A guisa
de introducción:
Pequeña
semilla pero inmensa cosecha!
El Reino
de Dios es como…o se parece…a qué? Debía preguntarse la inmensa multitud
agolpada al pie de Jesús. Acaso el Reino de Dios es como un ejército de
langostas que devoran la cosecha? Es de este modo como los soldados de Dios derrotarán
y o eliminarán el ejercito del invasor romano? O acaso el Reino es como un león
pleno de coraje que organiza sus tropas con el fin de hacer derrotar los ricos
y poderosos? Si, dínoslo Jesús, el Reino de Dios es como…
“Como una semilla que, una vez en
tierra, brota y crece sin resistencia. O como la más pequeña de las semillas
enterrada que llegará a ser un gran árbol”. Un tal
discurso ha debido desconcertar esta multitud que soñaba con un Dios que estableciera
su reino a punta de batallas y de victorias…
Y yo me pregunto si nosotros somos
diferentes, yo me sorprendo, pues en ocasiones sueño con iglesias plenas de
gente y con procesiones inmensas del Corpus Christi…
Pero las maneras de Dios no son las
nuestras. Desde siempre, Él trabaja con lo que es pequeño y humilde. Un joven
laico sin experiencia, originario de Asís, llamado Francisco…un buen anciano
llamado a ser Papa “de transición” bajo el nombre de Juan XXIII…una agente de
pastoral que pone en marcha la catequesis para los niños…una pareja que
organiza encuentros de compartir de la fe para las
familias jóvenes…
Miremos alrededor de nosotros. Hay de
estas pequeñas semillas repletas de la energía
de Dios, de su fuerza de amor y de paz. Mientras que el mundo se excita y se
divierte, ellas preparan una cosecha que nos sorprenderá y nos alimentará.