lunes, 25 de abril de 2011

Una PASCUA ETERNA


UNA PASCUA ETERNA

En ella vivimos los hombres y mujeres de fe autentica y como debe ser!

Nuestra religión, creencia o fe, como queramos llamar a ese conjunto de sentimientos, gestos, ritos y actitudes nació la primera mañana de pascua ante el sepulcro vacío.

Es irónico, yo diría a veces suena “patético” y es inaudito escuchar expresiones en la boca de cristianos católicos después de terminar los días de cuaresma y del triduo pascual:

“estamos en vacaciones”, “los días normales vuelven otra vez”…”ahhh, mañana , esta semana la misa es ordinaria…no tiene nada de especial”…

Increíble! Todo ello denota una fe provisoria, de agenda, superficial y sin sentido…
Y todo lo contrario, los días posteriores al domingo de resurrección deberían vivirse en la eterna alegría y el infinito regocijo porque estamos convencidos de que Cristo venció la muerte, de que  la Vida ha triunfado, de que nuestra vida no se termina acá, ella ni tampoco el mal y el pecado tienen la última palabra!

Copiando a lo que decía y o escribía el venerable y muy querido sacerdote español JOSE LUIS MARTIN DESCALZO: “ que bueno que los cristianos rezáramos el VIA LUCIS (Camino de la luz) así como se le da tanta importancia al VIA CRUCIS en el tiempo de Cuaresma y el Viernes santo!”

Es tan difícil vivir en una pascua eterna, diaria y en todo momento?

Cuan diferente seria nuestro mundo, nuestra vida en las ciudades, pueblos y en nuestros barrios, parroquias, casas y nuestro corazón.

La Eucaristía diaria nos recuerda esa permanente promesa de Jesús Cristo: Que siempre estará con nosotros, en medio, hasta el fin del mundo o sea hasta su segunda venida.

La Eucaristía fortalece nuestra esperanza por la lectura y escucha atenta de la Palabra del Dios Padre que no olvida sus promesas y ama inmensamente sus hijos e hijas, a todas sus criaturas.

La Eucaristía nos alimenta con el cuerpo y Sangre de Cristo misteriosamente actualizados y siempre presentes para fortalecernos, darnos coraje ante el sufrimiento, la enfermedad, las dificultades y la muerte…

Cuando vivimos en una Pascua Eterna no hay lugar para el desaliento, ni la abulia, ni la mediocridad, ni el egoísmo, ni el “quemeimportismo” (del cada cual sálvese como pueda!, “es su problema , no el mío”, “A mí que me importa su problema!” “Arrégleselas sin mí!”).

Durante estos días de Pascua dejémonos cuestionar y o interpelar por la palabra diaria de Dios, que nunca deje de acompañarnos, de ser actual, de acompañarnos…
Cuando seamos conscientes de esto verdaderamente será Pascua en nuestras vidas…

Felices Pascuas!

P. Gustavo

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Gustavo Quiceno