viernes, 16 de diciembre de 2011

17 de diciembre del 2011: 3er sábado de adviento B

COMENTARIOS AL EVANGELIO
GENEALOGÍA DE JESÚS
1. Una simple lectura descubre al lector cosas extrañas en esta lista. Por de pronto, Mateo y Lucas hacen sus genealogías en direcciones opuestas. Mateo asciende desde Abrahán a Jesús. Lucas baja desde Jesús hasta Adán. Pero el asombro crece cuando vemos que las generaciones no coinciden. Mateo pone 42, Lucas 77. Y ambas listas coinciden entre Abrahán y David, pero discrepan entre David y Cristo. En la cadena de Mateo, en este periodo, hay 28 eslabones, en la de Lucas 42. Y para colmo -en este tramo entre David y Cristo sólo dos nombres de las dos listas coinciden.


Una mirada aún más fina percibe más inexactitudes en ambas genealogías. Mateo coloca catorce generaciones entre Abrahán y David, otras catorce entre Abrahán y la transmigración a Babilonia y otras catorce desde entonces a Cristo. Ahora bien, la historia nos dice que el primer periodo duró 900 años (que no pueden llenar 14 generaciones) y los otros dos 500 y 500. Si seguimos analizando vemos que entre Joram y Osías, Mateo se «come» tres reyes; que entre Josías y Jeconías olvida a Joakin; que entre Fares y Naasón coloca tres generaciones cuando de hecho transcurrieron 300 años. Y, aun sin mucho análisis, no puede menos de llamarnos la atención el percibir que ambos evangelistas juegan con cifras evidentemente simbólicas o cabalísticas: Mateo presenta tres períodos con catorce generaciones justas cada uno; mientras que Lucas traza once series de siete generaciones. ¿Estamos ante una bella fábula?


Esta sería -ha sido de hecho la respuesta de los racionalistas. Los apóstoles -dícense- habrían inventado unas listas de nombres ilustres para atribuir a Jesús una familia noble, tal y como hoy los beduinos se inventan los árboles genealógicos que convienen para sus negocios.


Pero esta teoría difícilmente puede sostenerse en pie. En primer lugar porque, de haber inventado esas listas, Mateo y Lucas las habrían inventado mucho «mejor». Para no saltarse nombres en la lista de los reyes les hubiera bastado con asomarse a los libros de los reyes o las Crónicas. Errores tan ingenuos sólo pueden cometerse a conciencia. Además, si hubieran tratado de endosarle a Cristo una hermosa ascendencia, ¿no hubieran ocultado los eslabones "sucios»: hijos incestuosos, ascendientes nacidos de adulterios y violencias. Por otro lado, basta con asomarse al antiguo testamento para percibir que las genealogías que allí se ofrecen incurren en inexactitudes idénticas a las de Mateo y Lucas: saltos de generación. afirmaciones de que el abuelo «engendró» a su nieto, olvidándose del padre intermedio. ¿No será mucho más sencillo aceptar que la genealogía de los orientales es un intermedio entre lo que nosotros llamamos fábula y la exactitud rigurosa del historiador científicamente puro?


Tampoco parecen, por eso, muy exactas las interpretaciones de los exegetas que tratan de buscar «explicaciones» a esas diferencias entre la lista de Mateo y la de Lucas (los que atribuyen una genealogía a la familia de José y otra a la de María; los que encuentran que una lista podría ser la de los herederos legales y otra la de los herederos naturales, incluyendo legítimos e ilegítimos).


Más seria parece la opinión de quienes, con un mejor conocimiento del estilo bíblico, afirman que los evangelistas parten de unas listas verdaderas e históricas, pero las elaboran libremente con intención catequística. Con ello la rigurosa exactitud de la lista sería mucho menos interesante que el contenido teológico que en ella se encierra.


Luces y sombras en la lista de los antepasados


¿Cuál sería este contenido? El cardenal Danielou lo ha señalado con precisión: «Mostrar que el nacimiento de Jesús no es un acontecimiento fortuito, perdido dentro de la historia humana, sino la realización de un designio de Dios al que estaba ordenado todo el antiguo testamento». Dentro de este enfoque, Mateo -que se dirige a los judíos en su evangelio- trataría de probar que en Jesús se cumplen las promesas hechas a Abrahán y David. Lucas -que escribe directamente para paganos y convertidos- bajará desde Cristo hasta Adán, para demostrar que Jesús vino a salvar, no sólo a los hijos de Abrahán, sino a toda la posteridad de Adán. A esta luz las listas evangélicas dejan de ser aburridas y se convierten en conmovedoras e incluso en apasionantes. Escribe Guardini:

¡Qué elocuentes son estos nombres! A través de ellos surgen de las tinieblas del pasado más remoto las figuras de los tiempos primitivos. Adán. penetrado por la nostalgia de la felicidad perdida del paraíso; Matusalén, el muy anciano; Noé. rodeado del terrible fragor del diluvio; Abrahán, al que Dios hizo salir de su país y de su familia para que formase una alianza con él; Isaac, el hijo del milagro, que le fue devuelto desde el altar del sacrificio; Jacob, el nieto que luchó con el ángel de Dios... ¡Qué corte de gigantes del espíritu escoltan la espalda de este recién nacido!


Pero no sólo hay luz en esa lista. Lo verdaderamente conmovedor de esta genealogía es que ninguno de los dos evangelistas ha «limpiado» la estirpe de Jesús. Cuando hoy alguien exhíbe su árbol genealógico trata de ocultarlo, por lo menos, de no sacar a primer plano las «manchas» que en él pudiera haber; se oculta el hijo ilegitimo y mucho más el matrimonio vergonzoso. No obran así los evangelistas. En la lista aparece -y casi subrayado- Farés, hijo incestuoso de Judá; Salomón, hijo adulterino de David. Los escritores bíblicos no ocultan -señala Cabodevilla- que Cristo desciende de bastardos.


Y digo que casi lo subrayan porque no era frecuente que en las genealogías hebreas aparecieran mujeres; aquí aparecen cuatro y las cuatro con historias tristes. Tres de ellas son extranjeras (una cananea, una moabita, otra hitita) y para los hebreos era una infidelidad el matrimonio con extranjeros. Tres de ellas son pecadoras. Sólo Ruth pone una nota de pureza. No se oculta el terrible nombre de Tamar, nuera de Judá, que, deseando vengarse de él, se vistió de cortesana y esperó a su suegro en una oscura encrucijada. De aquel encuentro incestuoso nacerían dos ascendientes de Cristo: Farés y Zara. Y el evangelista no lo oculta. Y aparece el nombre de Rajab, pagana como Ruth. y «mesonera», es decir, ramera de profesión. De ella engendró Salomón a Booz.


Y no se dice -hubiera sido tan sencillo- «David engendró a Salomón de Betsabé», sino, abiertamente, «de la mujer de Urías». Parece como si el evangelista tuviera especial interés en recordarnos la historia del pecado de David que se enamoró de la mujer de uno de sus generales, que tuvo con ella un hijo y que, para ocultar su pecado, hizo matar con refinamiento cruel al esposo deshonrado.


¿Por qué este casi descaro en mostrar lo que cualquiera de nosotros hubiera ocultado con un velo pudoroso? No es afán de magnificar la ascendencia de Cristo, como ingenuamente pensaban los racionalistas del siglo pasado; tampoco es simple ignorancia. Los evangelistas al subrayar esos datos están haciendo teología, están poniendo el dedo en una tremenda verdad que algunos piadosos querrían ocultar pero que es exaltante para todo hombre de fe: Cristo entró en la raza humana tal y como la raza humana es, puso un pórtico de pureza total en el penúltimo escalón -su madre Inmaculada- pero aceptó, en todo el resto de su progenie, la realidad humana total que él venia a salvar. Dios, que escribe con lineas torcidas entró por caminos torcidos, por los caminos que-¡ay!- son los de la humanidad.
J.L. MARTIN-DESCALZO
VIDA-MISTERIO/1.Págs. 66-68

17 de diciembre del 2011 3er sábado del adviento B


Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis  (49, 2. 8-10)

En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les habló así: “Acérquense y escúchenme, hijos de Jacob; escuchen a su padre, Israel. A ti, Judá, te alabarán tus hermanos; pondrás la mano sobre la cabeza de tus enemigos; se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Cachorro de león eres, Judá: has vuelto de matar la presa, hijo mío, y te has echado a reposar, como un león. ¿Quién se atreverá a provocarte?
No se apartará de Judá el cetro, ni de sus descendientes, el bastón de mando, hasta que venga aquel a quien pertenece y a quien los pueblos le deben obediencia”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio  según san Mateo (1, 1-17)

Gloria a ti, Señor.





Genealogía de Jesucristo,hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; Judá engendró de Tamar a Fares y a Zará; Fares a Esrom, Esrom a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, Obed a Jesé, y Jesé al rey David.
David engendró de la mujer de Urías a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abiá, Abiá a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías a Manasés, Manasés a Amón, Amón a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos durante el destierro en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquim, Eliaquim a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
De modo que el total de generaciones, desde Abraham hasta David, es de catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, es de catorce, y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, es de catorce.
Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXIÓN SOBRE LA PALABRA DE DIOS DEL DÍA

Dejarse sorprender por Dios

La bendición del Patriarca Jacob para cada uno de sus hijos se detiene preferentemente sobre Judá, a pesar que este no sea el mayor de todos. Judas se ve ante la promesa de una descendencia real con un tono que sorprende por su carácter agresivo, ya que es descrito como una especie de felino, un león joven de regreso de la caza y preparado para atacar de nuevo.

La genealogía (la lista de la familia y los orígenes) de Jesús nombra y hace bello eco de la figura de Judá y a su descendencia real en la persona de David y de Salomón. Pero acá, no hay ninguna muestra o señas de violencia y de sed de poder. Al contrario,  Mateo se regocija (se place) de subrayar el enraizamiento de Jesús en la historia humana, con actores de carne y hueso, capaces de los más bellos impulsos (o muestras) de generosidad, pero también capaces de las más grandes infidelidades. Es esta historia de Gracia, pero también de pecado que Cristo asume plenamente, y es en el corazón de la historia que el Espíritu surge  y confecciona un mundo nuevo.

Si Jesús es bien el “león de la tribu de Judá” como cantan tantas canciones carismáticas, no olvidemos también que Él es “el cordero “, símbolo de humildad y de vulnerabilidad, e imagen de un “Dios hecho carne” (verbo hecho hombre).

16 de diciembre del 2011: 3er viernes del adviento B

Recuerdo que todos los 15 de diciembre o el 16 muy tempranito , allá en Marquetalia mi pueblo, salía con otras personas, amigos y vecinos en búsqueda de palmiche (una especie de palma) para decorar el fondo del pesebre.  En aquel tiempo principios de los 80’s no era un oficialmente un delito ecológico, ir a la montaña o a la zona rural a cortar estos arbustos para darle más vida, color y fragancia a nuestros pequeños pueblos que recreaban el país del Hijo de Dios.
 
Eran días de mucha alegría, entusiasmo e ilusión navideña, cuando creíamos de una manera primitiva, fantástica e ingenua en el Niño  Dios…Cuando no estábamos “equivocados” ni errados, porque creer es vivir, pues  si no somos como niños no podemos entrar ni descubrir ni apoderarnos del Reino de Dios como dice Jesús.

Es cuando nos hacemos un poco más “grandes”, cuando la razón nos oprime y ahoga la ilusión que devenimos “equivocados” al creer que Dios no existe y que no lo necesitamos en nuestras vidas…

Dando  también la razón a las teorías psicológicas freudianas, la niñez es la época que más nos marca, porque de acuerdo a como vivamos esta etapa de la vida, de ella dependerá el resto de nuestra existencia.

No más ayer tenía una emocionante experiencia y quiero compartirla con ustedes. Después de 30 años sin saber nada más de él, gracias a una de las redes sociales sobre Internet me encontré a uno de mis mejores (sino el mejor) amigos de la infancia…Y ha sido la oportunidad para rememorar entrañables momentos de espontaneidad, amistad, solidaridad, trabajo y diversión juntos. Esta experiencia me lleva a reafirmar que nunca hemos de renunciar a “ser como niños”, no dejar de sorprendernos, “escuchar y acatar nuestros mayores”, respetar y guardar silencio ante el misterio, aceptar la vida como viene, ser dóciles, olvidar rápidamente las ofensas, pelear y volver a reconciliarse,  y sobre todo tener abierto el corazón y la mente de manera permanente a la alegría.

No me equivoco al afirmar que eso es la NAVIDAD, tener la capacidad de revivir el niño en nosotros. 

En algún capítulo de la primera temporada de la famosa serie gringa “Ley y Orden”, dos de los agentes detectives protagonistas conversan acerca de un caso de violencia y tolerancia, y ante la actitud pesimista de su compañero,  uno interroga al otro “es que nunca se te ocurre pensar en la bondad de los otros, en que es posible perdonar? “- si- responde su camarada -dos veces al año: por pascua y por navidad.

Así debería permanecer la niñez, estar presente en todos los días de nuestro vivir, en nuestra mente y corazón, siempre abierta al misterio, a la esperanza, a la alegría y al perdón.

***
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (56, 1-3. 6-8)

Esto dice el Señor: “Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar. Dichoso el hombre que hace esto y en ello persevera, el que se abstiene de profanar el sábado, el que aparta su mano de todo mal. No diga el extranjero que ha dado su adhesión al Señor:
‘Sin duda que el Señor me excluirá de su pueblo’.
A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, a los que guardan el sábado sin profanarlo y se mantienen fieles a mi alianza, los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración.
Sus holocaustos y sacrificios serán gratos a mi altar, porque mi casa será la casa de oración para todos los pueblos”. Esto dice el Señor Dios, que reúne a los dispersos de Israel: “A los ya reunidos, todavía añadiré otros”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 66

Bendigamos a Dios,
nuestro Señor.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.

Bendigamos a Dios,
nuestro Señor.
Las naciones con júbilo te canten,
porque juzgas al mundo con justicia;
con equidad tú juzgas a los pueblos y
riges en la tierra a las naciones.

Bendigamos a Dios,
nuestro Señor.
La tierra ha producido ya sus frutos,
Dios nos ha bendecido.
Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.
Bendigamos a Dios,
nuestro Señor.

 Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Ven, Señor, y concédenos tu paz para que nuestro corazón se alegre en ti con alegría perfecta.
Aleluya.

 Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Juan (5, 33-36)

Gloria a ti, Señor.



En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz.
Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

REFLEXION DE KOINONIA.ORG

Hoy tenemos que dejarnos interpelar por la Palabra de Dios para comprender la identidad del cristianismo que profesamos y la manera cómo lo vivimos.

En el evangelio de San Juan, Jesús vuelve a valorar el testimonio de Juan el Bautista y la naturaleza de su predicación. Juan fue muy claro al decir que no era le Mesías, ni Elías, sino una voz que clama en el desierto y que invita a la conversión, a volverse a Dios dejando atrás todo aquello que por el pecado distancie del querer de Dios. Fue una luz en medio de la oscuridad, odiada y apagada por quienes se benefician de las tinieblas.

Jesús muestra que, además de la conversión, se necesita la construcción de una sociedad más justa, sin excluidos, sin enfermos en las calles, sin endemoniados en los caminos. Jesús gasta su vida incluyendo a los que la sociedad excluye y desprecia por alguna razón o interés. Para avanzar en esa construcción hay que relativizar el valor sagrado de las leyes, de las estructuras.

Hoy en día vivimos en una sociedad gobernada por los señores de la oscuridad, que por sus intereses, sobre todo de tipo económico, han llevado a los pueblos a la miseria y los han dejado sumidos en la explotación, la marginación y el hambre.