martes, 20 de diciembre de 2011

21 de diciembre del 2011: 4o miércoles del adviento B


Primera Lectura
Lectura del libro del Cantar de los Cantares (2, 8-14)

Aquí viene mi amado saltando por los montes, retozando por las colinas. Mi amado es como una gacela, es como un venadito, que se detiene detrás de nuestra tapia, espía por las ventanas y mira a través del enrejado.
Mi amado me habla así:
“Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Mira que el invierno ya pasó; han terminado las lluvias y se han ido.
Las flores brotan ya sobre la tierra; ha llegado la estación de los cantos; el arrullo de las tórtolas se escucha en el campo; ya apuntan los frutos en la higuera y las viñas en flor exhalan su fragancia.
Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que anidas en las hendiduras de las rocas, en las grietas de las peñas escarpadas, déjame ver tu rostro y hazme oír tu voz, porque tu voz es dulce y tu rostro encantador”.
Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 Salmo Responsorial Salmo 32

Demos gracias a Dios,
al son del arpa.

Demos gracias a Dios, al son del arpa,
que la lira acompañe nuestros cantos;
cantemos en su honor nuevos cantares,
al compás de instrumentos alabémoslo.

Los proyectos de Dios duran por siempre;
los planes de su amor, todos los siglos.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor;
dichoso el pueblo que escogió por suyo.

En el Señor está nuestra esperanza,
pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo;
 en el Señor se alegra el corazón y en él hemos confiado.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Emmanuel, rey y legislador nuestro, ven, Señor, a salvarnos.
Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 39-45)

Gloria a ti, Señor.

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno.
Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Mujer amada

En estos días que preceden la Navidad, en la liturgia se evoca a  otras mujeres. El cantar de los Cantares nos presenta esta novia que el enamorado llama con todo su corazón: “Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven” (2,13). El profeta Sofonías nos habla de esta “Hija de Sion” por quien el Señor viene a danzar  de alegría (3,17). La Iglesia se ha encontrado identificada con estas figuras. No es esta “hija”  la humanidad que Dios ama y a la que quiere hacer su esposa?

Una tradición canadiense de Quebec, quería que las jóvenes parejas se casaran durante la misa de gallo (o de medianoche);  porque hacerlo en esta noche llena al matrimonio de un gran sentido, puesto que la Navidad marca también el matrimonio o noviazgo de Dios y de la humanidad. A tres días de la Navidad, preparémonos para renovar nuestro matrimonio con Aquel que nos ama, quien quiere ofrecernos todo lo que Él es, quien desea unir su destino al nuestro “en feliz y en lo incierto”, o como dicen los franceses: “pour le meilleur et pour le pire” (“para lo mejor y para lo peor!”).

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Gustavo Quiceno