miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL SACERDOTE: hombre de relación, de misión y de pasión





Los 7 sacerdotes misioneros extranjeros con el Obispo de valleyfield

En el marco del año  sacerdotal que ha comenzado en junio pasado en nuestra Iglesia católica, se enmarcó el gran retiro anual de una jornada para todos los sacerdotes de la diócesis de Valleyfiel - Quebec Canadá.

El lugar del encuentro y de reunión presbiteral tuvo lugar en la casa de las Hermanas Dominicas en la ciudad de Valleyfield.

La realidad de esta iglesia local es particular, especial como cualquier otra en el mundo. Años atrás, Canadá se enorgullecía de ser un país que enviaba misioneros a muchas partes del mundo y hoy se encuentra de cara a otra situación, es un país de misión necesitado de obreros que vengan a sus viñas, esto debido a la escasez de clero,  a la crisis eclesial, al envejecimiento de sus pastores, al enfriamiento en la fe y en el fervor de la religión, entre otras cosas.

Monseñor Luc Cyr es el Obispo de ésta Diócesis después del 2001, cuando sucedió al eminente y sobresaliente prelado Robert Lebel.

Luc Cyr tiene 56 años y pastorea una iglesia compuesta por más de 45 comunidades y parroquias, y cuenta con alrededor de 50 padres, la mayoría quebequenses canadienses.

La diócesis de Valleyfield se extiende sobre una superficie de 3 225 kilómetros cuadrados.

Este día de frescor espiritual (resourcement en francés) fue iniciado con una charla dividida en dos momentos y cuyo título de temática fue : EL SACERDOTE HOMBRE DE RELACIÓN,DE MISION Y DE PASIÓN EN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA ACTUAL Y EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO, estuvo cargo del padre Michel Vigneau originario de Quebec y perteneciente a la orden de la Santísima Trinidad (los padres trinitarios).

Nuestro animador escogió como texto guía la Carta de San Pablo a los Colosenses 3, 12 y siguientes:

12 Pónganse, pues, el vestido que
conviene a los elegidos de Dios, sus santos
muy queridos: la compasión tierna, la
bondad, la humildad, la mansedumbre, la
paciencia. 13 Sopórtense y
perdónense unos a otros si uno tiene motivo
de queja contra otro. Como el Señor los
perdonó, a su vez hagan ustedes lo mismo.
14 Por encima de esta vestidura
pondrán como cinturón el amor, para que el
conjunto sea perfecto. 15 Así la paz de
Cristo reinará en sus corazones, pues para
esto fueron llamados y reunidos.
Finalmente, sean agradecidos.
16 Que la palabra de Cristo habite en
ustedes y esté a sus anchas. Tengan
sabiduría, para que se puedan aconsejar
unos a otros y se afirmen mutuamente con
salmos, himnos y alabanzas espontáneas.
Que la gracia ponga en sus corazones un
cántico a Dios, 17 y todo lo que
puedan decir o hacer, háganlo en el nombre
del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre
por medio de él.

El texto nos fue propuesto para que sintiéramos estas palabras dirigidas a nosotros como familia presbiteral de la diócesis, una familia diversa por sus orígenes, personalidades, nacionalidades, temperamentos, caracteres, culturas, pensamiento, sentimiento, etc.

La primera cosa en la que insistió nuestro predicador fue en que tomáramos conciencia de nuestra elección: Dios nos ha escogido "a nuestro pesar", mismo con todos nuestros defectos, nuestro pecado, nuestras limitaciones. El Señor nos manifiesta esto a cada momento.

El Señor cada mañana nos hace entender su voz: "Yo te he escogido, ve adelante"... Y mismo si no escuchamos su voz directamente, en nuestro Espíritu  nos lo hace saber a través de los otros. Dios cree en nosotros, ha puesto su confianza en cada uno y es esto lo que debe animarnos, lo que ha de darnos coraje y entusiasmo para sobreponernos día a día a nuestras limitaciones humanas.

Somos sacerdotes, hombres de relación, seres de comunión. Hemos sido hechos para salir de sí mismos e ir hacia el otro, al rencuentro del otro. No somos para estar encerrados en sí mismos, en nuestros egoísmos, en nuestros pequeños mundos estrechos y limitados, no,  Dios nos impulsa hacia el exterior para dar lo mejor de nosotros.

Dos, o mejor segunda cosa que quiero resaltar de todo lo que nos dijo esta mañana el padre Vigneau:

HEMOS DE SER HOMBRES DE PASIÓN, APASIONADOS. LA PASIÓN ES ALGO QUE NOS EMPUJA, qué nos atrae, qué nos gusta. Es así como hay apasionados por la música, las artes, el deporte, etc.  ¿Cuál es nuestra pasión? Cuál debería ser nuestra pasión como sacerdotes? Si, la respuesta es clara pero no evidente: Nuestra pasión debe ser Cristo...Es que realmente suspiramos por Cristo? Su palabra nos desvela, nos trastoca, nos trasnocha, nos afiebra?

Esa pasión debe traducirse dejando traslucir, reflejar en nosotros el ser de Cristo, es decir, estamos llamados a la dulzura, a la humildad, a la santidad, a la mansedumbre, en una palabra, al amor. No seremos como Cristo perfectos, nunca, pero ha de ser nuestro constante esfuerzo la  búsqueda de la perfección y de  la santidad.

También se nos recordó que hemos de vivir en nuestra vida los misterios o sacramentos que celebramos: la eucaristía ha de hacerse vida en nosotros, para ir más allá de un simple ritualismo o rutina vacía y fría.

Es que somos conscientes de esto? De reflejar en nuestra vida la vida nueva del bautismo, el fuego del espíritu de la confirmación, el hombre perdonado de la reconciliación, el hombre de entrega y de solidaridad de la eucaristía, el hombre del amor incondicional y pleno,  de la generosidad evangélica?

EL SACERDOTE es hombre de comunión y lamentablemente en nuestra iglesia, en nuestras comunidades, al interior de las congregaciones existen fracturas, heridas. Esto es apenas evidente, y por lo tanto el problema no reside tanto en reconocerlo, sino que la mayor dificultad, el gran meollo es constatar como nos cuesta superar, curar y sobreponernos a ello.

Olvidamos por otra parte,  que no es lo mismo APROBAR, ACEPTAR Y ACOGER...CON SEGURIDAD que no estamos llamados a aprobarnos en todas nuestras ideas, nuestras visiones del mundo, teológicas o filosóficas (sea de lo que sea) siempre podremos disentir en ello, no estar de acuerdo, pero nuestro común denominador debería ser LA ACOGIDA, el perdón...en resumen, mismo si disentimos en lo que pensamos, podemos ser siempre hermanos solidarios, que se apoyan, se acogen, se aceptan y perdonan...

En nuestras comunidades hay casos particulares que reflejan esto último que nos hacia ver el predicador en su charla de hoy: pues vemos  casos de hermanos que eran muy hermanos y amigos años atrás, pero a raíz de alguna diferencia en algún o momento punto de la misión, de la vida fraternal y/o pastoral uno de ellos decidió fracturar, herir la comunidad y empecinarse en negar al otro la aceptación, la tolerancia, el perdón...

Cristo nos dio ejemplo de eso y como nos cuesta vivirlo en concreto en nuestras fraternidades misioneras.
OTRO PUNTO que me llamó la atención en esta reflexión matinal fue esta pregunta:
Hasta que punto nosotros como sacerdotes, pastores de comunidad ensenamos a comulgar a nuestro fieles parroquianos o miembros de comunidad.

Repartimos muchas y miles de hostias diariamente, pero ensenamos a comunicar, a hacer comunión a nuestra gente? He ahí una gran pregunta.

Que es comulgar en verdad? Cuando comulgo digo que estoy a la par con Cristo, que apruebo su proyecto, que estoy de acuerdo con sus bienaventuranzas, que perdono, que acojo...

Cuál es el reflejo nuestro ante los otros, como sacerdotes, elegidos, queridos por Dios...? Hemos de ser puentes, vínculos que curen, que devuelvan la salud, que reconforten... Somos constructores de puentes y puentes mismos que conduzcan a la reconciliación, a la aceptación, al perdón?

Finalmente después de la oración y el almuerzo, hicimos una puesta en común de acuerdo a lo escuchado y retenido en la mañana e interesante fue constatar que muchas de las ideas que nos transmitió el Padre Michel y otras  que yo destaco acá fueron también remarcadas por los padres participantes.

Antes de irnos el Obispo nos invitó a que fuéramos hombres de comunión y que nos acogiéramos unos a otros, insistiendo en particular la necesidad de la acogida verdadera y más calurosa y a la vez fraternal de los 7 padres misioneros con los que cuenta hoy esta Iglesia particular: un congolés, un brasilero, dos colombianos y dos malgaches.

(Al día de hoy cuando actualizo este post: 24.03.12 ) , somos en total 8:  2 malgaches,  2 congoleses, 2 colombianos (P. Marceliano Serrato y yo) 1 brasilero y 1 camerunés…

Frases a retener:

"Hoy gracias a los avances y facilidades de la tecnología podemos portar computador, celular, i-pad...Por que no portamos con  nosotros el confesionario? No el mamotreto material ese de rejilla sino esa disponibilidad, apertura para siempre perdonar, ofrecer el perdón y reconciliar?"

"Amar es revelar al otro su belleza y su bondad"


"En Quebec hemos dado millones de hostias pero a cuantos de nuestros fieles hemos enseñado a comulgar verdaderamente?