Una Semana Santa más?
Nos preparamos para vivir otra semana santa,
semana mayor, la semana más importante para quienes nos decimos seguidores y
discípulos de Cristo, sus amigos, sus amantes (entendido el término no en
sentido peyorativo o meramente parcializado- erótico).
Somos los súbditos de un REY, a Aquel que
consideramos Divino, porque es nacido y ha venido de Dios, Dios entre nosotros,
quien nos muestra el camino, la verdad y la vida. Aquel que nos enseña a amar
con justicia, a ser solidarios a luchar por la paz.
Este
Domingo cuando nos alistamos para agitar pañuelos blancos y cantar
Hosanna, cuando quizás tendremos en mano las palmas que luego
sacudiremos para significar nuestra pasión , amor y disponibilidad a dar todo
por El, hemos de preguntarnos con mucho corazón, sinceridad y conciencia: QUIEN
ES REALMENTE PARA MI JESUS DE NAZARETH? Que significa la CRUZ…TOCA ELLA
DIRECTAMENTE AL SENTIDO DE MI VIDA?
Es Jesús solo un personaje histórico descollante que ha partido la historia
occidental en dos? Un profeta más entre muchos, virtuoso, respetable a quien vale la pena
escuchar una parte de su mensaje?
Hace
muchos años se viene pregonando un grafiti: “Cristo sin ser Coca-Cola
es la chispa de la vida”. Este slogan buscaba atraer a los jóvenes, ir a
sus gustos y atracciones publicitarias para hacer que sus miradas se fijaran en
El y presentarles a un Jesucristo joven, no aburridor y chévere
como la famosa bebida de origen norteamericano.
La
chispa es el inicio de la llama, el preludio del fuego, los puntos de luz que
anuncian y o prenden mismo la fogata. Chispa es vitalidad,
aquello que da energía, que desata una marcha (la del motor del carro por
ejemplo).
PERO, JESUS ES EL FUEGO. Ojalá Jesús fuera de verdad nuestra chispa
diaria, que su Palabra iluminara nuestras jornadas, nuestras actividades,
pensamientos, intenciones y proyectos totalmente. Otro mundo, otra sociedad,
otro país, otra familia seria la que tendríamos…como dice el avicultor:
“otro gallo cantaría”.
En
la teoría quizás seamos conscientes de esta verdad, pero en la práctica muy
poco se reflejan nuestras creencias.
Seguir
a Jesús, amarlo, es difícil, porque muchas veces ocurre que aún no lo
conocemos. No se ama, uno no se apasiona por lo que no conoce bien. Y
completando con lo que decía el papa Juan Pablo II de venerable memoria: “A
Jesucristo es imposible conocerle y no amarle, amarle y no seguirle”.
Quizás
por ello mismo, (en ocasiones y algunos) no amamos la Iglesia, la
comunidad eclesial, NO PARTICIPAMOS REGULARMENTE DE SUS SACRAMENTOS Y LITURGIA,
DE LA MISA, no nos interesamos mucho por
fortalecerla, patrocinarla o hacer parte de ella…Incluso defenderla y no justificarla o llegamos a denigrar de ella
como sus adversarios…
Hemos de mirar la CRUZ, lo
que ello significa y pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a comprenderla,
asumirla, vivirla.
Ella es más que un simple
trozo de madera y sobre la cual clavaron a Jesús, ella tiene una significación
metafísica, pero a la vez real y consecuente con nuestra condición de
seguidores de Jesús.
Vamos
a seguirle durante esta semana hasta su sacrificio en la CRUZ. Comprendamos
bien: es nuestra vida que es clavada a la CRUZ con Él. Nuestra vida con sus
penas, sus sufrimientos, y sus pecados que Cristo ha tomado sobre sus hombros. "Son nuestros pecados que Él ha cargado
en su cuerpo sobre el madero".
Un día Jesús dijo
que “no hay más grande amor que dar la
vida por los amigos”. Es el don total de Cristo que vamos a celebrar a lo
largo de esta semana santa.
Entonces,
no tengamos miedo de entregar todo por El, por Aquel que no ha medido su amor
por nosotros. "La medida del amor es
amar sin medida", decía San Agustín de Hipona.
No
nos detengamos, no retengamos por vergüenza, por desidia o desinterés las
alabanzas al Señor...Él dijo “Quien se
avergonzare de mí o me negare ante la
gente, yo me avergonzaré de él y lo negaré también ante mi padre del cielo”
(Marcos 8,38).
A todos, mismo si no nos
sentimos invitados o aludidos, nos esperan en nuestras comunidades eclesiales
del barrio, del pueblo, para las celebraciones de jueves santo, viernes santo,
vigilia pascual y domingo de pascua.
Siempre
me ha admirado ver como es de "taquillera" la procesión del
viernes santo en nuestros pueblos, ciudades y veredas. Es increíble
constatar cómo nos identificamos más con el dolor, con el sufrimiento, con
la sangre (ojala no sea el sensacionalismo) y se nos olvida que ese mismo que
vemos morir el viernes santo ha vencido la muerte, y le da mayor sentido a
nuestra vida, y que por tanto resucitará tres días después, lo que será el
motivo, la razón fundamental de nuestra alegría… Entonces por qué no
vamos en masa a la vigilia pascual, a la celebración del triunfo de la vida
sobre la muerte, de la gracia sobre el pecado?
Unámonos
a todos los seres que viven y caen de rodillas para proclamar: "Jesucristo es el Señor para la Gloria
de Dios Padre" y “A Sólo Dios el
Honor y la Gloria”, y que toda
la liturgia que viviremos esta semana nos haga aumentar la fe.