Los 7 sacerdotes misioneros extranjeros con el Obispo de valleyfield
En el
marco del año sacerdotal que ha
comenzado en junio pasado en nuestra Iglesia católica, se enmarcó el gran
retiro anual de una jornada para todos los sacerdotes de la diócesis de
Valleyfiel - Quebec Canadá.
El lugar
del encuentro y de reunión presbiteral tuvo lugar en la casa de las Hermanas
Dominicas en la ciudad de Valleyfield.
La
realidad de esta iglesia local es particular, especial como cualquier otra en
el mundo. Años atrás, Canadá se enorgullecía de ser un país que enviaba
misioneros a muchas partes del mundo y hoy se encuentra de cara a otra
situación, es un país de misión necesitado de obreros que vengan a sus viñas,
esto debido a la escasez de clero, a la
crisis eclesial, al envejecimiento de sus pastores, al enfriamiento en la fe y
en el fervor de la religión, entre otras cosas.
Monseñor
Luc Cyr es el Obispo de ésta Diócesis después del 2001, cuando sucedió al
eminente y sobresaliente prelado Robert Lebel.
Luc Cyr
tiene 56 años y pastorea una iglesia compuesta por más de 45 comunidades y parroquias,
y cuenta con alrededor de 50 padres, la mayoría quebequenses canadienses.
La
diócesis de Valleyfield se extiende sobre una superficie de 3 225 kilómetros
cuadrados.
Este día
de frescor espiritual (resourcement en francés) fue iniciado con una charla
dividida en dos momentos y cuyo título de temática fue : EL SACERDOTE HOMBRE DE
RELACIÓN,DE MISION Y DE PASIÓN EN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA ACTUAL Y EN EL MUNDO
CONTEMPORÁNEO, estuvo cargo del padre Michel Vigneau originario de Quebec y
perteneciente a la orden de la Santísima Trinidad (los padres trinitarios).
Nuestro
animador escogió como texto guía la Carta de San Pablo a los Colosenses 3, 12 y
siguientes:
12 Pónganse, pues, el vestido que
conviene a los elegidos de Dios, sus santos
muy queridos: la compasión tierna, la
bondad, la humildad, la mansedumbre, la
paciencia. 13 Sopórtense y
perdónense unos a otros si uno tiene motivo
de queja contra otro. Como el Señor los
perdonó, a su vez hagan ustedes lo mismo.
14 Por encima de esta vestidura
pondrán como cinturón el amor, para que el
conjunto sea perfecto. 15 Así la paz de
Cristo reinará en sus corazones, pues para
esto fueron llamados y reunidos.
Finalmente, sean agradecidos.
16 Que la palabra de Cristo habite en
ustedes y esté a sus anchas. Tengan
sabiduría, para que se puedan aconsejar
unos a otros y se afirmen mutuamente con
salmos, himnos y alabanzas espontáneas.
Que la gracia ponga en sus corazones un
cántico a Dios, 17 y todo lo que
puedan decir o hacer, háganlo en el nombre
del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre
por medio de él.
El texto
nos fue propuesto para que sintiéramos estas palabras dirigidas a nosotros como
familia presbiteral de la diócesis, una familia diversa por sus orígenes,
personalidades, nacionalidades, temperamentos, caracteres, culturas,
pensamiento, sentimiento, etc.
La
primera cosa en la que insistió nuestro predicador fue en que tomáramos conciencia
de nuestra elección: Dios nos ha escogido "a nuestro pesar", mismo
con todos nuestros defectos, nuestro pecado, nuestras limitaciones. El Señor
nos manifiesta esto a cada momento.
El Señor
cada mañana nos hace entender su voz: "Yo te he escogido, ve
adelante"... Y mismo si no escuchamos su voz directamente, en nuestro Espíritu nos lo hace saber a través de los otros. Dios
cree en nosotros, ha puesto su confianza en cada uno y es esto lo que debe animarnos,
lo que ha de darnos coraje y entusiasmo para sobreponernos día a día a nuestras
limitaciones humanas.
Somos
sacerdotes, hombres de relación, seres de comunión. Hemos sido hechos para
salir de sí mismos e ir hacia el otro, al rencuentro del otro. No somos para
estar encerrados en sí mismos, en nuestros egoísmos, en nuestros pequeños mundos
estrechos y limitados, no, Dios nos impulsa
hacia el exterior para dar lo mejor de nosotros.
Dos, o
mejor segunda cosa que quiero resaltar de todo lo que nos dijo esta mañana el
padre Vigneau:
HEMOS DE SER HOMBRES DE PASIÓN, APASIONADOS. LA PASIÓN ES ALGO QUE NOS EMPUJA, qué nos atrae, qué nos gusta. Es así como hay apasionados por la
música, las artes, el deporte, etc. ¿Cuál
es nuestra pasión? Cuál debería ser nuestra pasión como sacerdotes? Si, la respuesta
es clara pero no evidente: Nuestra pasión debe ser Cristo...Es que realmente
suspiramos por Cristo? Su palabra nos desvela, nos trastoca, nos trasnocha, nos
afiebra?
Esa
pasión debe traducirse dejando traslucir, reflejar en nosotros el ser de Cristo,
es decir, estamos llamados a la dulzura, a la humildad, a la santidad, a la
mansedumbre, en una palabra, al amor. No seremos como Cristo perfectos, nunca,
pero ha de ser nuestro constante esfuerzo la
búsqueda de la perfección y de la
santidad.
También
se nos recordó que hemos de vivir en nuestra vida los misterios o sacramentos
que celebramos: la eucaristía ha de hacerse vida en nosotros, para ir más allá
de un simple ritualismo o rutina vacía y fría.
Es que
somos conscientes de esto? De reflejar en nuestra vida la vida nueva del
bautismo, el fuego del espíritu de la confirmación, el hombre perdonado de la
reconciliación, el hombre de entrega y de solidaridad de la eucaristía, el
hombre del amor incondicional y pleno,
de la generosidad evangélica?
EL
SACERDOTE es hombre de comunión y lamentablemente en nuestra iglesia, en
nuestras comunidades, al interior de las congregaciones existen fracturas,
heridas. Esto es apenas evidente, y por lo tanto el problema no reside tanto en
reconocerlo, sino que la mayor dificultad, el gran meollo es constatar como nos
cuesta superar, curar y sobreponernos a ello.
Olvidamos
por otra parte, que no es lo mismo
APROBAR, ACEPTAR Y ACOGER...CON SEGURIDAD que no estamos llamados a aprobarnos
en todas nuestras ideas, nuestras visiones del mundo, teológicas o filosóficas
(sea de lo que sea) siempre podremos disentir en ello, no estar de acuerdo,
pero nuestro común denominador debería ser LA ACOGIDA, el perdón...en resumen,
mismo si disentimos en lo que pensamos, podemos ser siempre hermanos
solidarios, que se apoyan, se acogen, se aceptan y perdonan...
En
nuestras comunidades hay casos particulares que reflejan esto último que nos
hacia ver el predicador en su charla de hoy: pues vemos casos de hermanos que eran muy hermanos y
amigos años atrás, pero a raíz de alguna diferencia en algún o momento punto de
la misión, de la vida fraternal y/o pastoral uno de ellos decidió fracturar,
herir la comunidad y empecinarse en negar al otro la aceptación, la tolerancia,
el perdón...
Cristo
nos dio ejemplo de eso y como nos cuesta vivirlo en concreto en nuestras
fraternidades misioneras.
OTRO
PUNTO que me llamó la atención en esta reflexión matinal fue esta pregunta:
Hasta que
punto nosotros como sacerdotes, pastores de comunidad ensenamos a comulgar a
nuestro fieles parroquianos o miembros de comunidad.
Repartimos
muchas y miles de hostias diariamente, pero ensenamos a comunicar, a hacer comunión
a nuestra gente? He ahí una gran pregunta.
Que es
comulgar en verdad? Cuando comulgo digo que estoy a la par con Cristo, que
apruebo su proyecto, que estoy de acuerdo con sus bienaventuranzas, que
perdono, que acojo...
Cuál es
el reflejo nuestro ante los otros, como sacerdotes, elegidos, queridos por
Dios...? Hemos de ser puentes, vínculos que curen, que devuelvan la salud, que reconforten...
Somos constructores de puentes y puentes mismos que conduzcan a la reconciliación,
a la aceptación, al perdón?
Finalmente
después de la oración y el almuerzo, hicimos una puesta en común de acuerdo a
lo escuchado y retenido en la mañana e interesante fue constatar que muchas de
las ideas que nos transmitió el Padre Michel y otras que yo destaco acá fueron también remarcadas
por los padres participantes.
Antes de
irnos el Obispo nos invitó a que fuéramos hombres de comunión y que nos acogiéramos
unos a otros, insistiendo en particular la necesidad de la acogida verdadera y más
calurosa y a la vez fraternal de los 7 padres misioneros con los que cuenta hoy
esta Iglesia particular: un congolés, un brasilero, dos colombianos y dos
malgaches.
(Al día de
hoy cuando actualizo este post: 24.03.12 ) , somos en total 8: 2 malgaches, 2 congoleses, 2 colombianos (P. Marceliano
Serrato y yo) 1 brasilero y 1 camerunés…
Frases a retener:
"Hoy
gracias a los avances y facilidades de la tecnología podemos portar computador,
celular, i-pad...Por que no portamos con
nosotros el confesionario? No el mamotreto material ese de rejilla sino
esa disponibilidad, apertura para siempre perdonar, ofrecer el perdón y
reconciliar?"
"Amar es revelar al otro su belleza y su bondad"
"En
Quebec hemos dado millones de hostias pero a cuantos de nuestros fieles hemos enseñado
a comulgar verdaderamente?
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Gustavo Quiceno