sábado, 6 de abril de 2013

"Quiero morir callado", en la resurrección del P. Roberto samaniego (1927-2013)

Quiero morir callado

como mueren los días

después de haber cumplido
la divina tarea
de ser mañana y tarde…
Quiero morir callado
bendiciendo a la Vida.




Ha resucitado esta tarde de sábado el Padre Roberto Samaniego. mxy (Misionero Javeriano de Yarumal). Hermano en el sacerdocio, amigo muy especial sobretodo en mis primeros días de ordenado…El Padre Robertico se constituyó en uno de los baluartes y emblemas del misionero fuerte, fiel, audaz, creativo y comprometido con el bienestar integral de todas las personas que encontró a su paso, sobre todo los más pobres.

Nacido en Ecuador, en el pueblo de Sigsig, provincia del Azuay en 1927, Roberto conoció a los Misioneros de Yarumal, gracias a un tío suyo que lo trajo al Putumayo en 1938 (con 11 años) y desde aquel día decidió enrolarse como seminarista y ordenarse sacerdote en 1954.

En 1991, siendo novicio,  fui  en experiencia pastoral  a Buenaventura en el valle, región donde ese tiempo laboraban nuestra comunidad, oí hablar por la primera vez del Padre Roberto…La gente contaba sus hazañas realizadas en el pasado en su país y las presentes en el puerto negro.

Luego, tendría la oportunidad de encontrarme más íntimamente y personalmente con él en Ecuador en julio del 2002. Era mi tercer viaje al vecino país, después de mi año de pastoral en 1993, una visita que luego hice estando fuera del seminario en 1996 y la ultima ya como sacerdote recién ordenado…Fue el padre Samaniego quien me acogió en su casa cural y me daría la oportunidad de estrenar mi sacerdocio en parroquia, confiándome todo: administración, pastoral, por casi dos semanas, mientras él venía a Colombia para un chequeo médico. Aquello nunca lo olvido…En lo poco que compartí con este gran hermano, fui testigo de su sencillez, de su entrega y celo apostólicos, de su preocupación por jóvenes, ancianos y niños a los que quería ofrecerlos lo mejor: el amor del Padre representado en una oportunidad de progreso (ahorros, becas…), en un trabajo u ocupación puntual (huertas comunitarias por ejemplo)…

Mismo a su avanzada edad (75 años) en ese momento y a pesar de sus dolores físicos que comenzaban a manifestarse, el Padrecito no se quejaba ni se amilanaba…antes era presa de las voces críticas y fatigadoras de los otros que le decían que no trabajara más, que ya había hecho suficiente…Pero él no “le paraba bolas” a esas palabras…su convicción era recia y profunda de darse hasta lo último…sin guardarse nada para él.

Roberto nos dejó un hermoso libro pleno de poesía llamado "Sueños y recuerdos", que contiene mucho de su biografía y donde manifiesta su visión de la Iglesia y muchos recuerdos...

Gracias padre Roberto por tu testimonio de hombre cristiano, de discípulo comprometido, de misionero fiel hasta el final…Dios te recibe ahora con los brazos abiertos y te dice: “entra conmigo a la Casa de Tu señor…y contempla mi Gloria, la que buscaste siempre durante tu trasegar por la tierra…”



Para que conozcan un poco más de las facetas de este excelso misionero  les comparto el siguiente artículo aparecido en el boletín virtual AVANCE de Ecuador en 2009… 

Un Jinete que hoy Cabalga en Silla de Ruedas.

El heroísmo de una vida que es ejemplo de misión evangelizadora en estrecha relación con el servicio a la gente marginada de los pueblos deprimidos y abandonados





Todo el tiempo me pasé predicando la resignación. ¿Cómo no he de resignarme yo ahora? Así responde sin rencor a la vida el viejo cura de parroquias, condenado a la silla de ruedas.

Diez años atrás, cuando Roberto Samaniego Álvarez recorría en acémila los escabrosos caminos de Chaucha y Molleturo, un traspié de la bestia le echó al suelo y se averió la columna: los campesinos acompañantes le aliviaron con masajes para que reanudara las andanzas pastorales, pero las lesiones acabarían por dejarle definitivamente con los brazos y las piernas inmovilizados.


El rostro sereno del hombre de 83 años, originario del pueblo azuayo de Sígsig, irradia paz espiritual mientras cuenta el trayecto existencial desde los 11 años, cuando el tío Augusto Samaniego, cura misionero, le llevó de vacaciones al Putumayo colombiano, donde acabaría enrolado en la carrera eclesiástica. Se ordenó sacerdote el 31 de octubre de 1954 en el Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal.


Con la fortaleza de los 27 años, se entregó con pasión a evangelizar a los indígenas tunebos en la misión colombiana de Santander, luego en los barrios