miércoles, 27 de abril de 2011

1o de mayo del 2011: 2o Domingo de Pascua, Domingo de la Misericordia


A guisa de introducción:


CREER PARA VER

Yo he conocido algunos “Tomás”. Uno de ellos fue mi profesor de filosofía en la Universidad. Un hombre fuerte, inspirador, que perseguía siempre la misión de estimular en sus estudiantes el gusto del cuestionamiento y de la búsqueda de la verdad.

Otro era un primo. Su padre había muerto antes de nacer, él debio confiarse al testimonio de los otros para reconocerlo, sentir su presencia en su vida y amarlo.
Agregaría a estos, los grandes Edison, Becket, Mann, Camus, Moore encontrados en la cadena y o colección de mis lecturas, sin olvidar Albinoni.

Mas, a mis ojos, el Tomás del evangelio, solo él encarna la pasión, la determinación, el realismo y la sinceridad de los otros.

El discípulo referido, al igual que los otros también esta impactado, sacudido en sus ideas y sentimientos por la muerte de Jesús. Pero, cuando sus amigos se esconden (quisieran desaparecer) ante el miedo, é lesta afuera en las calles de Jerusalén. Lucido y entero, no acepta lo que los otros le reportan (o cuentan).  Que Jesús está vivo? Tomas solo creerá cuando toque sus heridas con sus manos!

El relato no dice que lo haya hecho. San Juan cuenta preferiblemente su reacción al ver al Señor. Y como se muestra feliz de haberse equivocado!

Su fe se expresa en la más bella profesión de fe: “Señor Mío y Dios Mío!”

Cristo vive! Es necesario creer para palpar su presencia, vivir en Él y ser testigos.

Creer para ver como la paz y la esperanza llegan a ser tangibles en nuestra vida, nuestra familia y nuestra comunidad…
                                                                                  Lise Hudon – Bonin

REFLEXION DE SERVICIOS KOINONIA

Hch 2,42-47: La primera comunidad cristiana

Salmo responsorial: Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

1 Pe 1,3-9: Nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva

Jn 20,19-31: La incredulidad de Tomás

Si la resurrección de Jesús no tuviera efecto alguno en la vida del discípulo, es decir, si la Resurrección no tuviera como sentido final la re-creación del ser humano y por tanto la re-creación de un nuevo orden, entonces eso de la Resurrección de Jesús no habría pasado de ser un asunto particular entre el Padre y su Hijo. Pero, como la resurrección de Jesús es la base y fundamento de una comunidad y el horizonte hacia el cual tiende toda la creación, por eso tanto el evangelio de hoy como la primera lectura de Hechos, tratan de iluminarnos sobre cuál es ese horizonte y cuáles, por tanto, son los efectos inmediatos, reales y concretos de la Resurrección.

Las fallas, los tropiezos y las caídas en el proceso de construcción de una comunidad igualitaria y justa no hay que verlos como la demostración de que no se puede lograr esa construcción; esos aspectos negativos se pueden percibir como el signo de que ciertamente no es fácil, pero en todo caso no es imposible, máxime si hay plena conciencia de que ése es el proyecto de Dios y que por ese proyecto Jesús hasta derramó su sangre y entregó su vida. Pero, también por ese proyecto, el Padre lo resucitó, para que quienes confesamos ser seguidores suyos veamos si nos comprometemos o no con ese “su” proyecto que él quiere compartir con nosotros y que ciertamente él respalda y acompaña en todo momento. Ese es el principal sentido de la Resurrección y eso es lo que los discípulos no entienden de manera inmediata.

Justamente el evangelio de hoy nos da la pista para entender que el descubrimiento de los efectos y alcances de la resurrección de Jesús no se comprenden rápidamente, de un momento a otro. Una vez que los dos discípulos han comprobado que Jesús “no está” en la tumba y una vez que María Magdalena les anuncia que Jesús está vivo y que ha hablado con él (cf. Jn 20, 1-18), los discípulos siguen encerrados. Dos veces en el pasaje de hoy escuchamos estas dos expresiones, “los discípulos estaban con las puertas bien cerradas” (v.19) y “ocho días después los discípulos continuaban reunidos en su casa” (v.26), lo cual es signo de que esto es un proceso de maduración de la fe. No nos dice el evangelista que los discípulos “no creyeran” en el Resucitado; con excepción de Tomás, todos lo habían visto y creían en él; pero una cosa es creer y otra abrirse a las implicaciones que tiene la fe, y ese es el proceso que le toma a la comunidad de discípulos un buen tiempo, tiempo por demás en el que Jesús, con toda paciencia y comprensión, está ahí cercano, acompañando, animando y ayudando a madurar la fe de cada discípulo.

Tal vez a nosotros, como creyentes de este tiempo, nos hace falta madurar aún mucho más el aspecto de la fe; tal vez nuestros conceptos tradicionales aprendidos sobre Jesús y su evangelio no nos permiten ver con claridad cuál es el horizonte de esa fe cristiana que confesamos tan folclóricamente y que, por tanto, no impacta a nadie. Valdría la pena hacer el ejercicio de desaprender; vaciar completamente nuestro ser, nuestro corazón, hacer lo de Tomás, viendo el caso de Tomás desde la óptica más positiva, claro está; es decir, si no lo juzgamos de entrada como “el incrédulo”, sino como el que quiere creer y poner en práctica su fe, pero que desde su vacío interior necesita ser llenado por la presencia de su Señor. Éste es el camino que estamos llamados nosotros hoy a recorrer.


Una aproximación psicológica
JEAN-LUC HETU
En “Les options de Jesús

JESUS NO CREE EN MILAGROS

Para muchas personas que viven un cuerpo a cuerpo  (en la lucha) entre sus dudas y su fe, las palabras que Jesús dirige a Tomás aparecen difíciles de aceptar.

En el sentido como se han comprendido habitualmente, es decir, “cree sin preguntarte, sin cuestionarte tanto”, esta frase o expresión es inaceptable. Y no solamente inaceptable, es totalmente contraria al pensamiento de Jesús.

En efecto, Jesús nos dice: antes de creer, antes de seguirme, antes de tomar la decisión de hacerte mi discípulo, tomate el tiempo para sentarte! ( es la parábola de la torre a construir y del ejercito a afrontar- Lucas 14,25-33). Examina, escudriña primero el terreno, aprende a conocerte, explora tu potencial. De otro modo tú te preparas para enfrentar preocupaciones, estar aburrido tener  y dolores de cabeza!

San Pablo retoma la misma exigencia de exploración  y de verificación rigurosa en lo referente a la vida espiritual, cuando el pide: “Verifiquen, examínenlo todo: lo que es bueno, reténganlo (quédense con ello) (1 Tes 5,21).

Sería entonces bastante inverosímil que Jesús reprochara a Tomas por poner cuidado a las cuestiones que surgían en su interior.

La reacción de Jesús se comprende mucho mejor si la situamos en el contexto de su actitud habitual de cara a aquellos que “piden o exigen signos”. Esta manera de exigir milagros para arreglar sus problemas de fe, indisponía profundamente a Jesús (Marcos 8,11-13) y hacia que se impacientara tanto que dejaba plantado allí todo el mundo en medio de la discusión (Mateo 16,4).

Jesús no creía en milagros, en los “signos”, para fundamentar la fe (Juan 2,23-25), y aquello lo frustraba tanto el que se asociara la fe con la vista de un milagro (Juan 3,48).
Así entonces, lo que le reprocha a Tomas no es que éste se cuestione (o se haga preguntas) acerca del sentido de los sucesos de la Pascua o sobre el sentido de su relación personal. Lo que le reprocha a Tomas, es que él piense que el simple hecho de verle (a él)  a Jesús podrá arreglar todos sus problemas.

Bienaventurados (o felices) aquellos que no esperan después de respuestas ya hechas, pero que son capaces de situarse en su fe, yendo hasta el final de las preguntas que ellos portan consigo!

DESPUES DE UNA DECEPCION

El “descubrimiento” de la resurrección de Jesús, por parte  de los apóstoles no ocurrió de un solo golpe. La fe en Jesús resucitado no fue una intuición pura e instantánea. Al igual que los peregrinos de Emaús, no partieron de cero. Ellos debieron hacer esfuerzos para digerir el viernes santo y así integrar su decepción y para salir de la sensación de vacuidad en la cual se encontraron al día siguiente después de aquellos sucesos.

Y cuan verdadero es aquello de que un hombre decepcionado es un hombre reforzado! Después de una grande decepción, el corazón se blinda, se protege de la posibilidad de nuevas heridas, se mantiene lejos de toda aventura que podría terminar en el mismo desenlace desdichado.

En este sentido, no hay de un lado 10 apóstoles que son crédulos, buenos y que han creído de una,  de manera espontánea, y del otro, Tomas, el malo que se hace “halar (jalar) las orejas” para que crea. No hay sino hombres que poseen ritmos diferentes, algunos un poco más rápidos para integrar lo vivido, y hay  otro que tiene necesidad de un poco más de tiempo.

Y en este sentido es muy revelador que Jesús reproche a los peregrinos de Emaús “Su lentitud para creer”  (Lucas 24,25). Aquí el tiempo es un factor importante. Después de los sucesos que nos sacuden , después de las heridas, es normal que uno sienta la necesidad de recogerse, de darse tiempo para integrar lo vivido.

Pero una vez que el tiempo necesario pase, y que varíe  de una persona a la otra, uno a veces continua arrastrando los pies lentamente, complaciéndose en sus fallas, uno persiste a quedarse en la timidez, a encerrarse delante toda ocasión para empezar de nuevo, como si se le impidiera a la vida de volver a encontrar su frescura de antes.

Esos son los sentimientos dudosos  que Jesús sacude con virilidad acá.

LA FE NO ES UN DOGMA

Los sucesos de la Pascua conllevan un desplazamiento de acento en la fe de los discípulos. Durante todo el tiempo que había pasado con ellos, Jesús les había centrado en el Reino que emergía en sus vidas; Él los había sensibilizado sobre la ternura del Padre, Él les había hecho descubrir la importancia de la oración, Él les  había hecho nacer a la gratuidad del amor fraterno.

Se tiene la impresión que con estos sucesos de Pascua, aquellas pistas están un poco olvidadas. Lo que llega a ser importante para los discípulos, ya no es más la riqueza de la vida a la cual Jesús les había iniciado, pero si  lo que le sucedió a Jesús , a él mismo, después de su muerte.

Es así cómo, y  si se comenta sin arreglos el versículo 31, uno es llevado a decir que lo que cuenta ahora  no es más aquello lo que Jesús ha sido , la libertad, el coraje con las cuales Él ha vivido su búsqueda de Dios. Lo que importa ahora, es creer que Él es el Cristo. Al final, lo que salvaría a la persona, no será tanto vivir como Jesús sino creer que Él es el Mesías.

Las cosas suceden como si fuera más  fácil propagar un enunciado dogmático sobre Jesús que sensibilizar lentamente las personas sobre la manera  como Jesús ha vivido su vida. Es así como Pedro definirá la misión de los apóstoles: “testimoniar que Dios ha designado Jesús  de Nazaret como juez de vivos y muertos” (Hechos de los apóstoles 10,42).

Era probablemente necesario que los apóstoles se centraran por un tiempo en el hecho de la Resurrección. Visto su carácter misterioso, era probablemente inevitable que ellos no reflexionaran sobre la transmisión de este evento con un vocabulario más parecido y cercano a la teología que no próximo a un testimonio de vida (juez, Mesías, Hijo de Dios, Señor, salvación…).

Mas estos hechos no pueden hacernos olvidar que Jesús no nos envía a proclamar dogmas que Él mismo no ha proclamado.

EL no nos envía tampoco  (a) para defender una moral, porque estando vivo sobre esta tierra, Él estaba quizás del lado de aquellos a quienes atacaba la moral de su tiempo.

Estas observaciones arriesgan de chocar (molestar)  a  muchos cristianos que cada domingo de sus vidas, se han hecho encaminar de la mano de la moral del sermón en los dogmas del Credo.

Pero es suficiente con leer las cartas de Pablo, de Juan y de los otros, para captar, a través algunas expresiones a veces teológicas, la profunda continuidad entre aquello que el cristiano está llamado a vivir y lo que los evangelios nos refieren de la vida de  Jesús.

La fe no es un dogma. Ella es la influencia de Cristo en nuestra vida.

lunes, 25 de abril de 2011

EN los 100 anos de la muerte del Padre de SANDOKAN y del Corsario Negro: EMILIO SALGARI


Recuerdo que en mi pueblo Marquetalia (Caldas) Colombia,  por allá en los anos 80s había un mendigo alto y flaco de larga barba que lo llamaban así, ya que al verlo inmediatamente a uno se le venía a la cabeza el heroe del ibro y de la serie en boga en esos días y de historietas del mismo nombre “Sandokàn”: el tigre de La Malasia.

Y a sandokàn lo referenciábamos los niños, o al menos yo con TAMAKUN y Kaliman, quizás por la consonante común K en sus nombres y sus turbantes de hombres de  oriente, mar y paisajes desérticos…

Eran nuestros héroes de infancia, casi superes como Superman o Flash Gordon, solo que quizás más cerca de lo humano y de su fragilidad.

El escritor italiano Emilio Salgari se suicidó justo hace 100 años. Aconteció un 25 de abril de 1911. Era una década prebélica en la que los intrépidos exploradores y los grandes novelistas relataban el mundo no conocido por los occidentales. Ese fatídico día, un hombre llamado Emilio Salgari ya había publicado Los mineros de Alaska, Los bandidos del Sahara, Sandokán, El tigre de la Malasia o El Corsario Negro. Tal día como aquel, moriría.

Salgari  ya lo había intentado dos años antes, pero esta vez certificó su suicidio. Tomó un cuchillo afilado y se abrió el vientre. Siguió así el rito japonés del seppuku. En una carta escrita momentos antes, reprochaba a sus editores que se hubieran enriquecido con su obra literaria, mientras la familia Salgari bordeaba la penuria. El escritor suicida también les pidió a sus editores que tuvieran la decencia de pagar su funeral.

El escritor llevaba años soportando problemas psíquicos que se juntaron con la enfermedad mental de su mujer. Las dificultades económicas no hicieron más que agravar su sufrimiento.

“A mis editores: A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mi familia en una continua miseria o aún peor, sólo os pido que en compensación por las ganancias que os he proporcionado, os ocupéis de los gastos de mis funerales. Os saludo rompiendo la pluma. Emilio Salgari” . In Memoriam.

ENLACE PARA VER LA MINI SERIE  COMPLETA DE SANDOKAN:


EN los 100 anos de la muerte del Padre de SANDOKAN y del Corsario Negro: EMILIO SALGARI (2)







Memoriam.

Emilio Salgari Emilio Salgari: 100 años que nos falta
Hoy, 25 de abril de 2011, se cumplen 100 años del fallecimiento del gran escritor Emilio Salgari, autor de populares libros de aventuras para jóvenes y no tan jóvenes, que han gozado siempre de gran éxito por el dinamismo de la acción y por los sugerentes ambientes en que se desarrollan.
El 21 de agosto de 1862 nace Emilio Salgari en Verona, Italia, autor de famosos libros de aventuras para niños y adolescentes que han gozado siempre de gran éxito por el dinamismo de la acción evocadora de sugerentes ambientes.
Hijo de una familia de prósperos comerciantes, desde pequeño mantuvo una gran pasión por la aventura, armando y desarmando colecciones de barquitos de juguete mientras pensaba en realizar viajes por todo el mundo, lo que le llevó, al terminar el colegio, a estudiar en el Instituto Técnico Naval de Venecia, para obtener el título de capitán, pero no llego a terminar su aprendizaje, y cuando apenas era un adolescente, consiguió un empleo como segundo de bordo de un barco que hacía la ruta del Adriático. Bajo la dirección de un capitán borrachín y algo peleón, vivió las aventuras que en su imaginación ya había disfrutado y siempre había deseado hacer realidad.
No hay constancia de ningún otro viaje, pero él siempre aseguró que todo lo que reflejaba en sus libros, lo había visto él personalmente. De hecho, en sus memorias nos cuenta el enfrentamiento con un enorme tiburón que, al embestir el barco, se encaramó a la cubierta y, justo cuando tenía a toda la tripulación aterrorizada y a punto de atacar violentamente al capitán, llegó Emilio Salgari (por supuesto) y, a pesar de ser sólo un aprendiz de marinero, con valentía y arrojo consiguió matar al enorme escualo. También en sus memorias nos dice como luego viajó en otro velero para llegar a la India y vivió sus mejores aventuras.
No obstante, casi todo el mundo afirma que todo es producto de su imaginación y sus memorias son una fantasía literaria más para alimentar así su propia leyenda.
Regresó a Italia por culpa de una fiebre tropical que le mantuvo alejado del mar y otros trabajos pesados, se dedicó a escribir. Organizó una biblioteca ambulante y se dedicó al periodismo. Sus primeros escritos fueron poemas, relatos breves y memorias, pero un año después se inició en la novela con Los salvajes de Papua, publicada por entregas en el periódico milanés “La Valigia”.Así comenzaría su carrera como autor de más de 130 relatos y 80 novelas de aventuras, desde el primer momento tuvo gran acogida del público y que le convertirían en uno de los escritores más leídos de todos los tiempos, siendo traducidas a muchísimas lenguas.
Sus novelas, llenas de acción, fueron muchas, pero probablemente sea conocido sobre todo por crear el personaje de Sandokán, pirata protagonista de la serie“Los piratas de Malasia”, con títilos como “Los dos tigres”, “Los tigres de Mompracem”, “El desquite de Sandokan” o “El rey del mar”.
Otra serie de novelas que obtuvieron gran acogida y popularidad fueron ”Los corsarios del Caribe”, con títulos como “El corsario negro”, “La reina del Caribe” y “Yolanda, la hija del corsario negro”.
Su obra, se había popularizado en toda Europa. Era leído incluso por la realeza y se le había honrado con el título de caballero. Pero los editores le pagaban a Salgari una cifra ridícula por cada texto. El contrato con su primer editor, le obligaba a entregar tres novelas anuales por 4000 liras, cifra que no llegaba ni siquiera para hacer frente a los gastos más elementales y a pesar de su gran éxito, nunca pudo escapar de la miseria, y tenía que escribir constantemente historias nuevas para que su familia (tenía mujer y cuatro hijos) no pasara hambre.
A pesar de su fuerte personalidad las presiones laborales, económicas y familiares, dejaron huella en Salgari, y junto con el desequilibio mental de su esposa, a la que se vio obligado a internar en un psiquiátrico, le condujeron a suicidarse en 1911, en completa soledad, en un bosque de Turín, realizando el rito tradicional del Hara-kiri.
Su estilo, de gran intensidad, expresividad y muy directo, capaz de dar vida a personajes que encarnan los sentimientos más elementales, como la justicia, el honor, la amistad o la defensa de los débiles, influiría, no sólo en otros escritores de novelas de aventuras, sino también en autores de comics y en guiones cinematográficos.

Corsario negro Emilio Salgari: 100 años que nos falta
Sus aventuras de personajes épicos, de osados y aguerridos piratas, como el Corsario Negro o Sandokán, que se movían en la difusa línea que separa el bien del mal, lo lícito de lo ílicito, revestidos de un romanticismo heroico, han entusiasmado y emocionado a jóvenes lectores durante muchas generaciones e inspirado películas de cine y series de televisión  de gran éxito, en algunos casos encumbrando a los actores que las protagonizaban.
Sandokan Emilio Salgari: 100 años que nos falta
Emilio Salgari era un hombre de fuerte personalidad, pero un cúmulo de circunstancias, como las presiones laborales, y familiares o sus problemas económicos, dejaron huella en su carácter. Estos problemas se vieron acrecentados por una enfermedad mental de su esposa, a la que se vio obligado a internar en un psiquiátrico, y esta situación tan angustiosa  le llevó a suicidarse el 25 de abril de 1911, en completa soledad, en un bosque de Turín, realizando el rito tradicional del Hara-kiri, cual si fuera un personaje de sus obras.
Hoy, el mundo entero homenajea la figura de este escritor que nos dejó tantos y tan buenos libros y nosotros nos sumamos desde aquí a su recuerdo.







Una PASCUA ETERNA


UNA PASCUA ETERNA

En ella vivimos los hombres y mujeres de fe autentica y como debe ser!

Nuestra religión, creencia o fe, como queramos llamar a ese conjunto de sentimientos, gestos, ritos y actitudes nació la primera mañana de pascua ante el sepulcro vacío.

Es irónico, yo diría a veces suena “patético” y es inaudito escuchar expresiones en la boca de cristianos católicos después de terminar los días de cuaresma y del triduo pascual:

“estamos en vacaciones”, “los días normales vuelven otra vez”…”ahhh, mañana , esta semana la misa es ordinaria…no tiene nada de especial”…

Increíble! Todo ello denota una fe provisoria, de agenda, superficial y sin sentido…
Y todo lo contrario, los días posteriores al domingo de resurrección deberían vivirse en la eterna alegría y el infinito regocijo porque estamos convencidos de que Cristo venció la muerte, de que  la Vida ha triunfado, de que nuestra vida no se termina acá, ella ni tampoco el mal y el pecado tienen la última palabra!

Copiando a lo que decía y o escribía el venerable y muy querido sacerdote español JOSE LUIS MARTIN DESCALZO: “ que bueno que los cristianos rezáramos el VIA LUCIS (Camino de la luz) así como se le da tanta importancia al VIA CRUCIS en el tiempo de Cuaresma y el Viernes santo!”

Es tan difícil vivir en una pascua eterna, diaria y en todo momento?

Cuan diferente seria nuestro mundo, nuestra vida en las ciudades, pueblos y en nuestros barrios, parroquias, casas y nuestro corazón.

La Eucaristía diaria nos recuerda esa permanente promesa de Jesús Cristo: Que siempre estará con nosotros, en medio, hasta el fin del mundo o sea hasta su segunda venida.

La Eucaristía fortalece nuestra esperanza por la lectura y escucha atenta de la Palabra del Dios Padre que no olvida sus promesas y ama inmensamente sus hijos e hijas, a todas sus criaturas.

La Eucaristía nos alimenta con el cuerpo y Sangre de Cristo misteriosamente actualizados y siempre presentes para fortalecernos, darnos coraje ante el sufrimiento, la enfermedad, las dificultades y la muerte…

Cuando vivimos en una Pascua Eterna no hay lugar para el desaliento, ni la abulia, ni la mediocridad, ni el egoísmo, ni el “quemeimportismo” (del cada cual sálvese como pueda!, “es su problema , no el mío”, “A mí que me importa su problema!” “Arrégleselas sin mí!”).

Durante estos días de Pascua dejémonos cuestionar y o interpelar por la palabra diaria de Dios, que nunca deje de acompañarnos, de ser actual, de acompañarnos…
Cuando seamos conscientes de esto verdaderamente será Pascua en nuestras vidas…

Felices Pascuas!

P. Gustavo

viernes, 22 de abril de 2011

Abril 22 del 2011 VIERNES SANTO



Todo un AMOR!

El amor es un misterio. Amor-pasión, amor-fusión, amor-don…

El misterio de la química entre dos personas es total. El amor emprende muchas tentativas, y  a veces triunfa (o logra lo que se propone), a veces fracasa, otras veces  debe volver a intentarlo.

Recibimos en ocasiones testimonios impresionantes de personas que han dado todo por amor. Ante la narración de una persona  que durante décadas ha cuidado de una persona enferma  cercana  a la familia, uno dice con admiración: “Cuánto  (cómo) le amaba!”

Al contemplar Jesús clavado sobre la cruz,  una gran variedad de imágenes nos vienen a la cabeza: la crueldad humana, el suplicio, el sufrimiento, la muerte, la piedad quizás… Mirar un crucificado desfigurado no nos llevara probablemente de entrada a pensar en el amor. Y por tanto, si hay una fuerza que ha podido permitir a Jesús de ir hasta el final, es la fuerza del amor. Y no se trata de cualquier amor! Un amor que no recibe absolutamente nada como recompensa…sino la alegría de nuestra salvación. Solo un corazón puro, el corazón de Dios, podía ir tan lejos.

Cuando el Padre envía su Hijo, Él no tenía sino una idea en la cabeza: renovar o confirmar la alianza con nosotros.

Jesús nos ha dado prueba de un amor que no decepciona, que no tiene miedo, que se compromete sin limitaciones, realizando de este modo una alianza amorosa sin medida o sin reservas.

Durante estos días santos, fijamos la mirada en Cristo.  Atrevámonos a ver un signo del amor inmenso de Dios por cada uno de nosotros y exclamar: “Como Él nos ama!”


André Tiphane

jueves, 21 de abril de 2011

24 de abril del 2011 DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURECCION DEL SENOR



A guisa de introducción:

El resucitado vive con nosotros

Me conmuevo siempre cuando veo en la televisión los esfuerzos por encontrar una persona que ha sido secuestrada o que se ha ahogado. Cuan más dolorosa debe ser la pérdida de un ser querido cuando, por demás, su cuerpo ha desaparecido y que no hay tumba o cementerio ante el cual recogerse para orar.

Es esto lo que ha vivido María Magdalena la mañana de Pascuas. Después del trauma o shock  de la muerte sobre la cruz del viernes, se encuentra ahora con que el sepulcro esta vacío. Ella experimenta la ausencia, la duda, la incertidumbre. Simón Pedro se queda también todo perplejo al constatar que el cuerpo de Jesús ha desaparecido. La fe no va de sí misma. Ella supone continuamente un largo recorrido (camino). Juan será más rápido: “El ve y él cree”.

Nosotros también, nos abalanzamos a veces al vacío (al abismo) a la ausencia, a la duda. La muerte está siempre trabajando en nuestras vidas: enfermedad, violencia, fracasos, desempleo, hambrunas nos hacen dudar de la presencia de Dios en nuestro mundo. Tenemos dificultad para verlo. No hay pruebas científicas de la resurrección. No hay sino testigos que nos ayudan a ver. Ellos también han debido creer. Por fortuna, Dios les ha escogido para comer y beber con Jesús después de su resurrección. Es esta experiencia de encuentro con el resucitado que ellos nos proponen vivir.

Es a causa de ellos que nosotros estamos acá en esta celebración, esta mañana…


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Una aproximación psicológica:

Tú conocerás a Yahvé

La resurrección es la intervención de Dios en el caso Jesús, es la toma de posición de Dios de cara a las opciones de Jesús. Es Dios quien interviene para decir: si, tiene sentido, eso de orar como Él lo ha hecho, de luchar como Él ha luchado, de morir como Él ha muerto.

La resurrección, es Dios quien interviene para contradecir los cínicos que dicen: la militancia, ahí se ve a donde lleva eso; el amor, ahí se ve lo que él da; la búsqueda de Dios se puede ver a dónde, eso  lleva.

En la resurrección, Dios afirma que hay un más allá de la represión por el poder, de la traición al amor, de la noche en la oración; y que represión, traición y noche son un pasaje hacia otra cosa, que esta oscuridad desemboca sobre la luz y sobre una posibilidad nueva de comunión.

La resurrección de Jesús aparece entonces como una consecuencia comprensible de lo que le ha precedido. No porque este evento no sea pura gracia de Dios, sino a causa justamente del deseo gracioso de Dios de ser reconocido por el hombre.

Conocer a Dios, es primero que todo vivir de la justicia: “No hay ni sinceridad, ni amor, ni conocimiento de Dios en el país,  sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia…” (Oseas 4,2).

Aquel que se comprometiera con todas sus fuerzas a “conocer Dios” en la búsqueda de la justicia social, este mismo no podrá actuar de otro modo que desembocar un día sobre Dios, y esto en virtud misma de su promesa: “yo te hare mi novia en la justicia y en el derecho, en la ternura y en el amor; yo te hare mi novia en la fidelidad, y tu conocerás a Yahvé” (Oseas 2,21).

He aquí que esto fue lo que le sucedió a Jesús. El cómo de su resurrección resta ciertamente una realidad misteriosa, pero su sentido es claro: ella es la muestra de  la fidelidad de Dios a su compromiso, un compromiso también real y creador como el compromiso de Jesús: concreto, fuerte y cimentado en la esperanza.
                                                              

Y también las mujeres

Los evangelios han sido escritos por hombres, en una cultura dominada por los hombres. Si se excluyen las diaconisas, las diferentes funciones presentes en la Iglesia primitiva son exclusivamente reservadas a los hombres, y lo menos que uno puede decir, es que “las discípulas femeninas” tienen poco espacio o lugar en los evangelios en comparación con los discípulos masculinos.

Y por lo tanto Jesús tuvo varias mujeres entre su grupo de discípulos y mismo desde su debut en su compromiso como profeta: “Jesús iba a través de los pueblos y ciudades…los doce estaban con él, y había también mujeres…: María, Juana, Susana y muchas otras” (Lucas 8,1-3).  Estas mujeres le seguirán “desde la Galilea” hasta el fin (Lucas 23,49).

Jesús aparece como un hombre que ha derrocado en su vida personal, la barrera social entre los sexos. Él cuenta con mujeres entre sus discípulos, Él sostiene una profunda conversión con una desconocida (Juan 4), se deja acariciar en público por una prostituta (Lucas 7,36-50), demuestra su preferencia por una mujer que hace todo lo posible, y se las arregla para estar cara a cara con él (Lucas 10,38-42), no se siente bien, ni tiene gusto de dejar caer toda la culpa y el castigo sobre una mujer adúltera  (Juan 8,1-11).

Pero el evangelio permanece mudo sobre sus relaciones con sus discípulos femeninos, lo mismo que sobre las relaciones entre los discípulos hombres y mujeres.
Los redactores masculinos no han podido sin embargo pasar por alto un hecho destacado de la tradición primitiva: después de su muerte, Jesús se deja ver la primera vez por una de sus discípulas.

Contrariamente a los hombres quienes “todos le abandonaron y huyeron” (Marcos 14,50), las mujeres acompañan a Jesús durante su suplicio, y le hacen ver (saber)  “en la distancia” que ellas están con Él (Marcos 15,40-41).

María Magdalena parece haber salido del grupo de mujeres. Todos los evangelios mencionan su presencia en el Calvario o en la tumba, mismo cuando hay divergencia sobre los otros nombres. Es ella quien, con la madre de Jesús y la otra María “permanecen de pie junto a la cruz” (Juan 19,25).

Es todavía ella, quien “al amanecer  del primer día se presenta ante la tumba”, probablemente para llorar cerca al cuerpo de Jesús, como María cerca a la tumba de su hermano Lázaro (Juan 11,31).

Y es de ella que Jesús se deja ver vivo, bien que la credibilidad de las mujeres como testigos fuera nula dentro de esta cultura.

Y de hecho, su testimonio será recibido por los hombres como “mentira, habladuría, cuento de mujeres”  (Lucas 24,11), antes que ellos se vean forzados de darle la razón.
Si los relatos de los eventos de Pascua hubieran sido inventados por los hombres antes que impuestos y o asegurados por los hechos, ellos serían probablemente muy diferentes!

María versus Juan

Los primeros discípulos no sabían más que nosotros acerca de  lo que le ocurrió a Jesús en la mañana de Pascua. Ellos se ven confrontados como nosotros al hecho seco (crudo) del sepulcro vacío, y sus reacciones se parecen a las nuestras.

El hueco hecho en la roca, el sepulcro vacío, es un hueco hecho en el universo sin fallas de nuestra lógica humana. Y nadie tolera por mucho tiempo un vacío o hueco en su universo mental. Lo propio del hombre, es quizás atacar sin cansancio los vacíos de su existencia, atacar las fallas inmensas que la vida abre sin cesar ante él y que son por lo tanto llamados a descubrir el sentido de lo vivido.

El texto de Juan nos presenta de manera admirable los dos tipos de reacción posibles de cara a una tal falla.

La reacción de María pertenece a la lógica del poco tiempo. María no va buscar peras en el olmo o medio día a las dos de la tarde, ella no está expuesta a filosofar largo tiempo sobre el sentido de una experiencia inmediata. Como la mayoría de nosotros, ella tiene una aproximación pragmática. Si la piedra no está más allí, debe ser que alguien la ha quitado. Y como se trata en efecto de una gran piedra, “ellos” debían ser muchos. Y como el cuerpo de Jesús no está más ahí, mi problema es saber dónde “ellos” lo han puesto. Para completar las informaciones que me faltan, yo puedo recurrir quizás a Pedro y a Juan…

No hay más ninguna falla en el universo mental de María. Ella ha vuelto a introducir la racionalidad y la coherencia ahí donde había algo insólito que reclamaba un sentido.

Comparada a la reacción de María, la de Juan aparece netamente diferente. Juan tampoco tiene nada de especulativo que lleve a cortar los caballos en cuatro. El contenido de su primera carta, centrada toda sobre el amor, nos lleva por el contrario a creer que él se unifica y se simplifica a medida que envejece. Lejos de complicar las cosas, él las simplifica desarrollando su contenido profundo.

Mas para este quehacer, Juan tiene necesidad de retroceder, de no satisfacer enseguida con su racionalidad las fallas que la vida abre ante él. Juan posee un espíritu orientado hacia el sentido, hacia el por qué más que hacia el cómo.

Ante la tumba vacía, él podría, también recurrir a la hipótesis de los profanadores de tumbas o ladrones de cadáveres o embalsamadores anónimos. Mas él va por instinto hacia otra explicación, él se abre a la comprensión que las escrituras podían darle del hecho neto y crudo (del sepulcro vacío).

Tocamos quizás acá la naturaleza misma de la fe: proponer una segunda lectura de los hechos, invitar a retroceder y ver un poco de lejos los hechos crudos para descubrir la significación existencial.

No es seguro que el relato presentado acá sea histórico en todos sus detalles, pero no cabe duda  que a través de este relato, Juan nos presenta su experiencia personal vivida alrededor de la Pascua: “Él vio y Él creyó”: He vivido estos acontecimientos y me dejé alcanzar por su sentido profundo.


REFLEXION   2


Hoy el Señor Resucito; Aleluya, Aleluya!



Pascua es la fiesta cristiana más grande del año. Es la fiesta de la vida, de la primavera, de la renovación, de la alegría.

Lo que distingue los cristianos de los no creyentes es la resurrección, es la fe y la confianza en un Dios que rechaza la idea de poner fin a la vida y que no acepta que todo se termine en el cementerio. De otro lado, la palabra que los cristianos utilizaban para indicar el lugar donde ellos enterraban sus difuntos era la palabra griega “koimiterion”, que ha llegado a ser nuestra palabra “cementerio” y que quería decir “hotel para visitantes extranjeros”, “refugio de pasaje”.

La liturgia del domingo de Pascuas está impregnada de paz y serenidad.

“El Señor ha resucitado!”; “El sol se ha puesto: no busquen más entre los muertos a Aquel que vive. EL ha roto las cadenas de la muerte!”. Jesús le había dicho a María la hermana de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida. Si alguien cree en mí, mismo si  él muere vivirá”.

La resurrección, es la respuesta de Dios Padre a la violencia, a la injusticia de la tortura y de la cruz. Aquellos que han condenado a Jesús creían que podían hacerle callar y deshacerse definitivamente de Él. Pero el padre lo ha resucitado, aprobando los valores que Él ha querido promover durante su vida.

Nuestra fe cristiana no se limita a recordarnos que Cristo ha resucitado y que nuestra  vida no se termina con la muerte. La Pascua y la resurrección conducen a una nueva primavera después de un invierno abominable, asesino y glacial. La pascua y la resurrección nos incitan a comprometernos  ahora, a tomar la vida en serio. Cristo nos invita a vivir plenamente desde ahora, a salir de nuestros sepulcros, de nuestras decepciones o desalientos, de nuestros miedos, de nuestros temores.

“Salgan de sus tumbas”, de sus vidas sin esperanza. Recomiencen a respirar a pleno pulmón…”Yo he venido para que tengan vida y la vida en abundancia” (Juan 10,10).

Después de la ultima cena, yendo al Monte de los Olivos, Jesús había dicho a sus discípulos: “Una vez que haya resucitado, yo iré delante de ustedes en Galilea”. Es esta misma invitación que Jesús transmite a las mujeres después de la resurrección: “Vayan a anunciar a mis hermanos que deben estar presentes en Galilea: es ahí que ellos me verán”. Ellos son convidados a retornar a su Galilea natal, a su lugar de origen, a sus familias, a sus barcas y a sus redes.

Nuestra religión es una religión pascual. No ignoramos por lo tanto el mal presente en el mundo, mas rechazamos creer que este mal tendrá la última palabra, y hacemos todo para que él sea vencido.

 Es verdad que vivimos en un mundo de muerte. Cien millones de personas han perdido la vida a causa de la guerra durante el último siglo, 60% de la población mundial sufre de pobreza crónica y de malnutrición. Vivimos en un mundo de discriminación, de violencia, de terrorismo, de suicidio, de drogas, del abuso de alcohol, de malos hábitos alimentarios, de falta de respeto hacia la naturaleza.  Y sin embargo nosotros queremos luchar contra todos esos fenómenos y esos abusos mortales.

Es por eso , que al recordar la Pascua, cada “primer día de la semana”, nos reunimos alrededor del Señor. El Sabbat  (sábado) era el último día  de la semana : “el séptimo día”…Para los cristianos, “el primer día de la semana” es un día de fiesta y de adoración antes del trabajo que va continuar. El domingo cristiano inaugura e impregna los días que seguirán.

Cristo resucitado está presente entre nosotros: “cada vez que dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos”. Él nos invita a escuchar su palabra, a compartir su vida, a retomar fuerzas antes de retornar a “nuestra Galilea”, donde Él nos acompaña  día a día: “He aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.

Hoy, festejamos la más grande fiesta cristiana del año, la fiesta de Pascua. Cristo resucitado nos da el coraje  para volver al interior de nuestras familias, a nuestro trabajo, para vivir la primavera de Dios.

En este primer día de la semana, en este día de la Resurrección del Señor, 

Felices Pascuas para todos. “El Señor resucito, aleluya, aleluya!”



referencias:

pequeño misal de "prions en Eglise". Qc, Canada

HETU, Jean-Luc. Les options de Jésus.


http://cursillos.ca  (traduccion del frances P. Jacques-Yvon Allard, sdv)