Texto del Evangelio (Lc 1,57-66):
Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues, ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
Viernes 23 de
diciembre de 2011
Juan de Kety
Mal 3,1-4; 4,5-6: Miren, yo envío mi mensajero para que prepare el camino
ante mí
Salmo responsorial 24: Miren ustedes y alcen sus cabezas: se acerca su redención
Lc 1, 57-66: Juan es su nombre. ¿Qué va a ser este niño?
La
esperanza se sigue fortaleciendo en estos días, cuanto más nos acercamos a la
fiesta del nacimiento de Jesús. En él el cumplimiento de las promesas se hace
realidad para los menos favorecidos.Salmo responsorial 24: Miren ustedes y alcen sus cabezas: se acerca su redención
Lc 1, 57-66: Juan es su nombre. ¿Qué va a ser este niño?
En aquellos días a los que hace referencia el evangelio de Lucas, el pueblo estaba a la espera del Mesías. Algunos esperaban un jefe militar, otros un líder religioso, otros un caudillo político; por eso la expectativa del pueblo es grande. Primero la mudez de Zacarías y ahora la recuperación de su voz ante el inminente cumplimiento de la promesa, es una muestra más del amor y del poder del Dios de la vida y de la liberación.
El nacimiento de Juan está íntimamente ligado con la venida del Mesías. La tradición decía que antes del Mesías vendría el profeta Elías, como precursor del Hijo de Dios Altísimo; y Juan -como nuevo Elías- encaja dentro de esa tradición.
Hoy, como cristianos, estamos llamados a recuperar la solidaridad y la alegría como actitudes propias del pueblo de Dios. Necesitamos que nuestra esperanza sea alegre, dinámica, promotora de vida y festiva, por el favor de Dios.
Comentario: Rev. D. Miquel MASATS i Roca (Girona, España)
«‘¿Qué será este niño?’. Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él»
Hoy, en la primera lectura leemos:
«Esto dice el Señor: ‘Yo envío mi mensajero para que prepare el camino
delante de Mí’» (Mal 3,1). La profecía de Malaquías se cumple en Juan
Bautista. Es uno de los personajes principales de la liturgia de
Adviento, que nos invita a prepararnos con oración y penitencia para la
venida del Señor. Tal como reza la oración colecta de la misa de hoy:
«Concede a tus siervos, que reconocemos la proximidad del Nacimiento de
tu Hijo, experimentar la misericordia del Verbo que se dignó tomar carne
de la Virgen María y habitar entre nosotros».El nacimiento del Precursor nos habla de la proximidad de la Navidad. ¡El Señor está cerca!; ¡preparémonos! Preguntado por los sacerdotes venidos desde Jerusalén acerca de quién era, él respondió: «Yo soy la voz del que clama en el desierto: ‘Enderezad el camino del Señor’» (Jn 1,23).
«Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20), se lee en la antífona de comunión. Hemos de hacer examen para ver cómo nos estamos preparando para recibir a Jesús el día de Navidad: Dios quiere nacer principalmente en nuestros corazones.
La vida del Precursor nos enseña las virtudes que necesitamos para recibir con provecho a Jesús; fundamentalmente, la humildad de corazón. Él se reconoce instrumento de Dios para cumplir su vocación, su misión. Como dice san Ambrosio: «No te gloríes de ser llamado hijo de Dios —reconozcamos la gracia sin olvidar nuestra naturaleza—; no te envanezcas si has servido bien, porque has cumplido aquello que tenías que hacer. El sol hace su trabajo, la luna obedece; los ángeles cumplen su misión. El instrumento escogido por el Señor para los gentiles dice: ‘Yo no merezco el nombre de Apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios’ (1Cor 15,9)».
Busquemos sólo la gloria de Dios. La virtud de la humildad nos dispondrá a prepararnos debidamente para las fiestas que se acercan.
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Gustavo Quiceno