El evangelio de este domingo nos invita a
adoptar una mirada nueva frente a nuestros semejantes que pretendemos juzgar y
condenar, señalar con el dedo, olvidando que también nosotros tenemos
errores. Hay que mirar primero la paja en nuestro ojo antes de sacar la
del ojo ajeno.
Hemos de ser misericordiosos con nuestros
hermanos, ser tolerantes, comprensivos, buscar que se convierta, y que resurja,
antes que condenarlo o hundirlo. El Señor Jesús nos invita hoy a
tener la misma mirada del padre en amor y misericordia.
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 8, 1- 11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al Monte de los Olivos.
Al amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a él, y,
sentándose, les enseñaba.
Los letrados y los fariseos le traen una mujer
sorprendida en adulterio y colocándola en medio, le dijeron:
-- Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante
adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adulteras: tú, ¿qué dices?
Le preguntaban esto para comprometerlo, y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en
preguntarle, se incorporó y les dijo:
-- El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al
oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el
último. Y se quedó solo Jesús y la mujer en medio de pie.
Jesús se incorporó y le
preguntó:
-- Mujer, ¿dónde están
tus acusadores? ¿Ninguno te ha condenado?
Ella le contestó
-- Ninguno, Señor.
Jesús dijo:
-- Tampoco yo te
condeno. Anda y adelante no peques más.
Palabra del Señor
A guisa de introducción:
“Vete, y en adelante no
peques más”
Estas palabras fueron pronunciadas por Jesús en presencia de una mujer
sorprendida en flagrante delito de adulterio.
Los fariseos que la acusaban querían que se le lapidara (muerte a
pedradas) como la ley lo mandaba. Jesús
se niega a tal condenación y dice simplemente a sus acusadores: “Aquel entre ustedes que no tenga pecado que tire la
primera piedra”.
Palabras iluminadoras y salvadoras. Palabras de un corazón que ama y
perdona. Estas palabras han atravesado el tiempo y aun perviven…y ellas nos
iluminarán hasta el final de los tiempos a ustedes y a mí, a aquellos que nos
rodean, a todos aquellos que habrán habitado, habitan y habitarán la Tierra.
La mujer había sido llevada por varios hombres ante Jesús, solamente por
hombres. Ella permanecía silenciosa, avergonzada. Ella bajaba la mirada, sabiéndose
culpable, condenable y condenada.
“Vete y en adelante no peques más”
Todo era oscuridad en ella y ante ella, y he aquí que un camino de luz se
le abre. Todo estaba muerto en ella, y he aquí que la vida se le es ofrecida
nuevamente. Generosidad de Dios. Indecible amor de Dios. Nunca nosotros contemplaremos lo suficiente, este
amor. Jamás lo cantaremos con la debida convicción,
felices de saber que este amor nos es personalmente ofrecido como es ofrecido a
todos.
La ley no ha sido abolida. Jesús no ha cerrado los ojos ante el mal que
se ha cometido. Él, simplemente ha
proclamado que el amor debe prevalecer o y ser puesto por encima de todo.
Aproximación
psicológica del evangelio:
Arreglen
ustedes sus problemas primero:
Podemos imaginar fácilmente
a los fariseos exacerbados y o excitados por sus propios deseos sexuales o sus
dudas pensando en la fidelidad de sus
propias esposas.
Esta mujer que acababa
de pasar la noche con su amante (la escena ocurre muy de mañana) podía entonces
atizar tanto su envidia como su hostilidad.
Pero esta interpretación
es hipotética y es posible igualmente ver a los fariseos furibundos por una
moral sexual que ellos mismos estiman o consideran superada, al menos en lo que
concierne a la represión del adúltero (a). El texto, en efecto no deja entender
que ellos quieran ejecutar a la mujer. Pero la ocasión es propicia para empujar a Jesús hacia la trampa e implicarlo en una posible situación embarazosa donde Él debe tomar el riesgo de decir en voz alta
lo que todo el mundo dice en voz baja, de acuerdo a lo que el texto cuenta explícitamente
en el versículo 6.
De igual manera como en
otras situaciones, donde Él siente que se le quiere poner una trampa, Jesús
decide no pronunciarse sobre el contenido del problema. El v.11 muestra que
Jesús no toma el adulterio a la ligera. Pero con esto les hace entender que el problema es de la mujer
implicada y de su prometido (novio o compañero). Comiencen por arreglar sus propios problemas y enseguida ustedes verán de
manera más clara para intervenir en la vida de los demás (cfr. Lucas 7,1-5).
Dense cuenta de su propia fragilidad y
sus propios errores, y esto les ayudará a situarse más humanamente frente a los
pecados de los otros.
Según su costumbre,
Jesús reenvía sus interlocutores a su propia experiencia vivida. Consciente del carácter provocador de su reacción,
se las arregla para que nadie muera de manera inútil al final de este proceso.
Para librar a sus interlocutores de la vergüenza de cruzar su mirada y para dar
tiempo de olvidar o hacer recular lo que acaba de suceder, Él se inclina de
nuevo en el suelo y permanece en silencio.
Y cuando ya nadie les
rodea y solo frente a la mujer le dice a ésta: “Yo tampoco, yo no te puedo condenar, conozco demasiado la fragilidad
humana y la ternura del Padre”.
A través de la mujer es
a nosotros que esta Palabra es dirigida: ve
y no peques más, ni por debilidad, como ella, ni por dureza como ellos.
REFLEXIÓN CENTRAL
Cuál es el pecado más horroroso ?
Como no conocemos el
contexto de este relato, que es añadido al Evangelio, no sabemos las razones
por las cuales a Jesús quieren “ponerle una trampa”. Pero dada la semejanza con
los acontecimientos del final de la vida de Jesús, según nos cuentan los
Sinópticos, podemos pensar que el drama ya se ha desencadenado y se pretende por todos los medios
encontrar argumentos para un juicio que ya está decidido. En ese sentido, el
texto es semejante al de la moneda del impuesto al César. Tampoco es fácil
saber exactamente cuál es la trampa, pero parece ser ponerlo en la disyuntiva
entre ser fiel a la ley de Moisés, y consentir en que la adúltera sea
apedreada, con lo que su insistencia en la misericordia se revela “hipócrita”,
o insistir en la misericordia con lo que se manifiesta como infiel a lo mandado
por Moisés.
A Jesús no van a buscarlo
porque confíen en su buen criterio o porque reconozcan autoridad a su palabra,
o porque él pueda decidir la suerte de la mujer. En realidad, en este drama ni
Jesús ni la mujer son importantes. Ambos son rechazados por los escribas y
fariseos. Jesús, porque buscan atraparlo, la mujer porque es una simple excusa
para ese objetivo. Por eso, porque su palabra en realidad no importa es que el
Señor se inclina para escribir en tierra.
Manifiesta su desinterés por la cuestión, como ellos también la manifiestan.
Somos tan prontos a
juzgar y condenar, nosotros los hombres. ¡Es tan fácil en este caso! Nada menos
que una adúltera, descubierta en plena infidelidad. Hay que aplicarle el rigor
de la ley: ¡debe ser apedreada! De paso, veremos cuánto de fiel a la ley es
Jesús. La actitud del Señor no parece ser muy atenta; casi, hasta parece indiferente...
Juzgar y condenar, en nuestras actitudes, muchas veces van de la mano, se le
parecen. Los hombres ya condenaron, falta que hable Jesús, para condenarlo
también a él.
¿Sexo? ¡Horror! Para
tantos, todavía sigue siendo el más grave y horroroso de los pecados. Es cierto
que muchas veces nos hemos ido al otro extremo, y no hablamos ya del tema, pero
cuántas veces nos encontramos con actitudes o comentarios que parecen que el
único pecado existente es el pecado sexual. La envidia, la ambición, la falta
de solidaridad, la injusticia, la soberbia, y tantos otros, parecen no existir
en la “lista”. El sexo es "el" pecado. Esa es, también, la
actitud de los acusadores de la mujer: fue descubierta en pleno pecado, ¡debe
ser apedreada! "-Muy bien, el que no tenga pecado, tire la primera
piedra". Y, casualmente, los primeros en retirarse son los ancianos,
los que ya no tienen "ese" pecado. Muchos pecados hay, no uno,
pero nosotros juzgamos, ¡y hasta condenamos!
Sería casi sin
sentido hacer una lista de todos los pecados de nuestro presente; sería sin
sentido porque sería interminable: basta con leer casi cada página de los
diarios... ¿Quién considera pecado sus opciones políticas que miran sus
intereses y no lo que mejor beneficie la causa de los pobres? ¿Quién considera
pecado su falta de solidaridad con los marginados de su mismo barrio o región?
¿Quién considera pecado su "no te entrometas", o su falta de compromiso político
para que los pecados desaparezcan?... Y, en esa misma línea: ¿quién no
considera un pecado atroz y gravísimo a una madre soltera, o todo lo
relacionado con el sexo?, ¿quién no considera verdaderamente intolerable toda
cercanía siquiera con prostitutas...? Este, que hoy leemos, fue el texto
comentado por monseñor Romero en su célebre última homilía: “No encuentro figura
más hermosa de Jesús salvando la dignidad humana, que este Jesús que no tiene
pecado frente a frente con una mujer adúltera... Fortaleza pero ternura: la
dignidad humana ante todo... A Jesús no le importaban (los) detalles
legalistas... Él ama, ha venido precisamente para salvar a los pecadores...
convertirla es mucho mejor que apedrearla, ordenarla y salvarla es mucho mejor
que condenarla... Las fuentes (del) pecado social (están) en el corazón del
hombre... nadie quiere echarse la culpa y todos son responsables... de la ola
de crímenes y violencia... la salvación comienza arrancando del pecado a cada
hombre." "-No peques más".
REFLEXIÓN (2)
La ley o la vida
“Le traen a Jesús una mujer sorprendida en adulterio y le dicen: Maestro,
la ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras. ¿Tú qué dices?” San Juan,
cap. 8.
Un abogado descubre con sorpresa que el culpable en el caso que investiga
es el novio de su hija. Todo está listo para la boda. La joven se entera y una
noche interroga entre lágrimas a su padre: ¿Para qué son las leyes? Para
destruir o para rehacer al hombre? ¿No podría yo rehabilitar a Jaime?
Los fariseos colocan a Cristo en un delicado parangón: Si perdona a la
adúltera podrán acusarlo de obrar contra la ley. Si ordena apedrearla ¿en dónde
están su comprensión y mansedumbre?
Jesús apela a la conciencia de los acusadores, con una respuesta
decisiva: “El que esté sin pecado que le tire la primera piedra”. Y mientras
tanto, escribe con el dedo en el suelo. Quizás recordaba a los acusadores la
lista de sus delitos.
San Juan no omite un detalle interesante: “Se fueron escabullendo uno a
uno, empezando por los más viejos”. A veces los adultos somos los más culpables
por nuestras actitudes de injusticia. Gozamos de experiencia y de poder
decisorio, pero no deseamos arriesgar nuestros privilegios.
Jesús no niega la culpabilidad de la mujer, pero tampoco ordena darle
muerte. La salva. Es su tarea: Rehabilitar al hombre. “Tampoco yo te condeno.
Anda y en adelante no peques más”.
Nosotros no actuamos como Jesús. Casi siempre pedimos que se aplique la
ley hasta sus últimas consecuencias, sin preocuparnos por las situaciones que
dieron origen al delito. Una ley que muchas veces no salva sino que destruye. O
rasgamos las vestiduras con gesto de comediante ofendido. O escondemos la
cabeza como el avestruz, en la amable tibieza del hogar, en nuestras cuentas
bancarias, o en una altiva confesión: “Yo no soy como los demás hombres”.
Pero las actitudes serias, las medidas audaces y cristianas, las acciones
comprometidas para salvar al hermano, para mejorar nuestra sociedad, ¿en dónde
están?
Al correr de los días siguen creciendo nuestros hermanos sin pan, sin
techo, sin escuela, sin atención médica, sin amor. Es imposible ser bueno
cuando se nace marginado de todo, mirando desde lejos a quienes todo lo tienen
y están ciegos y sordos en su abundancia.
Al tomar la piedra para destruir al hermano, recordemos que alguna vez
nos vamos a encontrar solos frente al Señor, como dice al final el evangelista:
“Quedó solo Jesús, y la mujer en medio,
de pie”.
P. Gustavo Vélez (Calixto). Mxy
OBJETIVO
DE VIDA PARA LA SEMANA:
-
Cada
día, diré a Dios: “Gracias por todos los perdones que he recibido de Ti”.
-
Durante
la semana, me esfuerzo por acercarme a una persona con la cual esté enojada o
viviendo un conflicto (crisis de comunicación).
-
Pienso
en los hombres que habían llevado la mujer adúltera ante Jesús. Me pregunto si
se me ha ocurrido comportarme como ellos.
ORACIÓN-MEDITACIÓN
Señor,
como es de fácil reconocerse hoy
en la actitud de los escribas y de
los fariseos del evangelio!
Nosotros también estamos prontos a juzgar
y a condenar!
Tenemos siempre piedras en las
manos,
listas para tirárselas a los demás!
Pero Tú, te niegas a condenar,
Tú te niegas a encerrar el ser
humano en su pasado
o a reducirlo solo a su pecado.
Tú le das siempre una nueva
oportunidad,
puesto que lo sabes capaz de cambiar,
de volverse a poner de pie y de
reinventar su vida.
Dios de ternura y de piedad,
lo que has hecho hoy por la mujer
adultera,
Tú lo haces también por nosotros,
cuando nos pasos nos alejan de Ti.
Y Tú nos invitas a hacer lo mismo
por los otros.
Enséñanos siempre a mirar al fondo
de nosotros mismos
antes de lanzar la piedra a los
otros.
Ayúdanos a seguirte sobre el camino
del perdón
y a saber darnos también una
segunda oportunidad.
Permítenos siempre creer en un
avenir posible,
Sin importar como sea nuestro
pasado y nuestra historia.
REFERENCIAS:
-
Pequeño
misal “Prions en Église”, edición quebequense, 2010.
-
HÉTU,
Jean-Luc. Les Options de Jésus.
-
http://tejasarriba.org (Sitio virtual del P.
Gustavo Vélez. mxy)