Las políticas de Estado
son justas?
Lo que me pretende
vender la publicidad es necesario e
indispensable para mi felicidad?
En verdad debo matarme
trabajando y producir para ser alguien?
Es en el ser o en el
tener que se encuentra la esencia del ser humano?
No son cuestiones innovadoras, de hecho, desde los filósofos
presocráticos, hasta pasando por Jesús de Nazaret, a la humanidad, a la sociedad se le ha
planteado estas preguntas.
Pero son también este tipo de preguntas que nos invita a responder y a reflexionar la filosofía
del alemán Herbert Marcuse, quien nació un día como hoy el 19 de julio de 1898.
Lo que el orden establecido me presenta como “razón” es
verdaderamente razonable?, real?
“Aquello que es no puede ser verdad”, afirmaba Marcuse.
A primera vista, nada parece ser más irracional que la fórmula
de Marcuse. Esta frase figura en su libro “Razón y revolución” (1941). Si
aquello que es, no es verdad, qué es lo que puede ser verdad? En efecto Marcuse
revira a Hegel, quien afirmaba que “todo lo que es real es racional”.
Marcuse encuentra esta idea peligrosa, porque ella incita a
pensar que todo lo que existe es necesariamente racional. Él quiere recordarnos
que las cosas que nosotros estimamos “normales” pueden ser bien más anormales
de lo que queramos admitir, y forzarnos a tomar conciencia del carácter irracional
de lo que tenemos por adquirido o aceptado.
En resumen “lo que es legal o aceptado no tiene porque ser
necesariamente siempre justo, real y o
verdadero”.
La razón subversiva
Marcuse se muestra particularmente virulento al confrontar la
sociedad capitalista y de aquello que él llama su “aterradora armonía de la
libertad y la opresión, de la productividad y de la destrucción, del
crecimiento y del retroceso.
Podemos creer que la sociedad en la cual vivimos está basada
en la razón y la justicia; pero mirando de cerca, uno constata que está lejos
de ser así, justa y también racional como se podría creer.
Marcuse no busca desacreditar la razón; él dice que la razón debe
ser subversiva, y que debemos recurrir a ella para interrogar y poner en tela
de juicio a la sociedad.
Según Marcuse, el objeto de la filosofía es “elaborar una teoría
racionalista de la sociedad”.
Los bellos y lujosos autos son según Marcuse, los emblemas de
nuestra necesidad de reconocimiento. El Hombre no es más que una extensión de
los “iconos” que él mismo ha creado.
Breve Biografía :
Herbert Marcuse nació el
19 de julio de 1898,
en Berlín (Alemania) un día como hoy.
Después de un fuerte compromiso socialista durante su
juventud, redacta una tesis de doctorado en 1932 sobre la novela alemana y
sobre las relaciones entre arte y sociedad.
Al mismo tiempo, él es autor de un trabajo sobre Hegel bajo la dirección de Martin Heidegger en Friburgo. El mismo año, entra en contacto con el Instituto de Investigación social de Francfort que se convertirá luego en la Escuela de Francfort. En esta escuela se convierte en uno de sus pilares y ella ejerce gran influencia en su vida.
Al mismo tiempo, él es autor de un trabajo sobre Hegel bajo la dirección de Martin Heidegger en Friburgo. El mismo año, entra en contacto con el Instituto de Investigación social de Francfort que se convertirá luego en la Escuela de Francfort. En esta escuela se convierte en uno de sus pilares y ella ejerce gran influencia en su vida.
La Escuela de Francfort está formada por grandes
intelectuales alemanes de la época: Theodor Adorno, Max Horkheimer y Walter
Benjamin (quien se suicida en 1940). Partiendo de las filosofías de Marx, Hegel
o Freud, esta escuela construye una crítica de la sociedad contemporánea,
poniendo en tela de juicio, en cuestión su supuesta racionalidad…existen
sistemas filosóficos de aquí y de allá
que buscan hacer al hombre o al individuo totalmente calculable.
Herber Marcuse continúa su carrera de intelectual enseñando
en grandes universidades americanas: Columbia, Harvard, Brandeis y finalmente
San Diego. En 1955 publica su primera gran obra, “Eros y Civilización”, síntesis de Marx y Freud. En 1964, publica el
hombre unidimensional. A pesar del suceso, éxito de su pensamiento, su última
obra “La dimensión estética”, publicada en 1978, es una reflexión preferentemente
pesimista sobre la estética como último refugio.
Murió el 29 de julio de
1979, a la edad de
81 años, en Starnberg en Baviera.
SUS IDEAS:
Contrariamente a Freud, que veía en el principio de realidad
la necesidad de la sublimación represiva de los deseos- después de leer al
joven Marx-denuncia la inhumanidad del principio de realidad represivo, que no
es otro que el principio de realidad de la sociedad vigente.
Él preconiza al contrario, la eclosión (manifestación) de los
deseos, la transformación de la sexualidad en Eros, la abolición del trabajo
alienado y el advenimiento de una ciencia y una técnica nuevas, que estarán al
servicio del ser humano. Él no cuestiona lo esencial de las teorías freudianas,
a bien decir, las complementa, adaptándolas a su época, liberándolas de una concepción
burguesa de la sociedad para hacerlas emancipadoras y verdaderamente
universales. En revancha, critica el revisionismo neo-freudiano, que tiende a
edulcorar (suavizar) el carácter subversivo
de los descubrimientos de Freud. Marcuse sin embargo va mucho más lejos que
Freud cuando intenta pensar una “sublimación no represiva”.
Marcuse es muy importante y determinante para los movimientos
ecologistas de hoy, puesto que fue uno de los pocos en pensar que una sociedad
no represiva implicaba también un cambio en las técnicas, allí, donde Marx
pensaba que un cambio en las relaciones de producción era suficiente.
La represión del deseo, inherente a toda cultura (por el principio de
realidad sometido a las exigencias sociales) ha ido más lejos de lo necesario
para responder a las falsas necesidades (principio de rendimiento, falsos
sueños de la publicidad). Ella engendra una
super represión que despierta, acumula y desvía la tendencia destructora
de los hombres , y da también al principio de Nirvana una dimensión mortífera,
que amenaza la humanidad entera.
Apuntes:
Cuando el movimiento obrero se extendió
por toda Europa, la obra de Marx empezó a tener un enorme impacto entre todos
los intelectuales. Engels resumió las tesis del materialismo histórico en su
“anti-Düring”, compendio que a su vez ha sido simplificado y distorsionado por
muchos, sobre todo a partir de la instauración de los regímenes políticos de
inspiración marxista. El impacto en el pensamiento político fue tal que durante
la guerra fría (1945-1989) gran parte de la intelectualidad mundial se dividió
entre marxistas y liberales. Junto a Freud (que también denunció la parte
represiva de la civilización), el marxismo fue la base de los movimientos
sociales de las revueltas del 68 que se opusieron a la deshumanización de la
sociedad por parte de la técnica, la máquina y también el consumo. Muchos
autores (Adorno, Marcuse, Fromm) se inspiraron en la idea de alienación para
denunciar a una sociedad que promovía falsos ideales de felicidad a través de
la publicidad, la nueva “industria cultural” y el embrutecimiento
laboral. Otros (Illich, Munford,) estudiaron el impacto negativo de la técnica
en la ecología natural y humana, y vieron cómo, en la sociedad industrial, los
medios se convierten en fines y el hombre acaba estando al servicio de las
instituciones (el trabajo, el coche, la escuela,..) y no al revés. El mercado
destruye las antiguas formas de convivialidad y convierte las relaciones
sociales en transacciones
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Marcuse, en concreto, denuncia lo que el mundo moderno ha
tomado por razón: la dominación tecnológica carente de fines racionales que lo reduce
todo a medios para ejercer el dominio. De esta forma, la razón imposibilita la
comprensión objetiva de la realidad y conduce a la subordinación al orden
existente. Se trata de una falsa racionalidad que encubre la carencia de
libertad bajo la forma de múltiples comodidades. A cambio de este
aparente bienestar, la sociedad de consumo nos ofrece un creciente control
sobre la vida, las necesidades y las facultades humanas.
¿Cómo llegó a constituirse esta racionalidad tecnológica en
sistema de dominio? En primer lugar, en las sociedades industriales avanzadas
han quedado integradas todas las dimensiones de la existencia. El individuo ha sido
anulado por la sociedad, del mismo modo que la posibilidad de un cambio cualitativo
que originara nuevas formas de existencia más humanas.
La sociedad unidimensional ha integrado los opuestos ', ha eliminado toda
oposición radical alistándola en sus filas, convenciéndola de que su único
interés ha de ser la preservación del statu quo, el aumento de la capacidad de consumo. En esta sociedad el
aparato técnico determina a priori sus productos tanto como las necesidades
sociales e individuales. Aunque el poder de la maquinaria es sólo poder humano
almacenado, Marcuse afirma que en las sociedades totalitarias no puede
mantenerse la neutralidad de la tecnología…
Otros enlaces para profundizar en
Marcuse y su pensamiento:
Acá una reseña original, divertida y por lo demás mordaz de "Eros y civilización", uno de los libros más populares de Marcuse: