jueves, 20 de mayo de 2010

Domingo 23 de mayo de 2010: FIESTA DE PENTECOSTES


En este domingo de pentecostés llegamos al final del tiempo pascual. Es el recomienzo del tiempo ordinario o dicho de otra manera más realista y quizás más concisa, el comienzo del tiempo de la Iglesia. Los apóstoles se encontraban encerrados en el Cenáculo y luego son impulsados hacia afuera por el ESPIRITU SANTO para proclamar las maravillas de Dios.

San Lucas nos describe este suceso con un lenguaje pleno de imágenes.  Nos habla de viento y de fuego. Como un fuerte viento el Espíritu Santo arranca el miedo de los apóstoles. Como un fuego poderoso, el derrota las tinieblas y les ilumina su noche. Es un proceso radical el que se opera al interior de los apóstoles, En adelante, ellos podrán proclamar en todas las lenguas las maravillas de Dios. Y la primera de esas maravillas es la Resurrección de Cristo. Ellos ya no temen anunciarle a El, incluso mismo delante de aquellos que lo hicieron morir sobre la cruz.

El Espíritu es una llama que calienta y abraza los corazones. Él ha cambiado la vida de los apóstoles en el Cenáculo y la de millones de cristianos a través los siglos. Hoy, todavía, el continua inspirando e invitando a la acción. Es este mismo Espíritu que nos da la fuerza de trabajar en el mundo por la promoción de la paz, la justicia y el compartir.

En Pentecostés nace una Iglesia que no duda en acoger la diversidad. Las barreras caen y la universalidad de la Iglesia es proclamada.
El Espíritu Santo da la fuerza y el coraje de poner de lado las particularidades étnicas para acoger aquellos y aquellas que son diferentes. No a la circuncisión obligatoria, no a las reglas que restringen la comida, no más prohibiciones de visitas a lo no judíos, etc. Para los discípulos de Cristo no hay ni griegos, ni judíos, ni hombres, ni mujeres, ni esclavos, ni personas libres", recuerda San Pablo.

Nosotros tenemos la misma misión de Cristo: Reconciliar las personas entre si y con Dios. Es la promesa de Jesús antes de dejar sus discípulos: "Los pecados que ustedes perdonen serán perdonados". Perdonar y reconciliar, es el trabajo del Reino. "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Cristo ha sido un hombre que nos ha mostrado un Padre que como El  aman el Perdón y reconciliación. El ha reconciliado con Dios y con la comunidad María Magdalena, Zaqueo, la samaritana, los leprosos, el ladrón de la cruz, Pedro después  de sus negaciones, Levi Mateo el publicano, la pecadora en casa de Simón Pedro, la mujer adúltera, etc.  Nosotros   debemos hacer lo mismo.


El Espíritu santo nos ayuda a derrotar el desanimo, la tristeza y nos despierta las ansias de retomar el camino, recomenzar, cada vez. 

El abre las puertas cerradas y  (a?)trancadas por dentro. Es un amigo intimo y un guía que nos aporta la alegría y la paz: "Los discípulos estaban llenos de alegría y plenos del Espíritu santo" (Hechos 13,52); "El Reino de Dios es alegría en el Espíritu  Santo" (Romanos 14,17) ; "los frutos del Espíritu son amor, la alegría y la paz" (Gàlatas 5,22).

Cuando atravesamos momentos difíciles : perdida de empleo, problemas de generación, separaciones dolorosas, la partida de un ser querido, enfermedades terminales, el Espíritu consolador nos da el coraje o la valentía de reencontrar la serenidad y continuar avanzando.

El Espíritu nos asegura progreso en la fe y nos hace descubrir , comprender siempre de manera mas profunda  y actual las Palabras de Cristo. El nos invita a la novedad y a la renovacion continua...a pesar de las dificultades de la vida, los problemas familiares, la vejez, la soledad, la enfermedad y la muerte...Con el tenemos siempre un porvenir (devenir, un futuro).

En este gran día de Pentecostès, celebremos el Espíritu que se nos ha dado et agradezcamos al Senor por este compañero irreemplazable. Acogiéndolo en nuestras vidas aprenderemos a "Proclamar, en nuestra propia lengua, las maravillas que Dios ha hecho por cada uno de nosotros".


Para la revisión de vida
¿En qué aspectos concretos de mi vida estoy experimentando al Espíritu Santo como fuerza y luz?

¿Soy dócil a los caminos del Espíritu, siguiendo la palabra del evangelio y viviendo abierto a la novedad de Dios en mi vida en constante discernimiento?


¿Cómo vivo en mi existencia cristiana las tensiones inevitables que existen entre carisma e institución, dones personales y misión comunitaria, vida interior y compromiso por la justicia?

Para la reunión de grupo
- ¿Qué reacción nos produce la palabra "espíritu"? Démosle sinónimos explicativos.


- Hoy hablan muchos del "espíritu" y lo encuentran en regiones o en actividades muy lejanos de la realidad, del compromiso social, en lo "puramente religioso"... ¿Es así lo que la Biblia nos dice del Espíritu? Pongamos ejemplos.

- «Hay que ser espirituales, no espiritualistas»: comentar la frase, con razones y con experiencias.


- En el trasfondo de lo que escribe, Lucas, en los Hechos de los Apóstoles (1ª lectura) tiene en el pensamiento el símbolo de lo que ocurrió en Babel: ¿en qué sentido? Explicitar las referencias simbólica


Para la oración de los fieles
- -
 Cristo Jesús, que con el envío del Espíritu Santo has cumplido la promesa del Padre, renueva con este mismo Espíritu la historia de la humanidad, y concédenos el don de la paz. Roguemos al Señor....
- Cristo Jesús, que con el envío del Espíritu Santo has dado inicio a la misión universal de tu Iglesia, haz que la comunidad cristiana sea siempre en el mundo signo de liberación, de diálogo y de reconciliación entre los seres humanos. Roguemos al Señor...
- Cristo Jesús, que con el envío del Espíritu Santo has fortalecido a tus discípulos para que fueran tus testigos hasta los confines del mundo, fortalece con este mismo Espíritu a los misioneros y misioneras que anuncian tu evangelio de paz y de salvación. Roguemos al Señor...