domingo, 12 de octubre de 2008

10 días sobre el pesebre de oro colombiano (Parte I)


Porque es que hay otro pesebre en Colombia, si...Y es Oporapa (Huila).
A finales de agosto me hicieron la propuesta de venir a Marmato (Caldas).
Sin pensarlo dos veces acepté ir para reemplazar por unos días al actual párroco del pueblo Padre Alirio Calderon Losada.
Allí estuve la semana comprendida entre el 20 y 28 de septiembre.
Fueron 10 días de descanso, cambio de ambiente y descubrimiento de cosas nuevas.
Conocimiento humano ante todo del reverendo que me invitaba y acogía , perteneciente a la Diócesis de Pereira.
Encontré en el joven sacerdote huilense, natural de Oporapa (el otro pesebre natural, sencillo) un hombre descomplicado, simpático y afable, que hace esfuerzos por guiar a una comunidad más bien poco amiga de frecuentar la iglesia, pero al parecer enraizada por su fe en muchas devociones populares.

Con el Padre Alirio hice buenas migas en el poco tiempo que compartí con él.
A partir del domingo 21 de septiembre en la tarde fui dejado a cargo de la parroquia, Alirio salió para su casa familiar con el fin de descansar durante el tiempo que yo lo reemplazaría.

De Marmato tenía somera información, conservada en mi mente y con desorden, fruto de lecturas en mi adolescencia y juventud y poco profundas y espontáneas en el Diario La Patria, el periódico regional de Caldas. Recordaba así que alguna vez había escuchado de su geografía única y particular y que producía algún metal, pues tenía minas, pero no recordaba con precisión cuál metal…Y me encontré con que se le reconocía a nivel nacional con el nombre de “pesebre de oro de Colombia”.

A la cabecera municipal se llega por una carretera de 7Km. Que se desprende de la Troncal de Occidente, entre La Felisa, (Caldas), y La Pintada, (Antioquia), en el sitio conocido como “La Garrucha del Rayo”. También se llega a Marmato, por un carreteable de 19 Km. que lo une con el municipio de Supia, pasando por el corregimiento de San Juan. La cabecera municipal dista de Manizales 142 Km por la vía a la Felisa. Por ésta ruta accedí yo al pesebre caldense.

Marmato fue descubierto en el año de 1536 por los soldados que bajo la orden del conquistador español Sebastián de Belalcazar, se encontraban a cargo del mariscal Jorge Robledo. En 1538 el conquistador Jorge Badillo y sus soldados reconocieron el territorio pero al parecer no se animaron a permanecer en la región debido a que sus pobladores aborígenes (Los Cartamas ) se encontraban en pie de guerra.
Se sabe que a mediados del siglo XVI, las minas eran ya explotadas bajo orientación española, siendo la minería del Oro la actividad principal de la región. Por esta razón en 1625 figura Marmato como un Real de Minas ( poblamiento provisional de una cuadrilla de soldados en las inmediaciones de una explotación minera). El real de minas de Marmato, en ese año, ya se componía de dos encomiendas (Territorio asignado o encomendado a un español, con un grupo de indígenas que debían pagarle un tributo a la corona española).

Por acá anduvo hace poco el director y guionista de cine Don Lisandro Duque quien describe así un poco la geografía de Marmato:
…”La cumbre urbana del pueblo recuerda la cabeza pelada de esas aves rapaces que tienen un collar de plumas blancas en la garganta. Como quien dice que en esa topografía, para ver las nubes desde la ventana, hay que mirar hacia abajo. En serio. Un escritor local, Alberto Gallego Estrada, describía así el trayecto entre la iglesia y la plaza principal: “empezamos el vía crucis por empinadas escaleras de piedra en trayectos de siete cuadras”. Y no exageró al escribir que “los aviones pasan como humillándose, pidiendo permiso para no enredarse en los balcones”. Los habitantes de Marmato, ni yendo a las minas llegan con la lengua afuera, ni regresando a sus casas se ruedan. Son gente vertical, que mira desde arriba proverbialmente. Los precipicios le han dado carácter. Como el resto del mundo comienza debajo de sus pies, manejan una arrogancia paisajística que no pueden con ella, y les sobra razón.

El oro se explota allí desde 1537, cuando el mariscal Robledo, y luego el resto de conquistadores, se metieron a la región y, quitándoselo a los aborígenes que lo utilizaban para ceremoniales, comenzaron a mandarlo para España. Luego el vil metal se les entregó a los ingleses. Después de la Guerra de los Mil Días, se le escrituró de balde al general Vásquez Cobo, quien no le dejaba agarrar ni media pepita a nadie. Todo para él. A los mineros locales se les hostilizó durante siglos, no obstante aquellos suelos ser suyos ancestralmente y sus logros en el hallazgo del precioso producto ser precarios. Eso cambió, y hoy en día se les permiten concesiones y entables a 57 pequeños mineros que con tecnología modesta proveen empleo a unas 500 personas. Por su parte, la empresa Mineros Nacionales S.A., adjudicataria del 60% de la explotación, cuenta con 700 trabajadores marmateños. Sumados esos 1.500 asalariados, la subsistencia de 4.000 habitantes del municipio es asunto resuelto, aunque a medias, y en todo caso no es el tema a tratar en este artículo”...
(CONTINUARA)