martes, 2 de noviembre de 2010

7 de Noviembre del 2010: 32o domingo del Tiempo Ordinario C








EVANGELIO
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 20, 27-38

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:
-- Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.
Jesús les contestó:
-- En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.

Palabra del Señor
A proposito de la muerte:

El mes de noviembre , un gran numero de personas sobre todo catolicas-cristianas y muchos grupos indigenas latinos, lo dedican  a la memoria de los difuntos. Es una ocasion tambien propicia para detenernos a reflexionar un poco mas sobre la muerte y lo que hay mas alla.

Nosotros los sacerdotes y entre ambientes y comunidades que dicen aun profesar una fe y una devocion en un Dios misericordioso y trascendente, nos vemos continuamente enfrentados a tan misteriosa realidad, tan desconcertador momento y a veces “destino tragico” dificil de asimilar o de aceptar.

En un principio e idealmente los sacerdotes estamos llamados a ser pastores de consolacion , transmisores de esperanzas y fe en una vida mas alla de la muerte. Siendo “otros Cristos” por nuestros gestos sobretodo y con nuestra enseñanza hemos de contagiar como lo haría Jesus una conviccion profunda, una aceptacion en paz y sin demasiados cuestionamientos del evento más misterioso de la vida humana.

Pero evidentemente las cosas no siempre son asi. El sacerdote no contagia esperanza, el cura no consuela ni mucho menos transmite fe porque quizas es el primer esceptico ante las realidades post mortem.

Se suele decir y escuchar que “como se vive se muere”...y es cierto, esto es verdad a nivel personal individual y a nivel social y eclesial.

Mientras no se respete la vida y se le considere sagrada dificilmente podra haber sentimiento de perplejidad y o admiracion ante su contraria la muerte.


En un país como Colombia, hoy por hoy se respira una gran perplejidad y estupefaccion ante la insensibilidad por la vida y la abigarrada violencia , fruto de ello que muestra como hay una sociedad enferma, raquítica y cada vez menos creyente en el verdadero Dios (no en falsas imagenes hechas por hombres).

Con seguridad que algo anda mal, no es normal que se violen y asesinen niños y menos normal es que sus verdugos hayan sido formados en instituciones que en principio velan y defienden los valores de la vida, el honor y la dignidad como los militares.

No es normal que los verdugos de los ni.os sean hombres consagrados a vivir y velar por el cumplimiento de los mandamientos divinos como los sacerdotes.

No es normal que los niños sean presa y objeto de satisfacción pervertida y egoísta en manos de sus propios padres o familiares, que deberían por el contrario ser sus primeros escuderos e intachables guardianes de su sagrada integridad...

Repito, si la vida no se considera delicadamente sagrada menos lo será la muerte.

Hoy hay una aparente insensibilidad ante la muerte como lo es cierto que también hay poco interes por lo trascendente, lo que está más alla del mundo de los sentidos...

“Desde que el hombre abandonó la metafísica, no hay sino muerte”, decía Fernando Gonzalez. Y desde mis tiempos de seminario algún profesor había cambiado la palabra metafísica por trascendencia...A mi se me ocurre cambiarla por Dios.

De las escuelas y colegios poco a poco se ha sacado a Dios, si y esto ocurre y sigue ocurriendo al omitirse las ciencias de humanidades (como la filosofia, la Etica y los Valores y la educación religiosa). En muchos claustros si al menos se han abolido , su intensidad horaria es nimia (digamos una hora por semana). Y el profesor de Humanidades y o religión es casi siempre el menos indicado, el más ignorante en esas lides (un pringado como dirían los españoletes)  o el que menos horas de clase tenga y se le da esas horas  para rellenarle su horario...

Cuántos chicos sufren de incomunicación con sus padres y maestros, y  están embebidos y sumergidos en las drogas y el alcohol, los juegos virtuales, la vida disipada...que los lleva al sinsentido, al tedio y por ende al suicidio...Les falta sabiduría, les falta palabras de vida, de trascendencia...

"Este mundo está muy confundido", esta sociedad esta enferma y lo seguira estando mientras pretendamos “prescindir y o deshacernos de lo trascendente” que al final es lo que da sentido a nuestras vidas.

Pretender ignorar a Dios, hacer como sino existiese, vivir sin estar enraizado y en comunicación con Él es caminar indudablemente hacia la perdición, hacia el sinsentido , hacia el suicidio.


Y a veces se justifica la lucha contra Dios, se pretende no nombrarlo y tenerlo en cuenta poco,  bajo el justificativo de la construcción de la sociedad laica o Estado laico, libre y autónomo...qué insensatez e ignorancia buscar lo fundamental, pretender ser libres y actuar con independencia sin un faro o un guía que lleven a feliz destino.

Quieren que les diga algo? Y creo que esto era lo que pretendia decirnos el famoso escritor suizo aleman Herman Hesse (PNL),  palabras mas , palabras menos :” el dolor, las enfermedades, el sufrimiento, la muerte no estan ahi para mitigarnos o amilanarnos, sino al contrario para fortalecernos y templar nuestro ser...”

Quizás la mayoria de las veces nos haga falta sufrir verdaderamente para encontrarnos el verdadero rostro y o esencia de Dios y de paso trascender y darle mas valor y estima a la vida .  Misteriosamente el dolor y la fe van unidos, como deben ser inseparables en su sentido sagrado la vida y la muerte.

Cuando estamos en la prosperidad, cuando en todo nos va bien, y "ni nos duele una muela" , es raro que nos acordemos de Dios, de darle gracias, de ser concientes de que nada hemos recibido gratuitamente, que todo es un don, un regalo...

Pero casi siempre cuando llega el sufrimiento, una enfermedad inesperada, un suceso terrible (accidente, ruina economica, desatre natural) ahi si quizas nos acordemos de Dios para pedirle ayuda...

La mejor muestra de todo esto es la vejez, cuando comenzamos a quedartnos solos, a experimentar la inutilidad, el olvido y la indiferencia, cuando presentimos cerca la muerte, ahi si nos mostramos más comunicativos y en relación con Dios (por eso los mayores en los países hoy por hoy descritianizados, son quienes más frecuentan los templos católicos ).

Pero en algunas personas puede ocurrir algo totalmente diferente a lo que expongo en los parafos anteriores. Hay personas y sociedades que por su misma prosperidad, su mismo situación holgada y asegurada, y  que les permite darse la “vida buena de Pachás” y saborear desde esta tierra “el cielo y el paraiso” , a su entender les hace pensar o creer que eso de los cielos y la tierra nueva del Apocalipsis, eso del cielo y la vida feliz eterna más alla, despues de la muerte , es pura carreta que porque el cielo comienza acá y Dios premia sólo acá  ...Más allá no hay nada...

Y  en parte tienen razón en lo que dicen...El cielo o el infierno lo empezamos a construir desde acá, desde la tierra...Pero no creer o suprimir  definitivamente  un destino supraterreno es insensato. Y ese fue el caso que nos presenta el evangelio de este domingo:

Los saduceos eran los más conservadores en el judaísmo de la época de Jesús. Pero sólo en sus ideas, no en su conducta. Tenían como revelados por Dios sólo los primeros cinco libros de la Biblia, los que ellos atribuían a Moisés. Los profetas, los escritos apocalípticos, todo lo referente por tanto al Reino de Dios, a las exigencias de cambio en la historia, a la otra vida, lo consideraban ideas “liberacionistas” de resentidos sociales. Para ellos no existía otra vida, la única vida que existía era la presente, y en ella eran los privilegiados; por eso, no había que esperar otra.
A esa manera de pensar pertenecían las familias sacerdotales principales, los ancianos, o sea, los jefes de las familias aristocráticas y tenían sus propios escribas que, aunque no eran los más prestigiados, les ayudaban a fundamentar teológicamente sus aspiraciones a una buena vida. Las riquezas y el poder que tenían eran muestra de que eran los preferidos de Dios. No necesitaban esperar otra vida. Gracias a eso mantenían una posición cómoda: por un lado, la apariencia de piedad; por otro, un estilo de vida de acuerdo a las costumbres paganas de los romanos, sus amigos, de quienes recibían privilegios y concesiones que agrandaban sus fortunas.
Los fariseos eran lo opuesto a ellos, tanto en sus esperanzas como en su estilo de vida austero y apegado a la ley de la pureza. Una de las convicciones que tenían más firmemente arraigada era la fe en la resurrección, que los saduceos rechazaban abiertamente por las razones expuestas anteriormente. Pero muchos concebían la resurrección como la mera continuación de la vida terrena, sólo que para siempre.
Jesús estaba ya en la recta final de su vida pública. El último servicio que estaba haciendo a la Causa del Reino -en lo que se jugaba la vida-, era desenmascarar las intenciones torcidas de los grupos religiosos de su tiempo. Había declarado a los del Sanedrín incompetentes para decidir si tenían o no autoridad para hacer lo que hacían; a los fariseos y a los herodianos los había tachado de hipócritas, al mismo tiempo que declaraba que el imperio romano debía dejar a Dios el lugar de rey; ahora se enfrentó con los saduceos y dejó en claro ante todos la incompetencia que tenían incluso en aquello que consideraban su especialidad: la ley de Moisés.

La posición de Jesús en este debate con los saduceos puede sernos iluminadora para los tiempos actuales. También nosotros, como sociedad culta que actualmente somos, podemos reaccionar con frecuencia contra una imagen demasiado fácil de la resurrección. Cualquiera de nosotros puede recordar las enseñanzas que respecto a este tema recibió en su formación cristiana de catequesis infantil, la fácil descripción que hasta hace 50 años se hacía de lo que es la muerte (separación del alma respecto al cuerpo), lo que sería el juicio particular, el juicio universal, el purgatorio (si no el limbo), el cielo y el infierno... La teología (o simplemente la imaginería) cristiana, tenía respuestas detalladas y exhaustivas para todos estos temas. Creía saber casi todo respecto al más allá y no hacía gala precisamente de sobriedad ni de medida. Muchas personas «de hoy», con cultura filosófica y antropológica (o simplemente con «sentido común actual») se ruborizan de haber creído semejantes cosas, y se rebelan, como aquellos saduceos coetáneos de Jesús, contra una imagen tan plástica, tan incontinente, tan maximalista, tan segura de sí misma. De hecho, en el ambiente general del cristianismo, se puede observar un prudente silencio sobre estos temas otrora tan vivos y hasta discutidos. No hablamos ya de los difuntos -en el acompañamiento a las personas con expectativas próximas de muerte, o en las celebraciones en torno a la muerte- de la misma manera que hace unas décadas. Algo se está curvando epistemológicamente en la cultura moderna, que nos hace sentir la necesidad de no repetir sin más lo que nos fue dicho, sino de revisar y repensar lo que podemos decir/saber/esperar.

Como a aquellos saduceos, tal vez hoy Jesús nos dice también a nosotros: «no saben ustedes de qué están hablando...». Lo que sea el contenido real de lo que hemos llamado tradicionalmente «resurrección» no es algo que se pueda describir, ni detallar, ni siquiera «imaginar». Tal vez es un símbolo que expresa un misterio que apenas podemos intuir pero no concretar. Una resurrección entendida directa y llanamente como una «reviviscencia», aunque sea espiritual (que es como la imagen funciona de hecho en muchos cristianos formados hace tiempo), hoy no parece sostenible, críticamente hablando.

Tal vez nos vendría bien a nosotros una sacudida como la que dio Jesús a los saduceos. Antes de que nuestros contemporáneos pierdan la fe en la resurrección y con ella, de un golpe, toda la fe, sería bueno que hagamos un serio esfuerzo por purificar nuestro lenguaje sobre la resurrección y por poner de relieve su carácter mistérico. Fe sí, pero no una fe perezosa y fundamentalista, sino seria, sobria, crítica, y bien formada.


 referencia bibliografica:



lunes, 1 de noviembre de 2010

1o de NOVIEMBRE DIA DE TODOS LOS SANTOS



 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 5, 1-12a



En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron los discípulos; y él se puso a hablar, enseñándolos:

-- Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos lo que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Palabra del Señor



COMENTARIO


EL CÓDIGO DE FELICIDAD DE JESÚS Y DE LOS SANTOS


  
El corazón de la enseñanza de Jesús está en lo que llamamos “las bienaventuranzas” o dichas, que no es más que un código de felicidad al estilo de Jesús. No es un código moral, no es un conjunto de normas, ése no es el estilo de Jesús. Si intentamos entenderlo bien, habría que mejorar la traducción.



“Bienaventurados” es una palabra que ha perdido su significado de “dichoso” o “feliz”. Hoy llamamos ”bienaventurado” al ingenuo que se lo cree todo. La expresión “pobre de espíritu” se aplica a los apocados. La palabra “manso” es peyorativa, lo opuesto a “bravo”. Pero no quieren decir eso, y ya es hora de que traduzcamos las palabras de Jesús a nuestro idioma, no al de nuestros tatarabuelos, quizá por un falso respeto, una miope fidelidad el texto (¡pero no a su significado real y actual!)





Cuando Jesús hace estas exclamaciones está profesando su fe en una felicidad sorprendente y antagónica a nuestro concepto normal de felicidad. Aventurando una traducción más significativa podríamos quizá decir:





“¡Cuánto más felices seríais si no necesitarais tantas cosas, si no os fiarais tanto de tener y consumir!”


“¡Cuánto más felices seríais si vuestro corazón no fuese violento!”


“¡Cuánto más felices seríais si aprendierais a sufrir!”


“¡Cuánto más felices seríais si tuvierais hambre de un mundo justo!”


“Cuánto mas felices seríais si aprendierais a perdonar!”


“¡Cuánto más felices seríais si tuvierais un corazón transparente!”


“¡Cuánto más felices seríais si trabajarais por la paz!”


“Y si tenéis que sufrir algo por ser así, ¡mucho más felices todavía!” 





Éste es el código de felicidad de Jesús. Un código completamente absurdo, que niega los valores normales de nuestra sociedad. Nosotros ponemos la felicidad en poseer y disfrutar, en imponernos sobre otros, en no sufrir absolutamente nada, en no meternos en los líos de los demás, en pedir cuentas, en disimular, en desentendernos del dolor del mundo… y siguiendo esta lógica hemos construido un mundo inhabitable y hemos conseguido (a veces y para muy pocos) un mundo inhabitable, lleno de infelicidad.





Está extraordinariamente bien elegida esta lectura para la fiesta de Todos los Santos. Celebramos a todos aquellos que aceptaron el código de felicidad de Jesús, les rendimos homenaje, reconocemos que son ellos, no nosotros, los que tienen razón, los que aciertan, los que trabajaron eficazmente por una humanidad mejor… y los que fueron más verdadera y completamente felices.





Y, como siempre, todo esto termina en la palabra “misión”. La misión de Jesús fue dejar claro cómo es Dios y cómo es su sueño sobre sus hijos. La misión de Jesús fue poner en marcha ese sueño. Nosotros, los que decimos que creemos en Jesús, hemos aceptado continuar con su misión, trabajar por su sueño. Para eso, antes hemos de creérnoslo, hemos de hacer nuestro su código de felicidad.





Y hoy celebramos, agradecidos a los que antes de nosotros le creyeron y nos demostraron que es posible, satisfactorio, vivir al estilo de Jesús construyendo el Reino, el sueño de Dios.



Autor
José Enrique Galarreta


Tomado de 


http://betania.es




domingo, 31 de octubre de 2010

Mi semblanza del Padre "Polito"


APOLINAR  DE JESUS CUARTAS SANCHEZ. Pbro.

Nació en Amagá, el 10 de diciembre de 1914. Hijo de Antonio Cuartas y de Luisa Sánchez. Sacerdote del Seminario de Misiones de Yarumal, donde se ordenó en 1942.
Profesor del Seminario. Párroco de Puente Aranda, en Bogotá. Maestro de Novicios. Cofundador de la revista “Seminario de Misiones”.
Autor del vals San Miguel, dedicado a Monseñor Miguel Ángel Builes. Además de trisagios y otras obras para orfeón.
                                                          
(del diccionario biográfico de antioquenos)





**** 
Le decíamos cariñosamente “Polito” que en principio provoca la imagen de “algo frio” o aislado, pero nada más lejos de ello porque el padre Apolinar (de las tres primeras silabas de su nombre, de ahí alguien deduciría  su mote en  diminutivo) fue un hombre cálido, amante de la relación, de la conversación y la comunión con sus hermanos, con la gente.


Cuando ingresé al seminario de Misiones en 1988 el padre Apolinar de Jesús  Cuartas  Sánchez (1915-2010) compartía sus conocimientos en Derecho Canónico con los teólogos de los 3 cursos superiores. Nosotros los filósofos o seminaristas inicialistas solo lo veíamos furtivamente y o lo saludábamos cuando caminaba por los corredores  o lo veíamos en la Casa de Emaús , su residencia en  los últimos años.

Para ese tiempo “Polito” frisaba los 75 años y a pesar de su voz medio chillona y aguda, y su lento  y pausado hablar no podía dejar de ser seductor y arrobador con sus conversaciones, sus “tiros” y pequeñas anécdotas (casi siempre jactanciosas)  relativas a su vida misionera y a sus conocimientos en lo jurídico-eclesial.


Junto al ya resucitado Padre Gilberto Gallo “Gallito” , el padre Apolinar eran por ese tiempo, nuestros viejos guía y paradigma de sacerdocio misionero. Yo recibí clases de “Gallito”  más del padre Cuartas nunca fui alumno, pero ello no me impidió entrar en contacto algunas veces con él.


Como bien anota Melco (padre Melquisedec Sánchez), el padre Apolinar nos llamaba a todos los seminaristas y quizás a algunos sacerdotes por el apellido, a mí me decía Quiceno y creo que lo vería por última vez en el año 2002.


Con Marceliano Serrato, mi compañero  acá, recordamos algunas cosillas referentes a “Polito” y quiero remarcarlas con el ánimo de expresar mi reconocimiento al hombre, al hermano, el misionero, amigo y maestro de todos los Misioneros de Yarumal:


Bien sabemos que era tío de uno de los personajes más representativos y emblemáticos de la vida socio-política de nuestro país: Belisario Betancur Cuartas, sobrino por la parte de su hermana Ana Otilia. Y además del gran orgullo y fiereza que sentía por ser servidor misionero de Dios, dejaba ver socarronamente su jactancia , “pequeña vanagloria” como anota también Melco, por ser pariente del ex presidente de Colombia. Recuerdo que una vez después de haber salido de convalecencia le pregunte como la había pasado (aunque no recuerdo exactamente si le pregunte por su sobrino ilustre)  y me dijo que “por acá ha venido Belisario a darme un saludito, pero no se pudo demorar mucho por sus ocupaciones”… Lo cierto es que las visitas de Belisario a la casa donde residía en Medellín, eran todo un evento por el interés que se despertaba ante su presencia, aun después de haber dejado la presidencia… En su interior y exagerando con simpatía su  ánimo de vanagloriarse, podríamos decir que Polito decía: “Yo soy el tío de Belisario y Belisario puede decir con orgullo yo soy sobrino del Padre Apolinar Cuartas”, je,je.


“Polito” también se vanagloriaba de conocer de cabo a rabo el libro de Código de Derecho Canónico. Decía (y era cierto) conocer de memoria cada uno de los artículos y comentarios  y con solo decirle un número pasaba a explayarse ampliamente sobre el tema.  En su docencia y la hora de transmitir sus conocimientos dicen que era bastante práctico sólo insistía e invitaba a profundizar a los alumnos en los que él consideraba eran los artículos y parágrafos mas importantes y esenciales, “lo otro - decía – muchachos no les va servir para mucho…”


Visto que él trabajaba en el Tribunal Eclesiástico de la Curia en Medellín, de vez en cuando en las clases o en las conversaciones espontáneas en las horas de solaz y descanso se ufanaba de sus erudición  en el Derecho canónico que nos decía a cada rato, palabras más, palabras menos  “Allá en el tribunal eclesiástico me preguntan y hasta me proponen los casos más difíciles a resolver por que  los otros  no saben qué hacer…”


Y otra pequeña historia para finalizar: en el 2002 , recién ordenado esperaba en la Casa de Emaús hasta que se diera mi viaje para Bélgica y recuerdo que “Polito” sin preguntárselo me dijo entre otras cosas:  “ese muchacho que llaman “Quijote” (padre  Juan Solórzano  ) no ganaba Derecho Canónico, respondió mal el examen, yo ahí por salvarlo , pues sabía que estaba nombrado para ir a Asia le coloque un 3…”


Y no pretendo hacer quedar mal acá a mi hermano y amigo Juan Solórzano, pues hasta la historia la hemos compartido riendonos , juntos acá en Canadá el año pasado…jeje


Todo esto no es más que el fruto del deseo de hacer un pequeno homenaje , pero un gran reconocimiento a un excelente ser humano, hombre de Dios, misionero fiel, profesor emérito, jurista practico, y mùsico discreto (pues confieso no sabia mucho de su aficion y talento musical).


Ha resucitado esta mañana, próximo a los 96 años  nos ha dejado…sabemos que el padre “Polito” había sufrido muchas intervenciones quirúrgicas en los últimos años  (tanto que jocosamente el padre Guillermo Bedoya, coordinador de la casa de Emaús en el 2006, solía decir que “el padre Apolinar tenía más operaciones que el álgebra de Baldor”)…Y seguramente que èl tambien reiría con esta ocurrencia.


Se ha ido un hombre de excelente sentido del humor, de inmensa calidad humano-espiritual.


Mis oraciones y solidaridad para con todos mis hermanos javerianos de Yarumal  y la familia del padre Apolinar.


Desde el cielo intercede por nosotros padre,  “Polito”. Amen.


P. GUSTAVO QUICENO JARAMILLO. mxy

BIBLIOGRAFIA:

DICCIONARIO BIOGRAFICO DE ANTIOQUENOS:



viernes, 29 de octubre de 2010

EN LOS 100 ANOS DE LA MUERTE DE JEAN HENRY DUNANT: EL FUNDADOR DE LA CRUZ ROJA INTERNACIONAL (2)


viernes 29 de octubre de 2010

Tomado de :
BLOG DEL CUENTADOR

CUALQUIER OTRA COSA / HENRI DUNANT


 “Lo que un hombre puede hacer es soñar 
Lo que un hombre puede hacer es amar 
Lo que un hombre puede hacer es cambiar el mundo 
Y hacer que sea de nuevo joven 
Aquí ves lo que un hombre puede hacer”. 
 Traducción mía de un extracto de la canción “What one man can do” de John Denver.
    

Mi tío Talabarto me dijo un día que cambiar el curso de un río era una cosa relativamente sencilla. Yo le dije que no, que ello era más bien una tarea titánica y él me apostó un almuerzo a que podía hacerse en un muy poco tiempo, si yo tenía bien a acompañarlo. Acepté la apuesta y entonces fuimos a un río; al llegar, mi tío me pidió que intentara mover yo solo una piedra del tamaño de un baúl grande que se encontraba cerca del agua. Hice el esfuerzo, pero no pude; entonces él me ayudó a moverla y luego me indicó que entre los dos la trasladásemos justo hasta la orilla del río. El agua que pasaba por ahí se desvió ligeramente a causa de la nueva piedra. El almuerzo de ese día es uno de los que he pagado con mayor gusto en mi vida.

Mañana 30 de Octubre se cumplirán 100 años de la muerte de Henri Dunant (en la ilustración a la izquierda de este párrafo), un activista suizo a favor de la causa humanitaria cuyos postulados sirvieron para la creación de la Cruz Roja Internacional y de los Acuerdos de Ginebra. En 1901 Dunant recibió, en conjunto con el pacifista francés Frédéric Passy, fundador de la Liga de la Paz, el primer premio Nobel de La Paz de la historia.

Conozco –porque además estoy casado con una humanitaria– algo de la influencia que han tenido los planteamientos de Dunant en el mundo; considero también que infortunadamente, todavía se ignora mucho sobre cuánto la Cruz Roja Internacional y otras organizaciones han hecho por aliviar el sufrimiento de tantos. Creo que vale la pena insistir en el tema.

No será suficiente un breve artículo de blog para hablar como es debido, sobre este hombre y su visión, pero contemos al menos que durante un viaje de negocios, el 24 de Junio de 1859, Dunant pasó por Solferino, población al norte de Italia, justo después de una sangrienta batalla de 9 horas en la que los ejércitos de Francia y Cerdeña derrotaron al ejército austríaco. Alrededor de 38.000 hombres muertos y heridos yacían después en el campo sin recibir prácticamente ninguna asistencia.

Frente a tal horror, Henri Dunant decidió organizar en lo posible a la población cercana, en su mayoría mujeres y chicas jóvenes, a fin de asistir a los heridos, sin importar de qué bando formaban parte. En tanto la población carecía de recursos, él mismo organizó la compra de materiales y ayudó a levantar hospitales de campaña. Aparentemente no hablaba italiano, de manera que mientras auxiliaba insistía en dos palabras: “Tutti-Fratelli” (Todos hermanos) que aprendió de sus colaboradoras. La frase aún identifica hoy a los socorristas, cuyo día se celebra cada 24 de Junio en recuerdo de aquel esfuerzo.

De regreso en Ginebra, Dunant escribió el libro “Recuerdo de Solferino”, que publicó con sus propios medios en 1862. En él relata su experiencia en aquel campo y propone crear una organización neutral que asista a los soldados heridos. Dunant promueve luego su idea en Europa y el 3 de Febrero de 1863, Gustave Moynier, entonces presidente de la Sociedad Ginebrina para el Bienestar Público, decide tratar el asunto en una reunión. Se crea así un comité de cinco personas, Dunant entre ellas, cuya primer encuentro oficial se realiza el 17 de Febrero de 1863, fecha considerada como la de la fundación del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Un libro que nació a raíz del encuentro más bien fortuito de un negociante suizo con la guerra y en el que tal vez el autor quería exorcizar las atrocidades que observó, se traduce hoy en 186 sociedades nacionales dedicadas a ofrecer entre otros, servicios de apoyo en rescate de accidentes, emergencias o catástrofes, programas sanitarios y sociales, y asistencia a personas afectadas por guerras y conflictos.

Yo he tenido la suerte de compartir una parte de mi vida con voluntarios. Me he encontrado con gente angustiada ante las complejidades del mundo que quisieran cambiar todo de una buena vez, pero que viendo ejemplos como el de personajes como Ghandi, Martin Luther King o Nelson Mandela, sienten que lo que hacen no es suficiente.

Cierto es que a veces surgen personas capaces de aglutinar a su alrededor una fuerza tal que modifica algo para siempre. Pero estos casos son excepciones fundamentales a una regla que dice que las iniciativas menores, sostenidas en el tiempo, trasforman al mundo mucho más que una acción puntual, por espectacular que esta sea. Creo firmemente que el conjunto de simples decisiones diarias que toman los ciudadanos con el propósito de hacer que al menos una parcela de este mundo sea mejor, si se mantienen en el tiempo, tiene más impacto que cualquier otra cosa.

Estoy seguro de que prácticamente ninguno de los colosos cuyos ejemplos pueden llegar hasta a abrumar, hicieron lo que hicieron con el objetivo de convertirse en tales. Eso sí, escogieron un área específica de insatisfacción sobre la que sentían que valía la pena intentar una mejora, le dedicaron una buena cantidad de energía y fueron capaces de sostenerse en ello en el tiempo. En cualquier caso, tampoco lo hicieron en solitario; cuando ponemos el foco en la visión que aportaron, corremos el riesgo de olvidar que otros los acompañaron.

Permítame entonces una sugerencia final: si usted siente que hay un dominio específico en el cual cree que sería valioso mejorar, en el que usted puede aportar algo y al puede dedicar una parte de su tiempo sin afectar demasiado otras áreas importantes de su vida, no se amilane ante modelos ilustres, que el planeta está repleto de otros más sencillos y modestos, pero cuya sumatoria es al final mucho más grande e importante. Son muchos los ríos cuyo curso puede ser cambiado y además, como decía mi tío Talabarto, si arreglásemos TODAS las cosas que no marchan bien en el mundo, ¿qué dejaríamos para los que vienen?

El mismo Henri Dunant nos ayuda al respecto cuando en “Recuerdo de Solferino” dice: “Un llamamiento de esta índole se dirige tanto a las damas como a los caballeros, tanto a la princesa sentada en los peldaños de un trono como a la humilde sirvienta huérfana y abnegada, o a la pobre viuda sola en la tierra, y que desea dedicar sus últimas fuerzas a aliviar los sufrimientos de su prójimo; se dirige tanto al general o al mariscal de campo como al filántropo y al escritor que puede, desde su despacho, divulgar, en sus publicaciones, una cuestión que afecta a toda la humanidad y, en un sentido más restringido, a cada pueblo, a cada comarca, incluso a cada familia, dado que nadie puede considerarse invulnerable contra los avatares de la guerra”.

Sirvan los 100 años de la desaparición de Dunant para saludar los próximos 100 años de iniciativas ciudadanas cotidianas que se llevan silenciosamente a cabo en todas partes del mundo. Si usted es parte de alguna de ellas, reciba también mis felicitaciones. Todos podemos hacer algo, pero recuerde que mover una piedra es no sólo más fácil si lo hacemos con otra persona, sino también más divertido.

EN LOS 100 ANOS DE LA MUERTE DE JEAN HENRY DUNANT: EL FUNDADOR DE LA CRUZ ROJA INTERNACIONAL


Si , un día como hoy el 30 de octubre de 1910 registran las enciclopedias y la efemérides histórica que moría HENRI DUNANT, el suizo filántropo y por ello hombre muy sensible que reflexionaría a partir de la guerra de Solferino, la que contemplaría un poco sin participar de lleno,   y al ver el horror y la situación de los combatientes heridos convencería a los líderes y gobernantes de su tiempo para fundar LA CRUZ ROJA INTERNACIONAL.

Y me ha parecido muy raro, digo extrañado que google, el famoso motor de búsqueda que nos tiene habituados a sus “doodles” ( es decir logos o dibujo conmemorativo) no haya ideado uno para este dia y hacer homenaje a Dunant y a la Cruz Roja Internacional que tanto ha ayudado durante mas de un siglo a la humanidad con su labor filantrópica y médica.


Jean Henry Dunant o también escrito, Jean Henri Dunant (Ginebra, 8 de mayo de 1828 - Heiden, Suiza, 30 de octubre de 1910) fue un hombre de negocios suizo, filántropo y activista en favor de la causa humanitaria, cuya labor fue reconocida internacionalmente con el primer Premio Nobel de la Paz junto con Frédéric Passy en 1901.

Dunant fue testigo durante un viaje de negocios en 1859, de las secuelas de la batalla de Solferino en Italia, cuyo impacto le llevó a escribir sus memorias y experiencias en el libro Un recuerdo de Solferino en el que reclamó la creación de un cuerpo de voluntarios para socorrer a los heridos de guerra. Esta petición sirvió más tarde para la fundación de la Cruz Roja Internacional. En 1864, la Convención de Ginebra fue adoptada en base a algunas de los postulados humanitaristas de Dunant.

La cruz roja también es el emblema inicial del Movimiento, inversa de los colores de la Bandera de Suiza, en reconocimiento a sus fundadores y su neutralidad. La cruz roja, junto con la media luna roja y el cristal rojo sobre fondo blanco, son emblemas humanitarios reconocidos oficialmente por casi la totalidad de países del mundo y su uso está enmarcado en el Derecho Internacional Humanitario, por lo que deben ser respetados en toda circunstancia, para que se puedan desarrollar las labores humanitarias en los desastres y conflictos armados.

LA CRUZ ROJA sería un grupo humanitario de voluntarios que se preocuparían siempre en tiempos de guerra, calamidades y o  desastres de proteger , asistir, curar  y o auxiliar hombres y mujeres con total imparcialidad, es decir sin mirar partidos, religiones, razas ni ningún tipo de diferencia cultural.

No es seguro que el símbolo de la cruz roja tenga en principio inspiración religiosa, así tampoco la media luna roja (versión de la cruz roja para los países de Oriente Medio, y musulmanes) ni  el cristal rojo (pensado originalmente con la idea de la estrella de David roja para los judíos).

Principios fundamentales:

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja realiza su labor bajo siete principios fundamentales que rigen las actuaciones de esta organización, creando un vínculo de unión entre las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, el CICR y la FICR.

Los Principios Fundamentales garantizan la continuidad del Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y su labor humanitaria.

Humanidad: El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, al que ha dado nacimiento la preocupación de prestar auxilio, sin discriminación, a todos los heridos en los campos de batalla, se esfuerza, bajo su aspecto internacional y nacional, en prevenir y aliviar el sufrimiento de los hombres en todas las circunstancias. Tiende a proteger la vida y la salud, así como a hacer respetar a la persona humana. Favorece la comprensión mutua, la amistad, la cooperación y una paz duradera entre todos los pueblos.

Imparcialidad: No hace ninguna distinción de nacionalidad, raza, religión, condición social ni credo político. Se dedica únicamente a socorrer a los individuos en proporción con los sufrimientos, remediando sus necesidades y dando prioridad a las más urgentes.

Neutralidad: Con el fin de conservar la confianza de todos, se abstiene de tomar parte en las hostilidades y, en todo tiempo, en las controversias de orden político, racial, religioso e ideológico.

Independencia: El Movimiento es independiente. Auxiliares de los poderes públicos en sus actividades humanitarias y sometidas a las leyes que rigen los países respectivos, las Sociedades Nacionales deben, sin embargo, conservar una autonomía que les permita actuar siempre de acuerdo con los principios del Movimiento.

Voluntariado: Es un movimiento de socorro voluntario y de carácter desinteresado.

Unidad: En cada país sólo puede existir una Sociedad de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja, que debe ser accesible a todos y extender su acción humanitaria a la totalidad del territorio.

Universalidad: El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en cuyo seno todas las Sociedades tienen los mismos derechos y el deber de ayudarse mutuamente, es universal.

Misión del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y Media Luna Roja:

Prevenir y aliviar, en todas las circunstancias, los sufrimientos humanos.

Proteger la vida y la salud y hacer respetar a la persona humana, en particular en tiempo de conflicto armado y en otras situaciones de urgencia.

Tratar de prevenir las enfermedades y promover la salud y el bienestar social.

Fomentar el trabajo voluntario y la disponibilidad de los miembros del Movimiento, así como un sentimiento universal de solidaridad para con todos los que tengan necesidad de su protección y de su asistencia.

Actividades de las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y Media Luna Roja

Cada Sociedad Nacional de la Cruz Roja, como auxiliar del estado en el ámbito humanitario tiene funciones acordes a las necesitades del país o responsabilidades que otorgan los estados y estas pueden ser:

Promoción de los principios fundamentales y valores humanitarios

Campañas de prevención de enfermedades.

Mensajes familiares y mensajes de buena salud.

Campañas para promover el respeto a la diversidad y la dignidad humana, reducir la intolerancia, la discriminación y la exclusión social.

Apoyo a las áreas de juventud.

Intervención en casos de desastre

Búsqueda y rescate.

Atención pre hospitalaria.

Abastecimiento de agua.

Alojamiento temporal.

Preparación para desastres.

Campañas de recolección de ropa, juguetes y alimentos.

Solicitud de medicamentos.

Capacitación a la comunidad en gestión de riesgos.

Primeros auxilios.

Donaciones voluntarias.

Mejora de los servicios de salud en la comunidad.

Donación de sangre.

Servicio de ambulancias.

Hospitales e instituciones de formación.

Servicios médico, Psicológico y odontológico.

Apoyo social y acompañamiento al adulto mayor, niños y en general a personas vulnerables.

Las personas que integran la Cruz Roja no reciben dinero como sueldo, pues son voluntarios (excepto técnicos, por ejemplo, un socorrista que trabaja todo el día en la playa). Trabajan para evitar el sufrimiento humano, y por el bienestar de todos.

Además, para evitar incidentes, ninguna persona que sea remunerada por su acción en Cruz Roja puede acceder a puestos políticos en la jerarquía de la institución.

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Mi experiencia con la Cruz Roja :

No sé exactamente en qué año  se estableció en mi pueblo Marquetalia un grupo o comité de la Cruz Roja. Solo recuerdo que a finales de los 80, exactamente en 1987 cuando finalizábamos el bachillerato, varios compañeros prontos a graduarnos hicimos parte del Comité juvenil. Héctor Ivan González llegó a ser coordinador jefe de nuestro grupo, otros integrantes recuerdo que fueron Jairo Contreras, Mario Adolfo Gonzalez, Graciela y Mincho Betancurt, Danilo Palacio, Sorani Castaño…

En un comienzo nos reuniríamos en el Hospital San Cayetano, allí también había un equipo de radio-comunicaciones,  después se establecería una sede propia justo al lado del Centro de sanidad para llevar a cabo nuestros encuentros.

Recuerdo que yo alcance a portar el carnet de voluntario y en algunas fiestas y actividades culturales estuve pronto y preparado  para enfrentar cualquier emergencia…Solo una vez recuerdo haber vestido el overol azul que era nuevo ese año…Lo gracioso del asunto es que no recuerdo haber recibido una formación a fondo y convincente por lo menos en primeros auxilios…De hecho le tenía en ese tiempo bastante miedo a la sangre, a las agujas, a que me inyectaran e inyectar a otro… Lo inolvidable de haber pertenecido a la cruz roja será sin duda las reuniones para festejar y los paseos de olla o campamentos que se realizaban en las vacaciones…

Solo estuve unos cuantos meses en la Cruz Roja, pero sin lugar a dudas el paso por la institución  juvenil me ayudo de algún modo a ser más sensible socialmente y me llevaría a descubrir junto a la actividad pedagógica que lo mío era el sacerdocio, servir a los necesitados,  al mismo tiempo que les comunicaba la Buena Nueva de Jesucristo.

En este día llegue mi bendición para todos los voluntarios y benévolos que hacen parte de esta noble e importante institución.

Gracias por dar parte de su vida, de su tiempo, compartir sus conocimientos, su coraje, su ciencia para transmitir esperanza y socorrer y salvar vidas con imparcialidad, bondad, valentía y AMOR.

Feliz día!

OTRA PEQUENA BIOGRAFIA DE HENRI DUNANT:

Jean-Henri Dunant

Filántropo suizo fundador de la Cruz Roja (Ginebra, 1828 - Heiden, Apenzell, 1910). Este comerciante y banquero del patriciado de Ginebra militó en su juventud en movimientos cristianos. En 1859, mientras intentaba reunirse con Napoleón III para exponerle los problemas de sus negocios en Argelia, contempló el campo de batalla de Solferino después del enfrentamiento de los ejércitos austriaco y franco-piamontés que combatían en la guerra de unificación italiana; impresionado por aquel espectáculo de horror y por la ineficacia de los servicios sanitarios de la época, escribió Un recuerdo de Solferino, libro que publicaría en 1862.

Desde entonces se lanzó a una campaña de sensibilización de los gobiernos y la opinión pública acerca de los sufrimientos de los heridos de guerra, luchando por mitigar las consecuencias humanas de los enfrentamientos bélicos, ya que no era posible acabar con ellos. Fruto de sus esfuerzos fueron la fundación de un servicio sanitario neutral para actuar en los campos de batalla -la Cruz Roja Internacional (1863)- y la reunión de la conferencia internacional que adoptó la Convención de Ginebra sobre heridos de guerra (1864).

La dedicación a esta causa humanitaria le llevó a descuidar sus negocios, quedando totalmente arruinado en 1867; tras unos años de gloria pasajera, hubo de dimitir como presidente de la Cruz Roja y abandonar temporalmente Suiza perseguido por sus deudores. Halló refugio en la Francia del Segundo Imperio, cuyo titular -Napoleón III- le prestó apoyo incluso después de ser derrocado y exiliarse en Inglaterra.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

http://wikipedia.org


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