lunes, 13 de octubre de 2008

10 días en el pesebre de oro colombiano (Parte II)


Y sigo con el cuento de MARMATO.
En verdad fue una corta estadía, pero hice lo posible por vivir con intensidad cada día.
En mi calidad de sacerdote, tuve la oportunidad de abrir puertas y suscitar confianza entre algunas familias…Hice a la vez, el encuentro espontáneo de varios jóvenes sobretodo “mototaxistas” que me transportaron de un lugar a otro. Así fue como visite varias veces el corregimiento de San Juan, descendí al llano y monté a una de las veredas más bellas “LA Cuchilla” en límites con caramenta y conocí una de las minas más grandes y organizadas del municipio, ubicada en el sitio conocido como “La Palma”, y cuya razón social es MINEROS NACIONALES.
El jueves 25 de septiembre exactamente se me dio la oportunidad de incursionar en las minas, gracias a la invitación y el coraje de la señora Gloria Valencia quien es la encargada de Recursos humanos en dicha empresa. El ingeniero Cesar Cano, también paisa, fue mi guía por los recovecos de las minas, donde puede contemplar la realidad de esos topos humanos que día a día desafían a la muerte, exponiéndose con riesgo a derrumbes de tierra que los puede tapar, a las contusiones que pueden sufrir por un desafortunado golpe o una mal esquivada de maquinas y pequeños trenes.
Don César Cano , mientras me acompañaba me describía a la vez el funcionamiento de la mina, la manera cómo se desarrolla cada actividad. En la mina trabajan alrededor de 700 personas, sólo hombres adultos. Ellos se reparten en tres jornadas diarias de 7 de la mañana a 3 de la tarde , de 3 a 11 de la noche y de 11 de la noche a 7 de la mañana.
A medida que íbamos encontrando a los mineros solos en grupos, don César me presentaba como el padrecito que estaba en Marmato, unos pocos se les ocurría solicitarme la bendición para ellos, mientras otros me sugerían que repartiera bendiciones mientras recorría las minas.
Las tierras sobre las que se levanta el municipio, conocido eufemísticamente como el Cerro de Oro, ya que la explotación del metal viene desde tiempos precolombinos, fueron habitadas por la tribu de los supías. Sebastián de Belalcázar fue el primer conquistador que pasó por sus dominios. Sus primeros pobladores fueron algunos españoles de la Ciudad de Santa Fe de Antioquia cuyos nombres no se conservan.
Su fundación parece que fue en 1540 y años siguientes; los españoles le dieron el nombre de Cartama, nombre que la historia no conservó. Un río, el Cauca al que se suma el Arquía riegan su suelo, con el agregado de algunas quebradas.

En estadísticas de la década de los 50 en Marmato había 522 minas en producción, 320 de ellas propiedad de la nación.
En el municipio se encuentran las famosas minas de oro de Marmato y Echandía, en explotación desde 1537, las cuales constituyen un distrito minero de aproximadamente 25 Km2.

Históricamente el municipio de Marmato ha sustentado su economía en la explotación minera, constituyéndose esta actividad en la principal fuente de ingresos y empleo para sus habitantes. Los ingresos varían de acuerdo a la cantidad y calidad del oro extraído. Marmato es el primer productor de oro en el departamento de Caldas y el más antiguo del país.
Los sistemas de explotación siguen siendo tan rudimentarios como en el siglo XVI. Las perforaciones se hacen con taladros manuales, el transporte del material hasta la bocamina, se sigue haciendo en coches empujados por hombres; en los entables de propiedad del estado, la trituración del material aún se hace en los viejos molinos californianos y la cianuración se realiza por el sistema percolación, que no es el más apropiado, pues se pierde mucho mineral.
En general la actividad minera en Marmato, se realiza de manera indiscriminada y con sistemas artesanales y obsoletos, conformado por 230 minas en actividad y 20 molinos de beneficio, de los cuales tres son propiedad del estado, que trabajan a menos de la mitad de su capacidad, por causa de la mala administración y mantenimiento; situación que obliga a los pequeños mineros, a utilizar las plantas de los particulares para beneficiar el oro, incrementando costos de producción, pero que a la larga se obtienen otros beneficios, por ser estar tecnificados y eficientes.
La historia de Marmato está traspasada por la superstición de sus gentes, por el dolor que se cuela entre las líneas de poetas y escritores, por esa vida cotidiana del minero que dentro de la mina fragua un extraño imaginario que reproduce una gente aguerrida, gente cuya fuerza explota la roca y cuya mente le da vida al misterio. Allí, en la mina, la historia se hace eternamente presente y, por ello el oro incrustado en la roca se convierte en la fuente de donde se extrae información esencial para entender lo que es un Marmateño.
Marmato es como una mina, sus intersticios y vericuetos se perciben en el transitar continuo por los caminos de piedra que comienzan en el casco urbano y se expanden como senderos de herradura, hasta llegar así a veredas llenas de magia y misticismo, donde se cuentan leyendas de duendes y espantos y se conversa con brujas.
(CONTINUARA)

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Gustavo Quiceno