EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 16, 15-20
En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-- Id al mundo entero y proclamad el
Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el
que se resista a creer, será condenado. A los que crean, les acompañarán
estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas,
cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará
daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos
Después de hablarles, el Señor Jesús,
ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron y
proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y
confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.
Palabra de Señor
A guisa de introducción:
Ahora nos toca a nosotros…
Sin lugar a dudas, uno de los
misterios de la fe cristiana más difíciles de atrapar por la razón es el de la
ascensión de Jesucristo al cielo.
Ascensión es montada, subida.
Palabras como asceta, ascensor, se refieren al hecho de pasar de un estado,
espacio o condición bajos a uno de ellos de más altura. Así la ascensión
significa además de subir dentro de un espacio geométrico o físico es también
“mejorar”, “ser promovido”, “vivir una dignidad mas alta”. En la
vida laboral, profesional y ejecutiva
hablamos de ascenso, algo soñado por muchos que comienzan modestamente en una
empresa por ejemplo y que con el paso del tiempo, ascienden gracias a sus
méritos y talentos, obtienen ciertos privilegios, ocupando así posiciones más
altas.
Cuando Jesús venció la muerte y
obtuvo su triunfo sobre la cruz fue ensalzado y glorificado por el Padre…fue
promovido, obtuvo su graduación. Así sabemos que para el evangelista San Juan, sobre la cruz misma y al momento de dar la
vida por la humanidad Jesús fue glorificado por el Padre. En el seminario algún
sabio profesor nos decía que en la teología joànica (o sea la de San Juan) no
hay distinción entre muerte sobre la cruz, resurrección y ascensión, y que todo
se resume en un solo momento de Gloria…Jesús
por su muerte en cruz muestra su “poder” sobre el pecado y la muerte y se ratifica como el Hijo de Dios.
No podemos seguir pensando o
diciendo como nos lo sugiere el Papa Benedicto XVI “ creer que la Ascensión es la
ida del Señor hacia un lugar alejado de la humanidad y del mundo. La ascensión
del Señor no es un viaje espacial hacia los astros más recónditos y lejanos…La
Ascensión de Cristo significa que ya no
pertenece más al mundo de la corrupción y de la muerte que condiciona nuestra
vida… Él, el hijo eterno ha conducido nuestra condición humana al lado de
Dios y ha aportado con Él la carne y la sangre bajo una forma transfigurada…El ser humano encuentra un
lugar en Dios…La ascensión significa que Cristo no se aleja de nosotros, sino
que ahora gracias a su presencia cerca del Padre, Él está cerca a cada uno de nosotros para siempre…”
Cada uno de nosotros puede tutearle, puede llamarle. Él se encuentra
siempre ad portas de nuestra voz. Podemos alejarnos de Él interiormente. Podemos
darle la espalda. Pero Él nos espera siempre, y siempre está cerca de nosotros
“.
Toda partida (momento de adiós o
hasta luego y separación) es un momento, a veces feliz, en ocasiones triste,
tanto para la persona que parte como para aquellas que se quedan.
La fiesta de la Ascensión no esta
exenta de ese decorado de tristeza y nostalgia, pero nos ofrece al mismo tiempo
vista con la fe y la esperanza, doble alegría.
Mas la partida de Jesús, su
ausencia física, no se traduce para nosotros en una nostalgia o en un
sentimiento de abandono y orfandad. Al contrario, esta aparente ausencia
exterior se traduce por el don de una fuerza interior, aquella del Espíritu
Santo.
Y es la hora del testimonio.
Aquel que se ha ido no cesa de estar presente en nuestro mundo, pero son
testigos que lo revelarán, “Proclamen la Buena Nueva a toda la Creación” , dice
el Resucitado.
La fiesta de la Ascensión se parece a una graduación: es a nosotros que nos
toca ahora como discípulos y seguidores de Cristo de hacer creíble y verdadera
la feliz noticia.
Cuando los padres ven su bebé
gateando y levantándose para dar algunos pasos sobre sus piernas aun frágiles,
una emoción maravillosa se apodera de ellos: “Él camina! Él camina!”.
La
ascensión nos hace adultos, nos pone de pie.
Es tiempo de ponernos en marcha.
Aproximación socio-política y sicológica del evangelio:
En tiempos después de la Ascensión hay un mandato a precisar
Después de la partida de Jesús,
los apóstoles sentían que les quedaban las grandes líneas (o lineamientos) de
una “misión” originaria en Jesús. Pero las palabras que los evangelistas
emplean para describir esta misión aparecen increíblemente vagos, no muy
claros :
« proclamar el evangelio » (Mc 16,15),
« hacer discípulos » (Mt
28,19),
« predicar la conversión » (Lc 24,47),
« ser el pastor de las ovejas » (Jn 21,16).
Uno se ve obligado a decir que
“no es muy operacional y o funcional”
Como iban los apóstoles a precisar su mandato? Irían ellos a romper con
el sistema o reformarlo desde el interior? Protestar en bloque a la sinagoga o
proponerle una reforma? Debían ellos predicar una conversión interior-intima o
trabajar en cambios externos?
Todas las posiciones,
probablemente fueron consideradas y exploradas.
A derecha, los partidarios de la
continuidad y de la interioridad tuvieron su hora. Se continua frecuentando el
templo, viviendo “a lo judío”, diciéndose que lo más importante no son los
gestos realizados sino el espíritu con el cual se hacen.
Ha habido también probablemente
aquellos que buscan equilibrio y se valen de la “izquierda”, con sus
partidarios de una fe que “ha de morder en la historia”, que debe tener un
“impacto socio-político”. Estos creyentes, deberían darle la espalda a las
instituciones tradicionales para construir o establecer nuevos modelos
sociales. Ellos hicieron su camino y Lucas fue muy sensible a sus triunfos
parciales, antes de ser comprometidos por las persecuciones de Jerusalén.
Lucas, en efecto, nos habla de una gran simpatía de estas comunidades de base
“que no tenían sino un solo corazón y una sola alma” (Hechos 4,32) y que
protestaban ante los modelos tradicionales de autoridad vertical para funcionar
por consenso, oponiéndose a la propiedad privada para vivir en el compartir…
Los primeros discípulos
necesitaron entonces tiempo, espacio de experimentación para identificar las
líneas de fuerza de su misión. Por un tiempo continuaron colándose en las
instituciones judías y al final le dieron la razón a Jesús: “No se pone vino nuevo en odres (recipientes
de cuero) viejos, porque sino el vino nuevo hará explotar los odres” (Lc
5,37).
Lo que hace “explotar” (estallar, desaparecer), las unas después de
las otras a las instituciones judías (templo, sinagoga, sábado, circuncisión,
ley mosaica…) entre los discípulos de Jesús, es por una parte la toma de
conciencia progresiva de la fe cristiana y de su identidad. Mas, el espíritu
humano está espontáneamente inclinado hacia el conservatismo y el apego a las
estructuras, de tal modo que los primeros cristianos tuvieron necesidad de
buscar ayuda en su liberación por una
serie de explosiones históricas independientes de su voluntad: la destrucción
del templo por el poder romano, su exclusión de las sinagogas por parte de los
judíos, los enfrentamientos con los judíos no cristianos sobre cuestiones de
disciplina eclesiástica antiguas o ya no más funcionales….
El Espíritu libera desde el
interior, por la fermentación de la fe que unifica alrededor de lo esencial.
Pero el Espíritu libera también del exterior, en los conflictos históricos
donde no se le reconoce que después.
Donde nace un bautizado, nace un
enviado!
Nunca olvidaré esta frase
repetida varias veces a finales de 1988, justo cuando terminaba mi primer año de
formación en el seminario de misiones.
Era en el marco de una
conferencia breve y campal de nuestro vicario general de la comunidad P. Jesús Osorno. Mxy , hoy misionero en Bolivia, después
de unas ordenaciones. En aquel momento comprendí que la misión de Jesús confiada
a sus apóstoles antes de ascender al cielo, me incumbía, nos incumbía a todos
los que estábamos escuchando, leyendo o haciendo eco de aquella consigna evangélica.
Ella nos recuerda hasta qué punto
el creyente en Cristo esta dotado de una capacidad nueva cuando éste anuncia que su Señor ha muerto y resucitado
por todos los humanos.
No se puede ser testigo de la resurrección
de Jesús sin ser enviado. Toda persona que ha vivido un verdadero encuentro con
Él se hace misionero. Cada vez son más numerosos aquellos que nos dan este
testimonio, y lo escuchamos decir de manera pública: “Él ha cambiado mi vida”.
Rencontrando Jesús resucitado, los discípulos han experimentado una gran alegría.
Esta alegría es necesario compartirla. La Buena Nueva del evangelio debe ser
comunicada al mundo entero. Es nuestra misión y nuestra responsabilidad. Jesús envía
sus apóstoles para expandir el evangelio, despertar la fe y bautizar.
Pero mirando más de cerca, vemos
bien que estos hombres están lejos de estar preparados, listos para esta misión.
En muchas ocasiones, Jesús les reprocha su incredulidad y su dureza de corazón.
En el último momento, vemos bien que ellos no han comprendido nada. Ellos
piensan que Jesús, ahora va restablecer el Reinado en Israel. Ellos necesitarán
tiempo para comprender al fin que el Reinado de Cristo no es de este mundo.
Para esta gran misión, Él llama a incrédulos que deberán también convertirse. Es
importante para nosotros ser conscientes de ello, porque no es necesario
esperar tener una fe perfecta para anunciar a Jesucristo.
Si este fuera el caso, no habrían
muchos misioneros.
Y los signos?
En su nombre, ellos derrotaran los malos espíritus. Ellos
lucharan por la igualdad de la mujer y denunciaran la corrupción humana bajo
todas sus formas.
Ellos hablaran un lenguaje nuevo. Ellos no querrán vivir más la
vieja ley del Talión: “ojo por ojo y diente por diente”. Ellos buscaran
anunciar un régimen de paz entre los seres humanos y querrán que la justicia se
haga entre las naciones a fin que ningún régimen aplaste la dignidad humana.
Ellos cogerán serpientes con sus manos y no serán mordidos. Ellos cohabitarán
con el mal y sabrán hacer el bien. Mismo si la deshonestidad y o la corrupción estarán
cerca a ellos, ellos permanecerán íntegros
y o honestos
Si ellos beben un veneno mortal, éste no les hará ningún daño! Los cuerpos tendrán cáncer, el
paludismo o la lepra, pero nunca el amor morirá, porque él (el amor) está ligado
al amor del Resucitado.
Ellos impondrán las manos a los enfermos y estos se encontrarán bien, porque
su oración será como un masaje interior para el bienestar global de la persona.
El Señor Jesús trabaja con los
hombres y las mujeres de buena voluntad.
Frente a la Resurrección de
Cristo, el mal no tiene más poder; no puede tener la última palabra. La invocación
de su nombre deviene fuente de salud. Allí, donde el evangelio es anunciado, el
poder de Dios está actuando. Ella es siempre activa y actúa. Es un llamado a la
esperanza para los sacerdotes, los catequistas y todas las personas
comprometidas en la pastoral.
Esto es importante porque muy a
menudo no vemos sino lo que muere, las iglesias vacías, el abandono de toda práctica
religiosa, los escándalos que parecieran hundir la Iglesia.
Nosotros olvidamos una cosa: las más
fuertes heladas de este invierno no le han impedido a la primavera llegar. Lo
mismo ocurre en la Iglesia. Es importante ver bien todo lo que germina y todo
lo que es signo de esperanza y de vida. Los cristianos que redescubren el
evangelio y se comprometen en la misión son cada vez más numerosos.
“Vayan entonces, hagan discípulos en todas las naciones, bautícenlos en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enséñenles a guardar todos los
mandamientos que les he dado”.
Hoy más que nunca, la Iglesia tiene
necesidad de nuestra unión al Señor. Es
en comunión con el Papa, nuestros obispos y todos los cristianos que podremos
ser testigos de Cristo Resucitado. No somos enviados a los buenos cristianos
sino a todos aquellos que no conocen a Cristo.
“Él es el Camino, la Verdad y la Vida”. Es por Él y con Él que
nuestra vida será también una ascensión hacia el Padre.
En una semana festejaremos Pentecostés,
la Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Este día, jóvenes y adultos
por todo el mundo van a recibir el Sacramento de la Confirmación. Nosotros los
recomendaremos en nuestras oraciones. Que el Espíritu de Dios los guie y nos
guie a todos hacia la Verdad total.
Nosotros viviremos estos 8 días
que nos preparan a Pentecostés como un tiempo de retiro. Que nuestra oración se
haga unánime: “Oh Señor, envía tu Espíritu
que renueve la faz de la tierra”. Amen.
Una
nueva presencia:
La Ascensión nos enseña antes que
nada a no poner las manos sobre Jesús. Cristo no es ya más visible ni
tangible para sus discípulos, Él escapa también a nuestras tomas o posiciones
posesivas y egoístas. Si Él esquiva nuestras garras o uñas, es para obligarnos
a creer en su nueva manera de estar presente (de hacer presencia).
Jesús montado en los cielos, nos
planta sólidamente en tierra. Nosotros somos en adelante, su única presencia al
lado de nuestros hermanos.
La Ascensión nos descubre el sentido profundo de la Eucaristía:
Jesús ya no esta mas a nuestro
lado puesto que Él quiere estar en o dentro de nosotros.
El ya no es más el compañero de
ruta, porque Él es nuestra fuerza para caminar.
Él no es más un compañero o amigo
al que se pueda abrazar y tocar, puesto que Él se convierte en nuestra vida,
Él no puede ya más ser visto
porque se convierte en nuestra mirada.
Él no es más nuestro amigo porque
ha llegado a ser nuestra fuerza de amar.
Él Ya no es más nuestro
interlocutor, puesto que ha devenido nuestra Palabra, más intima a nosotros
mismos que nosotros mismos.
Él nos precede en el corazón de
todos aquellos que pone sobre nuestra ruta (en nuestro camino).
EL mundo ha de poder contemplar
su rostro a través de nosotros, escuchar su mensaje a través de nuestras
palabras y nuestras vidas. Y sobretodo ellos deben descubrir en nosotros
cualquier cosa o indicio del amor apasionado por toda la humanidad. Es
importante que nuestro corazón sea cada vez más acorde y en armonía con su
ternura infinita por toda la humanidad. Entonces, no perdamos un minuto más. Es
a cada instante que hemos de irradiar esta luz que viene de Él.
Como los apóstoles, somos todos
enviados para testimoniar a Jesús Resucitado; pero el principal trabajo, es el
Él quien lo hace al interior del corazón de aquellos que escuchan su Palabra.
Acojamos la alegre misión que se
nos confía (da) en esta fiesta. “Vayan al
mundo entero. Proclamen la Buena Noticia (evangelio) a toda la creación…” Jesús
por nuestras manos, nuestros ojos, nuestros labios, nuestros pies y nuestro corazón,
quiere, por nosotros, continuar amando sin cesar, rencontrar y salvar a toda la
humanidad.
Volviendo al seno del Padre, con
todo su peso de carne y de humanidad, Jesús nos diviniza. EL nos hace compartir
el amor de Dios. Y con nosotros, todo el universo es transfigurado, porque
estamos compuestos de “polvo de estrellas”, según el titulo de un bello álbum del
astrofísico Hubert Reeves. El Papa San León escribió esta frase luminosa: “La Ascensión de Cristo
es nuestra promoción”.
En este gran cuerpo que forma el
Cristo total, la cabeza ya está en el cielo. Los miembros se benefician desde ya mismo de esta alegría
divina en la cual la cabeza (Cristo) se baña.
Es la fiesta de la esperanza…Puesto
que ahí donde la cabeza ha pasado, ahí también
el cuerpo pasará.
La misión puede comenzar. Ella es
la alegría de anunciar al mundo su más bello destino.
REFLEXIÓN (1)
No es raro que al final de una
eucaristía o en plena calle, o en alguna residencia de personas adultas a los
cuales soy invitado a menudo, se me hagan estas preguntas:
Como descubrir profundamente la
vida de Cristo?
Como dedicar tiempo a cada
momento, a cada faceta, a cada periodo, a cada evento de la vida de Jesús?
La respuesta es múltiple!
Con seguridad que podemos, tomar
la biblia y comenzando por el Génesis hasta el Apocalipsis, recorrer el Antiguo
o el Nuevo Testamento y ver cómo y
cuánto estos dos escritos se aclaran mutuamente y dejan entrever la presencia,
vida y misterio de Jesús.
Otro medio se nos ha sido ya
dado, es un medio muy simple: el rosario. Humildemente, esas pequeñas pepas o
granos (de pasta, madera, cristal o cualquier otro material) permiten, al
desgranarlos, redescubrir cada misterio, ya se trate de los misterios gozosos,
luminosos, dolorosos o gloriosos . Sin duda los conocen ya ustedes!
Si les hablo de los misterios
gozosos, ustedes me dirán que se trata de la Anunciación a María por el Ángel
Gabriel, después de la Visitación, del nacimiento de Jesús en Belén, la
presentación de Jesús en el Templo, o la perdida y hallazgo de Jesús en el
Templo a la edad de 12 años!
Si yo evoco con ustedes los
misterios gloriosos, saben que hablamos
de la Resurrección de Jesús, de su Ascensión al Cielo (la solemnidad que
festejamos hoy), la efusión del Espíritu Santo el día de Pentecostés que viviremos
en una semana, después la dormición y asunción (otro nombre para la ascensión)
de María al Cielo y finalmente la coronación de María en el Cielo.
Cada misterio que se nos presenta nos permite vivir más
íntimamente, en la contemplación, un momento de la vida de Jesús. Ello es una
riqueza, es una interioridad que podemos vivir más particularmente con Él.
Estos misterios expresan la misión misma de Jesús.
EL misterio que celebramos hoy
(el 2o Glorioso) es el de la ASCENSIÓN. Cada año con los niños del catecismo,
una pregunta es lanzada; una mano de levanta y el infante me demanda: “pero,
Padre, esto quiere decir que Jesús ha tomado el ascensor para subir al cielo?”
Yo respondo: “Si, es casi como eso!”
La ascensión del Señor es la
plenitud de su encarnación. San Atanasio que hemos celebrado al principio del
mes, recordaba con fuerza que “Dios se
hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios” Por la venida de Cristo al
mundo, toda la creación esta invitada a este encuentro profundo del amor del
Padre; esta llega a ser, y o se convierte en nuestra misión!
Este misterio de salvación del
ser humano comienza en Navidad, en la fiesta de la natividad, en el momento en
que Jesús desciende en nuestra humanidad. El misterio se profundiza en el escándalo de la cruz, donde el Hijo asume, carga con Él todas nuestras
tristezas, nuestras locuras…Él explota el día de Pascuas en Resurrección,
triunfo de la vida sobre la muerte, y él se realiza en fin en el misterio de la
Ascensión del Señor.
Volviendo al seno del Padre, con
todo su peso de carne y humanidad, Jesús nos muestra el camino y nos
“diviniza”. Él nos hace compartir el amor de Dios!
Hoy, Jesús es
llevado al cielo y se sienta a la derecha de Dios Padre; el Padre acoge a su
Hijo en la Gloria, y es la alegría del encuentro del Hijo y del Padre en el
Espíritu Santo.
Es una alegría a la cual podemos
ser asociados ya que Jesús nos ha precedido cerca del Padre en la Gloria. Es
esto lo que vivimos desde ya en la fe y la esperanza.
Las madres comprenderán sin duda lo que voy a
decir ahora: “cuando la cabeza ha pasado, el cuerpo también pasa!” La cabeza, es
Cristo y el cuerpo somos nosotros. Cuando la cabeza ha pasado, cuando la
cabeza, Cristo, está en el Cielo, nosotros también somos invitados, nosotros
que somos su cuerpo, a estar cerca de Él.
Si la ascensión es el deseo del
cielo, deseo que debe habitar toda vida cristiana, ella también inaugura o abre
la vida de la Iglesia. El evangelista Lucas no se equivoca al poner al final de
su evangelio, en cadena con el comienzo del libro de los Hechos de los Apóstoles, este momento de
la Ascensión. Los primeros versículos de los Hechos de los Apóstoles nos la
repiten: “Después de estas palabras, ellos lo vieron elevarse y
desaparecer ante sus ojos en una nube”.
La Ascensión del Señor es también
el momento cuando comienza el tiempo de la Iglesia, Iglesia en oración que
espera al Espíritu Santo, Iglesia que testimonia o testifica a Cristo entre su
partida hacia el Padre y su regreso
(segunda venida, la Parusía) en la Gloria al final de los tiempos. Es el tiempo
de audacia para los apóstoles y para entrar con anterioridad en el deseo de
Jesús de unirse a la humanidad para testimoniar el amor del Padre desde el
Cielo y de la Venida del Reino de Dios.
La invitación resuena aun hoy: “Vayan al mundo entero. Proclamen la Buena
Noticia a toda la Creación”. También hay una promesa que se te
hace esta tarde (mañana): “Ustedes recibirán una fuerza, la del Espíritu Santo
que vendrá sobre ustedes. Entonces, ustedes serán mis testigos en Jerusalén, en
toda la Judea y Samaria, y hasta las extremidades del mundo”…y esto implica
Bogotá, Cundinamarca, Colombia…Europa, África…, el mundo!
REFERENCIAS :
“Petit prions en Église”, édition
quebequoise 2012.
HÉTU, Jean-Luc. Les Options de
Jésus
Revue liturgique Feu Nouveau : Avec Saint Marc
(Claire Patier), « Lectures d’Evangile d’un vieux prêtre de Montpellier,
Otras fuentes.
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Gustavo Quiceno