martes, 6 de diciembre de 2011

11 de diciembre del 2011: 3er domingo de Adviento B




PRIMERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 61, 1-2a. 10-11


El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.

Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

Palabra de Dios.





SALMO RESPONSORIAL Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54


R.- ME ALEGRO CON MI DIOS.


Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava. R.-



Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. R.-


A los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia. R.-




 SEGUNDA LECTURA

LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 5,16-24


Hermanos:

Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. En toda ocasión tened la Acción de Gracias: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la Paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.

Palabra de Dios.



ALELUYA Is 61, 1

El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.



EVANGELIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 1, 6-8. 19-28


Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venia como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:

-- ¿Tú quién eres?

El confesó sin reservas:

-- Yo no soy el Mesías.

Le preguntaron:

-- Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías?

El dijo:

-- No lo soy.

--¿Eres tú el Profeta?

Respondió:

-- No.

Y le dijeron:

-- ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?

Contestó:

-- Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor" (como dijo el Profeta Isaías).

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:

-- Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?

Juan les respondió:

-- Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.

Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.


Palabra del Señor




****


A guisa de introducción:


« La hora ha llegado », el Señor está en nuestra puerta. Él,  quien se fijó en María, su humilde sierva,  se acerca a nosotros y nos convida ( o invita) a entrar en su alegría, porque  anuncia una Buena noticia de sanación y  de libertad.


Este tercer domingo de Adviento también es llamado “domingo de la alegría”. Esta alegría, la podemos descubrir o percibir a través de las calles y avenidas iluminadas. Grandes árboles de navidad han sido erigidos en nuestras plazoletas y parques. La gente circula por la calle con grandes paquetes –regalos. Todo esto es bello. Pero este 3er domingo nos invita a dar un paso más en la fe. Se trata para nosotros de alegrarnos en el Señor. “Estad siempre alegres, oren sin desfallecer, den gracias a Dios en todo momento y o circunstancia”. Es este el llamado que encontramos en cada una de las lecturas de este domingo.


Dentro de pocos días, festejaremos la Navidad. Habrá muchos regalos bien envueltos en papel coloreado. Esta será la ocasión para llevar alegría a aquellos que amamos. Pero si nos quedamos meramente ahí, será muy triste y o limitado. Vivir la navidad, es hacer un gesto de fe; es creer en Jesús que viene y comprometernos a escuchar su palabra y a seguirle.


Los más bellos regalos del mundo, las más fastuosas nochebuenas o veladas no pueden llenarnos o colmarnos planamente. Es únicamente cerca del Señor que encontramos la verdadera alegría. Y no puede haber vida cristiana  auténtica sin esta alegría que nace del amor a Dios. No podemos anunciar la Buena Noticia de Jesucristo con un aire o cara de funeral.


Acojamos esta invitación a la alegría como un llamado a la fe, a una fe irradiante y comunicativa. Tras los pasos de Juan el Bautista, seamos también testigos de la luz siempre cuidadosos (y o preocupados) por preparar los caminos del Señor y de comunicar su amor. Es esto lo que espera de cada uno de nosotros. Pero para cumplir con esta misión, venimos a beber o tomar de la fuente que está en Él. Nosotros nos alimentamos de la Palabra del Señor y de su Eucaristía.



Esperar al Mesías es experimentar una cierta impaciencia…



El león y el ratoncillo  (fabula de La Fontaine)


Importa favorecer y obligar a todos. Muchas veces puede sernos útil la persona más insignificante. Dos fábulas puedo alegar en apoyo de esta máxima .tanto abundan las pruebas.


Un ratoncillo, al salir de su agujero, viose entre las garras de un león. El rey de los animales, portándose en aquel caso como quien es, perdonole la vida. No fue perdido el beneficio. Nadie creería que el león necesitase al ratoncillo; sucedió, sin embargo, que, saliendo del bosque, cayó el valiente animal en unas redes, de las que no podía librarse a fuerza de rugidos. El ratoncillo acudió, y royendo una de las mallas, dejo en libertad al selvático monarca.

Paciencia y constancia consiguen a veces más que la fuerza y el furor.


***


Paciencia y constancia consiguen a veces más que la fuerza y el furor, concluye así esta fábula el gran La Fontaine.

Hay aquí  una grande sabiduría que parece paradójica. 

Los profetas son todos modelos de impaciencia. Quién se atrevería a presentar  o hablar de un Elías, de un Amos, de un Isaías, de un Jeremías, o de un Juan Bautista, como modelos de paciencia? Todos ellos son hombres que no tuvieron miedo de alzar la voz para sacudir no solamente al pueblo, sino también a su Dios. Ellos se muestran impacientes por ver el pueblo “meterse” o introducirse  con resolución en la hora de la justicia y la compasión y de ver a Dios cumplir sus promesas. Bienaventurados entonces estos impacientes que como Juan Bautista, no esperen nada menos que el evento del Reino! Pueda nuestra Iglesia ponerse a la escucha de esos impacientes de hoy, hombres y mujeres, que trabajan con cuerpo y alma en la construcción de este Reino.




Aproximación psicológica del texto del evangelio:


El movimiento desatado o iniciado por Juan el Bautista, aun después de  muerto continuaba atrayendo discípulos o adeptos del asceta del desierto (cfr. Hechos de los Apóstoles 19,1-7).


Ahora, para los primeros cristianos, por más grande que hubiera sido Juan Bautista y todo el elogio que se hubiera  puesto en labios de Jesús a la hora de hacer referencia a él, no debía ser más que alguien que había  intervenido de manera breve para prepararle el terreno.


El objetivo o preocupación de Juan evangelista en este pasaje, es corregir esa incomoda anomalía, poniendo en los labios del Bautista palabras bien claras: no, yo no soy el Cristo, mi único objetivo es de conducir (llevar) hacia Él.


El mensaje que el evangelista comunica a los discípulos del Bautista esta entonces libre de toda ambigüedad: hay algo que se les ha escapado “en medio de ustedes hay uno que no conocen”, vayan un poco más lejos, vayan a lo más profundo  (más allá) de lo que ven o se les presenta… y descubran a Jesús el Cristo…


Contrariamente al tono duro o fuerte que adopta para hablar de los sacerdotes o de los fariseos, el tono del evangelista está libre de toda recriminación. Se trata más bien de lanzar un llamado discreto a personas y o hombres que son de buena fe, donde su único problema es el no haber superado la atracción personal por un hombre que les invitaba por lo tanto a estar atentos y a ir más lejos.


Nosotros podemos aplicar hoy este fenómeno a nuestra propia situación de cristianos. Hay ciertas realidades que se nos han sido dadas nada más que para permitirnos ir más lejos, pero nosotros nos detenemos (nos paralizamos) ante (o en éstas )  como si ellas constituyeran ya el objetivo final.


Por ejemplo, pensemos en el rol (o papel) de la institución eclesial: dada para facilitar o posibilitar el agrupamiento y la comunión, muy a menudo la hacemos un absoluto, de manera que si la salvaguardamos, llegamos a creer que lo esencial esta hecho (o salvado).


Pensemos en nuestras actividades pastorales: concebidas originalmente para buscar y celebrar juntos el sentido de la vida revelada en Jesús, ellas llegan a convertirse en tareas, organizaciones que funcionan de manera recurrente sin que sea en verdad cuestión  (o cosa) de Jesús…


Pensemos en ciertas asambleas eucarísticas, en nuestras vidas en pareja, en nuestras experiencias de fraternidad religiosa: concebidas y queridas en el origen como aventuras comunitarias o interpersonales de crecimiento humano (y por lo mismo espiritual) se convierten con el tiempo en rituales limitados, planificados,  circunscritos y o rutinarios!


La afirmación del Bautista que cuestiona puede llegarnos como un latigazo pleno: “En medio de ustedes hay alguien que ustedes no conocen”; en el corazón (centro) de sus vidas hay una presencia ante la cual no son atentos; hay en la franja de sus existencias, valores que ustedes han perdido de vista en su caminar (sobre su ruta); hay en el “claroscuro” (o penumbra) de su marcha cotidiana, opciones creativas que podrían hacerles revivir…





REFLEXIÓN:


En medio de ustedes hay alguien que ustedes no conocen (o no logran reconocer)…


Juan Bautista es junto con María, la gran figura del Adviento. Cada año, el segundo y tercer domingos son consagrados a ellos.


El evangelista san Juan nos lo presenta como el “testigo de la luz”, cuando los otros evangelistas nos lo presentan como el “predicador de la penitencia”.


Desde el inicio del 4º evangelio, Juan lanza el tema de “Jesús, la luz del mundo”. Y será uno de los temas preferidos y o privilegiados del evangelista con “ojo de águila”. En el prólogo, Cristo es la Luz verdadera que ilumina todo hombre que viene a este mundo”. Un poco más lejos, el mismo Jesús declara: “yo soy la luz del mundo. Aquel que me sigue no camina en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida eterna ” (Jn 8,12).


Juan Bautista señala, empuja hacia Cristo, “la luz del mundo”, y agrega que nosotros no conocemos lo suficiente ese Jesús, Mesías y Salvador: “En medio de ustedes hay alguien que ustedes no conocen”…Nosotros estamos invitados a descubrirlo o a conocerle mejor. Esto requiere un esfuerzo particular, esto no llega por sí solo. Para lograrlo, es necesario consagrar el tiempo, orar, escuchar los evangelios, reflexionar, meditar, leer a ciertos  grandes escritores que nos ayudan a conocer mejor la personalidad de Jesús.


A un abogado que se decía ateo, su amigo sacerdote le pregunta: - Conoces tù acaso los evangelios? – y el hombre de la ley le respondió: - “me han contado esas historias en mi niñez” – “Has leído acaso los documentos del ultimo concilio ecuménico?”- “No. Yo no tengo tiempo de leer todo lo que se publica”- “conoces la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino?” , - “No, no la conozco”- Y los escritos de San Ireneo?” – “Quien es él?”  pregunta el abogado- “Es un sabio y el patrón de los abogados”.


Después de todas estas preguntas y respuestas, el amigo del abogado le dice : « Quizás tu eres ateo, perosobretodo tú eres  ignorante. Tu rechazas categóricamente lo que no conoces”.


Esto también me hace recordar al Papa Juan Pablo II quien dijera esa hermosa frase que influyo grandemente en mi  decisión por la vocación al sacerdocio:  “A Jesucristo es imposible conocerle, conocerle y no amarle, amarle y no seguirle”…


Los textos del Adviento hablan de conversión, pero ante todo quieren destacar que el descubrimiento de Cristo nos aporta  (da) una gran alegría. Isaías exclama: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios” (Isaías 61,10). María “exulta (se llena de alegría) porque Dios ha hecho en y por ella maravillas”. A los pastores, el Ángel les dirá: “yo les anuncio una gran alegría, que sera la alegría de todo el pueblo; hoy les ha nacido un salvador…” (Lucas 2,10). Pablo repetirá continuamente a los cristianos: Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Permanezcan en la acción de Gracias…No apaguen el Espíritu » (Tesalonicenses 5,16).


La fiesta de Navidad que preparamos desde ahora, celebra la venida de Dios en nuestro mundo. Nunca estamos solos, porque Dios nos acompaña, Él camina con nosotros, Nuestra vida tiene un sentido y un objetivo, y Dios está presente en todas nuestras alegrías y en todas nuestras penas. “Mismo si yo atravieso los senderos de la muerte, yo no temo a ningún mal porque Tu estas cerca de mí, tu vara y tu cayado me sostienen…”, canta  el Salmo 23.


Alegrémonos porque la Navidad está muy cerca.

Alegrémonos porque Cristo viene hacia nosotros.

Él es nuestro Emmanuel, es decir, el Dios con nosotros.


Con Cristo presente en nuestras vidas, las crisis que nos amenazan continúan siendo un desafío, pero no son eventos catastróficos. Una persona (o un ser querido) muere súbitamente; el medico nos dice que nuestro cáncer es terminal; vivimos una ruptura definitiva en nuestro matrimonio; uno de nuestros hijos deja la casa para irse a vivir a otra parte; un amigo nos abandona dejándonos caer…A través de todas esas desgracias, Cristo está presente, Él es fiel, Él nos acompaña siempre y no nos abandona.


« Cristo, Luz del mundo », es aquel que ilumina nuestras situaciones las más oscuras. Durante este tiempo del Adviento, aprendamos a descubrir Aquel que está en medio de nosotros  y a quien no conocemos bien”.

Oración :

En este domingo, nos volvemos hacia Ti Señor : « Que tu luz se irradie a través de nosotros y atraiga la humanidad hacia Ti. Que tu amor llegue a ellos a través de nosotros, a través de nuestras palabras y nuestra vida de todos los días. Amen”.



REFERENCIAS:


1. Pequeno Misal "Prions en Eglise" , edicion quebequense, 3er domingo Adviento.

2. http://dimancheprochain.org

3. http://cursillos.ca

4. HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

5. http://betania.es

lunes, 5 de diciembre de 2011

6 de diciembre del 2011: Día litúrgico 2o martes de Adviento



Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (40, 1-11)

“Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados”.
Una voz clama: “Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán”.
Así ha hablado la boca del Señor.
Una voz dice: “¡Griten!”, y yo le respondo: “¿Qué debo gritar?”
“Todo hombre es como la hierba y su grandeza es como flor del campo. Se seca la hierba y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”.
Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá:
“Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo. El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentará a su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

REFLEXIÓN

Cuando Dios nos visita, aporta consuelo

Hoy comienza la lectura de lo que se llama “el libro de la consolación”, que cubre los capítulos 40 a 55 del profeta Isaías. Esta sección comienza por la frase: “Consolad, consolad mi pueblo”. Pero cuando tenemos nosotros más necesidad de consolación? Es cuando somos confrontados con nuestra fragilidad: “Todo hombre es como la hierba y su grandeza es como flor del campo. Se seca la hierba y la flor se marchita” (Isaías 40,7-8).
Todo es precario en nuestras vidas: nuestra salud, nuestras relaciones, nuestras alegrías. Solo basta visitar las residencias de personas mayores para constatarlo: algunos se sienten limitados en sus fuerzas, incapaces de desplazarse por si mismos e inclusive se les dificulta comer solos. Y mas trágica es la situación de aquellos que son abandonados por sus parientes y amigos.
Pero la Palabra de nuestro Dios subsiste por siempre (40,8), y es una Palabra que crea y recrea. Una palabra muy cercana, como un amigo que consuela.

† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (18, 12-14)
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió?Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se le perdieron.
De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN

Dios y su hijo el Buen Pastor nos desafía

Hoy encontramos a Jesús enseñando en medio del pueblo dedicado al pastoreo; acude a una experiencia posible, la pérdida de una oveja y lo que ella genera en el pastor.
El relato se ubica en la valoración de lo pequeño, en dejar claro cuál es la forma de actuar de Dios. En el corazón de Dios todos somos pequeños muy amados, dotados de libertad para poder optar por aquello que nos parezca mejor, aun a riesgo de perdernos en nuestros intereses. Aun así perdidos, Dios nos busca para reconciliarnos y hacernos volver al rebaño de la fraternidad.

La opción preferencial por los pequeños y por los que se pierden confronta, sin duda, nuestra experiencia cristiana. En la sociedad actual solemos mirar con cierto desprecio a quienes han sido víctimas de la violencia o padecen alguna enfermedad; con frecuencia juzgamos a otros de ser mala compañía, malas personas, malos trabajadores. Sin embargo, Dios nos pone ante el desafío de ir en busca de ellos y aportar a su conversión. Se trata de fomentar e implementar la acogida amorosa y fraterna en nuestra vida.  


REFERENCIAS:







domingo, 4 de diciembre de 2011

5 de diciembre del 2011, Día litúrgico: Lunes II de Adviento




Lectura del Libro de Isaías.  Is 35, 1-10

¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! ¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: ¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos”. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos, entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de cañas y papiros. Allí habrá una senda y un camino que se llamará “Camino santo”. No lo recorrerá ningún impuro ni los necios vagarán por él; no habrá allí ningún león ni penetrarán en él las fieras salvajes. Por allí caminarán los redimidos, volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán.
 Palabra de Dios.



Texto del Evangelio (Lc 5,17-26):

Un día que Jesús estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de Él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados».
Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?». Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico- ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles».

Comentario

¿Cuál era el interés de esos escribas y esos fariseos? ¿Les preocupaba la salud y el bienestar de las personas? Parecen más preocupados por cuestionar a quien hace bien las cosas, que en compartir el gozo de una persona que recupera la salud. El Reino de Dios crece cada vez que alguien se sana, cada vez que alguien perdona y se perdona, cada vez que alguien es solidario con el dolor del prójimo y lo ayuda a recuperarse. ¿Cómo miramos esas buenas obras cuando se realizan fuera de nuestro grupo o nuestra iglesia? ¿Estamos dispuestos a reconocer allí los signos del Reino de Dios o nos quedaremos sentados criticando?



REFLEXIÓN

Cuando Dios nos visita, HACE VIVIR

« He aquí su Dios, Llega la venganza, la represalia de Dios », afirma el profeta Isaías. Ahora, la venganza de Dios nunca está dirigida contra su pueblo. Ella va contra la muerte, en todas sus formas, en la naturaleza como dentro del ser humano, física como espiritual.

Así, en el evangelio, Jesús otorga el perdón de los pecados al igual  que la salud corporal al paralitico (Lucas 5, 17-22). Ya que el pecado no es otra cosa que una fractura o una herida en nuestra relación con Dios y con los demás. Una herida que es un elemento de muerte. SI mi corazón se asemeja a un desierto estéril, la visita de Dios hará recular la muerte y hará florecer la viuda en abundancia.

Después de mi paso (pasaje) por cualquier parte, que queda después de mi pasaje: la alegría o la tristeza? Mejores relaciones o relaciones deterioradas?

sábado, 3 de diciembre de 2011

3 de diciembre del 2011: Día litúrgico: Sábado I de Adviento





Texto del Evangelio (Mt 9,35—10,1.6-8):

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies».
Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «Dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis».


Reflexión

Un Mesías compasivo

Los grupos de intervención o ayuda humanitaria, sin ninguna duda podrían estar de acuerdo con el adagio bien conocido de Jesús según el cual “la cosecha (la mies) es abundante pero los obreros son pocos”. Porque a pesar del progreso de la tecnología en nuestros días, el sufrimiento humano es todavía casi infinito. Pensemos no solamente en el drama de la población del Cuerno de África, con su desertificación, sequía y grande hambruna, también veamos el sufrimiento de la gente en países como Colombia a causa del intenso y cruel invierno…La pérdida del empleo en países desarrollados…O aun todavía,  pensemos en el pueblo afgano  y el pueblo iraquí que no han conocido sino otra cosa que la guerra y las divisiones étnicas y religiosas profundas en el último cuarto de siglo. Siempre hay escasez de obreros para curar las heridas de todas esas personas y devolverles la esperanza.

Isaías y Jesús, todos dos han conocido los estragos causados por la ocupación de un potencia extranjera  en su país. Ellos conocían o sabían de lo que hablaban y predicaban (sobre todo cuando hacían el balance del sufrimiento de los suyos (de su pueblo) ) e igualmente sabían lo que expresaban al testimoniar un Dios compasivo de sus sufrimientos …Ellos constantemente deseaban curar (sanar, consolar) esas multitudes que erraban sin esperanza “fatigados y abatidos como ovejas sin pastor”. Quien se atreverá a decir que en nuestros días no se tiene necesidad de un Mesías así de compasivo?

jueves, 1 de diciembre de 2011

2 de diciembre del 2011: Primer viernes de adviento B


UN MESÍAS QUE ABRE LOS ESPÍRITUS Y LOS CORAZONES






Texto del Evangelio (Mt 9,27-31):

Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!». Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: «¿Creéis que puedo hacer eso?». Dícenle: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe». Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Mirad que nadie lo sepa!». Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca.



REFLEXIÓN 

La fe no es luz solamente, ella es iluminación. Y esto es lo que podemos retener de la curación de los dos ciegos por Jesús. No es que no sea importante la sanación física con la consecuente recuperación de la vista. Al contrario, Jesús se les da de manera espontánea y sin pensarlo dos veces, realizando así la antigua promesa del profeta Isaías: “En cuanto a los ciegos, al salir de la oscuridad y de las tinieblas, sus ojos verán”.

Pero la integridad física no es más que una primera etapa. Ver el mundo exterior con sus formas y sus colores es ya una inmensa felicidad para estos dos ciegos. Sentir esta alegría y reconocer a Jesús por lo que Él es  verdaderamente, es siempre fuente de una alegría todavía más grande.

El Mesías Jesús nunca hace un milagro para despertar la admiración de la multitud. Él puede realizar lo imposible y lo impensable. Pero él nada puede hacer sin un compromiso de nuestra parte: “que todo se haga en ustedes según su fe”. Sin la confianza absoluta en la Palabra y la persona de Jesús, ningún milagro es posible. Solo la timidez de nuestra fe representa y es el verdadero límite a lo que Jesús  como Mesías puede realizar por nosotros .

1o de diciembre del 2011: primer jueves del adviento


Texto del Evangelio (Mt 7,21.24-27): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».




Es bien seguro que Jesús habla en sentido figurado: se trata de construir nuestra vida sobre valores sólidos. La pregunta entonces es esta: sobre que está fundada nuestra vida ? Sobre bases o columnas solidas o sobre la arena movediza?

Pero Jesús no se contenta con enunciar un principio general. Como por azar, su parábola aparece o viene para clausurar el sermón de la montaña (Mateo 5-7). Es necesario entonces leer por completo el sermón, que se abría con las bienaventuranzas y que nos transmite lo mejor de las enseñanzas de Jesús. Esto es algo sólido!

Al contrario, yo soy menos entusiasta con la idea de invocar a Dios como “roca”, como lo hace Isaías hoy. Yo prefiero las otras imágenes que encontramos en su obra y que son, estas, deducidas de las relaciones y las actitudes humanas: Padre, Madre, Esposo, Pastor, Alfarero, Protector, Consolador, Servidor.

Es sobre este Dios que es necesario apoyarse.

OTRA REFLEXION


Construir nuestra casa sobre la roca es una necesidad imprescindible para cualquier cristiano. Tal como lo dice Jesús, es la única manera de evitar que la tormenta se la lleve y nos deje en la calle. Sin embargo ¿somos conscientes de la gran enseñanza que conlleva esta palabra?

Construir la casa sobre la roca y no sobre la arena o el barro equivale a fundamentar nuestras vidas en la palabra de Dios, seguir sus mandamientos, sus enseñanzas y mantenernos firmes en él, que es nuestro refugio y fortaleza. Pero no basta con hacer una buena construcción, echar buenos cimientos y utilizar los mejores materiales para creer que todo está listo... El hecho de ir a la iglesia, orar y leer la Biblia no basta por sí solo si creemos que por hacer eso está todo garantizado.

Las casas necesitan refacciones, por más bien hechas que estén. El agua va dañando los techos y las tormentas pueden deteriorar nuestra estructura. Si no nos ocupamos de ello, el agua va a terminar por dañar todo y esa casa que fuera bella y firme puede acabar reducida a escombros. ¿Qué significa esto en nuestras vidas? Que la tentación siempre va a estar presente, en todo momento y lugar... Como el agua que va dañando los techos hasta que se abre paso hasta el interior, si no hacemos frente a las tentaciones, problemas, malas amistades y muchas otras situaciones, tarde o temprano terminarán por vulnerarnos.

¿Qué hacer para evitarlo? Mantenernos firmes de la mano de Dios y recurrir a Él siempre La comunicación con el Padre es fundamental para mantener en buen estado nuestra infraestructura y reparar todas las goteras. Él es el constructor de nuestra vida y el único camino para resguardarnos de las tormentas que acechen.

Oración, palabra de Dios, consciencia, reflexión, introspección y fidelidad a Dios son la clave. ¿Ya construiste tu casa sobre la roca? ¿Te ocupas de mantenerla siempre bien? Muchas bendiciones.