martes, 14 de febrero de 2012

19 de febrero del 2012: 7º domingo del tiempo ordinario (B)




Lecturas
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 43, 18-19. 21-22. 24b-25


Esto dice el Señor:
-- No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed del pueblo que yo formé, para que proclamara mi alianza. Pero tú no me invocabas, Jacob; no te esforzabas por mí, Israel; no me saciabas con la grasa de tus sacrificios; pero me avasallabas con tus pecados, y me cansabas con tus culpas. Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados.
                       Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
SALMO 40


R.- SÁNAME, SEÑOR, PORQUE HE PECADO CONTRA TI.


Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos. R.-


El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: “Señor, ten misericordia, sáname,
porque he pecado contra ti”. R.-

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora, y por siempre. Amén. Amén. R.-

 SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA SEGUNDA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 1, 18-22


Hermanos:


¡Dios me es testigo! La palabra que os dirigimos no fue primero “sí” y luego “no”. Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero “sí” y luego “no”; en él todo se ha convertido en un “sí”; en él todas las promesas han recibido un “sí”. Y por él podemos responder: “Amén” a Dios, para gloria suya. Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros. Él nos ha ungido. Él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
                                                                                                      Palabra de Dios.


ALELUYA Lc 4, 18


El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad.

EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 2, 1- 12


Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la Palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico, y como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:
-- Hijo, tus pecados quedan perdonados
Unos letrados, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:
-- ¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
-- ¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar?” Pues, para- que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...
Entonces le dijo al paralítico:
-- Contigo hablo. Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:
-- Nunca hemos visto una cosa igual.
                                                               Palabra de Dios.


A guisa de introducción:

Uno de los aspectos que siempre mas me ha atraído del Dios de la Biblia y  de la imagen que de ese mismo Dios transmite Jesús en el evangelio con frecuencia, es su posición o filosofía sobre el tiempo. Yahvé dice muy a menudo que no lo obsesiona el pasado, es decir ese tiempo que ha hecho ya su recorrido y le insiste  al pueblo y al mensajero a no tener más  cuenta del ayer, no recordar el pasado, no evocar el antaño, pues Él hace algo nuevo hoy…

De las cosas que más nos torturan a los seres humanos, a unos más que a otros son las faltas de la juventud, los pecados de ayer, las metidas de pata de antaño…Y aun así por  mucho que los obsesionados con esto se confiesen (frecuenten al sacerdote en el sacramento de la penitencia)  una y otra vez, no logran obtener la tranquilidad anhelada ni la paz en su alma. No saben con certeza o no es su convicción profunda que Dios tiene mala memoria, que olvida con facilidad, y que más bien somos nosotros que insistimos en torturarnos y en martillar nuestra alma y conciencia con algo que quizás Él ya ha olvidado...

Sin duda que una de las claves de la alegría y la paz en un ser humano es su capacidad de perdonarse, de “echarle tierra al asunto” y seguir pa’lante, de “hacer y borrón y cuenta nueva” como decimos popularmente. He aquí el secreto de la verdadera conversión:  aprender de los errores, sobreponerse, levantarse y proponerse cada día no volver a caer…Y si se cae pues tener la capacidad de no quedarse sumido en el pantano, hundido en el error, sino poner de pie y echar a andar de nuevo…

Una de las denominadas oraciones secretas (o hechas en voz baja) por el sacerdote a la hora de la eucaristía es esta: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal. Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.”  Con ello se expresa que el sacerdote ha de presentarse siempre humilde, pecador como creatura y que el hecho de tener ese privilegio de presidir no lo exime de presentarse como pecador (la Iglesia es una comunidad santa pecadora,  de hombres pecadores y  a la vez perdonados).

La grandeza está  entonces en no quedarnos sumidos en la total inactividad y o depresión por culpa del pecado, haciendo que nos separemos o nos sintamos lejos de Dios.

En el evangelio Jesús dice repetidamente “HOY”:

En la sinagoga después de leer el rollo: “ Hoy se cumple esta escritura en vuestros oídos” (Lucas 4,20-21),
“Hoy ha llegado la salvación a esta casa”  (le dice a la gente con respecto a Zaqueo).
“Danos el pan de este día (hoy) “, no el de mañana ni el de pasado mañana, ni tampoco, notemos  acá, Jesús no agradece por lo recibido ayer…
Al buen ladrón en el Gólgota a las puertas de la muerte le dice: “hoy estarás conmigo en el paraíso”.


En definitiva, el hoy, el presente, siempre será lo mas importante para cualquier ser humano, es ahora y acá cuando se juega nuestra existencia, nuestra salvación y de lo que hagamos en este momento dependerá nuestra vida…Mi amigo Jorge William me enseñó hace años  una frase que por siempre me marcó: "si no es ahora cuando?, sino no es aquí donde? sino soy yo quien?


sabios Jesús  y mi amigo...no? Así pues a los que rumean con amargura constantemente sus pecados, sus fallos y por tanto recaen en ellos, dénse cuenta primero que todo : “no fatiguen mas a Dios”, y segundo nunca es tarde para recomenzar, para resarcir los errores, para reivindicarse con Dios, con los otros…


Una aproximación psicológica del evangelio:
Es necesario ser envidioso?

Los evangelistas nos muestran con frecuencia a Jesús tratando de hacer comprender a alguien que no puede seguir sintiéndose culpable, que Dios es tan bueno que Él quiere olvidar sus pecados y continuar amándolo como si nada hubiera ocurrido.

El día en que escribo este comentario los medios de comunicación en Colombia reviven el caso de los dos hermanos sacerdotes asesinados hace poco más de un año (26 de enero del 2011) en Bogotá. Hoy la historia ha tomado un giro “macondiano”, de realismo mágico, a primera vista “absurdo”,  pues la fiscalía concluyó que ellos mismos planearon su asesinato, hicieron “pacto de amor” (pues eran homosexuales, dicen) y decidieron pagar 15 millones de pesos a sus “colaboradores”  (sus asesinos-verdugos) en el suicidio asistido…


Suponiendo que los dos clérigos en verdad, profundamente decepcionados y arrepentidos de sus actos clandestinos,  hubieran sido conscientes de su pecado…que les paso que no fueron capaces de recapacitar, detener todo, perdonarse y revivir?, no fueron capaz de perdonarse así mismos, por que desafiaron la misericordia de Dios?
Ahora y si esto fuera mentira,, lógicamente que hay mucho más para analizar en tan trágica y triste noticia, pero lo que pretendamos agregar (bueno o malo, a favor o en contra del dictamen)  a lo dicho por la fiscalía, los mismos sicarios y los periodistas y foristas amarillistas sensacionalistas “atrevidos”, no será mas que eso opiniones vanas, vacuas sin posibilidad de ser elucidadas como verdaderas o no…Pero sin dudas que el hecho o noticia, hoy amerita una reflexión y análisis serio y profundo a propósito por ejemplo de las maneras de proceder últimamente de la justicia colombiana, con personas corruptas en la misma justicia (nadie recuerda ahora que uno de los sacerdotes denunció un caso de falsos positivos allá en Soacha), de sus funcionarios anti-clericales y anti católicos, y ningún comentario agregado,  merecen los cientos de resentidos, parciales  y mediocres lectores que miran la realidad y las noticias con la ignorancia más baja y condenable del mundo…Y eso como no concluir diciendo  que en Colombia ahora los malos (asesinos) son los buenos del paseo (y mas si tienen con qué defenderse)  y que a quienes ellos matan son sus victimarios (claro ahora que ya no pueden hablar y defenderse…qué ironía!, el mundo al revés, los pájaros tirándole a las escopetas, caperucita comiendo lobo…)


Pero volvamos a nuestros corderos como dicen los franceses, volvamos al cuento como decimos los colombianos: algún otro comentarista de este evangelio dice que jamás ve a “Jesús perdonando pecados” en el sentido técnico de la expresión.  En efecto, para esto, será necesario valorar  que mismo en los dos pasajes mas claros de todo el evangelio: aquí en el versículo 5, y en Lucas 7,48, Jesús utiliza el aspecto pasivo, significando con ello que es Dios mismo quien perdona (y no “yo te perdono”, sino mas bien “tus pecados quedan perdonados”- sobre entendido por Dios.


No es sino después de la muerte de Jesús que se desarrolla la práctica cristiana de perdonar los pecados en su nombre (Hechos 2,38) y en virtud de su autoridad (Juan 20,23). A los ojos de los judíos, esta práctica aparece con toda seguridad como herética, y era necesario mostrar que ella se apoyaba en la práctica misma de Jesús. Es lo que Marcos hace en el versículo 10, al precisar bien que  Jesús tiene plena autoridad para hacer lo que hace.


Pero en el contexto del episodio de Cafarnaúm, una razón mas profunda puede explicar la resistencia (rechazo)  de los escribas a la declaración de Jesús al hecho que los pecados del paralitico sean perdonados por Dios. Dios no borraba la culpabilidad sino cuando uno expiaba su falta, sea con sacrificios o por las buenas obras. A causa del pecado, se rompía cualquier cosa y se trataba enseguida de reparar el daño. Perdonar, para Dios, esto equivalía entonces a constatar que la reparación había sido bien hecha y que todo estaba de nuevo en orden.


De tal modo que cuando Jesús anuncia un Dios que no tiene necesidad de   otra cosa más  que su propia bondad para perdonar al pecador, provoca la reacción de oposición de los teólogos de su tiempo así de  fuerte como la del dueño de la viña,   quien se mostraba desconcertante ante los viñadores de la primera hora por su liberalidad loca. Y cuando Jesús pregunta: “Por qué tienen tales razonamientos? (el relato paralelo de Mateo habla de “malos pensamientos, Mateo 9,4) en sus corazones?” (Marcos 2,8), se tiene lo equivalente a la cuestión del dueño de la viña: “estas celoso acaso porque yo soy bueno?”  (Mateo 20,15).


Miremos bien donde esto encaja: Jesús, retomando lo mejor de la tradición profética y yendo más lejos aun: revelaba un Padre de bondad imprevisible, allí donde uno se habituaba a un Dios contable. Y no vayamos fácilmente a creer que nosotros ya hemos superado esta mentalidad veterotestamentaria (del antiguo testamento) de un Dios justiciero. Nuestras propias culpabilidades y nuestras ideas que se dicen teológicas sobre el infierno, están ahí para recordarnos que nosotros tampoco hemos terminado de descubrir la bondad sorprendente de nuestro Padre.



REFLEXIÓN:

“Hijo, toma tu camilla y vuelve a casa!”

Todo el evangelio de San Marcos está escrito para responder a la pregunta : Quién es Jesús, quien es este hombre?  Marcos viene una y otra vez sobre el tema desde el comienzo hasta el final de su evangelio. El nos conduce paulatinamente al descubrimiento del Señor.


 Para que la paz reine en nuestro mundo, no es suficiente con que Dios perdone, es necesario también que los hombres se perdonen entre ellos.


En el texto de hoy, el evangelista nos presenta a Jesús como aquel que perdona y 
cura…Son las prerrogativas de Dios nos dicen las escrituras.


Según la interpretación de los doctores de la ley, el hombre paralitico es considerado como un pecador. Su enfermedad es la consecuencia de su pecado. Es entonces impuro y excluido  “de la casa”. La puerta le ha sido cerrada por la multitud de “gente bien” que constituye el “pueblo”. EL no puede entrar ni por la puerta ni por la ventana, pero no se preocupa por ello, sus amigos lo harán pasar a través del techo.


Dios nunca le da la espalda al pecado. El lo olvida, lo cancela y ofrece un perdón eficaz, un perdón que recrea, que da un corazón nuevo, una vida nueva.


Cristo está siempre confortable (se siente bien) frente a los pecadores. Marcos nos presenta Cristo comiendo con los pecadores, dejándose rodear muy cerca de prostitutas, toca los leprosos, defiende a la mujer adultera, se hace invitar a casa de Zaqueo, reintegra los enfermos en su familia, inicia la conversación con la samaritana, muere entre dos bandidos.


Ya el Antiguo Testamento nos preparaba ante esta imagen de nuestro Dios: “El Señor es un Dios de ternura y de piedad, lento a la cólera, rico en gracia y en fidelidad; da su gracia a miles, tolera el pecado, la transgresión y el pecado …” (Éxodo 34,6-7). E Isaías dirá: “Si sus pecados son como la escarlata, ellos se volverán blancos como la nieve. Si son rojos como la purpura, ellos llegarán a ser como lana” (Isaías 1,18).


En el libro de Ben Sira el sabio encontramos esta magnifica frase: “A la hora que se te pedirá cuentas, tu encontrarás el perdón” (Ecl  18,20). E Isaías agrega: “Voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; no me acordaré mas del pasado,  aquello no me vendrá mas al espíritu” (Isaías 65,17).


Jesús definió a Dios como “aquel que perdona” pero agrega que la capacidad de perdonar no está  reservada solamente a Dios.  El señor ha querido compartir este poder con aquellos que le siguen, es decir con cada uno de nosotros. Es por ello que cuando Él enseña la gran oración de los cristianos, el Padre Nuestro, presenta el hecho del privilegio de perdonar como una parte integrante de la oración: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”


Para que la paz reine en nuestro mundo, no es suficiente con que Dios perdone , es necesario que también los hombres se perdonen entre ellos.


Desde los primeros tiempos de la Iglesia, no solamente los apóstoles sino  también la comunidad cristiana en su conjunto, está implicada en el perdón de los pecados. El Señor ha hecho del perdón un elemento esencial en la misión de sus discípulos: “Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo…Reciban el Espíritu Santo, a aquellos a  quienes ustedes les perdonen los pecados, les serán perdonados…(Juan 20,22-23). A Pedro quien le hace la pregunta  sobre el numero de veces que se debe perdonar, Jesús responde: “no siete veces, sino setenta y siete veces siete” (Mateo 18,22).


Sin perdón recibido y dado, nuestro se convierte en un mundo de odio, de rencor, de venganza, de desprecio, de orgullo, de tortura y de guerra.


El perdón es la palabra mas sublime del amor. Este permite respirar mejor, partir de nuevo, vivir en paz consigo mismo y con los otros. Es el oxígeno del amor. Hoy es una buena ocasión para poner en práctica el dogma fundamental de nuestra fe cristiana: “yo creo en el perdón de los pecados” (símbolo de los apóstoles, “el Credo”).


El perdón de Jesús en la sanación del paralitico es una « restauración » completa del enfermo. “Hijo” indica que Dios lo acoge en su casa y Cristo le invita enseguida a “tomar su camilla y a entrar a su casa”, en su pueblo, en su familia que le había probablemente puesto aparte a causa de su limitación, considerada como el castigo por su pecado: “Hijo tus pecados te son perdonados, toma tu camilla y anda…vete a tu casa”.



 Referencias Bibliograficas:


Para las lecturas: http://betania.es

HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.



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Gustavo Quiceno