« Siddhartha », « Demian »
y « Narciso y Golmundo », fueron personajes de la literatura que acompañaron
mi juventud y paso a la edad adulta.
La lectura de estos libros se dio
en mis años de formación a la vida sacerdotal en el Seminario. Época del
despertar a la vida espiritual pero también periodo de cuestionamiento de la
realidad circundante, de mi historia personal y descubrimiento del “otro”.
Junto al argelino-francés Albert
Camus (1913-1960), el escritor Herman Hesse (1877-1962) me ayudo con sus libros
a intentar comprender más mi existencia, a sumergirme en ella para valorarla y
cuestionarla, esas obras contribuyeron a acrecentar mi deseo de búsqueda y realización
entre lo sagrado y lo profano, lo espiritual y lo material.
Las novelas de Hesse narran las
epopeyas y gestas de seres humanos en búsqueda de sentido no con quieta
pasividad ni conformismo, sino pensando profundamente, entregados a diálogos mayéuticos
(el término es mio) caracterizados por
la sinceridad y la honestidad de quienes se esfuerza por encontrar su norte en
la vida, en medio de las dificultades y las pequeñas o grandes satisfacciones
(con visos de felicidad) que en ocasiones prodiga la existencia.
El interés por la obra de Hermann Hesse permanece intacto en Alemania cincuenta años después de su muerte, con nuevas publicaciones sobre uno de los escritores más amados y a la vez más despreciados de la literatura.
Herman Hesse moría un día como hoy el 9 de agosto de 1962, hace exactamente 50 años y aunque el mundo farandulero y sensacionalista haga más eco por estos días de la efemérides de la muerte de la diva MARILYN MONROE, es apenas lógico pienso yo, que no puede pasar desapercibido el aniversario 50 de la desaparición de uno de los mejores escritores del siglo XX.
Herman Hesse moría un día como hoy el 9 de agosto de 1962, hace exactamente 50 años y aunque el mundo farandulero y sensacionalista haga más eco por estos días de la efemérides de la muerte de la diva MARILYN MONROE, es apenas lógico pienso yo, que no puede pasar desapercibido el aniversario 50 de la desaparición de uno de los mejores escritores del siglo XX.
Nacido el 2 de julio de 1877 en
Calw (Wurtemberg), pequeño pueblo alemán al pie de la Selva-Negra, educado en
un ambiente de misioneros protestantes y destinado él mismo a ser pastor, él se
rebela, en su adolescencia, como lo hiciera Nietzsche, contra el pietismo y la
austeridad religiosa de sus padres.
Con 15 años, cuando sus padres
deciden de hacer de él un teólogo, él huye del Convento de Maulbron, donde lo habían
internado, escapara a todas las tentativas realizadas por sus padres que
buscaban volverlo traerlo de regreso al recinto de formación.
Trabaja durante un tiempo como
aprendiz de relojero, mecánico, anticuario y termina trabajando en una librería
de Tubinga, ciudad universitaria donde en adelante puede frecuentar un ambiente
intelectual y comenzar seriamente sus estudios de autodidacta. Leyó mucho, se
adentra en los escritores románticos alemanes como en los textos sagrados
orientales, antes de consagrarse enteramente a la literatura. Convertirse en
poeta era la sola ocupación que deseaba…Escribe poemas y en 1899 con 22 años publica
en Bale su primer obra, en ellos expresa una concepción netamente romántica del
mundo.
COMENTARIO DE “DEMIAN”
Su titulo original es ’Demian,
die Geschiste einer Jugend’’, publicado en 1919 cuando el autor tiene 42 años.
Demian es la historia de la
juventud de Emilio Sinclair.
En Alemania, antes de la Primera
Guerra Mundial, el adolescente Emilio Sinclair pertenece a una familia
acomodada, pero afronta una dura situación ya que en la escuela se ve expuesto
y sufre la maldad de un camarada, comete un robo, lo que lo excluye del clan. Pero
aparece Demian, un alumno mayor que él, un poco extraño, quien lo protege, lo
libera de la vergüenza. Éste le ensena gracias a una iniciación paradójica a
independizarse, a dudar de todo, a no seguir el ejemplo de sus padres, a separarse
de la sociedad para poderse encontrar, a hacer desaparecer de él el sentimiento
de exclusión y reclamar que él pertenece a la raza de los elegidos, portadores
del signo de Caín y que no tienen nada más que un objetivo en la vida:
exponerse simultáneamente a lo divino y a lo demoniaco, reconciliar en una sola
divinidad Dios y Satán, por una unión de contrarios, el cuerpo y el espíritu, a
atravesar el caos para merecer la realización de su propio destino: la vida de
cada hombre es un camino hacia si mismo. Sinclair pierde de vista por algunos años a Demian y
durante este tiempo experimenta una cierta confusión, teniendo mismo otro
tutor, el psicoanalista Pistorius. Pero él rencuentra Demian y al lado de este
y de su madre Eva, mujer fuerte, mitad masculina, donde los sexos se funden,
alcanza una plenitud que ni la misma guerra puede afectar.
COMENTARIO
La novela primero fue publicada
bajo el seudónimo de Emilio Sinclair. El nombre “Demian”, que le habría sido
dado a Hesse durante un sueño, no está exento de referirse al vocablo griego “daïmon”
: no es el demonio pero si “un Lucifer amigable de algún modo rehabilitado”.
Sinclair evidentemente es el “alter ego” del autor. Pasa de la infancia a la
adolescencia, de un mundo conocido a uno desconocido, de circulo ordenado,
apacible y seguro de su familia a las
tinieblas del mundo exterior. Es también y sobretodo el encuentro querido por
el destino, porque no habría azar en la vida, de una amistad que hace descubrir
al joven héroe una nueva familia, su familia espiritual, le hace conocer el
otro lado del mundo, el reverso de las cosas. La sola condición para que este
tipo de encuentro privilegiado se de, y que llega alguna vez a nuestra vida es:
ser o estar abierto, estar a la escucha de si mismo, receptivo ante los otros.
Estar a la escucha de si mismo, como Sinclair, es tener el coraje de enfrentar
sus cuestionamientos, ser consciente de sus propias búsquedas internas, de su
Yo profundo y de su esencia. Como dice el proverbio: “No se encuentra sino
aquello que se busca”. Y si no se busca nada…Al final del libro, Demian, quien
ha encontrado personas que como él buscan su luz interior, dice: “La verdadera misión de cada hombre es llegar
a ser él mismo…los hombres se refugian los unos cerca de los otros porque
tienen miedo los unos de los otros…en ocasiones cada quien es egoísta…y por qué
tienen miedo? Únicamente se tiene miedo cuando
no se está de acuerdo consigo mismo”. Como lo destaca Marcel Schneider en su
prefacio del libro: “Antes de descubrir un orden real (la verdadera realidad),
es necesario enfrentar y atravesar el caos”. El libro, novela de iniciación, de
formación, es aquel de las rupturas gracias a las cuales uno se descubre a si
mismo, mismo si hace falta pasar por el sufrimiento; de la oposición de la vida
burguesa al poderoso llamado de una religión nueva donde se reconciliarían los contrarios.
Algunos señalarían y verían con placer que este libro es una apología
de la homosexualidad.
La novela fue admirada por Thomas
Mann y veía en ella una gran novela educativa en la línea de Goethe, y conoció
un gran suceso entre los jóvenes de la Alemania después de la guerra.
Demian (fragmento)
" Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella.
Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con
ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía o creía saber, que una
estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era
amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema
vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle
y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche
estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y
ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dió unos pasos hacia
adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse
pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si
en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la
realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.
(...)
Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay
más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos
viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad
y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz
así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la
mayoría.
(...)
Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos a nuestra personalidad.
Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como
individual y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la
totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria de la
evolución hasta el pez y aún más allá, así llevamos en el alma todo lo que
desde un principio ha vivido en las almas humanas. Todos los dioses y demonios
que han existido, ya sea entre los griegos, chinos o cafres, existen en
nosotros como posibilidades, deseos y soluciones. Si el género humano se
extinguiera con la sola excepción de un niño medianamente inteligente, sin
ninguna educación, este niño volvería a descubrir el curso de todas las cosas y
sabría producir de nuevo dioses, demonios, paraísos, prohibiciones,
mandamientos y Viejos y Nuevos Testamentos. "
El Poder de la Palabra
epdlp.com
Obra
[editar]Novela
- 1900: Hermann Lauscher, El caminante (der Reisende)
- 1904: Peter Camenzind
- 1906: Bajo las ruedas (Unterm Rad)
- 1910: Gertrudis (Gertrud)
- 1914: Rosshalde (Roßhalde)
- 1915: Tres momentos de una vida (Knulp)
- 1919: Demian
- 1922: Siddhartha
- 1927: El lobo estepario (Der Steppenwolf)
- 1930: Narciso y Goldmundo (Narziß und Goldmund)
- 1932: Viaje al Oriente (Die Morgenlandfahrt)
- 1943: El juego de los abalorios (Das Glasperlenspiel)
[editar]Otros
- 1898: Canciones románticas (Romantische Lieder)
- 1899: Una hora después de medianoche (Eine Stunde hinter Mitternacht)
- 1908: Amigos (Freunde)
- 1910: La ciudad
- 1917: El europeo
- 1918: El cuento del sillón de mimbre
- 1919: Klein y Wagner (Klein und Wagner)
- 1920: El último verano de Klingsor (Klingsors letzter Sommer)
- 1922: Trágico
- 1923: Infancia del mago
- 1924: Compendio biográfico
- 1926: Rastro de un sueño
- 1928: Sobre El lobo estepario
- 1928: Parodia suabia
- 1929: El Rey Yu
- 1930: Edmund
- 1932: El pájaro
- 1942: Poemas
- 1946: La Ruta Interior
- 1946: Sobre la guerra y la paz
[editar]Premios
- 1906: Bauernfeld-Preis.
- 1928: Mejstrik-Preis der Wiener Schiller-Stiftung
- 1936: Gottfried-Keller-Preis
- 1946: Goethepreis der Stadt Frankfurt
- 1946: Premio Nobel de Literatura
- 1947: Doctor honoris causa por la Universidad de Berna
- 1950: Wilhelm-Raabe-Preis
- 1954: Orden Pour le mérite für Wissenschaft und Künste
- 1955: Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán
En 1946 y a la edad de 69 años,
Hermann Hesse recibió el Premio Nobel de Literatura y fue solo en ese momento cuando
fue reconocido por Alemania como uno de los suyos.
Murió en Montagnola el 9 de
agosto de 1962, rodeado de una estima universal.
Personalidad fuerte compleja,
torturado, marginal, ver delincuente, individualista convencido y quien
decepcionado por sus semejantes, vivio largo tiempo retirado, Hermann Hesse
rechaza las criticas de la moral, pero no consintió vivir sin una fe inmensa en
el ser humano y la sociedad: “EL hombre
ha logrado gobernar la Tierra, pero no es un buen gobernador. Pero los
despiertos, los hombres de buena voluntad, no deben menos dejar de cumplir su tarea, no por medio de
lecciones o de sermones, sino tratando de ver que su vida tiene un sentido, y cada quien
en la esfera o ambiente donde se encuentra”
Toda su obra de poeta, de
novelista, de ensayista, animada por una reflexión esencialmente metafísica y
religiosa, y estando impregnada de una
forma de cristianismo más místico que institucional, que a estar muy cercana del espiritualismo hindu,
fue un largo y paciente intento de
responder a estas preguntas: Cual es la clave del ser humano? Él no tiene más que
una sola vida, qué debe hacer? Él Predica
la armonía o el acuerdo del yo con la creación dentro de una intensa espiritualización
de lo cotidiano, el consentimiento del orden del mundo, preservando en todo, la
libertad interior, la conciliación de las aspiraciones del individuo y las
necesidades sociales.
Ultimo caballero del
romanticismo, pacifista integral y denunciador de la civilización tecnológica, conoció
una aventura póstuma sorprendente.
Fue por mucho tiempo ignorado,
porque según Romain Rolland, él era “demasiado eterno y la serenidad de su
forma y de su pensamiento para no ser
despreciado por las modas del momento; y muy despreciado por ellas por no
superar sus opiniones originales, en su ascético y noble retiro de Montagnola”
(prefacio de “Amok” de sthephan Zweig, 1926).
Pero él fue leído por la juventud
contestataria de los años sesenta y setenta, llego a ser el maestro a pensar de los “hippies”,
de los adeptos al psicodelismo, de los estudiantes de izquierda, aportándoles el
fermento anti materialista que les faltaba.
Hesse llegó a ser en Estados
Unidos el escritor europeo más leído después de un siglo. Sus obras tuvieron
entonces ediciones fenomenales.
Sin lugar a dudas un escritor que
recomiendo leer y analizar, porque sigue siendo actual para nosotros como
estamos en medio de un mundo y de una sociedad en búsqueda de sentido.
Frases de Hesse:
Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros.
Hay quienes se consideran perfectos, pero es sólo porque exigen menos de sí mismos.
Para que pueda surgir lo posible es preciso intentar una y otra vez lo imposible.
Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia.
Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros.
La práctica debería ser producto de la reflexión, no al contrario.
La divinidad está en ti, no en conceptos o en libros.
No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos.
Si no fuésemos algo más que
seres únicos, sería fácil hacernos desaparecer del
mundo con una bala de escopeta y no tendría ya sentido
contar historias. Pero cada hombre no es solamente él; también es el
punto único y especial, en cualquier caso
importante y curioso, donde, una vez
y nunca más, se cruzan los fenómenos del
mundo de una manera singular. Por eso la historia de cada hombre es importante,
eterna, divina, por eso cada
persona, mientras vive y cumple la voluntad de la naturaleza, es maravillosa y digna de toda
atención. En cada uno se ha encarnado
el espíritu, en cada uno sufre la criatura, en cada uno es crucificado
un salvador.
Pocos saben hoy qué es el
hombre. Muchos lo intuyen y por eso mueren más
tranquilos, como yo moriré cuando haya terminado de escribir esta
historia.
Mi historia no es agradable, no
es dulce y armoniosa como las historias inventadas, sabe a disparate y
confusión, a locura y sueño, como la vida de todos los hombres
que ya no quieren seguir engañándose a sí mismos.
La vida de cada hombre es un
camino hacia sí mismo, el intento de un camino,
el esbozo de un sendero. —Podemos entendernos
los unos a los otros; pero sólo nosotros nos podemos
interpretar.
LIBROS / MEDIO SIGLO DE SU MUERTE
Hermann Hesse, el lobo estepario de la literatura sigue plenamente vigente
Nuevas ediciones y biografías celebran al escritor nacido en Alemania, pero que se nacionalizó suiza, premio Nobel en 1946 y autor de obras cumbre de la literatura como «El lobo estepario» y «Siddhartha»
Día 09/08/2012 - 13.33h
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El interés por la obra de Hermann Hesse permanece intacto en Alemania cincuenta años después de su muerte, que se cumplen hoy jueves 9 de agosto, con nuevas publicaciones sobre uno de los escritores más amados y a la vez más despreciados de la literatura.
Hermann Hesse nació en Calw (Alemania) en 1877 y obtiene la nacionalidad suiza desde 1924, Hesse murió en Montagnola (Suiza) el 9 de agosto de 1962 dejando un legado literario con 140 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, de los cuales solo una sexta parte corresponde a las ediciones en alemán.
Junto a Thomas Mann y Stefan Zweig, Hesse es el autor de lengua alemana más leído hoy en día en el mundo. Las últimas cuatro décadas de su vida las pasó en Tesino (sur de Suiza) -donde escribió «El lobo estepario», «Siddhartha», «Narciso y Goldmundo» y «El juego de los abalorios». En Calw hay plazas y calles que llevan su nombre y, para conmemorar que ha pasado medio siglo desde su muerte, numerosos bancos públicos de la localidad lucen citas famosas del escritor: «La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla», o «Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia». Incluso hay un «Café Montagnola», que recuerda el amor que Hesse tuvo por el que fue su hogar y lugar de inspiración en Suiza.
Pero Hesse levanta pasiones y odios a diestra y siniestra. Sus enemigos veían al autor de «El lobo estapario» y «Siddhartha», en el mejor de los casos, como un escritor sensiblero y, en el peor, como un predicador de la destrucción de la civilización. El prestigioso crítico Marcel Reich-Ranicki sostiene que Hesse, al crear «Demian», escribió «un libro nazi sin darse cuenta». Curiosamente, décadas después, una de las apasionadas lectoras de ese libro sería Ulrike Meinhoff, una de las figuras emblemáticas de la banda terrorista de izquierdas «Fracción del Ejército Rojo».
Los defensores de Hesse, en cambio, suelen ver en sus obras parte de su propia autobiografía y una invitación a oír la voz interior de cada uno, lejos de dogmatismos e ideologías. Más que proteger la memoria de Hesse de sus críticos, algunos de sus recientes defensores parecen querer protegerlo de sus admiradores que lo convirtieron en una especie de líder espiritual.
Icono de una generación
Dos biografías -una de Heimo Schwilk y otra de Gunnar Decker- se acercan a la figura de Hesse y coinciden en su esfuerzo por cuestionar la imagen del autor de «El lobo estepario» como un icono de la generación contestataria de los sesenta.
Las dos biografías resaltan ante todo la última novela de Hesse, «El juego de abalorios», en la que se plantea una utopía en la que la realización personal es posible en la subordinación a un orden, lo que parece alejarse del tono rebelde de las otras obras de Hesse.
Hesse fue, desde el comienzo, un poeta y un escritor de la rebelión y la crisis pero también un escritor que aspiraba a la reconciliación. «Para nacer -escribió Hesse en "Demian", acuñando una de las frases más conocidas de su obra- hay que destruir un mundo».
El comienzo de la historia de la rebelión de Hesse contra su familia, contra la tradición protestante y contra las exigencias burguesas puede fijarse en su fuga del seminario de Maulbronn -ocurrida en marzo de 1892- con lo que abandona el camino que le habían trazado sus padres como pastor protestante.
Decker sostiene que la fuga no fue un acto planificado, ya que Hesse partió llevando solo bajo el brazo los libros que necesitaba para la siguiente clase. La fuga fue más bien, según Decker, «la decisión espontánea de no hacer lo que se esperaba de él sino seguir adelante sin saber a dónde iba a llegar».
Schwilk, al final de su libro sobre Hesse, sugiere que al término de su vida retorno al espíritu de Maulbronn de donde se había fugado y alude a «El juego de abalorios».
En 1898 Hesse logra publicar su primer libro de poesía -«Romantische Lieder» (Canciones románticas)- que envía a su madre, la cual reacciona con disgusto y subraya que algunos de los versos despiertan la sospecha de que «el amor no siempre es casto y puro».
Para la madre, el arte debía estar al servicio de la religión. Parte de la rebelión de Hesse será en contra de esa concepción del arte y por la misma época escribe a sus padres que desde hace tiempo tiene la convicción de que para el artista la estética debe ocupar el lugar de la moral.
Era «folletinesca»
Otro aspecto de la rebelión era el reconocimiento de los derechos del cuerpo y la materia. Todo ello sigue viéndose en sus libros posteriores como «Bajo la rueda» (1906), donde se hace un juicio sumario de la pedagogía tradicional alemana, y, sobre todo, en «Demian» (1919) y «El lobo estepario» (1927). Sin embargo, en medio de la rebelión Hesse está anhelando permanentemente también una forma de orden y de disciplina.
La novela de la reconciliación con un orden -un orden utópico, claro está- es «El juego de abalorios» (1947), concebida inicialmente como una respuesta al nacionalsocialismo y a lo que Hesse llamaba la «era folletinesca». Un año antes de su publicación había recibido el premio Nobel.
Hesse vivió 15 años más después de publicar ese libro, refugiado en su casa de Montagnola, su villa en Suiza donde pasó la segunda mitad de su vida y en la que colgó un cartel que prohibía las visitas. En el Tesino hay casi un olvido total de Hesse, hasta el punto de que el jardín de la Casa Rossa, lugar de inspiración del escritor para «El juego de los abalorios», está amenazado por un proyecto inmobiliario frente al que no han podido hacer nada legalmente por el momento varias peticiones ciudadanas.
Hesse era un «zucchino» -el apelativo que los suizos dan a los que llegan del norte- y le costó mucho tiempo ser aceptado. No fue hasta unas semanas antes de su muerte y quince años después de recibir el Nobel de Literatura (que no acudió a recoger) cuando Hesse recibió el reconocimiento de «ciudadano de honor».
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Gustavo Quiceno