EL DIOS DE LOS AMENAZADOS
Todos los que viajamos en avión, sabemos cómo la cosa cada vez es más complicada.
Uno hace la fila para la requisa de maletas, uno debe enfrentar personas, guardias de seguridad, volver a mostrar nuestro pasaporte y nuestro tiquete que nos permite ingresar finalmente en el aparato…Por qué? Porque los pasajeros son al mismo tiempo “amenazadores” y “amenazados!” Amenazados de un atentado terrorista, pero también amenazadores ya que pueden ser portadores posibles de una bomba! Y la frontera entre el uno y el otro es completamente confusa, no es evidente de ver!
Es en este clima o ambiente que ha vivido el profeta Jeremías. Él era a la vez amenazado y amenazador. Amenazador para una sociedad de la cual él denunciaba sus crímenes y a la cual anunciaba los peores desastres. Pero también él estaba amenazado. Se le quería callar. Su mensaje radical y claro, sin pelos en la lengua o como dicen los franceses “sin lengua de madera”, denunciaba los discursos que daban falsas seguridades y que se expandían alrededor suyo.
Entonces uno comprende su queja ante Dios a quien sirve. El Salmo 7 que se lee hoy prolonga su oración: “Señor mi Dios, tu eres mi refugio”.
Cualquiera que sea la amenaza, Dios permanece fiel a nuestro lado.
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Gustavo Quiceno