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lunes, 20 de octubre de 2008
Jean Marie Gustave Le Clézio: el nómada de la palabra itinerante
Perfiles 19-10-2008
Desde París, Francia, un asiduo de J.M.G. Le Clézio, el Premio nobel de literatura 2008, nos hace un retrato de su obra, a través de las palabras del propio escritor francés, y de las notas al margen de sus libros.
Marlon Meza Teni, Especial para Siglo 21 |
Una joven estudiosa me hizo descubrir la literatura de J.M.G. Le Clézio, hace más de dos décadas en París. Fue un asunto muy breve entre ambos, que duró menos de dos libros. Luego nos dejamos… y yo me quedé con una fuerte adicción por los libros de Le Clézio. Las personas que lo habían leído y que entonces me cruzaban con sus textos bajo el brazo me aseguraban: ¡te vas a desmoralizar con tus lecturas! No sucedió, por supuesto. Quizás por eso ninguna atribución del Premio Nobel de Literatura me ha causado hasta hoy tanta alegría como la de este 2008, otorgado a J.M.G Le Clézio (Niza, Francia. 1940). Se trata de un autor sencillamente fraternal, dueño de un universo poético cristalino, y aunque algunas veces sombrío, de gran simplicidad. Le Clézio (catalogado un tiempo bajo la etiqueta del nouveau roman), es indudablemente el único representante vivo de la gran “Literatura” en Francia, desde que Georges Perec desapareció. Artesano de la palabra, como él mismo se considera, su prosa, que se encuentra fuera de lo ordinario es, sin embargo, accesible, precisa y poseedora de un discurso moral impar. “Un libro es el único lugar del mundo en donde dos desconocidos pueden encontrarse de manera íntima”. La frase es de Paul Auster, pero se aplica aún más a la obra de J.M.G. Le Clézio, o dicho de otra manera: la impresión de estar frente a un ser discreto y hospitalario es inmediata desde las primeras líneas.
Con sus libros sobre mi escritorio y ahora que el otoño está a medio camino en Europa, y que los días empiezan a ser fríos y los árboles se transforman en acuarelas, creo que lo mejor para presentar a J.M.G. Le Clézio es dejarlo hablar con sus frases calurosas –imaginadas en algún desierto o alguna isla lejana, lejos de las grandes ciudades– que durante dos décadas he ido subrayando cuidadosamente en tomos, entrevistas, o anotando de sus breves pasajes por la televisión… “Un escritor es, sin duda, alguien imperfecto, inacabado, que escribe justamente con vistas a este fin, que busca incansablemente la perfección”, asegura él mismo.
J.M.G. Le Clézio escribió sus primeras novelas cuando tenía 9 años, durante un viaje a Nigeria, adonde iba para conocer a su padre (Un largo viaje, Oradi negro). “…Pienso que estamos condicionados por todo aquello que vivimos en los primeros años de vida… lecturas, cuentos que pudieron contarnos o pudimos oír. Es todo esto lo que otorga un verdadero destino. El resto de la existencia consiste en reconstruir este período…”. De los 48 libros publicados hoy día, menos de 15 han sido traducidos al español. Hecho sorprendente si se toma en cuenta su larga estadía en México y Centroamérica, y al mismo tiempo natural si se toma en cuenta que Le Clézio es un escritor enigmático, volunta-riamente secreto que –como lo prueba en El atestado, La Fiebre, El diluvio, El éxtasis material– odia las ceremonias, huye a las mul-titudes, aborrece la grava, el cemento, los automóviles, los semáforos, los supermercados, los micrófonos, las grandes ciudades, la sociedad consumista y cualquier sistema que vaya en deterioro del planeta y de la especie humana. A cambio: su curiosidad por el desierto, el mar, la naturaleza –“inconscientemente me resulta imposible escribir una novela sin pensar en el aire, el viento, el fuego, la tierra, el agua; para mí, elementos tan importantes como la sociedad humana”– las sociedades nómadas, los pueblos y las civili-zaciones indígenas, los extranjeros, los vagabundos, los niños salidos del desierto, aquellos víctimas de la esclavitud, y quienes so-breviven abarrotados en las áreas marginales. En resumen: Seres pobres –algunas veces personajes incultos– que construyen con una forma de movimiento heterogéneo su propia libertad. “…La belleza de los pueblos pobres es invencible...”, escribe en El desco-nocido sobre la tierra. “…Quiero escribir para la belleza del mundo, por la pureza del lenguaje... Quiero escribir para estar del lado de los animales y de los niños (...) Con el lenguaje, el hombre se convirtió en el más solitario de los seres del mundo porque se excluyó del silencio”.
Las obras, las palabras y los temas esenciales
De su extensa obra, quizá haya que retener varios libros: El atestado, escrita muy joven a orillas de una playa de Niza, y con la cual ob-tuvo, a los 23 años, el premio Renaudot en 1963. La Fiebre (1965), una colección de nueve relatos basados en una historia familiar, que como con la Náusea, de J.P. Sartre, o El Asco, de Horacio Castellanos Moya, posee la magia de transmitir un malestar que instiga a un cuestionamiento; en este caso, la febrilidad del lector. Le Clézio es un malabarista de las emociones profundas, un provocador de desequilibrios en un planeta en donde el orden establecido parece ser un anticipo de los grandes desastres. Entre 1966 y 1968 apare-cen El diluvio, El éxtasis material y Terra Mata. “…Lo que yo quería, era construir libros en donde hubiera una nada antes, y una nada después”. En 1969, El libro de las huidas: “…Quiero trazar mi ruta, para destruirla, así, sin descanso. Quiero romper lo que creé, para crear otras cosas, para romperlas de nuevo. Este movimiento es el verdadero movimiento de mi vida…”. Entre 1970 y 1973 publica La Guerra y Los Gigantes, un grito de alboroto contra el ruido de las ciudades, su violencia y el espacio obstruido, representado por la so-ciedad consumista y sus supermercados. “…Siempre he pensado que la literatura no debe servir para describir sino más bien para comprender lo que hemos visto y poder integrarlo en nosotros…”. Entre 1975 y 1977 acentúa una nueva etapa con Viajes del otro la-do, en donde el mito profundo del Agua, como elemento, es confrontado a la industrialización del mundo moderno y sus redes cual trampas. En 1980 recibe el premio Paul Morand, el primero otorgado por la Academia Francesa, por Desierto, sin duda uno de sus más logrados textos sobre las sociedades nómadas. “No había un fin para la libertad, era tan vasta como la extensión de la tierra, bella y cruel como la luz, dulce como los ojos del agua. Cada día, durante el alba, los hombres libres retornaban a su vivienda, en el sur, allí en donde nadie más sabía cómo vivir”. En 1981, mientras viaja a las Islas Mauricio y Rodríguez, escribe Viaje a Rodríguez. En 1982-1983, La ronda y otros relatos, un libro peligroso de aparente inocencia en donde –como en muchos de sus textos– instala la inquietud, el peligro que deriva del azar y de la realidad cotidiana. De 1984 es importante subrayar su interés por lanzar en la Editorial Gallimard una colección llamada A l’aube des peuples (al alba de los pueblos), iniciativa que comparte con el escritor Jean Grosjean, y a través de la cual, el hoy Nobel presentara en 1991 su traducción de La Relación de Michoacán. En 1985 escribe El buscador de oro, sin duda su libro más bello de aventuras. Al origen: un texto que había empezado a escribir a los 15 años, en donde narra la historia de su abuelo, un buscador de oro en las islas. De 1989 data La primavera y otras estaciones, libro de 5 relatos que pone en escena a 5 mujeres. (“No es de una importancia extrema definir lo que es una novela o un cuento; creo que se trata simplemente de una cuestión de ritmo”). En-tre 1991 y 1992, Onitsha y Estrella errante. En 1993-1994 escribe la novela en donde narra la extraña historia de amor entre Diego Ri-vera y Frida Kahlo, Diego y Frida. De 1995 es La Cuarentena, editado por Tusquets en español, un libro en el cual la genealogía del propio Le Clézio se inscribe. “…Si mi abuelo no hubiera decidido volver a Francia después de la experiencia de una cuarentena en la Isla Mauricio, no se hubiera casado, y sin duda yo no hubiera nacido…”. De 1996-1997 es El pez dorado, la historia de una niña inmi-grante marroquí en París, inspirado por un proverbio náhuatl: “Oh Pescado, pescadito de oro, cuídate, pues hay tantos lazos y redes tendidas para ti en este mundo”.
Indudablemente la aventura y la búsqueda vistas a través de los ojos de un niño es el elemento básico o el punto de partida de una obra que enseguida ramifica en temas como la soledad, el mito, la espiritualidad, la travesía, los continentes y las islas; el desencanto por las ciudades, el tiempo, el silencio, la ausencia, el desierto, las fronteras, la arena… y el mar. Le Clézio es un autor que oscila entre el sueño y la denuncia, entre la inocencia creativa de la niñez –desde el primero de sus libros (un texto inédito) en donde todo sucede en un mundo de gaviotas, hasta el más reciente de sus libros, inspirado en el personaje de su madre, Cantinela del hambre– y el descubrimiento abrupto de la violencia adulta.
EL PREMIO NOBEL:
El día en que se anunció el Premio Nobel, J.M.G. Le Clézio estaba casualmente invitado a un programa literario de la televisión francesa (para la presentación de su más reciente novela Ritournelle de la faim), al que no desistió a pesar de las cámaras y micrófonos del mundo entero que lo solicitaban. “Un premio literario siempre es bueno, pero el Premio Nobel es magnífico por-que fue inspirado por una historia de amor (…) la historia que está al origen de este premio es maravillosa”, afirmó al iniciar el programa.
Esta vez el premio Nobel de Literatura ha sido entregado a la mirada de todos aquellos niños del mundo que sufren la guerra, los deterioros de la modernidad y tienen la cualidad esencial de una mirada desnuda, sin prejuicios, a todos aquellos seres que han inspirado su universo imaginario, idealista; a los marineros del mundo, a los inmigrantes pobres de la noche que huyen de la miseria de un territorio devastado, a los seres nómadas del silencio, a todos aquellos que no necesitan de un horizonte para avanzar, y a quienes desconfían del mal uso que la política da a las palabras, porque “pensar es actuar, y ser sí mismo es ser los otros. No es necesario (…) estar inscrito en un partido político”. Un premio a los hombres que a diario mantienen una lucha ecológica para salvar al planeta, porque “la ecología es un sentimiento antes que una política”, y porque de la misma forma en que asegura en El éxtasis material: “Los más grandes pecados el hombre no los comete por culpa de sus sentimientos, sino por culpa de su inteligencia”. El Premio Nobel ha sido entregado a quienes como él creen que la literatura es “como el mar, o más bien como el vuelo de un pájaro encima del mar, deslizándose muy cerca de las olas, pasando frente al sol...”.
LE CLÉZIO Y EL UNIVERSO MÍTICO DE LOS AZTECAS Y LOS MAYAS
Eterno nómada, Le Clézio –que hoy vive en un sitio desconocido de Albuquerque– pasó largos períodos entre París, Niza, Nigeria, La Saguia el Hamra (al sur de Marruecos), la Isla de Rodríguez, la Isla de Mauricio, Nuevo México. Panamá. México D.F, y en Jacona (México), donde se de tuvo por más de 12 años. Admirador del mundo Azteca y Maya, afirma: “…Cambié mi imagen del tiempo, des-pués de haber estado en contacto con los indios de América (…) si hubiéramos sabido cómo viven los amerindios, o cómo las gentes del desierto, seguramente no tuviéramos que estar administrando tanta catástrofe (...) ellos tienen voces que las sociedades no nos dejan llegar y que tienen tantas cosas que aportarnos…La voz de Rigoberta Menchú es una voz sorprendente porque dice cosas de una gran simplicidad”. Le Clézio, perfecto conocedor de los mitos, su literatura, sus sueños y las fiestas tradicionales, tradujo al francés La Rela-ción de Michoacán, Las Profecías del Chilam Balam, Tres ciudades santas y es autor de los ensayos El sueño mexicano (un estudio sobre los mayas de Yucatán y Petén) y la Fiesta cantada, una obra poética en donde plantea sus dudas y sus certezas acerca de la civilización, al lado de textos de los Chichimecas, Dzibilnoac y Rigoberta Menchú. Creador de una colección (Label Tradition en Galli-mard), el Nobel francés pudo incluir como primer título después de muchas discusiones y batallas editoriales, una nueva traducción del Popol Vúh. “…Tuve la suerte de compartir la vida de un pueblo amerindio (…) experiencia que cambió toda mi vida, mis ideas so-bre el mundo y sobre el arte, mi manera de ser con los otros, de caminar, de amar, de dormir, y hasta mis sueños…”.
“Quiero trazar mi ruta, para destruirla, así, sin descanso. Quiero romper lo que creé, para crear otras cosas, para romperlas de nuevo. Este movimiento es el verdadero movimiento de mi vida”
Tomado literalmente de la página web:
http://www.sigloxxi.com/noticias/23933
El PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2008
Jean-Marie Gustave Le Clézio
De Wikipedia, la enciclopedia libre
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Nombre Jean-Marie Gustave Le Clézio
Nacimiento 13 de abril de 1940 (68 años)
Niza, Francia
Ocupación Escritor y traductor
Nacionalidad Francesa
Género Novela, ensayo
Movimientos Existencialista, inicialmente.
Cónyuge Jemia
Prole 2
Jean-Marie Gustave Le Clézio (Niza, Francia, 13 de abril de 1940), normalmente abreviado como J.M.G. Le Clézio, es un escritor franco-mauriciano de origen anglo-bretón, ganador del Premio Nobel de Literatura en 2008 y de otros reconocimientos, como el Premio Renaudot en 1963, el Premio Paul Morand en 1980 y elegido en 1994 por los lectores de la revista francesa Lire como el mejor escritor francés vivo.[1]
Biografía
Le Clézio proviene de una familia bretona emigrada a Isla Mauricio en el siglo XVIII. Nació el 13 de abril de 1940 en Niza, hijo de padre inglés y madre bretona.[2] Durante la Segunda Guerra Mundial la familia se separó, su padre no pudo unirse a su esposa e hijos que vivían en Niza. Le Clézio se trasladó con su familia cuando tenía 8 años a Nigeria, donde su padre sirvió como cirujano en las Fuerzas Armadas Británicas.[3]
Le Clézio estudió en la Universidad de Bristol de 1958 a 1959 y terminó su licenciatura en el Collège Universitaire littéraire de la Universidad de Niza.[4] Después de graduarse como doctor en letras, se mudó a los Estados Unidos como profesor. En 1967 fue enviado a Tailandia para realizar el servicio militar, pero fue expulsado casi de inmediato por protestar contra la prostitución infantil y fue enviado a México para cumplirlo. De 1970 a 1974, vivió con los indios Embera-Wounaan de Panamá. Escribió una tesis doctoral sobre Henri Michaux, por la que obtuvo un máster, en la Universidad de Aix-en-Provence en 1964[5] y escribió otra tesis en la Universidad de Perpiñán en 1983 sobre los comienzos de la historia de México.
Después de su especialización en la literatura francesa, se hizo famoso a los 23 años con su primera novela, "Le Procès-verbal" (El atestado), que fue seleccionada para el Premio Goncourt y que obtuvo el Premio Renaudot en 1963. En ella definía su literatura existencialista, próxima a las obras de sus coetáneos Georges Perec y Michel Butor. Desde entonces ha publicado más de cincuenta libros, entre cuentos, novelas, ensayos, dos traducciones sobre el tema de la mitología hindú, un sinnúmero de prefacios y comentarios, así como algunas contribuciones en diversas publicaciones.
En 1975 contrajo matrimonio con Jemia, de origen marroquí, con quien ha tenido dos hijos.[6] Desde 1990 ha alternado su lugar de residencia entre Albuquerque (Nuevo México, Estados Unidos), Mauricio y Niza.[7]
Carrera literaria
Empezó a escribir a los 7 años y no ha dejado de hacerlo a pesar de sus numerosos viajes. Su carrera literaria puede dividirse en dos grandes períodos. En el primero de ellos, de 1963 a 1975, Le Clézio exploró temas como la locura, el lenguaje, la escritura y se dedicó a la experimentación formal, al igual que hicieron otros autores contemporáneos suyos, como Georges Perec y Michel Butor. La imagen pública de Le Clézio era la de un innovador y un rebelde, y recibió elogios de Michel Foucault y Gilles Deleuze.
A su primera novela, la mencionada "Le Procès-verbal" ("El atestado"), siguieron otras dos en las que también realizó una descripción de los tiempos de crisis. Ellas son la colección de relatos "La Fièvre" ("La fiebre") de 1965 y "Le Déluge" ("El diluvio") de 1966, en las que pone de manifiesto los conflictos y el miedo predominantes en las principales ciudades del mundo occidental. En esta etapa también destacó como autor comprometido con la ecología, como demuestran sus obras "Terra amata" de 1967 y "Le Livre des fuites" (El libro de las huidas) de 1969.[6]
El segundo período comenzó a finales de los años 70 en los que el estilo de Le Clézio experimentó un cambio drástico. Abandonó la experimentación y el estado de ánimo de sus novelas se convirtió en menos atormentado, abordando temas como la infancia, la adolescencia o los viajes, con los que logra atraer a un número de lectores más amplio y popular. En 1980 recibió el Premio Paul Morand, y fue el primero en obtener tal galardón, adjudicado por la Academia francesa a su obra "Désert" ("Desierto"). En este relato pone de manifiesto el contraste entre "la grandiosidad de las culturas perdidas del norte de África y la mirada de los inmigrantes indeseados en Europa".[6]
A partir de ese momento, sus obras se centraron en temas relacionados con la cultura amerindia, en la que profundiza a partir de la traducción de obras como "Les Prophéties du Chilam Balam" ("Las profecías de Chilam Balam") o "Le Rêve mexicain ou la pensée interrompue" ("El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido"). La temática de sus obras cambió, centrada en viajes y mundos desconocidos, por lo que obtuvo un gran éxito de ventas.[6]
En 1994, una encuesta realizada por la revista literaria francesa Lire mostraba que el 13 por ciento de los lectores le considerada el mejor escritor vivo en lengua francesa.[1]
El 9 de octubre de 2008 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.[8] La Academia Sueca lo calificó como "El escritor de la ruptura, de la aventura poética y de la sensualidad extasiada, investigador de una humanidad fuera y debajo de la civilización reinante".[6]
Obras
1963 : Le Procès-verbal (El atestado)
1965 : La Fièvre (La fiebre)
1966 : Le Déluge (El diluvio)
1967 : L'Extase matérielle
1967 : Terra Amata
1969 : Le Livre des fuites (El libro de las huidas)
1970 : La Guerre (La guerra)
1970 : Lullaby
1971 : Haï
1973 : Mydriase
1973 : Les Géants (Los gigantes)
1975 : Voyages de l'autre côté (viajes del otro lado)
1976 : Les Prophéties du Chilam Balam (Las profecías de Chilam Balam)
1978 : Vers les icebergs (Ensayo sobre Henri Michaux)
1978 : Mondo et autres histoires (Mundo y otras historias)
1978 : L'Inconnu sur la Terre (El desconocido sobre la tierra)
1980 : Désert (Desierto)
1980 : Trois villes saintes (tres villas o ciudades santas)
La Ronde et autres faits divers
Relation de Michoacán
1985 : Le Chercheur d'Or (El buscador de oro)
Diego et Frida
Voyage à Rodrigues
Le Rêve mexicain ou la pensée interrompue (El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido)
Printemps et autres saisons (La primavera y otras estaciones)
Onitsha
Étoile errante (Estrella errante)
Pawana
La Quarantaine (La cuarentena)
Le Poisson d'or (El pescado de oro)
Gens des nuages (Gente de nubes)
La Fête chantée (La fiesta cantada)
Hasard (seguido de Angoli Mala)
Cœur Brûle et autres romances (Corazón quemante y otros romances)
Révolutions (Revoluciones)
2004 : L'Africain (El africano)
2006 : Ourania
2008 : Ritournelle de la faim
Referencias
↑ a b Lire, "Le Clézio N° 1" , 1994, 22s.
↑ «Jean-Marie Gustave Le Clezio wins the 2008 Nobel Literature Prize», Times Online, 9 de octubre de 2008. Consultado el 9 de octubre de 2008. (en inglés)
↑ «France’s Le Clezio wins Nobel literature prize», Boston Herald, 9 de octubre de 2008. Consultado el 9 de octubre de 2008. (en inglés)
↑ Amin Maalouf entrevista a J.-M. Le Clézio (en francés). Consultado el 9 de octubre de 2008.
↑ Marshall, Bill; Cristina Johnston. France and the Americas. ABC-CLIO, 2005. ISBN 1-85109-411-3. p.697
↑ a b c d e elpais.com (9 de octubre de 2008). El novelista francés Jean-Marie Le Clézio, Nobel de Literatura 2008 (en español). Consultado el 9 de octubre de 2008.
↑ Pollard, Niklas, Estelle Shirbon. «"Nomadic" writer wins Nobel prize», 'International Herald Tribune', 9 de octubre de 2008. Consultado el 9 de octubre de 2008. (en inglés)
↑ El francés Jean-Marie Gustave Le Clezio, Nobel de Literatura. Consultado el 9 de octubre de 2008.
Enlaces externos
Noticia
Artículos en Wikinoticias: Jean-Marie Gustave Le Clézio gana el Premio Nobel de Literatura
«Association des lecteurs de Le Clézio» (en francés)
Jean-Marie Le Clézio en El poder de la palabra
martes, 14 de octubre de 2008
ENCUENTRO CON EL CABALLERO GAUCHO (Primera Parte)
Martes 30 de septiembre del 2008:
(Aqui la primera parte de un compartir espontaneo con Don Luis Ramirez, donde me cuenta sobretodo sus experiencias misticas, y refleja su inmensa fe en Dios. En la entrevista se escucha su nietecita y la voz de su mujer)
PRIMERA PARTE ENTREVISTA CABALLERO GAUCHO. MP3
SEGUNDA MINIPARTE ENTREVISTA CABALLERO GAUCHO
Un bello y tibio sol calienta la ciudad de Pereira y la Perla del Otún es aparentemente más acogedora, apacible y bella en esta jornada. Son las 10 y 21 de la mañana y me dirijo a la Terminal de Transportes. Afuera estacionan los buses intermunicipales que conducen la gente hasta el vecino y cercano municipio de La Virginia.
Luego de una corta espera, arriba el bus, monto y pago un pasaje irrisorio de 1300 pesos que me posibilitará hacer un recorrido de aproximadamente 30 kms hasta el pueblo donde tendré un anhelado y soñado encuentro albergado en mí después de tantos años.
El bus arranca, no está totalmente lleno, mis compañeros de pasaje de todas las edades se comportan bien. No se oyen gritos, ni malas palabras, no hay tensión, afanes, stress.
El viaje transcurre en mucha calma. A mi lado va un hombre grueso, de raza negra, afable y abierto. Con él intercambio algunas palabras y entre lo que me cuenta, recuerdo que me dice no ser de esa región y que se dirige a la Virginia por razones de trabajo. Mientras , observo a través de la ventana un abigarrado y hermoso paisaje a la vez que confirmo que el clima acá es más caliente que en la misma capital de Risaralda. Este pueblo queda sobre la via que conduce al Valle, expresamente a Cartago. Pasamos por Cerritos y luego nos desviamos hacia La Virginia.
A lado y lado de la carretera, mientras el automotor avanza velozmente , alcanzo a ver de manera fugaz gran cantidad de piñas amontonadas que se ofrecen en venta. Me cercioro gracias a mi acompañante que esta es una tierra rica en la producción de las ananás como un Barbosa (Antioquia) y una Lebrija (Santander).
Después de casi una hora de viaje, pues el reloj de mi celular me indica que son las 11 y 15, desciendo del bus en un paraje que calculo es el centro del pueblo.
Cerca diviso un parque y una Iglesia, que después corroboraré , es la única parroquia municipal. Un muchacho tiene una especie de carreta de madera grande , cubierta por una especie de tablón o mesa , sobre la cual ofrece dulces, cigarrillos, etc. Me acerco , lo saludo y le pregunto de una si sabe dónde está ubicada la casa de Don Luis Ramírez. Antes de que me diga cuál Luis y con el ánimo de ganar tiempo, agrego con rapidez:”El caballero Gaucho”…
Si, me responde, mas inmediatamente se dirige a un amigo que está dentro de unas cabinas telefónicas ubicadas al frente de su improvisado carro de ventas:
-Julio…Dónde es que es la casa del Caballero Gaucho?
El otro chico percatándose que soy yo el interesado se dirige a mí:
- Usted se va derecho de acá hasta el parque que se ve allá, después coge hacia la derecha, sube dos cuadras y voltea la esquina, ahí hay una casa adornada con piedra, ahí es…
Asimilando rápidamente las instrucciones, les agradezco y sigo en mi búsqueda.
Llego al Parque y en uno de sus costados veo un supermercado. Pienso que he de llevarle un presente a mi personaje y sin dudarlo, me decido por adquirir un licor y unas galletas.
En la sección de licores no hay mucha variedad, aparte del vino cherrynol, unos cuantos vinos y una sola botella de piña colada. Se me ocurre que la piña colada es apropiada como regalo, pero la observo y detallo bien, busco una fecha de vencimiento, y mi ignorancia a cerca de los licores y su conservación, me hacen dudar, amén de que la botella estaba empolvada y con su etiqueta semirasgada.
No, mejor me decido por un vino, el más carito y adjunto a este unas galletas dulces.
Pago a la cajera y para confirmar la información acerca de la ubicación exacta de mi personaje (no es por dármelas de que soy conocido del ídolo del pueblo y que voy a visitarlo…no) le pregunto dónde queda al casa del ilustre cantautor…La información de coordenadas simples coincide y me digo dentro de mí que acá no hay perdedero.
Salgo del recinto,avanzo, el sol se hace más fuerte. En el parque, alrededor de la Iglesia se ve harta gente. Sigo las instrucciones y me adentro por una calle más bien tranquila. De una pequeña cantina fonda, salen unos versos cantados del “caballero Gaucho” e inmediatamente trato de identificar la canción, pero mi memoria no da con el título…Más tarde en la conversación con el propio Don Luis me daría cuenta que es “Ramito de flores”, donde un huérfano sostiene una conversación con el sepulturero, reclamando por qué le han robado el sitio donde estaba enterrada su madre, a quien han desplazado, para sepultar allí un hombre rico.
Me emociono una vez más pensando que muy pronto tendré frente a mí ese hombre que desde mi más tierna infancia me arrulló con su música, y que amenizó y acompañó muchos momentos de mi existencia. A mi abuelo materno, a mi papá y sobre todo a algunos tíos maternos , esas tonadas les fascinaba. Mi padre tenía en su amplia discoteca de acetatos negros, propios de la época cinco long plays (que así se llamaba de él). Esos discos los había producido La Compañía Fuentes de Medellín con sellos blancos y recuerdo mi papá y yo posteriormente los pondría sobre un “equipo de sonido” ensamblado en madera y de marca SHARP. Aquel aparatejo duró muchos años en casa, despúes derruido por el peso de los años y desplazado por otro aparato más moderno, terminó como era de esperarse en la basura.
Mientras camino, como muchas otras ocasiones, en mi cabeza resuenan sus canciones o más bien fragmentos de una y otra tonada gaucha, quizás las que más consciente e inconscientemente me han impactado o tramado.
Por fin llego ante la puerta de mi ídolo terrenal, toco la puerta la primera vez y escucho al interior un perro que ladra…No hay mucha demora y escucho también la voz de una mujer. Ella es quien me abre la puerta. Saludo, me presento y me dice Esperanza , que así es como se llama, que me estaban esperando.
-¿Cómo está?
-Muy bien gracias
-Siga Padre, siéntese que ya viene mi esposo, está en la parte de atrás…
-Gracias
-Qué quiere tomar? Un tintico, juguito, mientras el almuerzo.
-Un vasito de agua por favor- le digo- a la vez que le entrego “mi traido”.
-Padre, no debió molestarse…qué pena…
-No, es con mucho gusto.
La señora de mediana edad, de contextura delgada y de bello rostro es la esposa y compañera de Don Luis Angel Ramírez Saldarriaga. Percibo que anda muy “atareada” con el almuerzo, respondiendo llamadas constantes del teléfono, atendiendo a la puerta.
Ella va a la cocina para traerme el vasito de agua. Mientras yo me levanto de mi aposento y me detendo a mirar todos los álbumes del artista que penden de la pared del costado derecho de la sala. Cuento más de 50 longs plays y unos cinco CDs. Hurgo con mi mirada e identidico aquellos álbumes que estaban en mi casa y que mi papá, mi abuelo y yo escuchábamos regularmente…Todos los cinco están entre aquella colección y recuerdo que los discos de mi padre deben estar archivados aun en un algún rincòn de la emisora comunitaria de mi pueblo, donde dieron muchas vueltas sobre un viejo tocadiscos antes de ser relegados definitivamente al cuarto de San Alejo...Pero con todo han servido de referencia para adquirir esta bella musica en los nuevos formatos de CD y DVD.
TERCERA PARTE ENTREVISTA CABALLERO GAUCHOCUARTA PARTE ENTREVISTA AL CABALLERO GAUCHO
(Continuará)
EL INFIERNO SEGUN INGRID
Entrevista transcrita del diario EL PAIS de España.
Autor: JUAN JOSÉ MILLÁS
Premio de narrativa 2008
Del reportaje: "Vidas al límite"
12/10/2008
Tristeza. Enfermedad. Animalización. Lucha. Resignación. Amistad y hasta milagros. Todo eso vivió en la selva Ingrid Betancourt durante sus seis años, cuatro meses y nueve días de cautiverio en manos de las FARC. Un largo viaje a los límites que la premio Príncipe de Asturias de la Concordia de 2008 rememora, con dolor, en estas páginas.
Ingrid Betancourt, que posee más de una nacionalidad y se defiende en tres o cuatro idiomas, ha vivido también varias vidas, todas dichosas e intensas, excepto la que corresponde a su cautiverio en la selva, que sólo fue intensa (y dolorosamente lenta, al contrario de las otras, marcadas por la velocidad). Hija de una familia acomodada, culta y cosmopolita, nació en 1961 en Bogotá, donde pasó sus primeros años y en cuyo Liceo Francés hizo la secundaria. Luego estudió Ciencias Políticas en París, especializándose en comercio exterior y relaciones internacionales. Allí se casó con el diplomático Fabrice Delloye, de quien tuvo a Melanie y a Lorenzo, sus dos hijos, y allí fijó su residencia (que alternó con estancias en Seychelles, Montreal o Los Ángeles) hasta que en 1989, tras separarse de su marido, regresó a Colombia para iniciar una fulgurante carrera política que en apenas cinco años la llevó a la Cámara de Representantes, donde se convirtió en un azote de la clase política, a la que denunció por sus vínculos con el narcotráfico. Entretanto se casó por segunda vez y escribió La rage au coeur (La rabia en el corazón), originalmente aparecido en Francia, donde devino en un fenómeno de ventas. En Colombia, y como el libro volviera sobre los casos de corrupción y tráfico de influencias, disgustó a algunos sectores por la imagen que se daba del país en el extranjero. Su modo de hacer, descarado, rebelde, callejero, tan alejado de las convenciones al uso, hizo de Betancourt un personaje popular cuyos movimientos despertaban gran interés en algunos sectores de la opinión pública. En otros se la observaba con desconfianza, pues habiendo tenido una existencia privilegiada en un país donde no se concebían más privilegios que los de clase, se entendía mal que diera lecciones de moral a todo el mundo.
En 2001, tras calificar al Senado de "nido de ratas", renunció a su escaño y presentó su candidatura a las elecciones generales de 2002. El 23 de febrero de ese año, en el transcurso de un arriesgado viaje electoral a San Vicente del Caguán, donde su partido (Verde Oxígeno) había obtenido la alcaldía en las elecciones regionales de 1999, fue raptada por las FARC, recibiendo la calificación de "canjeable", lo que quería decir que la guerrilla aspiraba a cambiarla por un número determinado de guerrilleros detenidos. Durante los seis años, cuatro meses y nueve días que duró su secuestro intentó escapar en cinco ocasiones, convirtiéndose en una presa incómoda para sus captores, que la mantuvieron encadenada durante gran parte de su cautiverio. En diciembre de 2007, el diario Tiempo hizo pública una carta de Ingrid Betancourt, dirigida a su madre, que conmovió al mundo por su dramatismo. Contaba en ella que se encontraba mal físicamente, que había dejado de comer y que el pelo se le caía en grandes cantidades. "Aquí estoy", añadía, "escribiéndote, mi alma tendida sobre este papel. No tengo ganas de nada, creo que eso es lo único que está bien; no tengo ganas de nada porque aquí, en la selva, la única respuesta a todo es no. Es mejor entonces no querer nada para quedar libre al menos de deseos. Hace tres años estoy pidiendo un diccionario enciclopédico para leer algo, aprender algo, mantener la curiosidad intelectual viva. Sigo esperando que al menos por compasión me faciliten uno, pero es mejor no pensar en eso".
En la carta relataba también sus condiciones de vida: "Vivo o sobrevivo en una hamaca tendida entre dos palos, cubierta con un mosquitero y con una carpa encima, que oficia de techo, con lo cual puedo pensar que tengo una casa. Tengo una repisa donde pongo mi equipo, es decir, el morral con la ropa y la Biblia, que es mi único lujo. Todo listo para salir corriendo. Aquí nada es propio, nada dura, la incertidumbre y la precariedad son la única constante. En cualquier momento dan la orden de empacar y duerme uno en cualquier hueco, tendido en cualquier sitio, como cualquier animal".
Por esas fechas, el Ejército colombiano incautó a la guerrilla, junto a la carta citada anteriormente, unas fotografías en las que se veía a Ingrid Betancourt sumamente delgada, demacrada, envejecida, con síntomas de enfermedad y agotamiento. Aparecía encadenada a una silla rudimentaria y miraba tercamente al suelo, como si aquella prueba de que se encontraba viva estuviera obteniéndose contra su voluntad. Todo presagiaba lo peor, pues también los testimonios de algunos liberados hablaban de una Ingrid consumida, aniquilada, rota. Este cúmulo de malas noticias logró movilizar a las fuerzas políticas de medio mundo, que tomaron como cosa suya la liberación de la política franco-colombiana.
Por fin, el 2 de julio de 2008 fue rescatada, junto a otros 14 prisioneros, en el transcurso de una operación militar de las Fuerzas Armadas colombianas. La Ingrid liberada tenía poco que ver físicamente con la de las fotografías de 2007. Tampoco desde el punto de vista psicológico se parecía a la que habíamos deducido de la carta dirigida a su madre. Había ganado peso y se mostraba eufórica. De hecho, apenas alcanzada la libertad y tras dedicar un tiempo a su familia, emprendió una actividad frenética dirigida a recordar al mundo que todavía quedaban muchos secuestrados. En apenas tres meses la hemos visto, entre otros líderes mundiales, con Ban Ki-moon, con Rodríguez Zapatero, con Benedicto XVI, con los Reyes de España y el príncipe Felipe, además, claro, de Sarkozy, que es su anfitrión en Francia, donde se ha instalado de momento, aunque asegura que regresará a Colombia cuando se den las condiciones de seguridad para ese regreso. No hay jefe de Estado, presidente de Gobierno o rey que no quiera fotografiarse con Ingrid Betancourt, a quien se le acumulan los premios, que casi no tiene tiempo de recoger. En España se le ha otorgado el Príncipe de Asturias de la Concordia y el Gobierno chileno la ha postulado para el Nobel de la Paz.
Invitada por el Gobierno de las islas Seychelles, que también le ha concedido la nacionalidad de ese país, pasó allí parte del verano con sus hijos, entregada al descanso y a la vida familiar. Pero apenas comenzado septiembre recuperó la actividad viajera anterior. Así, el 23 de septiembre llegó a España para presentar Infierno verde, libro de Luis Eladio Pérez, político colombiano y compañero de cautiverio durante cuatro años, al que le une gran amistad. Con él inició precisamente una de sus fugas, aunque al sexto día de vagar por la selva, y debido en parte a la debilidad de Luis Eladio, que estaba muy enfermo, tuvieron que desistir y entregarse de nuevo a la guerrilla, por la que fueron castigados con gran dureza. En Infierno verde, escrito en colaboración con el periodista Darío Arizmendi, Luis Eladio narra la vida cotidiana de los secuestrados, deteniéndose en detalles escalofriantes, como cuando al referirse a las enfermedades más comunes de la selva describe, por ejemplo, la leishmaniasis, causada por la intervención indolora de un mosquito. Cuando uno descubre la costra provocada por la picadura y la levanta, aparece un hueco, un agujero, ya que la larva depositada por el insecto hace túneles en la carne como la carcoma en la madera, sin provocar ninguna molestia (de ahí su peligro). Ingrid Betancourt aún no ha sido capaz de leer Infierno verde. Tampoco ha podido hablar de la experiencia del secuestro con nadie, ni siquiera con su madre o con sus hijos. Dice que tiene, en relación a este asunto, un bloqueo por el momento insuperable.
El día de su llegada a España cenó con Luis Eladio y con Darío, que había reservado mesa en un conocido restaurante madrileño. A punto ya de salir, Ingrid recordó que en la selva, cuando tenían mucha hambre, Luis Eladio le hablaba de un restaurante madrileño, El Sobrino de Botín, donde servían un cochinillo asado excelente y que él describía con gran detalle hasta que Ingrid, con el estómago inundado de jugos gástricos, le pedía por favor que se callara. De modo que decidieron cambiar la reserva y acudir a El Sobrino de Botín, donde pasaron una de las noches más felices de su vida, llorando y riendo al recordar las imágenes de aquel cochinillo imaginario que de súbito se había hecho real ante sus ojos. Al regresar al hotel, el escolta de Ingrid se acercó a ella y le dijo: "Señora, es la primera vez que la he visto reír de verdad desde su liberación".
Al día siguiente, a las 9.30, comenzó su jornada con una entrevista para Cuatro realizada por Iñaki Gabilondo. Después acudiría al programa radiofónico de Carles Francino, y más tarde, hacia el mediodía, a la Casa de América, donde se habían acreditado más de 200 periodistas para asistir a la presentación de Infierno verde. Si la imagen de la Ingrid Betancourt de antes del secuestro evocaba algunos aspavientos del mayo del 68 francés, la de después de la liberación remitía a la elegancia estática de Jackeline Kennedy. Como todos los fenómenos mediáticos (e Ingrid Betancourt lo es en un grado difícil de superar), despide un magnetismo que viene de todas las partes de su ser y de ninguna, quizá por eso provoca adhesiones extraordinarias y rechazos exagerados, que en la mayoría de las ocasiones carecen de base racional.
Al magnetismo señalado se añade la dificultad de atraparla en un solo registro desde el que tratarla o describirla. Por utilizar una imagen del mundo subatómico, cuando te diriges a ella como materia, se comporta como energía, o al revés. Y cuando te has convencido de que es completamente europea, se manifiesta como una latinoamericana integral, o viceversa. Impecablemente vestida, con el pelo estirado y recogido en un elegante y sugestivo moño, se sienta siempre con la espalda muy recta y los brazos caídos, sin abandonarse jamás, y cruza las piernas con un gesto que tiene algo de movimiento de prestidigitación. Habla pausadamente, con sintaxis, llevando las oraciones compuestas hasta el final, con un vocabulario escogido (no en vano, en Colombia se habla el mejor español del mundo), provocando en el interlocutor una fascinación de la que resulta difícil sustraerse. La Ingrid Betancourt madura parece más ingenua que la joven, pero da la impresión de tratarse de una ingenuidad trabajada, elaborada, como si fuera el resultado de una conquista moral. Aunque en las entrevistas a las que se sometió no eludió ninguna pregunta, y dio las gracias por todas, uno se quedaba con la impresión de que sabía más de lo que decía, lo que es frecuente en el trato con personas misteriosas o que han vivido experiencias extremas, como si en las situaciones límite se adquirieran enseñanzas imposibles de transmitir a quienes llevamos existencias normales.
Frente a los que piensan que con la guerrilla no hay que hablar porque son terroristas, Betancourt cree que hay que hacerlo precisamente por eso, porque son terroristas ("Hay que echarles una mano para sacarlos de ahí; si no, ellos se enconchan en su locura"), y así lo afirmó entrevista tras entrevista aquella mañana del 23 de septiembre. Al referirse a los muchachos de 13 o 14 años que forman parte de las FARC, aseguró que no hay lugar para ellos en la sociedad colombiana, que se meten en la guerrilla porque allí son alguien y comen tres veces al día ("La guerrilla les da cosas que no sabe darles el Estado"). Dijo de Uribe que había sido un buen presidente para la guerra, pero que le parecía inhábil para la construcción de la paz. Aseguró que no volvería a la política, al menos al modelo de política vigente, marcado por la confrontación y en la que los políticos, más que servir, se sirven ("Es un mundo de intereses escondidos, de mentiras, de agendas ocultas"). Aseguró que en la selva se había dejado mucha impaciencia, mucha bobada, y se había traído a Dios.
En este punto, su discurso adquirió un registro algo místico, un punto iluminado, que contrastaba con la racionalidad (y con la sabiduría diplomática) con la que se refería al resto de las cosas. Puntualizó, no obstante, que hay poca tolerancia para las manifestaciones de orden espiritual, por otra parte muy íntimas, y que era consciente de lo fácil que resultaba rozar el ridículo hablando de ellas. Transmitió la idea de que es posible un tipo de actividad política diferente a la conocida e insinuó (o eso nos pareció) que ella podría inaugurarla. Manifestó que de momento iba a dedicar su vida a sus hijos, a su madre y a la liberación de los otros secuestrados, por este orden, para que no los olvidemos, ya que, y tal como suele afirmar Luis Eladio Pérez, ellos fueron secuestrados dos veces, una por la guerrilla y otra por el silencio de la sociedad colombiana. Las preguntas relacionadas con el proceso de animalización vivido en la selva le provocaron, indefectiblemente, lágrimas.
Ingrid Betancourt tenía programada ese día una comida con Luis Eladio Pérez, Darío Arizmendi y los responsables de Aguilar, la editora de Infierno verde, que tuvo que suspender porque recibió una llamada del palacio de la Zarzuela: los Reyes querían verla (y quizá, pensamos nosotros, absorber parte de su magnetismo).
Al día siguiente concedió a El País Semanal la entrevista que reproducimos a continuación. Durante el encuentro, que se llevó a cabo en una sala del hotel Palace, donde se alojaba, se mostró cordial y colaboradora. En ocasiones lloró y en ocasiones respondió al cabo de un largo silencio. Al terminar, dijo que le gustaría que volviéramos a encontrarnos dentro de un año, cuando haya roto el bloqueo emocional que aún le provocan ciertos recuerdos.
-¿Cómo se encuentra?
-Magníficamente bien. Físicamente me encuentro bien y psicológicamente equilibrada. Tengo fragilidades, pero capacidad para afrontarlas. Las vivo sin angustia.
-¿Qué reflexiones le provocó la decepción de algunas personas por su buena forma física y su excelente estado de ánimo tras la liberación?
-No he tenido tiempo para leer todos los comentarios. Me he preservado de las críticas. Entiendo que las personas tengan reflexiones de todo tipo y me parece bien que se hagan preguntas. Esa reflexión también es útil.
-En la carta de 2007 a su madre, usted se muestra abatida, desesperada, entregada. Por otra parte, todas las noticias sobre su salud eran muy malas. Aún tenemos en la memoria aquella foto en la que aparece delgada, demacrada y triste. ¿Qué ocurrió entre esa carta (y la foto) y su liberación para que se produjera en usted un cambio tan espectacular?
-Es el resultado de una serie de milagros. Cuando escribo esa carta y se toma esa foto, yo estoy en una situación muy complicada física y psicológicamente. El aspecto físico siempre es la parte visible de nuestra alma. Cuando escribo esa carta estoy muy enferma del cuerpo, que ya no aguantaba más. Tenía incapacidad para comer. Vomitaba todo lo que comía y vomitaba sangre. Toda mi relación con el mundo era sangrienta. Tenía una debilidad muy grande que produjo en cascada enfermedades graves de tipo viral. A la enfermedad del cuerpo y a la tristeza infinita del alma llegó también la resignación de la muerte. No llegaba respuesta, sabía que me estaba apagando y me pareció que tenía que aceptar y preparar a mis niños y a mi mamá. Yo creo que esa carta fue prácticamente un testamento, quería decirles lo que yo les amaba. Sobre todo quería que supieran que estaba feliz y agradecida a Dios de lo que había vivido y no quería que ellos tuvieran culpabilidad ni remordimientos. Quería prepararlos. Sucedió que en esos días yo vivía muy sola, pese a estar entre mis compañeros de cautiverio, porque llegó un momento en que me postré en la hamaca, dejé de ir al baño, no lavaba la ropa, la comida tampoco la recibía... Al cabo del tiempo, uno de estos compañeros, William Pérez, al que yo llamo "mi Willy" y que era enfermero, tuvo el gesto de acercarse a hablar conmigo y se dio cuenta de que necesitaba tratamiento. Peleó mucho con la guerrilla, pues tenía que ser un tratamiento especial y consiguió que me dieran antivirales y suero intravenoso, que fue para mí una tortura adicional, pues tuve flebitis inmediatamente. El cuadro era muy complicado. En esa situación, cuando el comandante llega y nos dice como gran noticia que vamos a hacer pruebas de supervivencia, yo no quería porque tenía la experiencia de que la guerrilla usaba esas pruebas a su acomodo, las manipulaba y no quería prestarme a ese circo. Hasta que el comandante dijo que no era un regalo, sino una orden. Procederían a filmarnos lo quisiéramos o no. Entonces yo le dije que estaba dispuesta a escribir una carta, pero que no estaba dispuesta a más. Tuvo que consultar con los mandos y la respuesta fue que me autorizaban una carta, pero que de todos modos me iban a filmar. Para mí era muy importante la carta porque yo quería que las palabras mías fueran sólo para mi mamá y que no fueran utilizadas de otra manera. Pensaba que se iba a respetar la intimidad de esa carta. También pensé que iban a grabar y que esa carta no la iban a dar. Y de hecho fue lo que sucedió, porque si usted recuerda, fue el ejército colombiano el que encontró ese material y lo hizo público. Curiosamente, dos días antes de esa prueba me habían puesto un tratamiento intravenoso. Entonces llega el comandante, con su enorme cinismo, y dice que me ve muy bien y que mi familia iba a ponerse muy contenta de verme. Yo no era muy consciente de mi estado, lo sentía en el interior, pero no... Cuando poco antes de la liberación vi esa foto en una revista vieja, porque allí no teníamos espejos, entendí el impacto que había tenido. Yo misma me asusté y en ese momento estaba un poco mejor de como había estado.
-¿Había tirado usted la toalla?
-No era tanto tirar la toalla como resignarme a haber llegado al final del camino. Yo no me rendí, pero acepté la muerte como una realidad y de pronto pensé también que era una liberación. En esas primeras imágenes nuestras tras la liberación, nuestro rostro es completamente distinto al del cautiverio. Hay en todos mis compañeros una gran belleza. El anuncio de la libertad nos transformó a todos. Ése es uno de los milagros.
-Para quienes no conocemos la selva más que por referencias, es difícil imaginar cómo era su cautiverio. Pensamos en las grandes privaciones cuando quizá las realmente graves eran las en apariencia pequeñas. Tengo entendido que uno de los castigos más frecuentes de los guerrilleros era privarles de papel higiénico, por ejemplo. De otro lado, y como cuenta en Infierno verde Luis Eladio Pérez, el olor a selva es muy particular, una mezcla de tierra y de humedad que lo impregna todo y que se manifiesta incluso en el sudor.
-Nosotros llevábamos el dolor del mundo a cuestas en todas sus expresiones. En la selva llevábamos una cruz completa. Conocimos el dolor en todas sus dimensiones. Primero, el dolor del alma por la pérdida de la libertad, que es como perder la dignidad. Lo que nos hace seres humanos es la posibilidad de tomar decisiones, todo el día estamos tomando decisiones, decisiones de a qué hora nos levantamos, qué comemos, adónde vamos, a quién vemos, qué palabras usamos, cómo nos vestimos, cómo priorizamos nuestras actividades del día. En un momento, el secuestrado pierde todo, no toma decisiones y se vuelve una cosa, un objeto al que llevan y traen y al que ninguna decisión le pertenece, ni la decisión de ir al baño, porque tienes que pedir permiso, ni la decisión de acostarte o levantarte, porque te la imponen, ni la de hablar con otro ser humano, porque también te lo condicionan, te lo prohíben o te lo permiten. Esa ausencia de uno mismo es el primer dolor que se lleva en el alma. A ése se le suman todos los demás dolores, los pequeños y los grandes. La selva es un lugar hostil. Todo duele en ella. La piel no es un espacio de protección, sino de dolor. En la selva, todo pica, todo rasca, todo incomoda. Tener un cuerpo en la selva es tener un peso adicional, porque el cuerpo es simplemente un espacio de dolor. Comer duele, ir al baño duele, bañarse duele, vivir duele, respirar duele, no ver el cielo duele, no ver a las personas que uno ama duele.
-Para mucha gente, la idea de estar preso en la selva es la de un cautiverio al aire libre, cuando lo cierto es que ni siquiera les llegaba la luz del sol porque se encontraban siempre en lugares muy tupidos, para no ser vistos. Creo que incluso tenían que secar la ropa al fuego.
-La selva es la prisión. En la selva no hay horizonte, estás rodeado de una vegetación espinosa, agresiva, que te cierra el espacio. No hay caminos, no puedes salir...
-¿Qué sonidos se escuchan en la selva?
-Sonidos lúgubres. También es cierto que uno hace pasar esos sonidos por el tamiz de su dolor. En la selva no hay flores, no hay color, todo es verde: el verde con el que se viste la guerrilla, el mismo verde con el que lo visten a uno. Es un verde de enfermedad, es un verde de dolor. No es el verde de la alegría, no es el verde esmeralda ni el verde del mar, es el verde de los preámbulos de la muerte. No hay flores, no hay colores. No hay cantos de pájaros, hay gritos de pájaros. No es el canto melódico de un ruiseñor, es el grito desgarrador de una guacamaya, el aullido de un mico, el zumbido incesante de los insectos, que lo agobian a uno. En la selva quieres silencio y no lo encuentras. Me cuesta trabajo hablar de ello, todavía no he podido [lágrimas]. Yo pienso que el diablo vive en la selva [gran silencio]. Por las noches está uno rodeado del gemido de los compañeros que lloran dormidos y gritan sus pesadillas. Hay un inmenso sufrimiento y se puede hacer muy poco por aliviarlo.
-Usted nació un 25 de diciembre, lo que por una parte parece una redundancia, y por otra, el anuncio de un destino, pues da la impresión, repasando su biografía, de que ha nacido varias veces, de que ha tenido varias existencias.
-Todas esas vidas son la misma. Todo lo que viví antes era una preparación para esto, yo no veo los cortes que usted señala. Es todo un proceso de crecimiento. Yo entendí muchas cosas en la selva. Entendí que todo lo que había vivido antes era necesario para esto que he construido hoy. Uno es el producto de sus decisiones y sus decisiones reflejan quién es. Uno carga con el peso de sus decisiones. Todas son el producto de uno y también la preparación de lo que uno anhela ser, porque todos tenemos una imagen de ese yo ideal que quisiéramos ser y en la búsqueda de ese ser nos vamos puliendo. No hay coincidencias, no hay azar, uno carga con el peso de sus decisiones. Uno es el producto de todas ellas.
-Se pasó la mitad de su cautiverio pidiendo que le proporcionaran un diccionario enciclopédico, lo que es una buena metáfora de su curiosidad, de su afán de saber, pero encierra también un deseo algo loco de abarcarlo todo, ¿no?
-Cuando yo era chiquita estuve enferma de bronconeumonía. Yo debía de tener cinco años, pero me veo sentada en el suelo, jugando con algo, y llega mi mamá, me mira y me dice: "Niña, estás enferma, tienes los labios morados". Yo le contesto que no estoy enferma, que estoy aburrida. Ésa es la clave para entender lo del diccionario enciclopédico, porque en esos años de cautiverio, hechos de segundos infinitos, desesperadamente aburridos, la idea de poseer un diccionario enciclopédico era lo que para un niño el juguete más deseado que se pueda imaginar. Un diccionario era, en esas circunstancias, como Disneylandia, era el mejor juguete.
-Consiguió sin embargo una Biblia que cambió su vida. ¿Podemos hablar un poco de esa transformación espiritual que sufrió en la selva?
-Me secuestraron el 23 de febrero y el 23 de marzo murió mi padre. Mi padre era y es el gran amor de mi vida... La manera en que me enteré, unos meses después, fue terrible. Eso fue un disparo, porque cuando uno siente que... [lágrimas, silencio]. Yo siempre me había sentido bendecida por la vida, consentida por la vida. Cuando me llega todo esto -el secuestro, la muerte de mi padre, la soledad de mi madre- hay dos caminos: uno es el de negar a Dios y, por tanto, pensar que todo es fortuito, absurdo, un caos sin explicación ni respuesta. El otro camino es buscar a Dios. En el dolor de la selva no puedes aceptar a cualquier Dios. El Dios ritual infantil no te basta. No te basta con pensar que Dios es amor o que no puedes explicarlo. En la selva necesitas un Dios racional. Si tu fe no es racional, si no estás seguro de que Dios existe, no puedes entablar una relación con Él. No te basta la tradición. La religión católica no nos ha abierto a leer la Biblia, como si los creyentes fuéramos minusválidos intelectuales, sin capacidad para grandes búsquedas teológicas, y eso estuviera reservado a los intelectuales.
Pero la Biblia es un instrumento extraordinario. Hay que leer la Biblia con tranquilidad, sin orejeras que te condicionen a leerla por encima, sin entender el retrato humano de la relación de Dios con el hombre. Es muy difícil de explicar, pero lo que quiero decir es que entendí, leyendo la Biblia, que Dios no es energía, ni luz ni partículas de gas en el cosmos, sino que Dios es un ser humano, en otras palabras, que lo que nosotros tenemos de humanos es lo que tenemos de Dios, y, por tanto, que su relación con nosotros es una relación de palabras, y creo que eso es fundamental: entender que somos seres de palabras. Entonces, a través de la Biblia llega la palabra de Dios con una riqueza infinita de códigos humanos y con unos retratos psicológicos impresionantes, como el de Abraham. Todos los personajes de la Biblia están retratados con sus debilidades, sus miserias, sus pequeñeces. Todos estamos retratados ahí. Yo descubrí un Dios con sentido del humor, con sentido de la autoridad, un Dios que educa, un Dios que ama, pero sobre todo, que es un Dios en el sentido de que lo puede todo. Y pudiéndolo todo, Dios podría haber hecho, en vez del ser humano, un robot perfecto, sin defectos, un robot programado para hacer el bien. La pregunta es por qué Dios hizo al hombre libre, por qué no lo hizo como un robot. La respuesta es muy hermosa, y es que un robot puede estar programado para amar, pero si no tiene la libertad de no hacerlo, el amor no tiene valor.
-¿Qué Dios le gusta más, el del Antiguo o el del Nuevo Testamento?
-Son el mismo, es un espejo. Lo que sucede es que el Nuevo Testamento nos hace el camino hacia Dios mucho más fácil. El Antiguo Testamento es Dios hacia el hombre. El nuevo es el hombre hacia Dios. En el Antiguo Testamento, Dios nos busca; en el Nuevo Testamento, nosotros buscamos a Dios. Esa transformación ha cambiado mi vida porque si uno es consecuente y su racionalidad acepta a Dios, todo cambia, porque deja uno de ser pasivo y se vuelve activo frente a uno mismo. Es una enorme liberación pensar que uno es libre, que puede cambiar, que puede ser mejor humano.
-Usted respetaba en un principio el pensamiento que dio origen a las FARC, no así su evolución ni los medios empleados posteriormente para lograr sus fines, que las han deslegitimado. Cuando usted comenzó su carrera política, el poder establecido también estaba deslegitimado porque había creado, con sus abusos y su corrupción, las condiciones para que apareciera la guerrilla. ¿Cree que ese poder oficial, al contrario que el que representa la guerrilla, está hoy más legitimado que entonces? ¿Es más justa la sociedad colombiana actual, más equilibrada, menos corrupta?
-[Tras pensar mucho la respuesta] Yo pensaba que las FARC eran una respuesta a las contradicciones del sistema. Después de vivir dentro de las FARC he comprendido que son un subproducto de ese sistema, ésa es la gran decepción. Cuando yo hacía política en Colombia, pensaba que había que cambiar las estructuras del poder. Hoy pienso que hay que cambiar el alma del pueblo colombiano, del pueblo colombiano como entidad colectiva y, más aún, la de cada uno de nosotros en nuestra identidad individual. Cuando pienso en Colombia, pienso que somos el resultado de una civilización que tiene un inmenso malestar. Entonces acabas pensando que no sólo hay que cambiar los corazones, sino que también hay que cambiar el mundo. Lo increíble de esto es que pienso que es posible, además de necesario y urgente.
-Se lo pregunto de otro modo: ¿está hoy más clara la línea que separa a los malos de los buenos?
-Hace años, las cosas me parecían claras: había blanco y había negro. Hoy día me doy cuenta de que no hay ni negro ni blanco, sino una situación en la cual todos podemos aportar, todos podemos ser víctimas, pero todos podemos ser parte de la solución. Por eso en mi corazón no hay rencor ni deseo de venganza; más allá del perdón, hay un inmenso amor por el ser humano.
-El recuerdo que tenemos de la Ingrid Betancourt de antes del secuestro es el de una rebelde permanentemente enfrentada al poder, al que calificaba de corrupto. Desde algún punto de vista se podría pensar que la guerrilla nos ha devuelto a una mujer sumisa a ese poder. Me explico: desde su liberación, usted no ha hecho otra cosa que fotografiarse con los seres más poderosos del planeta. No hay jefe de Gobierno ni ministro ni rey que no quiera aparecer junto usted. Esos poderosos la colman de honores, de premios, de agasajos. Podríamos decir que usted ha hecho muchos gestos al poder, pero muy pocos a los desfavorecidos, a la gente humilde, la que rezaba por su liberación y llenó las calles con su alegría cuando fue liberada.
-En estos casi tres meses de libertad me he tomado muchas fotos con gente que encuentro por la calle y que se abraza a mí. Esas fotos están en los álbumes familiares, pero no las reproduce la prensa. La visión que tiene el mundo es probablemente la que da la prensa. La visión que tengo yo es la visión de ese amor infinito de mucha gente, unos muy potentes, unos muy conocidos, otros mucho menos, otros ciudadanos de a pie, y para mí todos son iguales y a todos les agradezco por igual.
-¿Dónde hay más peligro para la integridad intelectual y moral, en la selva o en los grandes salones?
-Yo creo que el peligro está en uno mismo, en perderse, en salir de foco. El ser humano es un ser social. Lo que se ve en la selva, a nivel humano, no difiere mucho de lo que se ve fuera, salvo porque el contraste es mayor porque las relaciones son más dramáticas. Yo soy muy consciente de que en la selva fui utilizada, fui instrumentalizada, fui manipulada, y soy consciente de que aquí, en el mundo real, hay quien quiere probablemente también manipular, instrumentalizar. Pero ése es un nivel que no me interesa. Lo que estoy haciendo, lo que hago, es la consecuencia de decisiones que se nutren de las prioridades de mi corazón. Entonces me siento inmune. Estoy en un espacio donde cosas que cuentan para muchas personas ya no cuentan para mí. Tengo una gran libertad.
-Cuando era una activista política, usted se movía muy bien en el registro simbólico. Parte de su éxito se debía a actuaciones (como la huelga de hambre que llevó a cabo en el Congreso o el reparto de condones por las calles de Bogotá) que conectaban de forma directa con una parte del electorado. Ahora, quizá de tanto utilizar los símbolos, ha devenido usted misma en un símbolo. Precisamente le han concedido el Príncipe de Asturias de la Concordia como "símbolo" de la lucha por la democracia y por la libertad, además de por la fortaleza, dignidad y valentía con que se enfrentó a su cautiverio. Resulta curioso que de tanta gente como ha secuestrado la guerrilla y de tanta como, por unos medios u otros, ha sido liberada, le haya tocado a usted ese papel de símbolo. ¿A qué cree que se debe?
-No sé, no lo sé. Cuando estaba en la selva, ser símbolo se pagaba a un precio muy alto. Uno no escoge ser símbolo, pero tampoco puede quedarse en la parte negativa del símbolo, diciendo yo no soy esto, yo no soy lo otro, por qué me toca a mí... Yo lo tomo de manera diferente. Sin entender las razones por las que me tocó a mí, entiendo que es una responsabilidad. Ese espacio especial que me ha conseguido el mundo no me lo ha conseguido a mí. Como ser humano, no tengo ninguna característica especial o diferente a la de los miles de secuestrados en Colombia o en el mundo. Sobre alguien tenía que caer, como ha sucedido con otros que también son símbolos. Lo que sí tengo claro es que es una responsabilidad y, por tanto, implica ponerse al servicio de los demás, lo que me viene muy bien porque lo único que me hace a mí feliz es ayudar a los demás.
-Dígame, para terminar, ¿no se ha cortado el pelo todavía?
-Hablando de simbolismos, el pelo es un símbolo, es un calendario. Son días de secuestro, meses, años. Es una forma de recordar que los otros siguen allá, de que no se me olvide a mí, de que no se le olvide al mundo.
lunes, 13 de octubre de 2008
La voz del CRIDEC sobre la situación de MARMATO
CRIDEC es el Consejo Regional Indígena de Caldas.
Publico acá dos de sus comunicados de lo que piensan y denuncian acerca de la situación que se cierne sobre el Pesebre de Oro Colombiano...
Y usted qué opina?
Miércoles 07 de Marzo de 2007
EXPLOTACIÓN MINERA DE COMPAÑÍA CANADIENSE PONE A MARMATO EN RIESGO DE DESAPARECER
Marmato es patrimonio cultural e histórico de la nación.
Cuenta con 11.000 habitantes. El 56.5% es población afrocolombiana y el 16.7% indígena.
Marmato es un municipio del occidente del Departamento de Caldas,
poblado por los españoles desde 1538, y se encuentra ubicado en una
montaña de gran riqueza en oro.
Desde el año 2005 la compañía canadiense “Colombia Goldfields Limited”
concertó con el Gobierno colombiano un megaproyecto de explotación
minera, a fin de extraer 5 millones de onzas de oro (150 toneladas) que
calcula yacen debajo de Marmato. La empresa “Mineros de Caldas”,
sucursal de la “Colombia Goldfields” ha comprado el 70% de las minas
legales y planea expropiar 150 minas que están sin legalizar. Mina
comprada es mina que se cierra, dejando sin empleo a 30 personas por
mina.
El proyecto de la compañía es hacer una explotación a cielo abierto,
como se explota el carbón en El Cerrejón (Guajira), pero esto significa
demoler un pueblo de 470 años de historia y destruir un territorio
multiétnico, por lo que en menos de 10 años sólo se verá un gran hueco
donde ahora existe Marmato.
Pero el Gobierno no ha informado del proyecto a la población, y por el
contrario está obligando a desocupar el casco urbano de Marmato con el
argumento que el pueblo está en alto riesgo de que se derrumbe el cerro,
basándose en que en 2006 hubo una mediana avalancha. Hoy se improvisa la
construcción de un nuevo pueblo en la parte baja de la montaña, sin
consultar con la comunidad.
De esta manera el Gobierno le hace el favor a la compañía multinacional
de desocuparle la montaña, ahorrándole los costos de traslado del
pueblo, abaratando el precio de las minas que le faltan por comprar,
escudándola de la opinión pública, aminorándole los impactos
ambientales, eximiéndola de las restricciones del Código de Minas,
evitándole cumplir la consulta con indígenas y afrocolombianos, etc.
DENUNCIAMOS LA MALA FE DEL ESTADO COLOMBIANO
RECHAZAMOS QUE SE AGOTE EN 10 AÑOS UNA RESERVA DE 200 AÑOS
EXIGIMOS CONSULTA PREVIA A INDÍGENAS Y AFROCOLOMBIANOS
EXIGIMOS UN ESTUDIO INDEPENDIENTE DE RIESGO GEOLÓGICO
Luis Arbey Gañan
Presidente CRIDEC.
TEL: 096 859 02 21
cel: 315 782 69 07
cridec@telecom.com.co
CONSEJO REGIONAL INDÍGENA DE CALDAS (CRIDEC)
PRO-DEFENSA DE MARMATO
*****
Rechazo al Acuerdo presentado por el Alcalde Municipal de Marmato para trasladar el pueblo
Consejo Regional Indígena de Caldas CRIDEC - 25 de sep/2008
Comunicado donde se denuncia la maniobra del Alcalde Municipal de Marmato para favorecer los intereses de la multinacional Colombia Goldfields.
CONSEJO REGIONAL INDÍGENA DE CALDAS (CRIDEC)
RECHAZAMOS EL ILEGAL PROYECTO DE ACUERDO Nº 010 PRESENTADO POR EL ALCALDE MUNICIPAL DE MARMATO PARA TRASLADAR EL PUEBLO PARA LA VEREDA “EL LLANO”, COMO UNA MANIOBRA PARA FAVORECER A LA COMPAÑÍA MULTINACIONAL COLOMBIA GOLDFIELDS
El Consejo Regional Indígena de Caldas (CRIDEC) manifiesta ante el pueblo caldense y ante la opinión pública nacional e internacional su absoluto rechazo a la presentación por el señor URIEL ORTIZ CASTRO, alcalde de Marmato (Caldas) al H. Concejo Municipal de esa ciudad del Proyecto de Acuerdo Nº 010 del 9 de agosto de 2008, “por medio del cual se autoriza al Alcalde para organizar el territorio, ejecutar otras actuaciones respecto a terrenos destinados al proyecto de reubicación de viviendas, comercio e instituciones en el sector ‘El Llano’”, poniendo a Marmato al borde de su desaparición física.
Destacamos de manera especial la gravedad que implica la presentación del Acuerdo Nº 010, ya que indica que la primera autoridad del municipio ha dado el brazo a torcer en la resistencia que la población, incluidas sus autoridades, habían sostenido por varios años al traslado de este antiguo pueblo minero multiétnico y patrimonio histórico y cultural de los colombianos, frente a las presiones del macroproyecto de explotación minera a cielo abierto que pretende hacer la compañía canadiense Colombia Goldfields, por medio de su subsidiaria Compañía Minera de Caldas S.A.
Recordamos a la opinión pública que desde 1998 la compañía multinacional ha detectado debajo del casco urbano de Marmato la existencia de un yacimiento de cinco (5) millones de onzas de oro, para cuya explotación el método más barato es a cielo abierto, lo cual implica la destrucción del pueblo de Marmato y su traslado a otro lugar.
Este macroproyecto fue planteado por la compañía con este alcance en reuniones sostenidas en Medellín por Ian Park, presidente de la Compañía Minera de Caldas, con Julián Villaruel, director general de Ingeominas, y Fabio Valencia Cossio, alto consejero de la Presidencia de la República, y hoy Ministro del Interior y de Justicia (Artículo “El Cerrejón del Oro”, El Colombiano, 12 de diciembre de 2005).
En ese entonces, "el director general de Ingeominas, Julián Villaruel, le manifestó a este diario que 'Marmato es una región que hace más de 100 años ha venido siendo explotada de una manera artesanal. Hoy existen grandes firmas internacionales que quieren volverla una gran explotación a cielo abierto, pero para ello habría que trasladar el pueblo. Esto demandaría inversiones del orden de 8 a 10 millones de dólares'".
De acuerdo con el Código de Minas, si la explotación minera implica el traslado de poblaciones, el costo del traslado y las indemnizaciones respectivas corren por cuenta de la compañía interesada.
Sin embargo, para evitarle este costo a la inversión extranjera, los Gobiernos nacional y departamental han acudido a un pérfido argumento distinto del macroproyecto minero para justificar el traslado del pueblo.
Esta injusticia, que implica desintegrar étnica, social, cultural y económicamente una comunidad donde el 56.5% de los habitantes son afrodescendientes y el 16.7 indígenas, los cuales nunca han sido consultados en los términos del Convenio 169 de la OIT y de la Ley 99 de 1993, está siendo justificada oficialmente con el argumento de que el pueblo de Marmato está ubicado en Zona de Alto Riesgo.
A mediados de 2007, en reunión llevada a cabo en el templo parroquial, el ingeniero Pablo Medina, asesor para el tema de Marmato en la administración departamental anterior, hizo alarmantes llamados a los habitantes a desocupar de inmediato el pueblo, comparando la situación de Marmato con la avalancha del Nevado del Ruíz que sepultó al municipio de Armero en 1985.
Pero los portavoces del riesgo han tropezado con los reiterados conceptos técnicos de la Corporación Autónoma de Caldas (CORPOCALDAS), los cuales definen que la montaña es de conformación geológica firme, lo cual excluye el riesgo estructural, pese a los múltiples socavones excavados en 500 años de explotación minera artesanal.
Al mismo tiempo, los estudios y observaciones técnicas dejan en claro que realmente existe un riesgo alto en la parte alta de la población, el centro histórico, de carácter antrópico (es decir, de origen humano e institucional), producido por el mal manejo que hacen los mineros de los materiales estériles (desechos), que con cualquier aguacero son arrastrados por las vertientes, y, lo que es más grave, por la omisión del Estado en construir las obras de mitigación respectivas y en ejercer control sobre la minería en la zona, abandonada a su suerte desde el retiro de Mineralco hace una década.
Los estudios demuestran, igualmente, que la parte urbana de Marmato ubicada alrededor de la iglesia, y donde se localizan las instituciones, el comercio y la vivienda, no están en alto riesgo.
De otra parte, como lo reconoce el alcalde en la Exposición de Motivos del proyecto de Acuerdo, Marmato está pendiente de que el Ministerio del Medio Ambiente realice las modificaciones al Esquema de Ordenamiento Territorial Municipal (EOTM), lo cual implica que el Concejo Municipal no tiene en este momento competencia jurídica para “ordenar el territorio”, por lo que el proyecto de Acuerdo es manifiestamente ilegal.
Es evidente que si el alcalde, en su prisa por trasladar el pueblo, no da espera siquiera a que las instituciones colombianas definan el EOTM, su conducta obedece a hacerle el favor a la compañía multinacional de desocuparle la montaña lo más pronto posible.
Se dice en la Exposición del Motivos del Proyecto 010 que por la espera Marmato está perdiendo unos recursos, “lujo que ningún municipio del país puede darse”, pero de lo que no puede darse el lujo un alcalde, sobre todo popularmente elegido, es dejar desaparecer su municipio sin agotar todos los recursos al alcance para su salvación, y sin garantizar –en último término- condiciones dignas para la reubicación.
Como puede observarse del contenido del proyecto de Acuerdo presentado al Concejo, las medidas propuestas no obedecen a ninguna planificación ni los meros recursos del Municipio bastarían para costearlo, por lo que su eventual aplicación sólo agudizará el hacinamiento y la tugurización de la vereda El Llano, en que se ha convertido el improvisado plan de contingencia conque los Gobiernos Nacional y Departamental ha afrontado el desplazamiento forzado de la población de Marmato.
Finalmente, el Consejo Regional Indígena de Caldas no entiende la política minera del Gobierno del dr. Álvaro Uribe Vélez, que en casos como este insiste en ejecutar un proyecto de altísimo costo social a cambio de un beneficio de apenas 1% de regalías para la Nación (8 dólares y 38 centavos por cada onza extraída, sobre un valor actual de 838 dólares la onza de oro).
COMITÉ EJECUTIVO
Riosucio, 29 de agosto de 2008
CC: -Cabildo Indígena Cartama de Marmato
-Alcaldía Municipal de Marmato
-Comité Cívico Pro-Defensa de Marmato
-Gobernación del Departamento de Caldas
-Congreso de la República
-Ministerio de Minas
-Ministerio de Cultura
-Ministerio del Ambiente y Vivienda
-Dirección de Etnias del Ministerio del Interior y Justicia
-Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC)
-Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia
-Tribunal Internacional de los Pueblos
-Organización Internacional del Trabajo (OIT)
-Medios de comunicación
CONSEJO REGIONAL INDÍGENA DE CALDAS CRIDEC
UNIDAD – TERRITORIO – CULTURA – AUTONOMÍA
Cra. 8ª Nº 8-10. Tel: (6) 859 21 66. Riosucio, Caldas.
cridecmarmato@yahoo.es
POR QUE ESTAN DESPLAZANDO A MARMATO?
Lunes 14 de enero de 2008
Millones de colombianos viven en condiciones de riesgo. Desde hace décadas, en cada invierno, más y más zonas habitadas se inundan y aumentan los deslizamientos de tierra que aplastan a las gentes, otras comunidades esperan la catástrofe en las laderas de volcanes activos y deben pasar del 80 por ciento del total las edificaciones construidas sin técnicas de sismorresistencia. En Armero murieron 25 mil personas en una matanza anunciada que pudo evitarse y en Manizales, por ejemplo, hay 2.700 viviendas en montañas que nunca debieron edificarse. Y no ha habido un solo responsable por unos desastres que algunos llaman “naturales” pero que son más políticos y sociales, y que se aprovechan para hacer demagogia mal atendiendo damnificados.
En contraste, en silencio avanza la erradicación del casco urbano de Marmato, Caldas, una población en la que nunca ha habido un muerto por inundación, deslizamiento o temblor. Ya hace tres décadas, Ingeominas declaró la población como “zona de riesgo”. Muy acuciosa, en 2006, la Oficina de Asuntos Ambientales y Agrarios de la Procuraduría, mediante tutela, le exigió al Tribunal Administrativo de Caldas declarar la zona como “de alto riesgo” y ordenar su evacuación y reubicación, despropósito que el Tribunal rechazó. Y son bastantes las presiones y las platas usadas por la Gobernación de Caldas para trasladar el municipio a un punto llamado El Llano, donde ya construyeron unas cuantas viviendas y pasaron la Notaría, la Registraduría y la Personería.
¿Qué empuja trasladar una población de 470 años, habitada por dos mil habitantes, incluidos afrodescendientes e indígenas, y que en 1982 fue declarada Patrimonio Histórico de la Nación? ¿Por qué destruir las edificaciones donde hay 315 residencias, 58 negocios, 18 locales y 23 instituciones (colegio, iglesias, alcaldía, etc.), así como la cultura de una comunidad sui géneris que se resiste a que destruyan el sitio donde ella y sus mayores formaron sus hogares y tradiciones? ¿Cuál es la norma que autoriza este desplazamiento forzado? ¿Por qué en este caso sí se preocupan por un riesgo que ha sido evidentemente exagerado?
El “crimen” de los marmateños es que el poblado queda en las faldas de El Burro, un cerro donde la trasnacional canadiense Colombia Golfields Limited, propietaria de la Compañía Minera de Caldas, espera extraer 375 mil libras de oro a partir del 2011, mediante una explotación a cielo abierto de descomunal impacto ambiental que seguramente exigirá erradicar también, pero más adelante, buena parte del resto de los 8.500 habitantes del municipio. El área afectada llega a 32 mil hectáreas y cubre el vecino municipio de Caramanta, Antioquia.
Para apoderarse del oro de Marmato, que se extrae desde antes de la conquista española, la Colombia Golfields ha comprado los derechos de cerca de 100 pequeños mineros y espera sacar mediante argucias a otros 150, a pesar de que esa área fue declarada en 1954 como de pequeña minería, en tanto se dejó otra zona, que sería raro que la empresa no monopolizara luego, para las explotaciones mayores. Al decir de un marmateño, se emplean “amenazas apocalípticas de desastre total, mientras la multinacional va comprando a precios ridículos las posesiones centenarias”, incluidas las edificaciones del casco urbano. Y para presionarlos también se quitó la autoridad minera del municipio, se suspendió la legalización de 150 nuevas minas en trámite y les entraban la consecución de la dinamita que requieren sus trabajos.
El vicepresidente de la Compañía Minera de Caldas le escribe al ministro de Minas, Hernán Martínez (dic.01.06), que el proyecto exige “integrar” 250 minas, que ello es “una responsabilidad del Ministerio a su cargo” y que requiere que “suspenda la titulación en la zona” y sea “flexible” con las “causales de suspensión” de las explotaciones actuales. ¿Será casual que se tramite en el Congreso una reforma al Código de Minas pro gran minería, que incluye la integración de las pequeñas explotaciones con las grandes y permite expropiar en apenas treinta días cualquier edificación que le estorbe a un negocio minero? ¿Es falso que el traslado del pueblo “cuenta con el respaldo del gobierno”? (www.valoro.net/article.php?sid=86).
Y por unos daños de costos incalculables la trasnacional pagará regalías de solo el uno por ciento, porque la ley las ordena de apenas el cuatro por ciento y porque al quedarse con los derechos de los pequeños mineros se ganó una exención del 70 por ciento.
CARTA SOBRE LA PRETENSIÓN DE DESTRUIR A MARMATO Y SOBRE QUIÉN PAGA EL DESPLAZAMIENTO
Jorge Enrique Robledo
Jorge Enrique Robledo, Bogotá, 25 de febrero de 2008
Doctor
MARIO ARISTIZÁBAL
Gobernador de Caldas
Doctor
HERNÁN MARTÍNEZ
Ministro de Minas
Cordial saludo:
Fue lamentable que ustedes no hubieran asistido al foro que se realizó el jueves 21 de febrero pasado en Marmato, para tratar la amenaza de desplazamiento de la que son víctimas los habitantes del casco urbano de ese importante municipio de Caldas. Les resumo, entonces, mi punto de vista sobre el caso.
La trasnacional canadiense Colombia Goldfields –propietaria de la Compañía Minera de Caldas– tiene el derecho a comprar, como en efecto ha ocurrido, las minas de los pequeños mineros de Marmato. Y también tiene derecho a aspirar a que esas explotaciones se sustituyan, como es su propósito, por un proyecto de gran minería de cielo abierto, que incluye destruir el casco urbano de Marmato y algunas de sus áreas aledañas y desplazar a sus habitantes.
Pero –y este pero debe ser valorado en toda su importancia– los habitantes de Marmato también tienen derechos que deben ser respetados y, en especial, informados y protegidos por las autoridades departamentales y nacionales, pues ellos son la parte débil en la contradicción que afrontan con Colombia Goldfields. Entre los derechos que los marmateños pueden esgrimir está el de oponerse a cualquier explotación minera que les destruya su pueblo o exigir que el casco urbano del municipio se reemplace por uno nuevo que se construya, con las mejores calidades urbanísticas y arquitectónicas, en un nuevo sitio, tal y como se hizo –y es solo un ejemplo– con Guatavita, Cundinamarca, o proponer otra alternativa diferente. Pero, repito, tienen derechos y tienen el de hacerlos valer de acuerdo con sus convicciones, las cuales tendrán que ser tenidas en cuenta cuando la empresa tramite la licencia ambiental ante el Ministerio de Medio Ambiente, obligatoria si quiere montar una nueva explotación de oro en Marmato.
Es lamentable entonces, y repudiable, que luego de 22 años de presiones para destruir el casco urbano de Marmato, ningún gobierno les haya hecho una propuesta seria a sus habitantes sobre qué se hará con ellos, mientras las trasnacionales –otras, antes, y ahora Colombia Goldfields– sí los han presionado para que vendan sus minas y se desplacen. Espero que no vaya a decirse que constituye una propuesta seria haber construido unas cuantas casitas en El Llano, en la parte baja del municipio, para que los marmateños acepten que les destruyan su pueblo y se trasladen allí. Y ojalá el gobernador de Caldas, que acaba de posesionarse, no siga el camino de sus antecesores.
De otra parte, se discute si la supuesta necesidad de destruir a Marmato y desplazar a sus habitantes obedece a que están en una zona de riesgo por avalancha o a que en su subsuelo existe un yacimiento de oro que una trasnacional quiere explotar. Con franqueza les digo que es curioso que en un país donde casi todos sus habitantes están en algún tipo de riesgo –inundación, sismo, erupción volcánica o avalancha–, sin que ningún gobierno haga nada de fondo por atenderlos, ocurra que sí haya tanta preocupación por la suerte de los marmateños, los únicos que viven encima de una mina de oro. Habrá que mirar, con todo detalle científico y teniendo en cuenta el peligro de corrupción, cuál es el verdadero nivel de riesgo y por qué razones, cuántas y cuáles son las edificaciones amenazadas y qué debe hacerse con ellas, porque bien extraño sería que el riesgo natural coincidiera exactamente con lo que le conviene a la trasnacional.
La discusión sobre qué motiva destruir a Marmato y desplazarlo guarda otra implicación que ustedes no pueden dejar de considerar, en razón de sus graves consecuencias. Porque si el desplazamiento es por riesgo de avalancha, los costos del traslado deberá pagarlos el Estado, pero si es por negocio minero, dichos costos deberá asumirlos la empresa que se enriquecerá con la erradicación. Y estamos hablando de una suma enorme, del orden de 40 mil millones de pesos, dado que hay construir todo un pueblo con unas 300 edificaciones (viviendas, iglesia, escuela, colegio, hospital, alcaldía, etc.).
Quedo a la espera de sus comentarios a esta carta y desde ya los invito al debate que sobre este tema realizaré, en fecha que se definirá luego, en la Comisión Quinta del Senado.
Atentamente,
JORGE ENRIQUE ROBLEDO
Senador de la República
C.C.
Procurador General de la Nación, Contralor General de la República, ministro de Medio Ambiente
LA DESGRACIA DE MARMATO?
(ARTÍCULO TOMADO DE LA REVISTA SEMANA)
Sábado 27 Octubre 2007
Este municipio se construyó sobre una montaña donde brota el oro, pero irónicamente el metal precioso que soporta su economía, es hoy su principal amenaza.
A1.310 metros de altura sobre el nivel del mar está 'colgado' un pesebre de oro. Es el municipio más pequeño del departamento de Caldas, tiene 40 kilómetros cuadrados de extensión, está ubicado en una de las estribaciones de la cordillera Occidental y su riqueza aurífera lo hace brillar.
Pero el mismo oro que le da riqueza es a la vez su mayor amenaza. Marmato, un pequeño pueblo de 9.800 habitantes, vive bajo el peligro constante de un gran derrumbe. La explotación minera del lugar, que se lleva a cabo desde mediados del siglo XVI por iniciativa de los españoles, ha debilitado la capa vegetal de la montaña y provocado deslizamientos como el ocurrido en 2006 cuando un 'bocado' de tierra sepultó la plaza principal y 92 casas. Aún quedan 1.200 viviendas que podrían ser víctimas de otra avalancha.
A pesar de la amenaza, la vida en el pueblo continúa con una aparente normalidad. Nada parece afectar el ritmo de ese mercado persa que es su calle principal, una vía de dos cuadras en la que convergen los ricos y los pobres, los comerciantes y las prostitutas, los políticos y los campesinos, y por la que pasan motos, jeeps, chivas, camiones y las fieles mulas. Pero no hay verdaderas calles en Marmato, un municipio que fue creciendo sin planeación, donde las casas se construyeron cerca de los lugares de trabajo: las minas.
Y estas, que suman más de 230, generan 1.500 empleos y son la seña particular del municipio; aunque producen 3.200 millones de pesos de regalías al año, son las culpables de los deslizamientos de tierra en el pueblo. La fiebre del oro trae sus peligros. Por eso algunos de los habitantes de esta región dorada han optado por reubicarse en el Nuevo Marmato, que surgió en la parte plana de estas tierras con el medio centenar de familias afectadas por la primera avalancha.
Sin embargo, muchos de sus pobladores ven con escepticismo esta reubicación; algunos afirman que lo que se pretende es alejarlos de sus minas para que otros, extranjeros, las exploten. Esa es la tesis de la poeta Custodia Ortiz, una mulata de 60 años que nació y se crió en Marmato. Para ella, la riqueza del pueblo se convirtió en su mayor desgracia: "Nos quieren echar de aquí y nos van a quitar las minas".
Marmato, al que se ha llamado 'pueblo de oro anclado en las montañas', ese que habitaron los indígenas cartamas (que se dedicaban a la extracción del mineral), sigue ahí, haciendo equilibrio sobre la montaña y sobreviviendo de la minería mientras la tierra resista, mientras la loma aguante y no se venga abajo.
ARTICULO DEL DIARIO ECONOMICO DE COLOMBIA: LA REPUBLICA
Los 8.400 marmateños están parados, literalmente, sobre una mina de oro que han explotado artesanalmente por 500 años. El problema es que el metal y el hombre no podrán convivir juntos cuando allí se de una explotación empresarial.
La población, con 472 años de historia, deberá ser reubicada si los estudios de exploración que está realizando la Compañía Minera de Caldas S.A. (CMC), filial de la canadiense Colombia Goldfields Limited, le indican que la mejor forma de explotar la mina de oro de Marmato (Caldas), es a cielo abierto, como el propio presidente de la firma de Canadá, Ian Park, lo sospecha.
El eventual traslado del pueblo es, sin duda, una papa caliente que deberá asumir la Gobernación de Caldas, pero mientras tanto Colombia Goldfields reveló sus planes.
Park dijo que están en una etapa de exploración minera que les ha permitido perforar 39.750 metros de un total de 60.000. De 12.186 metros que la firma ha analizado en laboratorio, mediante perforaciones, se ha inferido un recurso de 2,6 millones de onzas de oro, que pagadas a 800 dólares establecen un negocio por la no despreciable suma de 2.000 millones de dólares.
Pero esto puede ser sólo la punta del iceberg. Debajo de Marmato y de sus alrededores, el empresario tiene la esperanza que existan entre cinco y 10 millones de onzas (en promedio 350.000 onzas al año para una explotación a 20 años), que mal contadas al precio del metal de hoy, valen entre 4.000 y 8.000 millones de dólares.
Si esa cantidad se comprueba, Marmato pasará a ser la segunda mina más grande de Colombia -la primera es la hallada recientemente en el Tolima- y una de las cinco más importantes de América Latina.
Los planes de la Compañía Minera, que sólo está a la espera del permiso del Gobierno para asumir la propiedad y el control de Mineros Nacional que adquirió en una subasta por 35 millones de dólares, es terminar este año la fase de exploración y obtener el permiso ambiental en menos de dos años para empezar la construcción de la mina. Hacia 2013 estaría explotando el recurso. El Gobierno viene trabajando la posibilidad de declarar el territorio como zona franca minera que sería la primera del país.
Por ahora la Compañía Minera de Caldas ha adquirido 144 minas, no todas legalizadas, de la parte alta de Marmato (cerro El Burro) -donde está autorizada la explotación de subsistencia o artesanal que realizan los propios habitantes del pueblo-. En éstas invirtió cerca de 25 millones de dólares. Otras 50 ó 60 minas en la misma zona aún quedan pendientes.
Marmato está divido por decreto en dos zonas de explotación: la alta para la minería artesanal o de subsistencia y la baja para la mediana o gran minería.
Esta última explotación subterránea la tiene Mineros Nacionales con cerca de 800 empleados, que pasará a manos de los canadienses una vez la CMC tome posesión.
La compañía señaló que ha invertido en este megaproyecto 60 millones de dólares, pero la iniciativa completa puede llegar a 500 millones de dólares.
Traslado en el limbo
El ex diputado Óscar Gutiérrez dice que no está claro si el traslado del municipio lo asumirá el Estado o la firma explotadora, como tampoco las implicaciones ambientales que demanda una mina a cielo abierto. A esto se agrega el hecho de que el pueblo fue declarado Monumento Histórico Nacional. La gerente del Proyecto Marmato de la Gobernación, Patricia Gómez, dijo que en la agenda no está un eventual traslado del pueblo completo por una exploración a cielo abierto. "Por ahora lo único que hay son especulaciones. No existe en la Unidad de Delegación Minera de Caldas, un proyecto radicado por la Compañía Minera de Caldas que indique que va a hacer exploración abierta porque apenas está en la fase de exploración", dijo al agregar, que si eventualmente se da una explotación minera a cielo abierto, si bien la obligación es de la Gobernación, la compañía debe también correr con los gastos.
tOMADO DE LA PAGINA WEB:
http://www.larepublica.com.co/archivos/MACRO/2008-09-01/marmato-una-mina-de-oro-de-hasta-us-8000-millones_52797.php
Sábado 27 Octubre 2007
Este municipio se construyó sobre una montaña donde brota el oro, pero irónicamente el metal precioso que soporta su economía, es hoy su principal amenaza.
A1.310 metros de altura sobre el nivel del mar está 'colgado' un pesebre de oro. Es el municipio más pequeño del departamento de Caldas, tiene 40 kilómetros cuadrados de extensión, está ubicado en una de las estribaciones de la cordillera Occidental y su riqueza aurífera lo hace brillar.
Pero el mismo oro que le da riqueza es a la vez su mayor amenaza. Marmato, un pequeño pueblo de 9.800 habitantes, vive bajo el peligro constante de un gran derrumbe. La explotación minera del lugar, que se lleva a cabo desde mediados del siglo XVI por iniciativa de los españoles, ha debilitado la capa vegetal de la montaña y provocado deslizamientos como el ocurrido en 2006 cuando un 'bocado' de tierra sepultó la plaza principal y 92 casas. Aún quedan 1.200 viviendas que podrían ser víctimas de otra avalancha.
A pesar de la amenaza, la vida en el pueblo continúa con una aparente normalidad. Nada parece afectar el ritmo de ese mercado persa que es su calle principal, una vía de dos cuadras en la que convergen los ricos y los pobres, los comerciantes y las prostitutas, los políticos y los campesinos, y por la que pasan motos, jeeps, chivas, camiones y las fieles mulas. Pero no hay verdaderas calles en Marmato, un municipio que fue creciendo sin planeación, donde las casas se construyeron cerca de los lugares de trabajo: las minas.
Y estas, que suman más de 230, generan 1.500 empleos y son la seña particular del municipio; aunque producen 3.200 millones de pesos de regalías al año, son las culpables de los deslizamientos de tierra en el pueblo. La fiebre del oro trae sus peligros. Por eso algunos de los habitantes de esta región dorada han optado por reubicarse en el Nuevo Marmato, que surgió en la parte plana de estas tierras con el medio centenar de familias afectadas por la primera avalancha.
Sin embargo, muchos de sus pobladores ven con escepticismo esta reubicación; algunos afirman que lo que se pretende es alejarlos de sus minas para que otros, extranjeros, las exploten. Esa es la tesis de la poeta Custodia Ortiz, una mulata de 60 años que nació y se crió en Marmato. Para ella, la riqueza del pueblo se convirtió en su mayor desgracia: "Nos quieren echar de aquí y nos van a quitar las minas".
Marmato, al que se ha llamado 'pueblo de oro anclado en las montañas', ese que habitaron los indígenas cartamas (que se dedicaban a la extracción del mineral), sigue ahí, haciendo equilibrio sobre la montaña y sobreviviendo de la minería mientras la tierra resista, mientras la loma aguante y no se venga abajo.
ARTICULO DEL DIARIO ECONOMICO DE COLOMBIA: LA REPUBLICA
Los 8.400 marmateños están parados, literalmente, sobre una mina de oro que han explotado artesanalmente por 500 años. El problema es que el metal y el hombre no podrán convivir juntos cuando allí se de una explotación empresarial.
La población, con 472 años de historia, deberá ser reubicada si los estudios de exploración que está realizando la Compañía Minera de Caldas S.A. (CMC), filial de la canadiense Colombia Goldfields Limited, le indican que la mejor forma de explotar la mina de oro de Marmato (Caldas), es a cielo abierto, como el propio presidente de la firma de Canadá, Ian Park, lo sospecha.
El eventual traslado del pueblo es, sin duda, una papa caliente que deberá asumir la Gobernación de Caldas, pero mientras tanto Colombia Goldfields reveló sus planes.
Park dijo que están en una etapa de exploración minera que les ha permitido perforar 39.750 metros de un total de 60.000. De 12.186 metros que la firma ha analizado en laboratorio, mediante perforaciones, se ha inferido un recurso de 2,6 millones de onzas de oro, que pagadas a 800 dólares establecen un negocio por la no despreciable suma de 2.000 millones de dólares.
Pero esto puede ser sólo la punta del iceberg. Debajo de Marmato y de sus alrededores, el empresario tiene la esperanza que existan entre cinco y 10 millones de onzas (en promedio 350.000 onzas al año para una explotación a 20 años), que mal contadas al precio del metal de hoy, valen entre 4.000 y 8.000 millones de dólares.
Si esa cantidad se comprueba, Marmato pasará a ser la segunda mina más grande de Colombia -la primera es la hallada recientemente en el Tolima- y una de las cinco más importantes de América Latina.
Los planes de la Compañía Minera, que sólo está a la espera del permiso del Gobierno para asumir la propiedad y el control de Mineros Nacional que adquirió en una subasta por 35 millones de dólares, es terminar este año la fase de exploración y obtener el permiso ambiental en menos de dos años para empezar la construcción de la mina. Hacia 2013 estaría explotando el recurso. El Gobierno viene trabajando la posibilidad de declarar el territorio como zona franca minera que sería la primera del país.
Por ahora la Compañía Minera de Caldas ha adquirido 144 minas, no todas legalizadas, de la parte alta de Marmato (cerro El Burro) -donde está autorizada la explotación de subsistencia o artesanal que realizan los propios habitantes del pueblo-. En éstas invirtió cerca de 25 millones de dólares. Otras 50 ó 60 minas en la misma zona aún quedan pendientes.
Marmato está divido por decreto en dos zonas de explotación: la alta para la minería artesanal o de subsistencia y la baja para la mediana o gran minería.
Esta última explotación subterránea la tiene Mineros Nacionales con cerca de 800 empleados, que pasará a manos de los canadienses una vez la CMC tome posesión.
La compañía señaló que ha invertido en este megaproyecto 60 millones de dólares, pero la iniciativa completa puede llegar a 500 millones de dólares.
Traslado en el limbo
El ex diputado Óscar Gutiérrez dice que no está claro si el traslado del municipio lo asumirá el Estado o la firma explotadora, como tampoco las implicaciones ambientales que demanda una mina a cielo abierto. A esto se agrega el hecho de que el pueblo fue declarado Monumento Histórico Nacional. La gerente del Proyecto Marmato de la Gobernación, Patricia Gómez, dijo que en la agenda no está un eventual traslado del pueblo completo por una exploración a cielo abierto. "Por ahora lo único que hay son especulaciones. No existe en la Unidad de Delegación Minera de Caldas, un proyecto radicado por la Compañía Minera de Caldas que indique que va a hacer exploración abierta porque apenas está en la fase de exploración", dijo al agregar, que si eventualmente se da una explotación minera a cielo abierto, si bien la obligación es de la Gobernación, la compañía debe también correr con los gastos.
tOMADO DE LA PAGINA WEB:
http://www.larepublica.com.co/archivos/MACRO/2008-09-01/marmato-una-mina-de-oro-de-hasta-us-8000-millones_52797.php
10 días en el pesebre de oro colombiano: Marmato (Parte III)
HIMNO DE MARMATO
I
Es Marmato pueblo de mineros
Que aun buscan el filón con ardor
Negros titanes picapedreros
Y de sus campos hermoso verdor
II
De poetas Marmato es la cuna
A su cerro adorna el socavón
Sus entrañas guardan gran fortuna
Que son divisas de nuestra nación
III
Los moragas fueron su destino,
Frentes y vetas en labor están
Triturando los oros el molino
El patrimonio a sus hijos le dan
IV
Es Marmato pesebre en la cima,
Una montaña rica en mineral
Caparrosas, piritas y minas
Centro aurífero y colonial
Fue mucho lo que observé, viví y reflexioné sobre esta tierra, pero no puedo dejar a un lado esta experiencia de encuentro, sin invitarlos a ustedes , queridos lectores ,a conocer y tomar posición sobre una situación o realidad de este pueblo y sus habitantes y sobre la cual los medios de comunicación social hablan muy poco; en resumen les digo que se pretende hacer algo injusto, puesto que como siempre en este país se presta más interés a los asuntos de plata que a los asuntos humanos, culturales y por ende sociales.Para que comprendan más ampliamente lo que les quiero decir , dejaré que sea otros más avezados sobre el tema , y a la vez más comprometidos para que les narren también a través de este mi blog, lo que está pasando con el Pesebre de Oro Colombiano y sus habitantes…
Primero el testimonio del cineasta LISANDRO DUQUE, quien en noviembre pasado visitara esta región. Aquí el aparte final de una de sus columnas en el Espectador, escrita en enero pasado:
“…De lo que quiero ocuparme es de un hecho que percibí desde cuando llegué a Marmato hace apenas tres meses: sus habitantes temen que el pueblo les va a ser borrado del mapa. Esa amenaza se deriva de la venta que hizo Mineros Nacionales, por 35 millones de dólares, de sus derechos a la transnacional canadiense Colombia Goldfields. Los nuevos propietarios quieren explotar “a cielo abierto”, lo que significará tirar por el rodadero las casas de la cumbre y echárselas encima, junto con la montaña, al resto del municipio. Un Armero deliberado e insaciable para el que no sería necesario un volcán próximo.
Pero como no todo lo que brilla es oro, los marmateños aman su pueblo y están parados en la raya de que no van a dejarse bajar de su nube, ni de más arriba. El debate es cultural y literalmente de altura.
De momento, cito al senador Jorge Enrique Robledo, quien sobre este caso hará un debate en el Congreso:
“Se discute si la supuesta necesidad de destruir a Marmato y desplazar a sus habitantes obedece a que están en una zona de riesgo por avalancha o a que en su subsuelo existe un yacimiento de oro que una trasnacional quiere explotar. (…) Curioso que en un país donde casi todos sus habitantes están en algún tipo de riesgo —inundación, sismo, erupción volcánica o avalancha—, sin que ningún gobierno haga nada por atenderlos, ocurra que sí haya tanta preocupación por la suerte de los marmateños, los únicos que viven encima de una mina de oro. Habrá que mirar cuál es el verdadero nivel de riesgo y por qué razones, cuántas y cuáles son las edificaciones amenazadas y qué debe hacerse con ellas, porque bien extraño sería que el riesgo natural coincidiera exactamente con lo que le conviene a la trasnacional. La discusión sobre qué motiva destruir a Marmato y desplazarlo, guarda otra implicación. Porque si el desplazamiento es por riesgo de avalancha, los costos del traslado deberá pagarlos el Estado, pero si es por negocio minero, dichos costos deberá asumirlos la empresa que se enriquecerá con la erradicación. Y estamos hablando de una suma de 40 mil millones de pesos, dado que hay que construir todo un pueblo con unas 300 edificaciones (viviendas, iglesia, escuela, colegio, hospital, alcaldía, etc.)”.
Siquiera se murió mi abuelo.
10 días en el pesebre de oro colombiano (Parte II)
Y sigo con el cuento de MARMATO.
En verdad fue una corta estadía, pero hice lo posible por vivir con intensidad cada día.
En mi calidad de sacerdote, tuve la oportunidad de abrir puertas y suscitar confianza entre algunas familias…Hice a la vez, el encuentro espontáneo de varios jóvenes sobretodo “mototaxistas” que me transportaron de un lugar a otro. Así fue como visite varias veces el corregimiento de San Juan, descendí al llano y monté a una de las veredas más bellas “LA Cuchilla” en límites con caramenta y conocí una de las minas más grandes y organizadas del municipio, ubicada en el sitio conocido como “La Palma”, y cuya razón social es MINEROS NACIONALES.
El jueves 25 de septiembre exactamente se me dio la oportunidad de incursionar en las minas, gracias a la invitación y el coraje de la señora Gloria Valencia quien es la encargada de Recursos humanos en dicha empresa. El ingeniero Cesar Cano, también paisa, fue mi guía por los recovecos de las minas, donde puede contemplar la realidad de esos topos humanos que día a día desafían a la muerte, exponiéndose con riesgo a derrumbes de tierra que los puede tapar, a las contusiones que pueden sufrir por un desafortunado golpe o una mal esquivada de maquinas y pequeños trenes.
Don César Cano , mientras me acompañaba me describía a la vez el funcionamiento de la mina, la manera cómo se desarrolla cada actividad. En la mina trabajan alrededor de 700 personas, sólo hombres adultos. Ellos se reparten en tres jornadas diarias de 7 de la mañana a 3 de la tarde , de 3 a 11 de la noche y de 11 de la noche a 7 de la mañana.
A medida que íbamos encontrando a los mineros solos en grupos, don César me presentaba como el padrecito que estaba en Marmato, unos pocos se les ocurría solicitarme la bendición para ellos, mientras otros me sugerían que repartiera bendiciones mientras recorría las minas.
Las tierras sobre las que se levanta el municipio, conocido eufemísticamente como el Cerro de Oro, ya que la explotación del metal viene desde tiempos precolombinos, fueron habitadas por la tribu de los supías. Sebastián de Belalcázar fue el primer conquistador que pasó por sus dominios. Sus primeros pobladores fueron algunos españoles de la Ciudad de Santa Fe de Antioquia cuyos nombres no se conservan.
Su fundación parece que fue en 1540 y años siguientes; los españoles le dieron el nombre de Cartama, nombre que la historia no conservó. Un río, el Cauca al que se suma el Arquía riegan su suelo, con el agregado de algunas quebradas.
En estadísticas de la década de los 50 en Marmato había 522 minas en producción, 320 de ellas propiedad de la nación.
En el municipio se encuentran las famosas minas de oro de Marmato y Echandía, en explotación desde 1537, las cuales constituyen un distrito minero de aproximadamente 25 Km2.
Históricamente el municipio de Marmato ha sustentado su economía en la explotación minera, constituyéndose esta actividad en la principal fuente de ingresos y empleo para sus habitantes. Los ingresos varían de acuerdo a la cantidad y calidad del oro extraído. Marmato es el primer productor de oro en el departamento de Caldas y el más antiguo del país.
Los sistemas de explotación siguen siendo tan rudimentarios como en el siglo XVI. Las perforaciones se hacen con taladros manuales, el transporte del material hasta la bocamina, se sigue haciendo en coches empujados por hombres; en los entables de propiedad del estado, la trituración del material aún se hace en los viejos molinos californianos y la cianuración se realiza por el sistema percolación, que no es el más apropiado, pues se pierde mucho mineral.
En general la actividad minera en Marmato, se realiza de manera indiscriminada y con sistemas artesanales y obsoletos, conformado por 230 minas en actividad y 20 molinos de beneficio, de los cuales tres son propiedad del estado, que trabajan a menos de la mitad de su capacidad, por causa de la mala administración y mantenimiento; situación que obliga a los pequeños mineros, a utilizar las plantas de los particulares para beneficiar el oro, incrementando costos de producción, pero que a la larga se obtienen otros beneficios, por ser estar tecnificados y eficientes.
La historia de Marmato está traspasada por la superstición de sus gentes, por el dolor que se cuela entre las líneas de poetas y escritores, por esa vida cotidiana del minero que dentro de la mina fragua un extraño imaginario que reproduce una gente aguerrida, gente cuya fuerza explota la roca y cuya mente le da vida al misterio. Allí, en la mina, la historia se hace eternamente presente y, por ello el oro incrustado en la roca se convierte en la fuente de donde se extrae información esencial para entender lo que es un Marmateño.
Marmato es como una mina, sus intersticios y vericuetos se perciben en el transitar continuo por los caminos de piedra que comienzan en el casco urbano y se expanden como senderos de herradura, hasta llegar así a veredas llenas de magia y misticismo, donde se cuentan leyendas de duendes y espantos y se conversa con brujas.
(CONTINUARA)
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