En este Domingo de Pascua, el primero entre todos los 50 o 52 del año, el DOMINGO POR
EXCELENCIA, QUE ha dado origen a nuestra celebración y reunión hebdomadaria de
la EUCARISTIA…Trataré de compartirles mis razones para CREER en JESUCRISTO RESUCITADO, en la ASAMBLEA de los creyentes en LA RESURRECCION (Iglesia)
y en la MISION (o el COMPARTIR DE ESTA
BUENA NOTICIA).
Hemos vivido 3 días intensos de celebración, de extensas
liturgias, de prolongados silencios, de profunda meditación y oración…Ojalá
haya sido así…pero cuál es el centro de todo esto? Si, JESUCRISTO…En quien
vemos reflejada la historia humano-divina.
Al igual que Jesús todos nosotros nos confrontamos con el
sufrimiento, CON EL dolor, la enfermedad, con la traición, con la angustia, con
el desespero, con la incredulidad, con
la muerte…En fin, LA CRUZ.
La cruz que está en todas partes y la vemos tantas veces en
nuestro recorrido existencial y que por lo mismo no la percibimos…
Saben? Cristo me “salvó” desde muy niño…Siempre he
considerado como una GRACIA INMENSA de su amor el haberme permitido escuchar su
voz, el constatar rápidamente que la VIDA, es el regalo más sagrado y apreciado
y que hay que defenderla y amarla por
todos los medios…Cristo fue quien no me dejó “obnubilar” por el pecado propio y de los
otros …Si, me explico, desde muy joven fui consciente de que en mi familia no
todos eran perfectos, que en la escuela estaban esos “otros” niños agresivos,
“montoneros”, de algún modo violentos, y que en el mundo y la sociedad en que
me había tocado vivir había crímenes, injusticias…Nunca fui ciego ante eso…Pero
también tuve la capacidad de VER la luz del otro lado sombrío, de descubrir a
la par “signos de vida y alegría” en mi misma familia, en la escuela, en la
sociedad y el mundo…Acá podría enumerarles muchas personas, narrarles pequeñas
experiencias de vida y testimoniar esos signos de luz, en fin signos que yo
llamaría de RESURRECCION, de OTRA VIDA, de VIDA NUEVA.
RAPIDAMENTE ENTONCES, concluí, vi y no sé en qué momento
decidí tomar partido en MI VIDA por la bondad, por los gestos positivos, por el
amor, el perdón, la ayuda, la solidaridad, la compasión…Es decir, no agregar
más sufrimiento al mundo,
esforzarme por ser un “humano” , un buen hijo,
un estudiante, un buen ciudadano, buen
profesional…
De otro lado, nunca permití y hasta hoy NO he permitido que
el miedo me paralice, que las opiniones “acomodadas, burgueses y egoístas” de
los otros influyan sobre mis principios y creencias cristianas-católicas.
Pienso que Cristo Resucitado siempre ha estado ahí, en mi
vida, mismo desde el primer deceso en familia del que yo sea consciente:
Aquella tarde, y no dejo de contarlo una y otra vez, cuando
iba al lado del cortejo fúnebre que transportaba a mi Tía Odilia hacia el
cementerio marquetón, mis ojos se fijaron
en aquella frase inscrita a la entrada del camposanto, una cita del evangelio
de San Juan que no ha dejado de ser un referente fuerte de mi vocación
cristiana:
“Yo soy el CAMINO, la VERDAD Y la VIDA”…Hoy creo que está esta otra:
“Yo soy la resurrección y la Vida”.
El resto en mi vida no ha sido más que consecuencia de mi
amor por la VIDA, FRUTO de un seguimiento de JESUCRISTO, seguimiento que ha
implicado búsquedas, dudas, crisis de fe, desalientos…Pero seguido también de
regresos, de confirmación en la fe, de hallazgos, de alegrías que sólo he
podido encontrar en Dios y en mi fe en su Hijo Jesucristo.
Hoy hace 11 años que mi madre murió. Por demás está decirles
que fue admirable mi reacción al enterarme de su muerte. La noticia la tomé con
calma, con paz, ojo, no con resignación que es distinto…algo me decía en lo más
profundo de mi ser que mi madre ahora estaba mejor…
“Jesús, Tu nos dijiste
que la muerte no es final del camino, que aunque morimos no somos carne de un
ciego destino”.
Algo más fuerte que la muerte es el AMOR…y CUANDO SE ha amado,
la muerte no existe o por lo menos no
puede dar cabida al desespero, a imprecaciones, a maldiciones, al
remordimiento…LA VIDA TRIUNFA POR SOBRE TODO…
Hoy más que nunca siento actualizada en mí la RESURRECCION.
Al mirar atrás no puedo más que reconocer la mano de Dios y
de su Hijo en mi historia personal.
Los Signos de resurrección están a la puerta:
Todos esos hombres y mujeres que a diario dan su vida por sus
seres queridos, por los otros, por los más necesitados: Padres y madres de
familia, médicos y enfermeros sin fronteras, misioneros y consagrados laicos,
Todos esos hombres y mujeres que nos invitan a la esperanza,
al optimismo, a creer en un avenir mejor: artistas, escritores, periodistas, comprometidos
éticamente en sus respectivos campos.
El Evangelio de este Domingo nos cuenta que el discípulo
amado (Juan) “vio y creyó”…Ante todo,
nos sentiremos amados? (condición esencial para ser auténtico cristiano), seremos
capaces de ver esos signos de esperanza, de resurrección, en nuestras familias,
en nuestra sociedad y nuestro mundo para así profesar nuestra fe en el
RESUCITADO QUE da la vida nueva y una nueva visión del mundo a quien nos lo
pida?
Pero no todo puede terminar en VER y CREER…Es necesario
testimoniar, o como quieran llamarlo EVANGELIZAR…Pero yo prefiero decir, “
compartir la experiencia de FE, las razones de nuestra esperanza”. Pedro en la
primera lectura de este domingo es ejemplo para nosotros de este arrojo
misionero, de este deseo de compartir el Kerygma (o sea el anuncio de la vida,
obra y misterio de la muerte y resurrección de Cristo)…
Sin lugar a dudas que es en esto último en lo cual somos negligentes la mayoría de los
cristianos y sobre todo CATOLICOS…
Se nos ha olvidado que la esencia de la IGLESIA, es decir la
asamblea o reunión de quienes nos decimos AMIGOS DE CRISTO, LOS BAUTIZADOS es
el compartir esa BUENA NOTICIA. “Donde
nace un bautizado, nace un enviado”, escuché alguna vez en el seminario y
eso nunca lo olvido.
Siempre he dicho que nuestros hermanos protestantes nos
llevan la delantera en esta tarea por su arrojo, su coraje, su valentía, su
aplomo, su creatividad a la hora de compartir el evangelio…
Yo creo que si existiera un 11º mandamiento este rezaría: “Anunciar,
compartir y extender el evangelio”. Es el mandamiento de la alianza
nueva sellada en Jesucristo. Ahora, agreguémosle a éste, otros paralelos con el
clásico decálogo:
1.
Llamar
a Dios Padre y vivir como hijos suyos y tratarnos todos como hermanos que
merecen su amor, su ternura.
2.
No
referirnos tan rápidamente a Él, ni hablar de las cosas espirituales y
sagradas sin previos fundamentos ni
profundización.
3.
Celebrar
en comunidad como hermanos que escuchan la PALABRA, responden al amor de Dios y
se entreayudan comulgando con Jesucristo (EUCARISTIA).
4.
Rendir
honor a la maternidad y a la paternidad como debe ser, pues ellas tienen su
fuente y su mejor modelo en Dios…esto nos exige de paso ser cuidadosos con la
sexualidad y la manera como vivimos esa sagrada dimensión.
5.
Recordar
que no solo se hiere o mata con armas, que muchas veces es más peligrosa una
lengua afilada, mentirosa y o blasfema…Así que emplear bien la comunicación y
poner cuidado en lo que decimos.
6.
Que
el único pecado no es el sexto mandamiento, que este queda en pañales ante
faltas mayores que omitimos al momento de confesar nuestros pecados…y que esa
fuerza desbocada “erótica sexual” o el tiempo que perdemos siendo infieles a
nuestro cónyugue, en la pornografía y
banalización del sexo pueden ser mejor empleados en la realización diaria de
gestos de amor y caridad…
7.
Haciendo
eco del anterior, no sólo se roba dinero o bienes materiales, somos “ladrones
del tiempo de Dios”, cuando perdemos horas y horas en cosas y actividades que
solo nos dejaran remordimientos y amarguras profundas después (adicciones, al
juego, alcohol, drogas, videojuegos, etc)…Así que aprendamos también a valorar
el tiempo y no solo al dinero.
Otra cosa, entendamos que la pobreza
no se refiere a “no poseer bienes materiales, riquezas”, la pobreza es la
capacidad de permanecer libres ante las posesiones, ante aquello que pareciera
ser el dueño de mi vida o de mi felicidad…Pobreza es tener la capacidad de
sentirme libre, desapegado y compartir sin tristeza mis pertenencias con quien
necesita…Pobreza es ser consciente de que “yo no soy dueño de nada”, el
propietario de todo es Dios, y que yo soy solo administrador o intendente de
sus bienes y de que un día me pedirá cuentas de mi gestión.
8.
Aprendamos
también a alimentar el espíritu, así como alimentamos al cuerpo, esforcémonos
por cultivar valores en nosotros mismos, en nuestros hijos y en los demás…No
olvidemos los buenos libros, la música mensaje, las películas constructivas…
9.
Seamos
sensibles a las necesidades de quienes nos rodean, no nos encerremos en nuestro
egoísmo, no nos refugiemos en la pereza o en el pesimismo o lo que es peor la
depresión (otro nombre para la TRISTEZA, estar triste es pecado …A veces tan
solo basta una palabra positiva, un agradecimiento, una palmada sobre el hombro
del otro, para reconfortarnos y reconfortar…
10. No separemos espiritualidad de religión o lo que es lo mismo
FE de la IGLESIA…Una espiritualidad vivida sin unión con la comunidad creyente
es un egoísmo disfrazado o disimulado…Ahh y sobretodo no olvidar la CARIDAD,
porque oración y liturgia (celebración en comunidad, sacramentos) sin caridad
es como un trípode al que le falta un pie y por lo tanto no puede sostenerse…
11. “Anunciar, compartir y extender el evangelio”, pero con
alegría, con entusiasmo…
Ser comunicadores de buenas noticias
al ejemplo de María en la visitación a su prima Isabel…Difundamos lo bueno de
los otros, no seamos cómplices del sensacionalismo y superficialidad de tantos
medios de comunicación que solo buscan publicidad, división, extender el miedo
y el odio…
pues bien dice Jesús, al buscar
primero construir el Reino de Dios, todo lo demás viene por añadidura…
Así que queridos
lectores, podremos decir que hemos resucitado cuando en nuestra vida se hayan
conjugado todos estos mandamientos.
FELICES PASCUAS DE
RESURRECCION!
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Gustavo Quiceno