viernes, 18 de junio de 2010

HOMENAJE ULTIMO A JOSE SARAMAGO

HA FALLECIDO ESTA MANANA EL GRAN ESCRITOR PORTUGUES




A los 87 anos de edad murió esta mañana el escritor portugués JOSE SARAMAGO, Premio Nobel de Literatura 1998.

Fue precisamente a finales de ese año que me encontré con su libro ENSAYO SOBRE LA CEGUERA, traducido al español y desde entonces me contagie de la fiebre mágica “saramaguiana”, quizás porque identifique ciertos rasgos semejantes en las situaciones que contaba cercanas a Camus y Sartre (que me fascinaban) , enfrentando cara a acara la tragedia, la muerte y el absurdo del mundo no dejando de dar visos de esperanza y lucha contra esos mismos "obstáculos".

Sabemos de Saramago su origen campesino, humilde y de escasos recursos económicos, sus padres no tenían tierra propia,  tuvo que abandonar sus estudios de escuela , pero en cambio se dedicó a ser autodidacta y dicen que se leyó toda la biblioteca pública de su barrio (en Lisboa)) en Portugal . Desde su juventud escribió los primeros textos  , dos novelas (“Tierra de pecado”  y  “Claraboya”  con un intervalo de un año (1947 y 1948) . La primera no tuvo el éxito esperado y  la segunda nunca fue publicada. Parece que esto desanimó un poco a nuestro escritor lusitano que abandono por 20 años el arte de escribir, aduciendo que no tenía nada que contar.

Ahora despues de la muerte no sabemos que habra encontrado nuestro escritor "ateo", porque aparentemente prescindia de Dios, pero nada mas lejos de la realidad o al menos hay que poner en sospecha, pues Saramago nunca deja de afirmar al ser humano, sobre todo al mas pobre, al marginado, al miserable y en este acto no es muy seguro decir que Dios desaparece o se pone totalmente al margen...Es quizás el dios que quería rechazar Nietzsche que no amaba igualmente Saramago ? 

Gracias abuelo sabio por tu obra, por tu genio y gran imaginacion a la hora de representarnos tu mundo, el mundo, este mundo que va, que continua girando ahora mismo sin ti...

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Escritor social

Novelista y poeta, José Saramago ha intentado siempre dar voz a los más pobres, teniendo en cuenta que en su infancia, conoció la pobreza, tanto en el campo, como en la ciudad de Lisboa a la que emigró su familia, siendo él niño, como bien narra en su obra Las Pequeñas Memorias. De ahí que se trate de un escritor comprometido que intenta mostrar y concienciar sobre la desigualdad y la injusticia, así como los valores básicos de la sociedad democrática. Otros temas como la sociedad de consumo, la muerte (o la inmortalidad) han estado presente en sus obras.

Obras más importantes de José Saramago

Sus libros más importantes podrían ser los siguientes: Ensayo sobre la ceguera, El Evangelio según Jesucristo, Todos los nombres, Ensayo sobre la lucidez, la Caverna, El viaje del elefante o Caín, entre otras. Sus enfrentamientos con las autoridades de la Iglesia Católica portuguesa, especialmente con su obra El Evangelio según Jesucristo (con una visión muy particular de la figura de Cristo) le llevaron a vivir en la isla de Lanzarote, donde ha fallecido. Esta obra fue censurada y prohibida en Portugal por su enfrentamiento con el Vaticano. De hecho, José Saramago ha tenido siempre una visión muy crítica con la Religión y las autoridades religiosas. Ateo, consideraba que la Biblia era un libro extremadamente violento, y que los hombres habían creado a Dios a la imagen del hombre.


 Leer más en Suite101: Ha fallecido José Saramago http://news.suite101.net/article.cfm/ha-fallecido-jose-saramago-a19445#ixzz0rDLV8IgA


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18 Jun 2010



José Saramago 
ha muerto hace unas pocas horas. Con él se va una voz que puso a los humildes en las páginas de la literatura; una voz dotada de un sentido ético insobornable (con sus errores, por supuesto, y quién no los tiene) y un estilo inconfundible. De Saramago nos quedarán para siempre sus libros. Paradójicamente, en sus últimas obras, las que escribió notando ya la cercanía de la muerte, mostró un sentido del humor que no aparecía en las anteriores. En la última, uno de los personajes centrales es Dios. Puede sorprender en un escritor ateo, pero se explica a la perfección por las preguntas que llevaba algún tiempo haciéndose sobre la vida y la muerte.

Hay quien arremete contra Saramago por su ideología comunista. Una ideología que en sus libros se plasma en una simpatía evidente por los humildes, protagonistas absolutos de sus novelas. Seres que sufren por la pobreza o son aplastados por las estructuras de poder. Criticar la literatura de Saramago por la ideología de su autor es una necedad semejante a despreciar la de Céline, Borges o Vargas Llosa por la suya. El autor de Ensayo sobre la ceguera, un novelista tardío, porque apenas escribió nada hasta los 60 años, ha sido y es uno de los más grandes.

Y, por si sus libros no fueran suficientes, dejó para la posteridad el más bello discurso pronunciado nunca en Estcolmo, durante una de las ceremonias de recepción del premio Nobel. El retrato de sus abuelos es una de las páginas más conmovedores que he leído jamás.

Si no tienen plan para este fin de semana, les propongo uno: lean a Saramago. Es otra forma, la mejor seguramente, de rendirle homenaje.


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Una pagina de Saramago sobre Dios:

El Factor Dios
José Saramago


En algún lugar de la India. Una fila de piezas de artillería en posición. Atado a la boca de cada una de ellas hay un hombre. En primer plano de la fotografía, un oficial británico levanta la espada y va a dar orden de disparar. No disponemos de imágenes del efecto de los disparos, pero hasta la más obtusa de las imaginaciones podrá 'ver' cabezas y troncos dispersos por el campo de tiro, restos sanguinolentos, vísceras, miembros amputados.Los hombres eran rebeldes.


En algún lugar de Angola. Dos soldados portugueses levantan por los brazos a un negro que quizá no esté muerto, otro soldado empuña un machete y se prepara para separar la cabeza del cuerpo.


Esta es la primera fotografía. En la segunda, esta vez hay una segunda fotografía, la cabeza ya ha sido cortada, está clavada en un palo, y los soldados se ríen. El negro era un guerrillero.


En algún lugar de Israel. Mientras algunos soldados israelíes inmovilizan a un palestino, otro militar le parte a martillazos los huesos de la mano derecha. El palestino había tirado piedras.


Estados Unidos de América del Norte, ciudad de Nueva York. Dos aviones comerciales norteamericanos, secuestrados por terroristas relacionados con el integrismo islámico, se lanzan contra las torres del World Trade Center y las derriban. Por el mismo procedimiento un tercer avión causa daños enormes en el edificio del Pentágono, sede del poder bélico de Estados Unidos. Los muertos, enterrados entre los escombros, reducidos a migajas, volatilizados, se cuentan por millares.


Las fotografías de India, de Angola y de Israel nos lanzan el horror a la cara, las víctimas se nos muestran en el mismo momento de la tortura, de la agónica expectativa, de la muerte abyecta.


En Nueva York, todo pareció irreal al principio, un episodio repetido y sin novedad de una catástrofe cinematográfica más, realmente arrebatadora por el grado de ilusión conseguido por el técnico de efectos especiales, pero limpio de estertores, de chorros de sangre, de carnes aplastadas, de huesos triturados, de mierda.


El horror, escondido como un animal inmundo, esperó a que saliésemos de la estupefacción para saltarnos a la garganta. El horror dijo por primera vez 'aquí estoy' cuando aquellas personas se lanzaron al vacío como si acabasen de escoger una muerte que fuese suya. Ahora, el horror aparecerá a cada instante al remover una piedra, un trozo de pared, una chapa de aluminio retorcida, y será una cabeza irreconocible, un brazo, una pierna, un abdomen deshecho, un tórax aplastado.


Pero hasta esto mismo es repetitivo y monótono, en cierto modo ya conocido por las imágenes que nos llegaron de aquella Ruanda- de-un-millón-de-muertos, de aquel Vietnam cocido a napalm, de aquellas ejecuciones en estadios llenos de gente, de aquellos linchamientos y apaleamientos, de aquellos soldados iraquíes sepultados vivos bajo toneladas de arena, de aquellas bombas atómicas que arrasaron y calcinaron Hiroshima y Nagasaki, de aquellos crematorios nazis vomitando cenizas, de aquellos camiones para retirar cadáveres como si se tratase de basura.


Siempre tendremos que morir de algo, pero ya se ha perdido la cuenta de los seres humanos muertos de las peores maneras que los humanos han sido capaces de inventar.
Una de ellas, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es aquella que, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones, manda matar en nombre de Dios.


Ya se ha dicho que las religiones, todas ellas, sin excepción, nunca han servido para aproximar y congraciar a los hombres; que, por el contrario, han sido y siguen siendo causa de sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas violencias físicas y espirituales que constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable historia humana.


Al menos en señal de respeto por la vida, deberíamos tener el valor de proclamar en todas las circunstancias esta verdad evidente y demostrable, pero la mayoría de los creyentes de cualquier religión no sólo fingen ignorarlo, sino que se yerguen iracundos e intolerantes contra aquellos para quienes Dios no es más que un nombre, nada más que un nombre, el nombre que, por miedo a morir, le pusimos un día y que vendría a dificultar nuestro paso a una humanización real.


A cambio nos prometía paraísos y nos amenazaba con infiernos, tan falsos los unos como los otros, insultos descarados a una inteligencia y a un sentido común que tanto trabajo nos costó conseguir.


Dice Nietzsche que todo estaría permitido si Dios no existiese, y yo respondo que precisamente por causa y en nombre de Dios es por lo que se ha permitido y justificado todo, principalmente lo peor, principalmente lo más horrendo y cruel.


Durante siglos, la Inquisición fue, también, como hoy los talibán, una organización terrorista dedicada a interpretar perversamente Links sagrados que deberían merecer el respeto de quien en ellos decía creer, un monstruoso connubio pactado entre la Religión y el Estado contra la libertad de conciencia y contra el más humano de los derechos: el derecho a decir no, el derecho a la herejía, el derecho a escoger otra cosa, que sólo eso es lo que la palabra herejía significa. 


Y, con todo, Dios es inocente. Inocente como algo que no existe, que no ha existido ni existirá nunca, inocente de haber creado un universo entero para colocar en él seres capaces de cometer los mayores crímenes para luego justificarlos diciendo que son celebraciones de su poder y de su gloria, mientras los muertos se van acumulando, estos de las torres gemelas de Nueva York, y todos los demás que, en nombre de un Dios convertido en asesino por la voluntad y por la acción de los hombres, han cubierto e insisten en cubrir de terror y sangre las páginas de la Historia.


Los dioses, pienso yo, sólo existen en el cerebro humano, prosperan o se deterioran dentro del mismo universo que los ha inventado, pero el `factor Dios´, ese, está presente en la vida como si efectivamente fuese dueño y señor de ella.


No es un dios, sino el `factor Dios´ el que se exhibe en los billetes de dólar y se muestra en los carteles que piden para América (la de Estados Unidos, no la otra...) la bendición divina. Y fue en el `factor Dios´ en lo que se transformó el dios islámico que lanzó contra las torres del World Trade Center los aviones de la revuelta contra los desprecios y de la venganza contra las humillaciones.


Se dirá que un dios se dedicó a sembrar vientos y que otro dios responde ahora con tempestades. Es posible, y quizá sea cierto. Pero no han sido ellos, pobres dioses sin culpa, ha sido el `factor Dios´, ese que es terriblemente igual en todos los seres humanos donde quiera que estén y sea cual sea la religión que profesen, ese que ha intoxicado el pensamiento y abierto las puertas a las intolerancias más sórdidas, ese que no respeta sino aquello en lo que manda creer, el que después de presumir de haber hecho de la bestia un hombre acabó por hacer del hombre una bestia.


Al lector creyente (de cualquier creencia...) que haya conseguido soportar la repugnancia que probablemente le inspiren estas palabras, no le pido que se pase al ateísmo de quien las ha escrito. Simplemente le ruego que comprenda, con el sentimiento, si no puede ser con la razón, que, si hay Dios, hay un solo Dios, y que, en su relación con él, lo que menos importa es el nombre que le han enseñado a darle. Y que desconfíe del `factor Dios´. No le faltan enemigos al espíritu humano, mas ese es uno de los más pertinaces y corrosivos. Como ha quedado demostrado y desgraciadamente seguirá demostrándose. 


José Saramago es escritor portugués, premio Nobel de Literatura





 http://www.cuervoblanco.com/factordios.html

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ÚLTIMA ENTREVISTA AL ESCRITOR

José Saramago: «Escribo para desasosegar»




En su última novela, 'Caín', el premio Nobel de Literaura planta cara al Creador sobre sus supuestas injusticias y crueldades

18.06.10 - 16:00 -



“Dios no es de fiar”, afirma Saramago. “Y en este libro lo demuestro”. El libro al que se refiere el Premio Nobel se titula Caín (Alfaguara), una novela que ha vendido 30.000 ejemplares durante su primera semana en librerías y donde el Premio Nobel portugués ajusta cuentas con el Dios de la Biblia, “un ser cruel, vengativo, injusto, soberbio y envidioso”. Para fundamentar estas calificaciones, Saramago se atiene a la “literalidad” de los textos bíblicos.
“Los teólogos y la Iglesia sostienen que hay que realizar una lectura simbólica de la Biblia si queremos entenderla; eso está muy bien, pero las lecturas simbólicas pueden tener trampa, pues sus interpretaciones son infinitas”. El escritor recordó la decisión del Hacedor de destruir Sodoma con azufre y llamas purificadoras. "Primero dijo que no la destruiría si encontraba en ella a 50 inocentes; luego fue rebajando la cifra a 40, a 30, a 20, hasta llegar a diez inocentes. Aún así no los encontró y la quemó. Y yo pregunto: ¿los niños no son inocentes?”
El autor de "El Evangelio según Jesucristo", que adelantó que no escribirá sobre el Corán, dijo que toda la Biblia está plagada de “incestos y carnicerías”. “Hay un estudio muy esclarecedor que registra los asesinatos que se cometen en la Biblia, y éstos se elevan, ni más ni menos, que a 1.700.000”. Se refirió, también, al controvertido episodio de Abraham y su hijo Isaac. "Para probar la fe y la sumisión de Abraham, Dios le pide que sacrifique a su hijo. ¿Cabe eso en una cabeza normal? ¿Puede haber un acto más tiránico y despótico que ése".
Público adormecido
El escritor no se considera un salvador de la humanidad, ni tampoco piensa que la literatura pueda lograr una hazaña semejante. “Sólo pretendo desasosegar”, precisó. “Hay mucha gente a la que veo adormilada, como aborregada, y es bueno que reflexionen, que no se dejen llevar por pautas establecidas”.
En Portugal, en el seno de la Iglesia, han saltado chispas, pero Saramago lo considera otro acto de gratuita injusticia. “Hablaban mal de la novela antes de su publicación y siguen haciéndolo ahora, cuando siguen sin haberla leído; me parece una absoluta falta de caridad hacia mí”. En tono irónico, argumentó que el éxito que está teniendo el texto (salió hace quince días y hay ya más de 300.000 ejemplares distribuidos en Portugal, España y América Latina) está contribuyendo a que se lea más la Biblia. “He visto ejemplares de mi novela con la Biblia al lado; solo por este detalle, la Iglesia tendría que estarme agradecida”.
A pesar de esa capacidad “sanguinaria y vengativa” que Saramago le atribuye a Dios, no considera que su libro sea incompatible con la fe. “La fe es un terreno que no trato en este libro; además la fe de los creyentes me inspira mucho respeto”. El Nobel se pregunta por qué y para qué creó Dios el universo. “No lo entiendo. Lo hizo en seis días y al séptimo descanso. A mí me parece, sin ánimo de faltar, que Dios, desde entonces, lo único que ha hecho ha sido descansar”.
El Premio Nobel comulga a pies juntillas con las palabras de su mujer, Pilar del Río, traductora al castellano de "Caín", cuando ésta asegura: “Las escrituras dicen que Dios nos creó a su imagen y semejanza, pero lo cierto es que fue al revés: es el hombre el que ha fabricado a Dios a su imagen y semejanza”. El propio Saramago escribe en el libro: “Dios, el demonio, el bien, el mal, todo eso está en nuestra cabeza, no en el cielo o en el infierno, que también inventamos. No nos damos cuenta de que, habiendo inventado a Dios, inmediatamente nos esclavizamos a él”.
http://www.elcorreo.com/vizcaya/rc/20100618/cultura/escribo-para-desasosegar-201006181555.html


Anónimo 06.Nov.2009 | 18:40
Como Nietzsche, Saramago se tiene una fijación psicológica y personal, (demasiado personal) con Dios. Lo culpó de la masacre de las torres gemelas y lo culpa de guerras y atrocidades que, me imagino, supone que no habrían existido sin ese "factor Dios", como lo llamó. Me imagino que su impotencia, frustración y ese tono tan personal contra la nada, vienen de la igualdad de condiciones que, desde el punto de vista filosófico, se encuentra tanto el creyente como el ateo. Afirmar o negar lo trascendente te coloca irremediablemente en un plano infinito, y desde ahí, es una necedad siquiera tocar el tema. Lo paradójico es que no se sabe , de qué habrían vivido Nietzsche y Saramago si Dios no existiera...

jueves, 17 de junio de 2010

Domingo 20 de junio del 2010: 12 del Tiempo Ordinario : QUIEN ES JESUS PARA NOSOTROS?

Para entender (comprender) bien este evangelio, debemos recordar lo que acaba de ocurrir: la muchedumbre (la gran cantidad de gente) está muy impresionada y maravillada por todo lo que hace Jesús. El acaba de sanar a todos los enfermos y ha multiplicado los panes para alimentar a toda esa multitud que le rodea.  Con aquellos milagros, la fama, el reconocimiento de Jesús está garantizado. Pero sabemos muy bien que aquello no le interesa a Jesús, eso de hacerse famoso no le pica. La popularidad no le atrae.  Entonces una vez llega el atardecer, el maestro se retira para orar por largo tiempo. Jesús quiere quedarse con el   Padre en un dialogo de corazón a corazón y no perderse del camino, salirse de su verdadera misión que es otra cosa muy diferente.

Todo esto es importante para nosotros: Vivimos en un mundo donde muchos corren tras lo maravilloso. Uno llama a quienes tienen poder. Es un signo de debilidad en la fe.

Hoy, Cristo quiero reencaminarnos hacia lo esencial. Por ello, somos invitados a unirnos a su oración y a beber de su fuente que es el amor. Cristo, El mismo pasaba largas noches en oración. Y es alimentándonos de la palabra de Cristo y de la Eucaristía que podremos estar en comunión con El.

Es necesario que entendamos muy bien la pregunta que Jesús dirige a sus discípulos. ¿Quién soy yo? ¿Quién dice (piensa) la gente que soy yo? Y ustedes, mis discípulos, qué dicen ustedes. Para la multitud, las respuestas son muy diversas. Algunos piensan que Jesús no es otro que Juan Bautista resucitado; otros lo toman por el profeta Elías. En sus respuestas, hay ya un punto positivo: Es la idea de la resurrección. Se le toma por Juan Bautista o por otro profeta. Una parte del pueblo judío, estaba entonces preparado (listo) para escucharle el mensaje de la resurrección de Pascua.

Pedro responde con espontaneidad: “Tu eres el Mesías de Dios”, aquel que ha sido ungido, aquel que posee el Espíritu de Dios y que viene instaurar el Reino de Dios. De otro lado, la multiplicación de los panes para Pedro es la mejor prueba: El Reino de Dios ya está presente. Bien seguro, Pedro ha dado la buena respuesta, pero no ha comprendido todo lo que eso comporta (que consecuencias trae, significa). El imagina un rey triunfante que va reunir la multitud de la gente de Israel y liberarlo, al pueblo de la ocupación romana. Es a causa de este malentendido que Jesús prohíbe fervientemente a sus discípulos de no decirlo a nadie.

Si, Pedro tiene razón al decir que Jesús es el Mesías. Y nosotros lo proclamamos junto con él, pero no es el Mesías que creemos. Jesús anuncia un Mesías que sufre: “Es necesario que el hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los Ancianos, los jefes sacerdotales y los escribas, que sea asesinado y al tercer día resucitara”. Cristo entonces quiere incitar a los discípulos a no opinar como el común de la gente. Él quiere ABRIRLES los ojos para que descubran su verdadera misión, una misión de servicio y no de poder.

La misma pregunta se nos formula a todos: ¿Quién es Jesús? ¿Qué dice la gente alrededor de nosotros y del mundo? Y los Medios de Comunicación cómo hablan, ¿qué dicen de Jesús? Todos hemos escuchado propósitos (opiniones, ideas) sorprendentes que no tienen nada que ver con la fe de los cristianos. Vivimos en un mundo, donde muchos no saben casi o nada al respecto. Ellos son competentes en diversos campos, más para aquello relativo a la fe de los cristianos, ellos no han seguido o no han estado totalmente al corriente. Y sabemos muy bien que los Medios de Comunicación comparten esta ignorancia. No sirve de nada lamentarse por ello. 

La verdadera cuestión es preguntarnos: ¿Quién es Jesús para nosotros? Es una invitación muy fuerte a ir al corazón (centro) de la fe y verdaderamente ponerla en el núcleo de nuestra existencia. Jesús nos llama a un corazón a corazón con El en la oración. Es absolutamente necesario para poder resistir en medio de las tempestades de este mundo.

Si nosotros nos dejamos guiar por Él, seguramente nos conducirá por los caminos que no habíamos previsto. El mismo nos advierte: “Aquel que quiera salvar su vida la perderá y aquel que pierde su vida por mí la salvara”. Un cristiano no busca primero su triunfo personal, ni su comodidad, ni su seguridad. Un discípulo de Cristo, es aquel que arriesga todo. Su verdadera prioridad es Jesucristo, es el Reino de Dios. Para adquirir ese tesoro, él está dispuesto a sacrificar todo el resto.  

Cuando Jesús nos invita a tomar su cruz cada día, Él no quiere decir que esto será el viernes santo, las lágrimas y la muerte atroz a cada instante. Él quiere simplemente recordarnos que cada día, como su maestro, el discípulo dará su vida en pequeñas dosis.

Tomar su cruz, significa que primero se ha de cumplir cada día con las tareas propias de manera responsable. Es rechazar la idea o el gesto de aplastar los otros y de rechazarlo por hacerse a sí mismo un buen puesto, un buen lugar (buena plaza). Tomar su cruz es moderar los apetitos, es aceptar de poseer menos para que otros tengan un poco más; es librar combates que llevaran a recibir golpes, combates por la justicia, la verdad, el respeto de las personas. Si queremos estar en comunión con Cristo, no podemos olvidar que Él ha venido no para ser servido sino para dar la vida por la salvación (salud, bienestar) de toda la humanidad.  Es sobre este camino que nosotros escogemos (hacemos la opción) de seguirle.

Hoy, señor Jesús tu nos invitas a reconocerte en el pan de la Eucaristía. Con Pedro y los apóstoles, nosotros sabemos que Tu eres el Enviado del Padre de los Cielos. Con toda la Iglesia, sabemos que tú eres el Hijo de Dios. Cada uno de nosotros te admira como un protector, un hermano, un amigo. Danos la posibilidad de seguirte cada día allá donde nos llevas, sobre este camino donde uno salva su vida perdiéndola.

Traducción del francés, 
De diversas fuentes.

SUGERENCIAS PASTORALES
De catholic.net




1. La mejor respuesta se da con la vida. La cuestión Jesucristo no es un problema que a base de pensar y pensar logramos solucionar de alguna manera. Menos aún, una cuestión obsoleta, carente de importancia, que sea indiferente el que se resuelva o no. En realidad, es la única cuestión que vale absolutamente la pena, y que además no puede resolverse sino con la vida. Porque está claro que el que Jesucristo haya aceptado ser un Mesías de cruz, el que decir Jesús equivalga a decir Hijo de Dios, sobrepasa nuestros esquemas mentales y nuestra misma capacidad de raciocinio, y jamás el hombre conquistará esas verdades de nuestra fe a golpe de silogismos. Sólo cuando el hombre comienza a recorrer el camino estrecho de la cruz, y, fijos los ojos en Jesús, sigue las huellas de su historia, descubre que la cuestión Jesucristo camina al mismo paso que la cuestión hombre, y que sólo resolviendo la primera queda también resuelta la segunda. Quien sabe por experiencia lo que es el sufrimiento y percibe el valor redentor del mismo tanto para el sujeto que sufre como para la persona o las personas por las que se sufre, entonces está en condiciones de captar un poquito al menos la razón de un Mesías de dolores. Quien vive su condición de hijo de Dios, la grandeza de su dignidad filial y la actitud de obediencia propia de un hijo, estará en grado de responderse a sí mismo quién es Jesucristo y de poder proclamarlo con convicción ante los demás. En pocas palabras, si vivimos enteramente como cristianos, no habrá ni siquiera necesidad de preguntarnos quién es Jesucristo, porque nuestra vida será nuestra respuesta.


2."Ora para entender, entiende para orar". Los misterios de la fe se conocen mejor en la capilla que en el escritorio, se conocen mejor con la oración que con el estudio, aunque ambos sean necesarios. Dios es El único que tiene la llave de los misterios. Sólo Él puede abrirnos ese sagrario de su corazón. La inteligencia, cuando está abierta a la fe, nos prepara y nos pone ante el sagrario del misterio. La inteligencia, una vez que Dios nos ha permitido entrar en el misterio, nos ayuda a darle vueltas y a captar algún que otro átomo de su realidad superior e infinita. Pero únicamente la oración, si es humilde, constante, confiada, mueve a Dios a abrirnos el sagrario del misterio. Dentro de ese sagrario, el alma se extasía y el entendimiento comienza a navegar por mares desconocidos. La teología más auténtica es la que se hace no sólo desde la fe, sino sobre todo desde la oración, desde la inteligencia orante y adorador del misterio. Igualmente, la predicación más verdadera es la que ha pasado las verdades de la fe por el horno de la meditación. En las cosas de Dios, el que ora entiende, y el que no, no entiende nada, o casi nada. Si los cristianos orásemos más y mejor, los problemas de fe disminuirían en gran número o desaparecerían por completo. En un mundo que a veces parece sin sentido, la oración puede encontrarle sentido. ¡Vale la pena!

martes, 15 de junio de 2010

LA PASION DEL MINICUENTO


Leer y escribir son dos de los verbos más satisfactorios. Al leer descubrimos, aprendemos, alguien más nos transmite sus energías,sus miedos, sus mundos, sus gustos, sus esperanzas, sus alegrías.
Al escribir estamos procesando todo lo que hemos digerido gracias a los otros…
No he sido muy aficionado a escribir cuentos, pero desde hace unos años atrás me he atrevido a intentarlo, por ahí existen algunos sin ver aun la luz pública. Mas he descubierto mi inclinación por los relatos cortos…Pienso que son atractivos y seductores, no creen? Mas en esta era de la aceleración , de todo rápido y búsqueda de deleites  vertiginosos…

Les quiero compartir algunos (uno mío) otros de diversos autores de todo el mundo.
Me sorprendió encontrar estos días una pagina web de un autor paisa, que se le admira por su capacidad y genio a la hora de componer minirelatos, su nombre Alejandro Ramirez, les comparto su página abajo…

Que disfruten:

1
El precursor de Cervantes
[Minicuento. Texto completo]
Marco Denevi

Vivía en El Toboso una moza llamada Aldonza Lorenzo, hija de Lorenzo Corchelo, sastre, y de su mujer Francisca Nogales. Como hubiese leído numerosísimas novelas de estas de caballería, acabó perdiendo la razón. Se hacía llamar doña Dulcinea del Toboso, mandaba que en su presencia las gentes se arrodillasen, la tratasen de Su Grandeza y le besasen la mano. Se creía joven y hermosa, aunque tenía no menos de treinta años y las señales de la viruela en la cara. También inventó un galán, al que dio el nombre de don Quijote de la Mancha. Decía que don Quijote había partido hacia lejanos reinos en busca de aventuras, lances y peligros, al modo de Amadís de Gaula y Tirante el Blanco. Se pasaba todo el día asomada a la ventana de su casa, esperando la vuelta de su enamorado. Un hidalgüelo de los alrededores, que la amaba, pensó hacerse pasar por don Quijote. Vistió una vieja armadura, montó en un rocín y salió a los caminos a repetir las hazañas del imaginario caballero. Cuando, seguro del éxito de su ardid, volvió al Toboso, Aldonza Lorenzo había muerto de tercianas1.

1. Tercianas: Fiebre intermitente cuyos accesos se repiten cada tres días.
FIN

 2
El dedo
[Minicuento. Texto completo]
Feng Meng-lung

Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Éste tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero éste se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa.

-¿Qué más deseas, pues? -le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.

-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.
FIN

3
Un creyente
[Minicuento. Texto completo]
 George Loring Frost

Al caer la tarde, dos desconocidos se encuentran en los oscuros corredores de una galería de cuadros. Con un ligero escalofrío, uno de ellos dijo:

-Este lugar es siniestro. ¿Usted cree en fantasmas?

-Yo no -respondió el otro-. ¿Y usted?

-Yo sí -dijo el primero, y desapareció.

FIN

4
Las gafas
[Cuento. Texto completo]
Matías García Megías

Tengo gafas para ver verdades. Como no tengo costumbre no las uso nunca.
Sólo una vez...

Mi mujer dormía a mi lado.

Puestas las gafas, la miré.

La calavera del esqueleto que yacía debajo de las sabanas roncaba a mi lado, junto a mí.

El hueso redondo sobre la almohada tenía los cabellos de mi mujer, con los rulos de mi mujer.

Los dientes descarnados que mordían el aire a cada ronquido, tenían la prótesis de platino de mi mujer.

Acaricié los cabellos y palpé el hueso procurando no entrar en las cuencas de los ojos: no cabía duda, aquello era mi mujer.

Dejé las gafas, me levanté, y estuve paseando hasta que el sueño me rindió y me volvió a la cama.

Desde entonces, pienso mucho en las cosas de la vida y de la muerte.

Amo a mi mujer, pero si fuera más joven me metería a monje.

FIN

5
Final para un cuento fantástico
[Minicuento. Texto completo]
I.A. Ireland

-¡Que extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente-. ¡Qué puerta más pesada!
La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.

-¡Dios mío! -dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!

-A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.

Pasó a través de la puerta y desapareció.

FIN

6
Temor de la cólera
[Minicuento. Texto completo]
Ah'med el Qalyubi

En una de sus guerras, Alí derribó a un hombre y se arrodilló sobre su pecho para decapitarlo. El hombre le escupió en la cara. Alí se incorporó y lo dejó. Cuando le preguntaron por qué había hecho eso, respondió:
-Me escupió en la cara y temí matarlo estando yo enojado. Sólo quiero matar a mis enemigos estando puro ante Dios.

FIN

7
Historia de los dos que soñaron
[Minicuento. Texto completo]
Gustavo Weil

Cuentan los hombres dignos de fe (pero sólo Alá es omnisciente y poderoso y misericordioso y no duerme) que hubo en El Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió, menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño a un desconocido que le dijo:

-Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla.

A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres. Llegó al fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por el decreto de Dios Todopoderoso una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo y lo llevaron a la cárcel. El juez lo hizo comparecer y le dijo:

-¿Quién eres y cuál es tu patria?

El hombre declaró:

-Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Yacub El Magrebí.

El juez le preguntó:

-¿Qué te trajo a Persia?

El hombre optó por la verdad y le dijo:

-Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que la fortuna que me prometió ha de ser esta cárcel.

El juez echó a reír.

-Hombre desatinado -le dijo-, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo, en cuyo fondo hay un jardín. Y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol, una higuera, y bajo la higuera un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, has errado de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no vuelva a verte en Isfaján. Toma estas monedas y vete.

El hombre las tomó y regresó a la patria. Debajo de la higuera de su casa (que era la del sueño del juez) desenterró el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompensó y exaltó. Dios es el Generoso, el Oculto.

FIN

8
La sentencia
[Cuento. Texto completo]
Wu Ch'eng-en

Aquella noche, en la hora de la rata, el emperador soñó que había salido de su palacio y que en la oscuridad caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies y le pidió amparo. El emperador accedió; el suplicante dijo que era un dragón y que los astros le habían revelado que al día siguiente, antes de la caída de la noche, Wei Cheng, ministro del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño, el emperador juró protegerlo.
Al despertarse, el emperador preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio; el emperador lo mandó buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón, y hacia el atardecer le propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el ministro estaba cansado y se quedó dormido.

Un estruendo conmovió la tierra. Poco después irrumpieron dos capitanes, que traían una inmensa cabeza de dragón empapada en sangre. La arrojaron a los pies del emperador y gritaron:

-¡Cayó del cielo!

Wei Cheng, que había despertado, la miró con perplejidad y observó:

-Qué raro, yo soñé que mataba a un dragón así.

FIN

9
Una lengua muerta
Alejandro Ramirez

Tantos años estudiando latín, ¡una lengua muerta!, y por fin me sirvió de algo. Anoche soñé que estaba en el senado romano, en tiempos de la república, bajo el reinado de Octavio Augusto. Y pude entender casi todo lo que decían.


10
Lo que había en el cuarto
Gustavo Quiceno

Habitaban  el barrio más tenebroso del  poblado, los  primíparos padres,  amenazaban a Nicolás, su unigénito de 7 anos , después de sus constantes Pataletas , con mandarlo   al tétrico cuarto de San Alejo .
Decían ,habían asesinado alguien allí  hacia una década atrás, nadie entraba casi nunca.  Su Oscuridad , semejante en el día , intimidaba mismo los mayores…
Aquella noche los padres desesperados, decididos a hacerle escarmentar,empujaron a la fuerza al niño, cerrando  con decisión el picaporte. No les conmovió sus gritos, buscaban solo un escarmiento. Al cabo de una hora decidieron abrir, Nicolás yacía muerto junto a la puerta.

FIN

lunes, 14 de junio de 2010

Un onceno de lujo para el Mundial de Sudáfrica



Encontré este fenomenal y literario articulo en la red, específicamente  en la pagina web del periódico de Casa: "La Patria" de Manizales- Caldas (Colombia) , que pese a sus limitaciones en la presentación de servicio virtual ofrece interesantes publicaciones como el suplemento llamado PAPEL SALMÓN en donde desde hace mas de una década  se resalta la literatura nacional, local así como latinoamericana.

Acá les traigo, les pego y les comparto este mini ensayo sobre fútbol muy inclusive, muy actual por el Mundial de Futbol,  habla de autores y literatura y de alineaciones , que lo disfruten tanto como yo. Nos quitamos el sombrero o se lo hacemos (como en el fútbol?..mejor no ) al autor.

(Amandla)
El fútbol y la literatura 

Daniel Noemí Voionmaa* - Papel Salmón

Pablo Neruda en el arco, José Hernández y Rubén Darío en la defensa. De lateral izquierdo, César Vallejo y a la derecha, Paz. En el medio, Gabo, Pablo Palacio y Borges. Punteros, Cortázar y Quiroga. Centrodelantero, Bolaño. Director técnico, Miguel C. Saavedra. Equipo.


El placer estético que nos depara un poema, que nos arrebata un cuadro o nos inventa una película, es una de las experiencias más extrañas y hermosas a la que, como seres humanos, tenemos acceso.


Un placer similar o aún mayor es el que muchos experimentan cuando al contemplar sobre el verde que te quiero verde terreno un par de toques, unos movimientos de ballet o la treintaidós cruzando una línea, nos hacen gritar de alegría o nos provocan una angustia visceral. ¿Qué es más hermoso: la página final de Cien años de soledad o Maradona, pasa uno, dos, tres, cuatro, sale Shilton, gol gol gol, ¡Maragol!…?


Camus alguna vez dijo que todo lo que sabía sobre las relaciones humanas, lo aprendió jugando como portero en su juventud. El gran sueño de Derrida, el que nunca pudo deconstruir, fue ser jugador de fútbol. Cervantes, de haber vivido un par de años después, hubiese hecho de don Quijote y Sancho, sin dudas, futbolistas de serie B.


El mejor equipo


Todo Mundial es una fiesta y, no lo vamos a negar, un negocio. Pero hay algo más importante: el fútbol es un lenguaje que no reconoce fronteras. Es por eso, que a pesar de la exacerbación de nacionalismos y fanatismos que a veces ocurre, nadie ha logrado inventar una mejor instancia y un mejor momento que un partido de fútbol para conversar, después, al amparo de una cerveza, una fría, una chela, una birra, y arreglar el mundo y pensar que siempre hay un próximo domingo.


El 11 de junio comienza el Mundial  en Sudáfrica. ¿Qué equipo ganará? ¿Quién será el sucesor de los Azzurri? Después de un largo estudio y detallado análisis, aquí va mi propuesta del mejor equipo, uno imbatible e inigualable: La selección de estrellas hispanoamericanas. Veamos:


En la cancha


Bajo los tres palos: Neptalí Reyes Basualto, también conocido como el “Gato de Parral” o simplemente Pablo Neruda. Seguro, dueño de una agilidad impresionante: desde románticos veinte poemas de amor a radicales odas a Lenin, pasando por toda la América y su historia, es alguien que no dejará pasar ni una.


 Posee además un saque de nivel internacional. En la defensa: al centro dos baluartes, José Hernández y Rubén Darío. El primero nos ofrece toda la viveza y astucia del jugador de arrabal. Viene de ida y va de vuelta, se las sabe por libro. Darío, en tanto, aprendió en el viejo continente las mejores tácticas y estrategias, y las aderezó con un toque a la vez autóctono y cosmopolita. Su porte e impronta son sinónimos de solidez. Lateral izquierdo: César Vallejo, ya sea de local o en París, es impasable. Ademas tiene una subida que literalmente descoloca a todo oponente. Y cuando hay que poner la pierna, él sabe de golpes en la vida. A la derecha: Octavio Paz (quien reemplaza al lesionado Rómulo Gallegos). Por ese flanco no se le escapa ni Sor Juana. Posee una técnica impresionante y una finura que muchos comentaristas califican de poética. De vasta trayectoria, jugó primero como lateral izquierdo, lo cual le permite conocer los dos lados de la cancha. En la mitad de la cancha (hemos decidido jugar con un cuatro-tres-tres): un trío que de solo verlo el oponente sabe que tiene perdido el partido. En la contención, Gabriel García Márquez. Gabo es un jugador mágico, profundamente imaginativo capaz de desdoblarse en sus funciones. De un físico inagotable, puede correr durante cien o más minutos. Un poco más adelante un verdadero maldito: Pablo Palacio, cuencano ambidextro, inclasificable en su estilo, puede jugar a la vanguardia o la retaguardia, pero al final siempre muestra un radical realismo en la cancha. De Diez, che, JLB, o como él le gusta llamarse a sí mismo: simplemente Borges. Todo parte de él. Una visión de campo solo igualable a la ironía que Miguel pone en cada pase y entrega. Prefiere el toque corto y punzante. Un ídolo para todos los tiempos.


Dificilísima resultó elegir a los delanteros. Punteros: Julio Cortázar y Horacio Quiroga. Cortázar tiene una gambeta, una capacidad de finta tal que pareciera estar jugando a la rayuela en la cancha. Todas las defensas quedan boca arriba con él. Pero cuando hay que ponerse serio su tiro y puntería son envidiables. Goleador ya en las inferiores, es famoso por su tranquilidad en el momento del finiquito: KO. Quiroga es un atacante que aterroriza a los defensores. Creativo como ninguno, se maneja muy bien con las más diversas estrategias. Es capaz de sorprender con una jugada fantástica o simplemente dar el centro perfecto hacia atrás. Y de centrodelantero: la estrella del momento, alguien que está siendo tentado por los mejores equipos europeos, Roberto X. Bolaño. Dueño de un disparo fulminante. Inagotable en la cancha (y fuera de ella, nos han dicho), ha sido goleador indiscutible durante las últimas cinco temporadas. La prensa no ha escatimado en elogios: es un salvaje, está marcado por las estrellas, juega el fútbol del futuro.


En el banco


La reserva es cuantiosa y, no le quepa a nadie duda, que en caso de cualquier inconveniente, no faltará el reemplazo ideal. Así por lo menos me dijo el flamante director técnico, Miguel de Cervantes Saavedra, desde el lugar donde se concentran en preparación del primer juego. La única preocupación del entrenador es el entendimiento entre sus pupilos: “Mire, aquí tenemos once estrellas. Ahora hay que hacer que jueguen como equipo. De eso se trata la vida, sabe usted; ha llegado la hora de deshacer entuertos y eso es lo que vamos a hacer.”
He leído en los periódicos variadas críticas a la selección hecha por Saavedra. Lectores y lectoras están invitados a hacer las suyas. Yo, por mientras, alisto mis maletas


*Ph. D University M.A. y M. Phil. Yale University. Profesor de literatura y cultura latinoamericana en el Departamento de Lenguas Romances de la Universidad de Michigan (USA). Crítico y ensayista. 
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1/3 Juan Villoro. "Dios es redondo. Una interpretación literaria de la pasión futbolistica 









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