martes, 6 de diciembre de 2011

7 de diciembre: Miércoles 2ª semana de Adviento B





1. Preparación

Señor, aquí estoy delante de ti. Ayúdame a tomar conciencia viva de que tú estás conmigo siempre. Esté donde esté, tu presencia amorosa me envuelve. Dame tu gracia para que este rato de oración me sea provechoso. Que vea claro qué quieres de mí. Dame un corazón nuevo, que me guíe por tus caminos de amor. Me pongo en tus manos, Señor. Soy todo tuyo. Haz de mí lo que tú quieras. Amén.
Ahora lee despacio la Palabra de Dios y las reflexiones que se proponen. Déjate empapar de la Palabra de Dios. Si con un punto de reflexión te basta, quédate ahí, no prosigas.
2. La palabra de Dios

Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: «Mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa»? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído? El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas corno las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse. (Isaías 40,27-31)

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera." (Mateo 11,28-30).

1. Caminamos buscando al Señor. Esperamos su venida. A veces la espera se nos hace larga, y duro el camino de la búsqueda. Al Israel del destierro que empezaba a desconfiar de Yahvé, Isaías le recuerda: “¿Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa?” Los desterrados han llegado a pensar que Dios no se preocupa de ellos. Pero el profeta les dice que no olviden que la misericordia del Señor “no se cansa, no se fatiga,” que “los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, les nacen alas como de águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.” Recordémoslo nosotros en los momentos de desaliento. Porque ¿de dónde vienen nuestras desesperanzas y cansancios? ¿No será que olvidamos cómo es nuestro Dios y el amor que nos ha  mostrado en tantas ocasiones, y que, cuando hemos caminado de su mano, no hemos desfallecido, sino que hemos corrido sin cansarnos, hemos marchado sin fatigarnos?

2. El evangelio nos entrega hoy un texto muy breve pero ¡qué hermoso! Jesús mira quiénes son los que captan su mensaje y el sentido de las obras que hace y le siguen, y ve que no son los ricos ni los sabios, los entendidos, los que sobresalen; es la gente sencilla del pueblo,  los pobres, los ignorantes, los enfermos, los que no son apreciados en aquella sociedad. A ellos mira y a ellos llama: "Venid a mí todos los que está-is cansados y agobiados, y yo os aliviaré.” Hoy es a nosotros a los que mira y llama Jesús. A nosotros que, a veces, nos sentimos cansados, dudando del amor de Dios u olvidándolo. Y nos invita, porque ha venido -y viene- para aliviar  nuestros cansancios, para aligerar la carga de nuestros desalientos, de nuestros pecados. El que acude a él encuentra el descanso que necesita y el ánimo y la fuerza para no desfallecer. Señor, que hoy y siempre escuche esta invitación tuya tan cargada de cariño y comprensión. Que vaya a ti, Señor, para descansar y sentirme querido por ti, a pesar de mis  fallos y pecados. Cuando he ido, ¡qué renovado he vuelto!

3. Otra invitación nos hace el Señor: “Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera". Cargar con su yugo es unirnos a él, seguirle y aprender de él que es manso y humilde de corazón. Es aceptar su nueva ley que es ley de amor y servicio. Y aceptarla con amor y por amor. Que entonces su carga ni agobia ni oprime, se hace ligera. Lo dijo San Juan de la Cruz: “el alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa.” ¿No has comprobado cómo el amor aligera hasta las renuncias más costosas y los trabajos más pesados? Y si es tu amor, Señor, ¡qué suaves y llevaderas hace todas las cargas! ¡Qué suave se torna la senda estrecha y empinada del servicio y la entrega, y con qué alegría se camina por ella cuando el que empuja es el amor, no el legalismo frío de los escribas y fariseos!

Señor, que nos mandas abrir camino a Cristo, el Señor; no permitas que desfallezcamos en nuestra debilidad los que esperamos la llegada saludable del que viene a salvarnos de todos nuestros males. (Colecta de la misa). Y tú, María, Madre de la Esperanza, ruega por nosotros para que, imitándote, seamos firmes en la espera.

3. Diálogo con Dios

A la luz de esta Palabra y estas reflexiones, pregúntate qué te pide el Señor... Háblale como a un amigo. Pídele perdón, dale gracias. … Escucha en tu corazón qué te dice el Señor. Pide que te ayude para poder llevar a la práctica los deseos que han surgido en tu corazón.



11 de diciembre del 2011: 3er domingo de Adviento B




PRIMERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 61, 1-2a. 10-11


El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.

Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

Palabra de Dios.





SALMO RESPONSORIAL Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54


R.- ME ALEGRO CON MI DIOS.


Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava. R.-



Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. R.-


A los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia. R.-




 SEGUNDA LECTURA

LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 5,16-24


Hermanos:

Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. En toda ocasión tened la Acción de Gracias: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno. Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la Paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.

Palabra de Dios.



ALELUYA Is 61, 1

El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres.



EVANGELIO

 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 1, 6-8. 19-28


Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venia como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:

-- ¿Tú quién eres?

El confesó sin reservas:

-- Yo no soy el Mesías.

Le preguntaron:

-- Entonces, ¿qué? ¿Eres tú Elías?

El dijo:

-- No lo soy.

--¿Eres tú el Profeta?

Respondió:

-- No.

Y le dijeron:

-- ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?

Contestó:

-- Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor" (como dijo el Profeta Isaías).

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:

-- Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?

Juan les respondió:

-- Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.

Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.


Palabra del Señor




****


A guisa de introducción:


« La hora ha llegado », el Señor está en nuestra puerta. Él,  quien se fijó en María, su humilde sierva,  se acerca a nosotros y nos convida ( o invita) a entrar en su alegría, porque  anuncia una Buena noticia de sanación y  de libertad.


Este tercer domingo de Adviento también es llamado “domingo de la alegría”. Esta alegría, la podemos descubrir o percibir a través de las calles y avenidas iluminadas. Grandes árboles de navidad han sido erigidos en nuestras plazoletas y parques. La gente circula por la calle con grandes paquetes –regalos. Todo esto es bello. Pero este 3er domingo nos invita a dar un paso más en la fe. Se trata para nosotros de alegrarnos en el Señor. “Estad siempre alegres, oren sin desfallecer, den gracias a Dios en todo momento y o circunstancia”. Es este el llamado que encontramos en cada una de las lecturas de este domingo.


Dentro de pocos días, festejaremos la Navidad. Habrá muchos regalos bien envueltos en papel coloreado. Esta será la ocasión para llevar alegría a aquellos que amamos. Pero si nos quedamos meramente ahí, será muy triste y o limitado. Vivir la navidad, es hacer un gesto de fe; es creer en Jesús que viene y comprometernos a escuchar su palabra y a seguirle.


Los más bellos regalos del mundo, las más fastuosas nochebuenas o veladas no pueden llenarnos o colmarnos planamente. Es únicamente cerca del Señor que encontramos la verdadera alegría. Y no puede haber vida cristiana  auténtica sin esta alegría que nace del amor a Dios. No podemos anunciar la Buena Noticia de Jesucristo con un aire o cara de funeral.


Acojamos esta invitación a la alegría como un llamado a la fe, a una fe irradiante y comunicativa. Tras los pasos de Juan el Bautista, seamos también testigos de la luz siempre cuidadosos (y o preocupados) por preparar los caminos del Señor y de comunicar su amor. Es esto lo que espera de cada uno de nosotros. Pero para cumplir con esta misión, venimos a beber o tomar de la fuente que está en Él. Nosotros nos alimentamos de la Palabra del Señor y de su Eucaristía.



Esperar al Mesías es experimentar una cierta impaciencia…



El león y el ratoncillo  (fabula de La Fontaine)


Importa favorecer y obligar a todos. Muchas veces puede sernos útil la persona más insignificante. Dos fábulas puedo alegar en apoyo de esta máxima .tanto abundan las pruebas.


Un ratoncillo, al salir de su agujero, viose entre las garras de un león. El rey de los animales, portándose en aquel caso como quien es, perdonole la vida. No fue perdido el beneficio. Nadie creería que el león necesitase al ratoncillo; sucedió, sin embargo, que, saliendo del bosque, cayó el valiente animal en unas redes, de las que no podía librarse a fuerza de rugidos. El ratoncillo acudió, y royendo una de las mallas, dejo en libertad al selvático monarca.

Paciencia y constancia consiguen a veces más que la fuerza y el furor.


***


Paciencia y constancia consiguen a veces más que la fuerza y el furor, concluye así esta fábula el gran La Fontaine.

Hay aquí  una grande sabiduría que parece paradójica. 

Los profetas son todos modelos de impaciencia. Quién se atrevería a presentar  o hablar de un Elías, de un Amos, de un Isaías, de un Jeremías, o de un Juan Bautista, como modelos de paciencia? Todos ellos son hombres que no tuvieron miedo de alzar la voz para sacudir no solamente al pueblo, sino también a su Dios. Ellos se muestran impacientes por ver el pueblo “meterse” o introducirse  con resolución en la hora de la justicia y la compasión y de ver a Dios cumplir sus promesas. Bienaventurados entonces estos impacientes que como Juan Bautista, no esperen nada menos que el evento del Reino! Pueda nuestra Iglesia ponerse a la escucha de esos impacientes de hoy, hombres y mujeres, que trabajan con cuerpo y alma en la construcción de este Reino.




Aproximación psicológica del texto del evangelio:


El movimiento desatado o iniciado por Juan el Bautista, aun después de  muerto continuaba atrayendo discípulos o adeptos del asceta del desierto (cfr. Hechos de los Apóstoles 19,1-7).


Ahora, para los primeros cristianos, por más grande que hubiera sido Juan Bautista y todo el elogio que se hubiera  puesto en labios de Jesús a la hora de hacer referencia a él, no debía ser más que alguien que había  intervenido de manera breve para prepararle el terreno.


El objetivo o preocupación de Juan evangelista en este pasaje, es corregir esa incomoda anomalía, poniendo en los labios del Bautista palabras bien claras: no, yo no soy el Cristo, mi único objetivo es de conducir (llevar) hacia Él.


El mensaje que el evangelista comunica a los discípulos del Bautista esta entonces libre de toda ambigüedad: hay algo que se les ha escapado “en medio de ustedes hay uno que no conocen”, vayan un poco más lejos, vayan a lo más profundo  (más allá) de lo que ven o se les presenta… y descubran a Jesús el Cristo…


Contrariamente al tono duro o fuerte que adopta para hablar de los sacerdotes o de los fariseos, el tono del evangelista está libre de toda recriminación. Se trata más bien de lanzar un llamado discreto a personas y o hombres que son de buena fe, donde su único problema es el no haber superado la atracción personal por un hombre que les invitaba por lo tanto a estar atentos y a ir más lejos.


Nosotros podemos aplicar hoy este fenómeno a nuestra propia situación de cristianos. Hay ciertas realidades que se nos han sido dadas nada más que para permitirnos ir más lejos, pero nosotros nos detenemos (nos paralizamos) ante (o en éstas )  como si ellas constituyeran ya el objetivo final.


Por ejemplo, pensemos en el rol (o papel) de la institución eclesial: dada para facilitar o posibilitar el agrupamiento y la comunión, muy a menudo la hacemos un absoluto, de manera que si la salvaguardamos, llegamos a creer que lo esencial esta hecho (o salvado).


Pensemos en nuestras actividades pastorales: concebidas originalmente para buscar y celebrar juntos el sentido de la vida revelada en Jesús, ellas llegan a convertirse en tareas, organizaciones que funcionan de manera recurrente sin que sea en verdad cuestión  (o cosa) de Jesús…


Pensemos en ciertas asambleas eucarísticas, en nuestras vidas en pareja, en nuestras experiencias de fraternidad religiosa: concebidas y queridas en el origen como aventuras comunitarias o interpersonales de crecimiento humano (y por lo mismo espiritual) se convierten con el tiempo en rituales limitados, planificados,  circunscritos y o rutinarios!


La afirmación del Bautista que cuestiona puede llegarnos como un latigazo pleno: “En medio de ustedes hay alguien que ustedes no conocen”; en el corazón (centro) de sus vidas hay una presencia ante la cual no son atentos; hay en la franja de sus existencias, valores que ustedes han perdido de vista en su caminar (sobre su ruta); hay en el “claroscuro” (o penumbra) de su marcha cotidiana, opciones creativas que podrían hacerles revivir…





REFLEXIÓN:


En medio de ustedes hay alguien que ustedes no conocen (o no logran reconocer)…


Juan Bautista es junto con María, la gran figura del Adviento. Cada año, el segundo y tercer domingos son consagrados a ellos.


El evangelista san Juan nos lo presenta como el “testigo de la luz”, cuando los otros evangelistas nos lo presentan como el “predicador de la penitencia”.


Desde el inicio del 4º evangelio, Juan lanza el tema de “Jesús, la luz del mundo”. Y será uno de los temas preferidos y o privilegiados del evangelista con “ojo de águila”. En el prólogo, Cristo es la Luz verdadera que ilumina todo hombre que viene a este mundo”. Un poco más lejos, el mismo Jesús declara: “yo soy la luz del mundo. Aquel que me sigue no camina en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida eterna ” (Jn 8,12).


Juan Bautista señala, empuja hacia Cristo, “la luz del mundo”, y agrega que nosotros no conocemos lo suficiente ese Jesús, Mesías y Salvador: “En medio de ustedes hay alguien que ustedes no conocen”…Nosotros estamos invitados a descubrirlo o a conocerle mejor. Esto requiere un esfuerzo particular, esto no llega por sí solo. Para lograrlo, es necesario consagrar el tiempo, orar, escuchar los evangelios, reflexionar, meditar, leer a ciertos  grandes escritores que nos ayudan a conocer mejor la personalidad de Jesús.


A un abogado que se decía ateo, su amigo sacerdote le pregunta: - Conoces tù acaso los evangelios? – y el hombre de la ley le respondió: - “me han contado esas historias en mi niñez” – “Has leído acaso los documentos del ultimo concilio ecuménico?”- “No. Yo no tengo tiempo de leer todo lo que se publica”- “conoces la Suma Teológica de Santo Tomas de Aquino?” , - “No, no la conozco”- Y los escritos de San Ireneo?” – “Quien es él?”  pregunta el abogado- “Es un sabio y el patrón de los abogados”.


Después de todas estas preguntas y respuestas, el amigo del abogado le dice : « Quizás tu eres ateo, perosobretodo tú eres  ignorante. Tu rechazas categóricamente lo que no conoces”.


Esto también me hace recordar al Papa Juan Pablo II quien dijera esa hermosa frase que influyo grandemente en mi  decisión por la vocación al sacerdocio:  “A Jesucristo es imposible conocerle, conocerle y no amarle, amarle y no seguirle”…


Los textos del Adviento hablan de conversión, pero ante todo quieren destacar que el descubrimiento de Cristo nos aporta  (da) una gran alegría. Isaías exclama: “Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios” (Isaías 61,10). María “exulta (se llena de alegría) porque Dios ha hecho en y por ella maravillas”. A los pastores, el Ángel les dirá: “yo les anuncio una gran alegría, que sera la alegría de todo el pueblo; hoy les ha nacido un salvador…” (Lucas 2,10). Pablo repetirá continuamente a los cristianos: Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Permanezcan en la acción de Gracias…No apaguen el Espíritu » (Tesalonicenses 5,16).


La fiesta de Navidad que preparamos desde ahora, celebra la venida de Dios en nuestro mundo. Nunca estamos solos, porque Dios nos acompaña, Él camina con nosotros, Nuestra vida tiene un sentido y un objetivo, y Dios está presente en todas nuestras alegrías y en todas nuestras penas. “Mismo si yo atravieso los senderos de la muerte, yo no temo a ningún mal porque Tu estas cerca de mí, tu vara y tu cayado me sostienen…”, canta  el Salmo 23.


Alegrémonos porque la Navidad está muy cerca.

Alegrémonos porque Cristo viene hacia nosotros.

Él es nuestro Emmanuel, es decir, el Dios con nosotros.


Con Cristo presente en nuestras vidas, las crisis que nos amenazan continúan siendo un desafío, pero no son eventos catastróficos. Una persona (o un ser querido) muere súbitamente; el medico nos dice que nuestro cáncer es terminal; vivimos una ruptura definitiva en nuestro matrimonio; uno de nuestros hijos deja la casa para irse a vivir a otra parte; un amigo nos abandona dejándonos caer…A través de todas esas desgracias, Cristo está presente, Él es fiel, Él nos acompaña siempre y no nos abandona.


« Cristo, Luz del mundo », es aquel que ilumina nuestras situaciones las más oscuras. Durante este tiempo del Adviento, aprendamos a descubrir Aquel que está en medio de nosotros  y a quien no conocemos bien”.

Oración :

En este domingo, nos volvemos hacia Ti Señor : « Que tu luz se irradie a través de nosotros y atraiga la humanidad hacia Ti. Que tu amor llegue a ellos a través de nosotros, a través de nuestras palabras y nuestra vida de todos los días. Amen”.



REFERENCIAS:


1. Pequeno Misal "Prions en Eglise" , edicion quebequense, 3er domingo Adviento.

2. http://dimancheprochain.org

3. http://cursillos.ca

4. HÉTU, Jean-Luc. Les Options de Jésus.

5. http://betania.es