lunes, 9 de abril de 2012

9 de abril del 2012: Lunes de la Octava de Pascua

Por una conversion ecológica: RESUCITEMOS!

Intro:

El sacerdote, periodista y escritor español José Luis Martin Descalzo (+1991) de pluma amena y que nos hizo gustar tanto la fe y la espiritualidad católicas en sus diferentes libros de “razones “ (para la fe, la esperanza, la alegría, el amor…) decía que durante el tiempo pascual los cristianos deberíamos recitar o hacer el “via lucis” (camino de la luz)…Es decir que así como le dedicábamos tiempo y dábamos tanta importancia al “via crucis” durante los días cuaresmales (especialmente el viernes), deberíamos durante estos días de Pascua meditar en los pasajes post pascuales en un ambiente de agradecimiento inmenso y alegría: esos pasajes como las apariciones del resucitado, el testimonio de los apóstoles, la recepción y  la fuerza del Espíritu Santo en Pentecostés, etc. Meditarlos y encontrar fuentes de oración en ellos. Inclusive él se atrevió a proponer las 15 estaciones para esta oración (que pueden encontrar acá en mi blog también y que pueden imprimir) : http://gusqui.blogspot.ca/2011/04/una-pascua-eterna.html


Lectura del Santo Evangelio según San Juan 21, 1-13:

Jesús prepara una comida en la playa

Después de esto, nuevamente se apareció Jesús a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Y se hizo presente como sigue:  Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Contestaron: «Vamos también nosotros contigo.» Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.  Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él.  Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo que comer?» Le contestaron: «Nada.» Entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la derecha y encontrarán pesca.» Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran cantidad de peces. El discípulo de Jesús al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: «Es el Señor.» Apenas Pedro oyó decir que era el Señor, se puso la ropa, pues estaba sin nada, y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron con la barca -de hecho, no estaban lejos, a unos cien metros de la orilla; arrastraban la red llena de peces.  Al bajar a tierra encontraron fuego encendido, pescado sobre las brasas y pan.  Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.» Simón Pedro subió a la barca y sacó la red llena con ciento cincuenta y tres pescados grandes. Y no se rompió la red a pesar de que hubiera tantos. Entonces Jesús les dijo: «Vengan a desayunar». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con los pescados.



La reflexión ecológica para concluir!

Aquí estamos finalizando  este camino propuesto en el conjunto de reflexiones por una cuaresma que salve a la creación, una cuaresma por una conversión ecológica!

La comenzamos con una letanía por un planeta en peligro, inspirada en las “Diez (10) plagas de Egipto”, actualizadas para los tiempos que vivimos, donde reflejábamos nuestras preocupaciones ante las catástrofes ecológicas y climáticas.

En este pasaje del evangelio de San Juan, Jesús resucitado, que pasa de la muerte a la vida, parece poner fin a estas maldiciones. Por sus palabras de esperanza y de paz, anula estos terribles oráculos: la creación pasa de la muerte a la vida; ya estuvo bueno y no queremos más  la necedad y o terquedad egoísta de los poderosos, el agua vuelve a ser fuente de vida; ranas, langostas, mosquitos, lepras y heridas, peste de los animales, han desaparecido; el hielo y la oscuridad han dado paso a una fresca mañana de sol en el oriente, promesa de renovación.

Pero hay más; al ofrecer una comida, tan simple y o sencilla- pan y pescado asados- a los discípulos, Jesús pone fin al ayuno de la cuaresma. No es solamente tiempo de festejar y o celebrar, sino que también es tiempo para compartir, de saciar el hambre de todos aquellos que tienen hambre. Es tiempo de cesar nuestros ayunos (carne, excesiva consumación de agua, de electricidad, de energía, etc, ) no para volver a  comenzar el desperdicio, el malgasto sino hacerlo en un nuevo espíritu de la utilización con igualdad y justicia de las fuentes y o recursos.

Finalmente, Jesús inaugura también un tiempo de abundancia: “153 peces grandes…” La naturaleza ha rencontrado su exuberancia y esplendor, su plenitud, su fecundidad, su bondad, su efervescencia, la riqueza incomparable de su diversidad, sus mil y una bellezas.

Nos corresponde ahora a nosotros preservar todo ello para aprovechar más y más todavía.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

DAVID FINES- NORMAN LEVESQUE. Au cotidien Carême 2012. Novalis, Qc.