domingo, 19 de mayo de 2013

En los 85 años de la muerte del filósofo alemán Max scheler (1874-1928)


Max Scheler, hoy por hoy es un autor un poco olvidado, cuando fue considerado por sus contemporáneos, como un genio y un gigante de la filosofía europea.
Filósofo católico controvertido, Scheler es un autor original extraordinariamente dotado y quien ha utilizado la fenomenología de Husserl para analizar las emociones, tales como la simpatía, el amor, el odio,  la vergüenza o el arrepentimiento en una perspectiva religiosa.





He aquí un filósofo humanista, que se ha clasificado tradicionalmente entre los fenomenólogos pero que reflexionó y aporto ideas que invitaban a aterrizar sus contemporáneos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. 


La fenomenología es la ciencia de los fenómenos (fenómeno: aquello que aparece) dentro de su manifestación en el sujeto, y la ciencia de la experiencia de la conciencia.

Scheler considera sin embargo que la FENOMENOLOGIA se ha concentrado tanto en el intelecto y que ha sido negligente con un elemento fundamental: LA EXPERIENCIA DEL AMOR, el corazón humano.

El expone la idea “El amor es un puente, o mejor, un movimiento entre un conocimiento muy pobre y un conocimiento más rico”.

Scheler parte de la idea que ya había sido formulada por Pascal en el siglo XVII: “El corazón tiene sus razones que la razón no conoce (o no entiende”.

Dicho de otro modo, el corazón tiene una lógica que es diferente a la del intelecto.
Scheler ha sido catalogado como una de las personalidades más influyentes del siglo XX y que en estos tiempos pareciera volverse actual, justo por su posición crítica ante el demasiado “idealismo nebuloso”, las vastas opiniones y disquisiciones  que no llevan a nada. 

Para Scheler el amor es el permite aparecer las cosas en nuestra experiencia y que por consiguiente hace posible el conocimiento.

El amor escribe: “Es una especie de “partero espiritual”, que ayuda a dar a luz”, que puede ayudarnos a impulsarnos hacia el conocimiento- de nosotros mismos como del mundo. El amor es el factor decisivo, lo que constituye la persona, sus valores, sus posibilidades y su destino.

Así entonces, para Scheler, el ser humano no se define meramente como una “cosa que piensa”, según el decir de Descartes, sino como "UN SER QUE AMA".

En resumen: “La filosofía consiste en el movimiento, determinado por el AMOR, hacia la participación en la realidad esencial de los posibles”.

Scheler ha sido catalogado como una de las personalidades más influyentes del siglo XX y que en estos tiempos pareciera volverse actual, justo por su posición crítica ante el demasiado “idealismo nebuloso”, las vastas opiniones y disquisiciones  que no lleva a nada. 

Scheler se destaca entre los filósofos de su época por la importancia que acuerda a las emociones humanas, a los valores y en especial al amor (confrontado al odio, el egoísmo, etc).

Scheler se convirtió al catolicismo, pero después de 9 años de fidelidad al papa y a los dogmas, decide alejarse de esta religión (por circunstancias y o situaciones personales…expuestas más adelante)  y por igual toma distancia también del ateísmo.
Es reconocido por una jerarquía de valores donde precisamente ubica a los valores religiosos en la cima.

Max Scheler nació en Munich (Alemania) en 1874. Su madre era judía y su padre protestante luterano se había convertido al judaísmo desde el momento del matrimonio.
El estudió la Filosofía en las universidades de Berlín, Heidelberg y Viena, fue en esta última que sustenta su tesis de doctorado en 1897 o 1901, con referencia a las fuentes.

 Su formación filosófica estuvo influenciada por el vitalismo de Dilthey, el vitalismo irracionalista de Nietszche y el vitalismo espiritualista de Eucken , pero sobre todo por el encuentro decisivo con con su maestro  Edmund Husserl, de quien fue asistente en Gottingen de 1909 a 1913, antes de serlo Martin Heidegger que lo fue de 1916 a 1922…)

Es allí donde Edith Stein sigue sus cursos de la tarde, y donde “la esencia de la santidad” constituye la primera etapa de su conversión al catolicismo.

Es de Husserl que Scheler recibe el deseo de ir al encuentro de la “cosa misma” y es entonces el método fenomenológico que se lo permite.

Él se entrega a la profundización de los temas o dominios que su maestro no ha explorado: la vida ética, la vida emocional (simpatía, odio y amor), religión, etc. En 1916, él reconoce su obediencia a la Iglesia Catolica.

En 1919, es nombrado para dar cátedra en la Universidad de Filosofía de Colonia.

En 1921 se enamora de una de sus alumnas y pide a la Iglesia (que le niega) anular su matrimonio: sin embargo un matrimonio civil tiene lugar. Desde entonces se aleja del catolicismo pero sin caer en el ateísmo…entonces Max Scheler tiende a partir de este momento a acercarse más a una concepción panteísta y evolucionista.

En 1928, cuando acaba de ser nombrado en Francfort, muere de una crisis cardiaca con apenas 54 años.

Scheler reflexiona a partir de Kant y de Husserl para desembocar en su teoría de la intencionalidad emocional, donde los objetos tienen en si mismo valores (objetivismo). Pero él reflexiona en un contexto filosófico y político marcado por varias corrientes: la subida del marxismo, del irracionalismo, el descubrimiento del psicoanálisis.

Scheler es contemporáneo intelectual de “la santa trinidad” de los años 1968: Marx, Nietzsche y Freud

Cuando en 1928 Max Scheler muere súbitamente, su amigo José Ortega y Gasset le rinde un homenaje magnífico. Él era el Adán de ese nuevo paraíso de intuición e ideático al cual la fenomenología de Husserl le había dado acceso, el primero al cual todas las cosas , mismo aquellas que nos son las más familiares, revelaban su significación y su esencia. Ellas le aparecen bajo una nueva luz, con contornos precisos y sin equívocos, como al alba el perfil de las montañas.

El estaba sumergido por la riqueza de sus descubrimientos. Y él habría de proclamar tantos pensamientos luminosos que tambalea, aturdido por el conocimiento, embriagado de claridad y de verdad. El estaba como diría Platón, un filósofo en “estado de entusiasmo”. Pero él vivió en un torbellino continuo de pensamientos  y es por ello que sus escritos son a la vez claros y desordenados; sin forma ni estructura;  ellos están llenos de contradicciones y ésta será la tarea de las generaciones que le sucederán, darle la estructura y el orden que les faltan.

La vida no era el tema de su filosofía pero su filosofía emanaba de la plenitud de su vida. Él no buscaba ver la vida en la perspectiva artificialmente unificada, de un sistema filosófico construido.

Él retomaba cada uno de los problemas que encontraba, analizándolo según su lógica particular y su dinamismo propio, poniendo en claro sus implicaciones y persiguiendo las particularidades hasta su origen, sin dejar entorpecer su búsqueda por el postulado utópico de la unidad y del sistema.

Scheler aceptaba el mundo tal como lo encontraba, rico de contradicciones que le son  inherentes, dejándolas aparecer y otorgándoles plena justicia.

Scheler tanto como hombre y como pensador, estaba siempre listo a recomenzar, y aprender de nuevo.

 Scheler pensó sobre la muerte, sobre el pudor, sobre el pacifismo,  sobre la política, sobre la economía, sobre la historia…No es todo esto actual?

Pero él ha pensado todo esto como fenomenólogo y no como periodista.

Entonces, evidentemente es un poco menos actual pero eso sí un poco más arduo.

La personalidad de Scheler parece haber sido, como lo hemos subrayado, un poco desconcertante o difícil de captar en su esencia: descrito a veces como “apasionado y sorpresivo”, como alguien que tuvo “particularidades excéntricas”, o todavía como un hombre de “una bondad sin igual , todos aquellos que han dejado un testimonio a propósito de su vida y personalidad se ponen de acuerdo para decir que tenía un espíritu vivo dotado de una rara aprehensión de las cosas.

Encontramos un poco de cada uno de esos rasgos en sus escritos, que son por un lado extremamente abundantes, con carácter desordenado, haciendo largas frases y mostrando una fuerte tendencia a la digresión( Scheler mismo decía de él mismo “Tengo la palabra, pero no la frase”), aspecto apoyado por el hecho que sus obras son de una densidad conceptual extraordinaria.
Fue uno de los primeros en señalar el peligro que implicaba para Alemania el advenimiento del nazismo.

Karol Woijtila (El Papa Juan Pablo II, de quien ayer se celebraba el 93º aniversario de su nacimiento), siempre evocó la influencia positiva que tuvo Scheler en su pensamiento y lo mucho que influyó en su maduración de la fe y su vocación al sacerdocio, de hecho su tesis de doctorado la hizo profundizando en las ideas de este gran pensador.

Max Scheler murió un día como hoy el 19 de mayo pero de 1928.

He aquí pues un autor que vale la pena leer y analizar alguna vez…interesante por ejemplo profundizar en sus ideas sobre el resentimiento y confrontarlas con las de Nietzsche, como lo hacen las dos amigas de este video:




Ideas generales de su pensamiento:

 Vale decir que es el hombre el lugar por el cual Dios se hace manifiesto en la historia. Dios necesitaría del hombre para poder manifestarse realmente. Esta tesis es consecuencia de su polémica idea de que el espíritu es impotente. Ahora bien, El conocimiento abstracto y los valores religiosos obtendrían toda su fuerza de realización en los impulsos básicos humanos. Scheler se opuso desde el comienzo a Freud respecto de que lo superior surge de lo inferior. Sostiene Scheler que es imposible deducir de la sola represión sexual la capacidad del hombre de hacer surgir la novena sinfonía de Beethoven o Los hermanos karamazov de Dostoievski. En El puesto del hombre en el cosmos(1928) estableció una serie de problemas que hoy son considerados como piezas clave para la elaboración de la antropología filosófica.


Obras de Scheler:


Obras traducidas al español 

·        Amor y conocimiento y otros escritos, Ed. Palabra, 2010.
·        Arrepentimiento y nuevo nacimiento, Ed. Encuentro, 2008.
·        De lo eterno en el hombre. Ed. Encuentro, 2007.
·        Esencia y formas de la simpatía, Ed. Salamanca-Sígueme, 2005.
·        Esencia y formas de la simpatía, Ed. Losada, 2004.
·        Sobre el pudor y el sentimiento de vergüenza, Ed. Salamanca-Sígueme, 2004.
·        Los ídolos del autoconocimiento, Ed. Salamanca-Sígueme, 2003.
·        Los ídolos del conocimiento de sí mismo, Ed. Cristiandad, 2003.
·        El puesto del hombre en el cosmos, Trad. José Gaos Ed. Losada, Buenos Aires, 1990.
·        Gramática de los sentimientos: lo emocional como fundamento de la ética, Ed. Crítica, Barcelona, 2003.
·        Muerte y supervivencia,Trad. Xavier Zubiri, Ed. Encuentro, Madrid, 2001.
·        El resentimiento en la moral, Ed. Caparrós, Madrid, 1993.
·        Ordo amoris, Ed. Caparrós, Madrid, 1996.
·        El formalismo en la ética y la ética material de los valores, Ed. Caparrós, Madrid. 2000.
·        Mensch und Geschichte (1924)
·        La idea del hombre y la historia, Ed. Siglo Veinte, Buenos Aires, 1998.
·        La idea del hombre y la historia, Ed. La Pléyade, Buenos Aires, 1984.
·        El saber y la cultura, Ed. Nova, Buenos Aires, 1975.
·        La esencia de la filosofía y la condición moral del conocer filosófico, Ed. Nova, Buenos Aires, 1958.
·        El puesto del hombre en el cosmos, Trad. José Gaos, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1936.
·        Conocimiento y trabajo, Ed. Nova, Buenos Aires, 1926.



REFERENCIAS: