualmente apodado “El pequeño carnicero”, por su papel controvertido de guardián, de procurador y de ejecutor en la prisión de la Cedeña en la Habana en 1959. De aquellas victimas (entre las cuales, sin duda, muchos inocentes), ni una palabra, con seguridad, en la canción comprometida o llamada canción protesta, o mensaje (social).
Reconozcamos sin embargo que nunca, en ninguno de sus escritos, Atahualpa Yupanqui  no incitó a la violencia contra nadie.
Y más allá de las posibles desviaciones de la canción protesta, este gran artista-a la vez poeta, compositor, guitarrista y cantante-continua haciendo resonar en nuestros corazones un llamado siempre vibrante a la libertad, a la justicia y a la esperanza.

A mí personalmente lo que me sorprende aprender de Atahualpa Yupanqui es su posible y presumible ateísmo. Uno espera que un hombre cuyos orígenes humildes son casi siempre conjugados con la religiosidad católica cristiana, sobre todo en América Latina no haya dejado impregnarse por la idea de la existencia de Dios. Su madre era creyente, pero su padre dudaba…Y al igual que su progenitor, Atahualpa como lo expresa en su canción : “preguntitas”, prefiere guardar silencio y mas bien no hablar o explicar quién es Dios, como él mismo lo expresa en este testimonio:

«”Preguntitas sobre Dios” es una canción que me trajo muchas satisfacciones y también muchos dolores de cabeza; en cierta ocasión, por cantarla, llegué a estar cien días preso en una cárcel.

Yo no quiero faltarle el respeto a lo que la gente cree y ama; yo tengo la obligación de respetar.

No soy muy creyente; soy un poco como era mi padre...; cuandon mi madre me decía: “Yo soy creyente”, mi padre me miraba y decía: “Yo soy dudante”.

Yo también soy un poco “dudante”, tengo algunas dudas...; Puedo decirles por qué soy dudante, no es una falta de respeto.

Una vez me preguntaron: “¿Usted cree en Dios?”... Tengo mucho respeto por la imagen de Dios; mucho respeto por mamá, mi madre –adorable vasca, mi veces adorable, un millón de veces–; pero tengo también una duda que quisiera aclararles; una vez que termine mi duda podré rendirle mi homenaje a Dios, pero mientras tanto permítanme que guarde silencio. 

¿Y cuál es esa duda?. Mi duda es muy sencilla. Un sacerdote amigo mio un día me preguntó: “¿Usted cree en Dios?”. Y yo le contesté: “Tengo una duda”... “¿Y cuál es tu duda?”, volvió a preguntarme... Y yo le respondí: “Usted me pregunta si creo en Dios, y yo a mi vez me pregunto: Dios, ¿creerá en mí?...; esa es mi duda”».

Bellísimas palabras que son una extraordinaria y emotiva introducción para escuchar seguidamente la canción "Preguntitas sobre Dios" que, por cierto, como podrán comprobar tiene una total y absoluta vigencia.

Preguntitas sobre Dios (o Las preguntitas)

Un día yo pregunté:
¿Abuelo, dónde está Dios?
Mi abuelo se puso triste,
y nada me respondió.

Mi abuelo murió en los campos,
sin rezo ni confesión.
Y lo enterraron los indios
flauta de caña y tambor.

Al tiempo yo pregunté:
¿Padre, qué sabes de Dios?
Mi padre se puso serio
y nada me respondió.

Mi padre murió en la mina
sin doctor ni protección.
¡Color de sangre minera
tiene el oro del patrón!

Mi hermano vive en los montes
y no conoce una flor.
Sudor, malaria y serpientes,
es la vida del leñador.

Y que naide le pregunte
si sabe dónde esta Dios:
Por su casa no ha pasado
tan importante señor.

Yo canto por los caminos,
y cuando estoy en prisión,
oigo las voces del pueblo
que canta mejor que yo.

Si hay una cosa en la tierra
más importante que Dios
es que naide escupa sangre
pa’ que otro viva mejor.

¿Qué Dios vela por los pobres?
Tal vez sí, y tal vez no.
Lo seguro es que Él almuerza
en la mesa del patrón.



REFERENCIAS y OTROS SITIOS PARA PROFUNDIZAR EN LA VIDA DE ATAHUALPA YUPANQUI:








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Gustavo Quiceno