Lo
primero que hay que hacer al escuchar esta parábola del Hijo Prodigo, es
comparar la imagen que tenemos de Dios con la imagen que Jesús nos da de su
Padre. El primer objetivo de la parábola es enseñarnos, en efecto, quién es
Dios. Charles Peguy, ese gran poeta francés escribía: “Si todos los ejemplares del evangelio debieran ser destruidos en el
mundo, sería necesario que se guardara al menos una página, aquella que relata
la parábola del Hijo Prodigo para comprender quién es Dios: ese padre que
aguarda, que espera, abre sus brazos, perdona y organiza una gran fiesta por el
regreso de su hijo”.
EVANGELIO
En aquel
tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y
los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos.
-- Ese
acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les
dijo esta parábola:
-- Un
hombre tenía dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la
parte que me toca de la fortuna" El padre les repartió los bienes. No
muchos días después, el hijo menor, juntando lo suyo, emigró a un país lejano,
y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo,
vino por aquella tierra un hambre terrible y empezó él a pasar necesidad. Fue
entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus
campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las
algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando
entonces se dijo:
"Cuantos
jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de
hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: "Padre he
pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame
como a uno de tus jornaleros."
Se puso
en camino adonde estaba su padre: cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio
y se conmovió y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su
hijo le dijo:
"Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”:
Pero el
padre dijo a sus criados:
"Sacad
enseguida el mejor traje y vestidlo, ponedle un anillo en la mano y sandalias
en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete; porque
este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos
encontrado."
Y
empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se
acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le
preguntó que pasaba. Este le contestó:
"Ha
vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha
recobrado con salud."
El se
indignó y se negaba a entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él
replicó a su padre:
"Mira:
en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca
me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha
venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres le matas el
ternero cebado."
El padre
le dijo:
"Hijo,
tu estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo deberías alegrarte, porque este
hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos
encontrado."
Palabra
del Señor
A guisa de introducción:
Un
retrato del Padre: de tal Padre tal hijo
Nos encontramos este 4º domingo de
cuaresma, llamado “Domingo de la alegría” con una de las páginas más bellas del
evangelio. A mí personalmente, lo confieso, me marcó y fue definitiva su
influencia en mi vocación cristiana y sacerdotal.
Yo tuve la suerte de encontrarme a muy
temprana edad con una edición del evangelio de San Lucas, un librito que contenía solo la versión de la
vida de Jesús según el 3er evangelista, misteriosamente y o quizás gracias a la
providencia llego a mis manos y fue de mis primeras lecturas. Desde ahí percibí a san Lucas como el cronista
de la misericordia y descubrí que esta
parábola del Hijo prodigo es exclusividad de él.
La parábola habla por sí sola y Jesús al
contársela a los fariseos y publicanos quiere ante todo dejar claro que EL NO
HACE DIFERENCIA DE PERSONAS, y que de igual manera también su Padre del cielo
actúa así…”No he venido a llamar a los que están sanos, a los que se portan
bien, sino a los pecadores”. Jesús así presenta un retrato fiel del Padre,
grande en misericordia, pleno de amor y de ternura. El es un Dios que perdona,
que ama, que espera y da otra oportunidad.
La mayoría de nosotros conoce bien esta
historia. El hijo menor dilapida (malgasta) su parte de la herencia y
vuelve “como el perro arrepentido con el
rabo entre las piernas” a su casa donde
el padre lo recibe con alegría desbordada. El hijo mayor, fiel en todo, se
niega a unirse y celebrar la fiesta de regocijo por el retorno del “ingrato”.
El padre perdona al hijo menor de manera incondicional e interpela al hijo
mayor para que se una a los otros miembros de la familia, pero ignoramos cuál
fue la respuesta de éste a la invitación paternal. Será que él decide quedarse
aislado o se une finalmente al grupo?
Al otro día habrá compartido la mesa con
su hermano y su padre?
Por esta historia, repito, Jesús desea
revelar la grandeza del amor del Padre y su infinita misericordia y al mismo
tiempo describe lo difícil que es darle lugar al perdón, un perdón a dar o a
recibir, de Dios o del prójimo.
El Señor nos llama a vivir y a extender
la misericordia en todos nuestros ambientes, tanto que creó una bienaventuranza:
“Bienaventurados (o FELICES) los misericordiosos porque ellos obtendrán
misericordia!
Aproximación psicológica del evangelio
Perdón
para el crecimiento personal
De cara a la guerra y los conflictos
armados, desde hace unos años para acá y enhorabuena, el gobierno colombiano y ciertos organismos han impulsado un
movimiento donde la verdad, el perdón, la reparación de
victimas y la reconciliación son protagonistas.
Allí la justicia reparadora es importante y con la ayuda de humanistas y
psicólogos cada vez se trata de convencer tanto a víctimas como a victimarios
que solo la reconciliación y no “sólo perdón y olvido” es esencial para
encontrar la paz de nuevo. Igualmente en Canadá, después de algún tiempo existe
un movimiento llamado “justicia reparadora” y su objetivo es privilegiar
soluciones nuevas diferentes a la tradicional que consiste en castigar a los
criminales o a los que caen en error…Su motivación? De acuerdo a un reporte del
ministerio de justicia canadiense, los riesgos de recaída o reincidencia
criminal son mínimos con esta nueva
visión. Un espíritu pragmático podría agregar: “esto cuesta más a corto plazo,
pero es menos caro a largo plazo”. De igual manera, existe entre los psicólogos
americanos un movimiento de crecimiento personal donde el perdón es la sexta y
última etapa, después de haber pasado por el reconocimiento de su sufrimiento y
la cólera. Dentro de esta perspectiva, el perdón es una forma final de la
liberación. Y entonces dónde se sitúa la parábola de Jesús en todo esto?
En el centro de la parábola, hay un
padre con el corazón destrozado porque su hijo no está ya más ahí y los lazos
se han cortado. Sin desesperar, él espera el retorno de su hijo, él vela sin
cesar, mirando hacia el horizonte con el fin de poderlo percibir desde lejos
una vez vuelva. Antes, cuantas veces habrá mirado a lo
lejos inútilmente? De modo sorprendente, no hace ningún reproche. Por el
contrario arma la fiesta, una fiesta inmensa, desmedida. Hay algo de locura en
la actitud del padre. La alegría inmensa que lo habita, esta “locura” que lo
guía desea traducir su amor desbordado, inconmensurable e inmortal. Cuando
Jesús cuenta esta parábola, Él me dice: “Mira
a tu Dios, mira a tu Padre, he aquí lo que yo trato de decir a través de la
totalidad de mi vida”. He aquí lo que dice la fe cristiana en todo ese
debate sobre la justicia y el perdón. Pero esta percepción no es lo suficiente
evidente para aquel o aquella que nunca ha hecho concretamente la
experiencia…Cuántos padres de familia echan a sus hijos drogadictos de la casa
aduciendo que en ella hay principios y no se toleran las drogas?
Pero hay más. Cuando el hijo menor se
confiesa indigno de ser un hijo y se prepara para asumir las tareas de
sirviente, el padre que lo ve de manera diferente, le pone el anillo o
brazalete, signo de su dignidad de hijo. El reto o desafío del hijo: verse igual
de grande como su padre lo ve. De igual modo, el hijo mayor no se conoce: él se
ve como un servidor obediente al pie de la letra a su amo, y que no puede tomar
un cabrito siquiera para festejar con sus amigos, cuando por el contrario, el
padre le dice: pero veamos, todo lo que tengo es tuyo, todo lo mío te
pertenece, tú tienes los mismos privilegios que yo tengo.
En el debate de cara a los que se oponen
y hacen mal ambiente, una pequeña porción de nuestra sociedad percibe la fuerza
liberadora del perdón. Es en este contexto que la fe cristiana, repito, aporta una
contribución fundamental, revelando este rostro del padre a la fuente de
nuestras vidas y revelando lo que es un ser humano ante Él.
Por qué no podríamos ser como este Padre
que espera, mira a lo lejos cada día y que nunca dice: “No más, se acabó, no hay que esperar más, no hay nada más para hacer”.
Si yo amo, yo estoy condenado a una espera infinita, esperando siempre ver
aparecer mi hijo a lo lejos.
El tiempo de Cuaresma simboliza esta
larga caminada hacia la tierra prometida. Con aquellos que esperan la
reconciliación en este mundo, continuemos la marcha. Sepamos que una marcha
nunca es muy larga para quien sabe amar. Esa fue la actitud de Jesús, por qué
no puede ser también la nuestra?
REFLEXIÓN CENTRAL
De tal padre tal hijo (a)…De tal palo tal astilla
Pensándolo
bien, hay un poco de estos dos hermanos en cada uno de nosotros. A veces somos
como el hijo menor. Buscamos construir nuestras vidas sin Dios. Nos aventuramos
insensatamente en la autosuficiencia y negamos su existencia basados en las
opiniones infundadas y los intereses ateos de otros, nos dejamos arrastrar por
la corriente manipuladora de los medios de comunicación…si, negamos con rapidez
y negligencia el misterio del totalmente OTRO y nos entregamos
irresponsablemente al ateísmo (negando a Dios)
sin profundizar en la propia fe, sin pedir a nuestros padres las razones
de su creencia y sin adentrarnos siquiera un poco en nuestra ciencia teológica.
Pero
cuando llega una crisis o afrontamos una dificultad, nos volvemos hacia Dios y
esperamos que Él arregle todos nuestros problemas. Y entonces nos mostramos
dispuestos a muchas conversiones de estomago, siempre y cuando Dios nos provea
y nos de todo lo que deseamos.
En
otras ocasiones nos parecemos al hijo mayor. Vemos a Dios como un amo o capataz
exigente, alguien ante quien no tenemos otra elección que servir, mismo si
deseamos hacer otra cosa; vemos a Dios como alguien que nos debe algo puesto
que hacemos lo que Él nos manda. Y sobre todo, nos parecemos al hijo mayor
cuando se nos dificulta amar a los hermanos y hermanos (semejantes) que nos
rodean.
Por
fortuna, la Buena Noticia de este domingo no se encuentra del lado de los
hijos. La Buena Noticia de este domingo la encontramos del lado del padre. Ante
todo, él acepta dejar partir a su hijo menor con su herencia. Sin cesar, él
escruta el horizonte con la esperanza de que volverá. Cuando lo ve revenir a lo
lejos, corre hacia él, se lanza entre sus brazos y lo cubre de besos. Él no le
hace ningún reproche, pero a través de gestos concretos a su hijo más joven le
restablece en su dignidad de hijo. Como dicen los mexicanos qué padre! Este
hombre con corazón de madre!
Cuando
Jesús nos cuenta la parábola del hijo prodigo, nos revela los verdaderos rasgos
de Dios, nuestro Padre. Él nos dice de nuevo que Padre tan amoroso y amante
tenemos. También, Jesús nos revela el deseo ardiente de nuestro Padre de
devolvernos nuestra dignidad de hijos de
Dios, su deseo de reconciliarnos con Él, su deseo de reconciliarnos los unos
con los otros.
Cuál
es nuestra reacción ante los hijos, la esposa, el marido, que nos dejan? Ante
la ingratitud o las calumnias que nos afectan, y mucho más cuando vienen de
nuestros parientes y cercanos? Cólera? Venganza? Palabras que matan? “ Ojo por ojo, diente por diente “, “él está muerto, ella está muerta para mi.
“Tu no eres más mi hija (o), mi padre, mi madre”.
Quieren conocer ustedes la alegría plena, la felicidad
completa? Aprendan a parecerse o a
asemejarse al Padre, a dar y a perdonar…que se pueda decir de nosotros: “De tal
padre tal hijo (a)”, “Hijo de tigre sale pintado”…
Pero
la parábola de Jesús termina sin que sepamos si el hijo mayor se reconciliará
con su hermano. No sabemos tampoco si los dos hermanos reconocerán, en fin, se
darán cuenta del padre extraordinario que tienen.
Nos
corresponde a nosotros escribir el fin de la parábola en lo cotidiano de
nuestras vidas.
OBJETIVO DE VIDA PARA LA SEMANA
1.
Verifico mi confianza en la misericordia de Dios: estoy
convencido que Dios me acoge y me perdona en todo lo que yo soy?
2.
Realizo gestos concretos que favorezcan la
reconciliación: vivir el sacramento de la penitencia y de la reconciliación, volver
a comunicarme o fortalecer los lazos con alguien de quien me había alejado,
visitar una persona sola o marginada, colaborar con un organismo humanitario,
etc.
ORACIÓN- MEDITACIÓN
Hijo pródigo, hijo mayor,
Hija prodiga, hija fiel,
Padre inflexible y severo, padre alcahuete y bonachón,
Madre ingenua, madre vigilante?
Yo no sé quién o qué soy
Y me niego mismo a saberlo.
Yo querré justo y
todo simplemente
Acoger la revelación del amor del Padre
Que Tú me develas o descubres) en esta parábola, Señor.
Mis errores no acaban,
Por momentos hijo
menor, a ratos hijo mayor,
Yo navego entre el perdón para mí
Y la severidad (exigencia) para el otro.
Permíteme hundirme simplemente en la alegría del Padre.
Amén.
REFERENCIAS:
-
Pequeño misal “Prions en Église”, edición en francés,
Quebec, 2013.
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Gustavo Quiceno