A guisa
de introducción:
Pequeña
semilla pero inmensa cosecha!
El Reino
de Dios es como…o se parece…a qué? Debía preguntarse la inmensa multitud
agolpada al pie de Jesús. Acaso el Reino de Dios es como un ejército de
langostas que devoran la cosecha? Es de este modo como los soldados de Dios derrotarán
y o eliminarán el ejercito del invasor romano? O acaso el Reino es como un león
pleno de coraje que organiza sus tropas con el fin de hacer derrotar los ricos
y poderosos? Si, dínoslo Jesús, el Reino de Dios es como…
“Como una semilla que, una vez en
tierra, brota y crece sin resistencia. O como la más pequeña de las semillas
enterrada que llegará a ser un gran árbol”. Un tal
discurso ha debido desconcertar esta multitud que soñaba con un Dios que estableciera
su reino a punta de batallas y de victorias…
Y yo me pregunto si nosotros somos
diferentes, yo me sorprendo, pues en ocasiones sueño con iglesias plenas de
gente y con procesiones inmensas del Corpus Christi…
Pero las maneras de Dios no son las
nuestras. Desde siempre, Él trabaja con lo que es pequeño y humilde. Un joven
laico sin experiencia, originario de Asís, llamado Francisco…un buen anciano
llamado a ser Papa “de transición” bajo el nombre de Juan XXIII…una agente de
pastoral que pone en marcha la catequesis para los niños…una pareja que
organiza encuentros de compartir de la fe para las
familias jóvenes…
Miremos alrededor de nosotros. Hay de
estas pequeñas semillas repletas de la energía
de Dios, de su fuerza de amor y de paz. Mientras que el mundo se excita y se
divierte, ellas preparan una cosecha que nos sorprenderá y nos alimentará.
Aproximación psicológica del texto:
Eso llega
por si solo, pero atención!
Jesús nos sitúa acá ante una de esas
paradojas, que no es raro de encontrar
en los evangelios. Él nos dice que la
llegada del Reino esta absolutamente fuera de nuestras fuerzas, que Dios crece
en nuestras vidas “sin saber cómo”, que el amor de Dios “produce por sí mismo”
las condiciones de su propio éxito.
Eso viene por si solo, y por lo tanto
no va por si mismo! Jesús siente necesidad de alertarnos continuamente sobre este fenómeno: “Presten atención a lo
que escuchan” (Marcos 4,24), “si alguno tiene oídos, que oiga” (4,9; 7,16)…
Es como si Jesús dijera: el barco
avanza inevitablemente, contra viento y marea. Atención, no lo pierdan! Y si es arriesgado perderlo, es porque él
avanza de manera tan lenta que uno no se da cuenta que ya está en marcha. Uno dice:
cuando el momento llegue, yo tomaré mis decisiones; cuando Dios me llame y o venga
a mi encuentro yo sabré acogerlo. Y Jesús responde: justamente el tiempo está en
su plenitud, el Reino ya ha comenzado, ya está aquí! No dejes pasar el tiempo de tu vida esperando un
futuro hipotético. El Reino no es una gran lotería que cae del cielo. Es una
experiencia que está en tu puerta, a tu
alcance (“entre ustedes”).
La vida brota y crece por si sola,
pero tu puedes acogerla a manos plenas.
El barco de la historia es conducido
por otro distinto a ti, pero tu puedes tomar la decisión de hacer parte en el
viaje y comprometerte, en lugar de mirar pasar la procesión.
El pasado te precede y tú no
controlas el futuro, pero se te ofrece el presente: te corresponde a ti hacerlo
fecundar por tu compromiso. Y “cuando uno ha sembrado” (4,32), cuando uno se ha
comprometido, es admirable el crecimiento que se puede conocer, es sorprendente
cómo Dios puede hacernos crecer por nuestras
opciones y nuestra fidelidad. Dios está presto a dar el crecimiento, y los
frutos serán para ti, pero atención: no hagas estéril el proyecto de Dios por
tu inconsciencia y tu inercia. Si tu no fecundas tu vida por tu conciencia y tu
compromiso, nadie puede hacerlo por ti. Y el lugar del trabajo de semillero es acá.
El momento de tomar decisiones, de hacer la elección, es ahora.
REFLEXIÓN:
Solo Dios puede dar el
crecimiento
“Noche y día, ya sea que
el sembrador duerma o se levante, la semilla germina y crece, y él no sabe cómo”. Se ha llamado a esta parábola: “La de la semilla
que crece por si sola”. Efectivamente, todo ocurre como si nadie se ocupara de
este grano arrojado en tierra, como si el campesino se desinteresara de este
trigo que él ha sembrado.
Esta es una de las parábolas
más optimistas que tenemos. Marcos es el solo evangelista que nos la ha
reportado. Es necesario hacer volar nuestra imaginación y recomponer el proceso
imperceptible de este crecimiento, que es incomprensible tanto en nuestros días
como en el tiempo de Jesús.
Nuestros científicos y
sabios han progresado bastante en el análisis y fenómenos de la vida, pero
ninguno de ellos no sabe todavía con exactitud lo qué es la vida. Desde que una
semilla es arrojada por tierra, ella comienza en lo secreto de la tierra una fantástica
alquimia de la materia, una serie de maravillas invisibles. Que el hombre se
preocupe o no, ella brota y se desarrolla. Aquello que crece y que es lo más importante en esta vida no depende de él. Una vez que él
ha sepultado los granos, una relación dinámica se establece entre la semilla y
la tierra. Los esfuerzos del granjero no
son más requeridos.
Esperando el “tiempo de
la cosecha”, un proceso de crecimiento está operándose. Es una ilusión pensar que nada se
produce. Uno no ve lo que ocurre, mas la vida se desarrolla verdaderamente. “Lo esencial es invisible a nuestros ojos”, decía
el zorro al Pequeño Príncipe (El principito) de Saint-Exupéry. Lo que nos
ocurre y ocurre alrededor de nosotros está a menudo dentro este orden: una fuerza
escondida, imperceptible, que se activa sin que nosotros seamos conscientes.
Jesús indica también que nuestro
esfuerzo es parecido y va en la misma esencia cuando esparcimos la semilla del
mensaje de la Buena Nueva. Él mismo, genial predicador como lo era, no logró
convertir a sus contemporáneos y a su propia familia. Por tanto, con una
audacia loca, Él creía no haber perdido su tiempo al esparcir la semilla de la
esperanza del Reino. Y la historia le ha dado la razón.
Esta pequeña parábola nos recuerda
que mientras que la vida brota y se manifiesta por todas partes alrededor
nuestro, hemos de aprender a estar calmados, a no agitarnos, a dormir con
tranquilidad. San Pablo decía que en lugar de construirse a sí mismo, el
cristiano debe dejarse moldear por la gracia de Dios. El Señor es como el
escultor que no apila piedra sobre piedra pero que saca o bota lo que está de más
en el bloc de mármol que trabaja. Así el cristiano debe dejarse modelar en toda
confianza. Él debe también comprometerse y trabajar por el desarrollo de la fe
alrededor de él. “Yo he sembrado, Apolos
ha irrigado, pero es Dios quien da el crecimiento”, afirmaba San Pablo.
Nadie puede salvarse gracias a sus
propias obras. Son la fe y la gracia que nos dan la salvación. El grano de
trigo contiene una fuerza de crecimiento interno que le es dada por Dios. Yo
pienso a los granos de trigo descubiertos por Howard Carter en la tumba de
Tutankamon, en 1922.
Puestas en tierra, ellas han
comenzado a germinar después de 3000 años en la tumba del joven hijo del faraón.
Gracias a esta corta parábola de San
Marcos, comprendemos una vez más, que el evangelio no es ante todo una “lección
de moral”. Él es revelación de Dios que nos ha creado y ha dado a la naturaleza
sus leyes de desarrollo y de crecimiento.
El relato del grano de trigo que
germina y se desarrolla solo, mientras que el cultivador duerme, es una de las más
bellas parábolas de los cuatro evangelios. Como lo decía el profeta Isaías : “la lluvia y la nieve que descienden del
cielo y no vuelven a él sin haber irrigado o empapado la tierra, sin haberla fecundado y haberla
hecho germinar, para dar la semilla al sembrador y el pan a aquel que come; así
mi palabra, que sale de mi boca, no volverá a mi sin resultado, sin haber hecho
lo que yo quiero, sin haber cumplido su misión” (Isaías 55,10-11).
La acción de dios está presente, igualmente
y mismo si nosotros no la vemos.
ORACION:
Sobre el
terreno pedregoso de mi vida
Ha caído una
semilla tuya.
Es un
grano de lu
Un germen
de vida, una pepita de alegría.
Que sorprendente
jardinero
Para ensayar
una tal aventura
Cuando mi
tierra es pobre
Y mi corazón
bastante frio!
Señor, Tu
palabra anima la esperanza!
Ella labora
nuestros surcos y aviva nuestra fe.
Tu verbo
rompe nuestras resistencias,
El aclara
nuestros deseos y afirma nuestras opciones.
Y he aquí que
se levanta una plántula nueva!
Ella se
alimenta de una fuente,
Donde las
aguas se derraman en mi.
El grano
llega a ser una planta magnifica,
Su tallo
se extiende y su follaje se despliega.
Muy pronto
es un bosque que canta tus alabanzas
Y el mundo
se transfigura, un brote o botón a la vez.
Quién es
entonces este artista con dedos de luz
Por quien
la semilla florece
En el corazón
que la recibe?
OBJETIVO-VIDA
DE LA SEMANA:
Encuentro una manera de ser semilla
de evangelio esta semana:
*compartiendo
mi fe con alguien.
*Ayudando
una persona necesitada.
*Apoyando
un organismo que combate el hambre en el mundo.
*Comprometiéndome
con la protección de tierras agrícolas.
BIBLIOGRAFIA:
1. Pequeño “Prions en Eglise”, edición quebequense 2012.
2.
HÉTU,
Jean-Luc. Les Options de Jésus.
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Gustavo Quiceno