domingo, 4 de diciembre de 2011

5 de diciembre del 2011, Día litúrgico: Lunes II de Adviento




Lectura del Libro de Isaías.  Is 35, 1-10

¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! ¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: ¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos”. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos, entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de cañas y papiros. Allí habrá una senda y un camino que se llamará “Camino santo”. No lo recorrerá ningún impuro ni los necios vagarán por él; no habrá allí ningún león ni penetrarán en él las fieras salvajes. Por allí caminarán los redimidos, volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán.
 Palabra de Dios.



Texto del Evangelio (Lc 5,17-26):

Un día que Jesús estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de Él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados».
Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?». Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico- ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles».

Comentario

¿Cuál era el interés de esos escribas y esos fariseos? ¿Les preocupaba la salud y el bienestar de las personas? Parecen más preocupados por cuestionar a quien hace bien las cosas, que en compartir el gozo de una persona que recupera la salud. El Reino de Dios crece cada vez que alguien se sana, cada vez que alguien perdona y se perdona, cada vez que alguien es solidario con el dolor del prójimo y lo ayuda a recuperarse. ¿Cómo miramos esas buenas obras cuando se realizan fuera de nuestro grupo o nuestra iglesia? ¿Estamos dispuestos a reconocer allí los signos del Reino de Dios o nos quedaremos sentados criticando?



REFLEXIÓN

Cuando Dios nos visita, HACE VIVIR

« He aquí su Dios, Llega la venganza, la represalia de Dios », afirma el profeta Isaías. Ahora, la venganza de Dios nunca está dirigida contra su pueblo. Ella va contra la muerte, en todas sus formas, en la naturaleza como dentro del ser humano, física como espiritual.

Así, en el evangelio, Jesús otorga el perdón de los pecados al igual  que la salud corporal al paralitico (Lucas 5, 17-22). Ya que el pecado no es otra cosa que una fractura o una herida en nuestra relación con Dios y con los demás. Una herida que es un elemento de muerte. SI mi corazón se asemeja a un desierto estéril, la visita de Dios hará recular la muerte y hará florecer la viuda en abundancia.

Después de mi paso (pasaje) por cualquier parte, que queda después de mi pasaje: la alegría o la tristeza? Mejores relaciones o relaciones deterioradas?

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Gustavo Quiceno