jueves, 18 de julio de 2013

En los 115 años del nacimiento de HERBERT MARCUSE, el filósofo que nos invita a ser críticos ante la sociedad consumista y un mundo aparentemente bien



Las políticas de Estado son justas?

Lo que me pretende vender la publicidad es necesario  e indispensable para mi felicidad?

En verdad debo matarme trabajando y producir para ser alguien?

Es en el ser o en el tener que se encuentra la esencia del ser humano?

No son cuestiones innovadoras, de hecho, desde los filósofos presocráticos, hasta pasando por Jesús de Nazaret,  a la humanidad, a la sociedad se le ha planteado estas preguntas.

Pero son también este tipo de preguntas  que nos invita a responder y a reflexionar la filosofía del alemán Herbert Marcuse, quien nació un día como hoy el 19 de julio de 1898.



Lo que el orden establecido me presenta como “razón” es verdaderamente razonable?, real?

“Aquello que es no puede ser verdad”, afirmaba Marcuse.

A primera vista, nada parece ser más irracional que la fórmula de Marcuse. Esta frase figura en su libro “Razón y revolución” (1941). Si aquello que es, no es verdad, qué es lo que puede ser verdad? En efecto Marcuse revira a Hegel, quien afirmaba  que “todo lo que es real es racional”.

Marcuse encuentra esta idea peligrosa, porque ella incita a pensar que todo lo que existe es necesariamente racional. Él quiere recordarnos que las cosas que nosotros estimamos “normales” pueden ser bien más anormales de lo que queramos admitir, y forzarnos a tomar conciencia del carácter irracional de lo que tenemos por adquirido o aceptado.

En resumen “lo que es legal o aceptado no tiene porque ser necesariamente siempre justo, real  y o verdadero”.


La razón subversiva

Marcuse se muestra particularmente virulento al confrontar la sociedad capitalista y de aquello que él llama su “aterradora armonía de la libertad y la opresión, de la productividad y de la destrucción, del crecimiento y del retroceso.

Podemos creer que la sociedad en la cual vivimos está basada en la razón y la justicia; pero mirando de cerca, uno constata que está lejos de ser así, justa y también racional como se podría creer.

Marcuse no busca desacreditar la razón; él dice que la razón debe ser subversiva, y que debemos recurrir a ella para interrogar y poner en tela de juicio a la sociedad.
Según Marcuse, el objeto de la filosofía es “elaborar una teoría racionalista de la sociedad”.

Los bellos y lujosos autos son según Marcuse, los emblemas de nuestra necesidad de reconocimiento. El Hombre no es más que una extensión de los “iconos” que él mismo ha creado.



Breve Biografía :

Herbert Marcuse nació el 19 de julio de 1898, en Berlín (Alemania) un día como hoy.

Después de un fuerte compromiso socialista durante su juventud, redacta una tesis de doctorado en 1932 sobre la novela alemana y sobre las relaciones entre arte y sociedad. 

Al mismo tiempo, él es autor de un trabajo sobre Hegel bajo la dirección de Martin Heidegger en Friburgo. El mismo año, entra en contacto con el Instituto de Investigación social de Francfort que se convertirá luego en la Escuela de Francfort. En esta escuela se convierte en uno de sus pilares y ella ejerce gran influencia en su vida.

La Escuela de Francfort está formada por grandes intelectuales alemanes de la época: Theodor Adorno, Max Horkheimer y Walter Benjamin (quien se suicida en 1940). Partiendo de las filosofías de Marx, Hegel o Freud, esta escuela construye una crítica de la sociedad contemporánea, poniendo en tela de juicio, en cuestión su supuesta racionalidad…existen sistemas filosóficos  de aquí y de allá que buscan hacer al hombre o al individuo totalmente calculable.

Herber Marcuse continúa su carrera de intelectual enseñando en grandes universidades americanas: Columbia, Harvard, Brandeis y finalmente San Diego. En 1955 publica su primera gran obra, “Eros y Civilización”,  síntesis de Marx y Freud. En 1964, publica el hombre unidimensional. A pesar del suceso, éxito de su pensamiento, su última obra “La dimensión estética”, publicada en 1978, es una reflexión preferentemente pesimista sobre la estética como último refugio.

Murió el 29 de julio de 1979, a la edad de 81 años, en Starnberg en Baviera.



SUS IDEAS:



Contrariamente a Freud, que veía en el principio de realidad la necesidad de la sublimación represiva de los deseos- después de leer al joven Marx-denuncia la inhumanidad del principio de realidad represivo, que no es otro que el principio de realidad de la sociedad vigente.

Él preconiza al contrario, la eclosión (manifestación) de los deseos, la transformación de la sexualidad en Eros, la abolición del trabajo alienado y el advenimiento de una ciencia y una técnica nuevas, que estarán al servicio del ser humano. Él no cuestiona lo esencial de las teorías freudianas, a bien decir, las complementa, adaptándolas a su época, liberándolas de una concepción burguesa de la sociedad para hacerlas emancipadoras y verdaderamente universales. En revancha, critica el revisionismo neo-freudiano, que tiende a edulcorar  (suavizar) el carácter subversivo de los descubrimientos de Freud. Marcuse sin embargo va mucho más lejos que Freud cuando intenta pensar una “sublimación no represiva”.

Marcuse es muy importante y determinante para los movimientos ecologistas de hoy, puesto que fue uno de los pocos en pensar que una sociedad no represiva implicaba también un cambio en las técnicas, allí, donde Marx pensaba que un cambio en las relaciones de producción era suficiente.

La represión del deseo,  inherente a toda cultura (por el principio de realidad sometido a las exigencias sociales) ha ido más lejos de lo necesario para responder a las falsas necesidades (principio de rendimiento, falsos sueños de la publicidad). Ella engendra una  super represión que despierta, acumula y desvía la tendencia destructora de los hombres , y da también al principio de Nirvana una dimensión mortífera, que amenaza la humanidad entera.





Apuntes:

 Cuando el movimiento obrero se extendió por toda Europa, la obra de Marx empezó a tener un enorme impacto entre todos los intelectuales. Engels resumió las tesis del materialismo histórico en su “anti-Düring”, compendio que a su vez ha sido simplificado y distorsionado por muchos, sobre todo a partir de la instauración de los regímenes políticos de inspiración marxista. El impacto en el pensamiento político fue tal que durante la guerra fría (1945-1989) gran parte de la intelectualidad mundial se dividió entre marxistas y liberales. Junto a Freud (que también denunció la parte represiva de la civilización), el marxismo fue la base de los movimientos sociales de las revueltas del 68 que se opusieron a la deshumanización de la sociedad por parte de la técnica, la máquina y también  el consumo. Muchos autores (Adorno, Marcuse, Fromm) se inspiraron en la idea de alienación para denunciar a una sociedad que promovía falsos ideales de felicidad a través de la publicidad, la  nueva “industria cultural” y el embrutecimiento laboral. Otros (Illich, Munford,) estudiaron el impacto negativo de la técnica en la ecología natural y humana, y vieron cómo, en la sociedad industrial, los medios se convierten en fines y el hombre acaba estando al servicio de las instituciones (el trabajo, el coche, la escuela,..) y no al revés. El mercado destruye las antiguas formas de convivialidad y convierte las relaciones sociales en transacciones

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Marcuse, en concreto, denuncia lo que el mundo moderno ha tomado por razón: la dominación tecnológica carente de fines racionales que lo reduce todo a medios para ejercer el dominio. De esta forma, la razón imposibilita la comprensión objetiva de la realidad y conduce a la subordinación al orden existente. Se trata de una falsa racionalidad que encubre la carencia de libertad bajo la forma de múltiples comodidades. A cambio de este aparente bienestar, la sociedad de consumo nos ofrece un creciente control sobre la vida, las necesidades y las facultades humanas.

¿Cómo llegó a constituirse esta racionalidad tecnológica en sistema de dominio? En primer lugar, en las sociedades industriales avanzadas han quedado integradas todas las dimensiones de la existencia. El individuo ha sido anulado por la sociedad, del mismo modo que la posibilidad de un cambio cualitativo que originara nuevas formas de existencia más humanas.

La sociedad unidimensional ha integrado los opuestos ', ha eliminado toda oposición radical alistándola en sus filas, convenciéndola de que su único interés ha de ser la preservación del statu quo, el aumento de la capacidad de consumo. En esta sociedad el aparato técnico determina a priori sus productos tanto como las necesidades sociales e individuales. Aunque el poder de la maquinaria es sólo poder humano almacenado, Marcuse afirma que en las sociedades totalitarias no puede mantenerse la neutralidad de la tecnología…



Otros enlaces para profundizar en Marcuse y su pensamiento:




Acá una reseña  original, divertida y por lo demás mordaz de "Eros y civilización", uno de los libros más populares de Marcuse:

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Gustavo Quiceno