"No hay mayor obra de arte que la de intentar la felicidad de tus iguales."
(Leonardo Favio)
La canción le dio la fama internacional, y el cine, el
reconocimiento de la crítica como un autor muy personal, coherente e íntegro.
Fuad Jorge Jury, más conocido como Leonardo Favio, murió el lunes a los 74 años por una
afección pulmonar. Al día siguiente, miles de argentinos acudían al
Cementerio de la Chacarita en Buenos Aires y mostraban su cariño y
reconocimiento al multidisciplinar artista.
Siempre tuve la duda, si se escribía con b o con v
su segundo nombre artístico…Y hoy me he cerciorado que es definitivamente con v.
Pero su nombre real era Fuad Jorge LLury, era de origen
sirio, pero nadie o ninguno como él pudo reflejar y sentir la Argentina en su
cine, sus obras de teatro y su música…
Podríamos decir que Leonardo Favio fue un director
de cine que cantaba…Alguien que transportó la sensibilidad que debe destacar en el actor y director del el entrañable cine a la música y la poesía…
Cuando estaba niño, en Marquetalia, y en mi adolescencia
arrulló mis días…Y pensaba una que otra
vez al escuchar y cantar “Ella , ella ya me olvido” y “Fuiste mía un verano”,
que sus letras eran demasiado sencillas, inocentes…pero sobretodo tiernas…
Palabras en poesía que exaltan lo sencillo y contemplan con ternura ("O quizas simple mente le regale una rosa", "El nino y el canario", "pantalón cortico"...) , La del amante que piensa que no merece la belleza íntegra de su amada ("Mi amante nina mi compañera ), la del chico enamorado tímido que se derrite al ver a su
chica… la del amante que acepta con humildad que ha perdido a su novia por un amigo (“La
dicha que me fue negada”), y por tanto no les guarda rencor sino que al
contrario permanece a su lado, creyendo en l lo sublime de la amistad a pesar de todo…
Sin duda alguna, el cine y la música de Leonardo
fueron hechos con ternura…una ternura inspirada en Jesucristo (varios temas lo
demuestran) y en muchos líderes
religiosos…
Por lo que constatamos en la entrevista que les
transcribo abajo, Leonardo Fabio creía profundamente en la trascendencia, en la
existencia de un ser superior que según Él, gracias a esa
creencia nos permite a los hombres de no enorgullecernos y ser humildes, ni dueños
de nada ni de nadie.
Su música de manera personal me hace evocar los
cafés y fuentes de soda de mi “villa del sol”, aquellos atardeceres de sábado,
cuando salía despreocupado a contemplar la vida por la calle y desde esos
rincones musicales de encuentro y licor (para los adultos), muchos pensamientos
y sentimientos entremezclados se forjaban en mí…
Las canciones que mas me gustan de Leonardo son en
su orden: “Ella, ella ya me olvido”, “Fuiste mía un verano”, “Mi amante niña mi
compañera”, “Para saber como es la soledad”, “El niño y el canario”, “como me
duele la piel”.
La mayoría de sus canciones exitosas, como lo
pueden ver en su discografía selectiva que les presento se encuentra en los álbumes:
“Fuiste mia un verano” (el primero de todos) de 1968 y “Vamos a Puerto Rico” de
1971.
UNA CONVERSACIÓN CON LEONARDO FAVIO
Entrevista de Esteban Ierardo
Leonardo Favio es uno de los más
inspirados artistas del cine de la Argentina. A fines de 1993 lo visité para
realizarle una entrevista que fue originalmente publicada en una revista ya
desaparecida. Ahora, he decidido incluirla en Temakel. En esta conversación con
Favio emergen sus perfiles menos conocidos: su creencia en una divinidad
inteligente, la trascendencia del arte, el cine como narración de cuentos, su
visión crítica de la sociedad. Además de
este encuentro con sus reflexiones, los invitamos a disfrutar de los magníficos
fulgores de su arte que se manifiestan en films memorables como Crónica de un
niño solo, El dependiente, Nazareno Cruz y el Lobo, Juan Moreira y su último
fuego de creación: Gatica ¨el Mono¨.
E.I: Veo
en tu biblioteca bastantes libros de religión, ¿lo religioso es algo
fundamental para vos?
L.F: Es
importante para el hombre estar inmerso en la religiosidad porque eso le evita
caer en el error de la autosuficiencia. Por eso no me gustan los hombres
autosuficientes como los ejecutivos. Por ejemplo, a través de lo religioso,
el hombre tiene algo ante lo que inclinarse, algo en lo que protegerse, y
además eso le hace estar comunicado con una tradición procedente desde los
ancestros, de eso que viene de mi abuelita, de mi abuelito. Todo eso me gusta
mucho, es algo que me hace bien al alma, sobre todo la teología de barrio.
E.I.: ¿Qué
tipo de recuerdos tenés a propósito de experiencias religiosas?
L.F.: Una vez estaba con el Padre Mujica. Vio que
yo tenía colgado un rosario; se empezó a reír y me dijo: “Vos te creés que Dios
es estúpido, que la cuestión es decirle a cada rato un Padre Nuestro, un Ave
María.” Lo que me quería decir en realidad es que eso no es lo importante. Lo
importante es darse cuenta que Dios es un tipo muy tierno y que al repetir el
Ave María, por ejemplo, nos estamos pasando la posta de algo que nos hace bien
al alma y que, por acumulación, nos tiene que hacer bien a todos. Cuando yo
vivía en Mendoza después del ‘76, en el ‘80, más o menos, estaba con Carolita.
A ella le gusta incendiar las cocinas con velas y recibir a un grupo de gente
que rezaba casa por casa. A mí me encantaba escuchar ese murmullo del rezo que
sucedía en la cocina.
E.I.: Antes
mencionaste algo que me parece fundamental: vivenciar la verdadera religiosidad
como algo que nos hace sentir que el hombre no es lo único importante en el
universo.
L.F.: Efectivamente, gracias a Dios el hombre no
es lo único, ni tampoco la piedra es lo único, porque eso sería pavoroso.
Creo que nada es lo único: ni la piedra, ni la lagartija, ni nada. Cada vez que
indago más en todo esto, cada vez que por ejemplo pienso más en el fenómeno de
la vida (por ejemplo a través de mi afición por los documentales sobre la
naturaleza porque soy un apasionado de la vida de los microbios, de los
coleópteros, de las plantas), me voy
dando cada vez más cuenta de hasta qué punto todo es uno; y de hasta qué punto
tenía razón San Francisco de Asís cuando decía hermano sol, hermano luna,
hermano planta, hermano perro. Les puedo asegurar que esas plantitas que
compré (y que tengo ahí porque por error me dijeron que eran de invernadero
cuando no lo son), si las saco al sol,
reviven y si les doy agua reviven más y hasta tienen inteligencia. A algunas
semillas, por ejemplo, le crecen alas; se desprenden del árbol y van girando en
el aire. Se pueden observar en muchos árboles que en las semillas hay dos alas.
Eso las hace girar como helicópteros, para que de esa manera la semilla pueda
ir más lejos porque si cayera al pie del árbol no podría crecer por la sombra
de las ramas. Algunas flores se camuflan de coleópteros para que el coleóptero
venga a ella, tome el polem y la traslade. Todos estos son ejemplos para
recordamos la existencia de un ser superior, de una inteligencia que hace una
totalidad.
E.I.: ¿Y no pensás que tal vez cierto modo de
sentir al arte no sea una manera de expresar una sensibilidad religiosa?
L.F.:
No sé si sería una forma de expresar una religión. Pienso que la religión está
involucrada en el arte que uno expresa. Yo, por ejemplo, no me puedo despojar
de lo que soy. Yo no soy un director peronista, pero soy un peronista que hago
cine y eso en algún momento se nota. En ningún momento yo planifico bajar línea
a través de mi arte, porque tengo miedo de que se me escape la poesía. En cambio, yo sé que aquello que hace a mi
manera de sentir y de pensar, aquello que está en mis genes, va a aflorar en
algún momento determinado a través de la estética. Y sé que también va a aflorar
la religiosidad, los símbolos, la forma de ver a la gente con el sentido
solidario, con la reverencia a la fe de los demás hacia la Madre María, o con
el respeto hacia el misterio que surge del estar involucrado con el
cristianismo en profundidad. Hay mucho misterio. Por ejemplo, el hecho de que
estemos aquí amalgamando palabras es un misterio.
E.I.: Me
da la impresión de que muchas veces el aferrarse a los dogmas ya sea de cuño
eclesiástico o político puede ser en algunos casos una manera de protegerse de
ese misterio que nos envuelve continuamente. A muchos les puede producir pánico
y desubicación el sentir que están en un mundo misterioso que no pueden
comprender, que no pueden controlar.
L.F.: Lo
lindo es sentir la seducción del continuo misterio. Cuando querés aprisionar
eso misterioso, es cuando perdés. Es como el juego del malabar, del mago, cuando más mirás menos ves. A eso
misterioso es algo a lo que tenés que entregarte, porque te tenés que entregar.
Es decir: es como si una gota inmersa en medio del océano, en el centro del
océano, pretendiese comprender el océano. ¿Cómo hace la gota para concebir el
oceáno? No puede. ¿Como hacemos nosotros para concebir a Dios? Eso es
imposible.
E.I: ¿Pero
el arte no será una forma de acercarse algo a lo inconmensurable del oceáno, de
Dios?
L.F: No;
el arte es sólo un pequeño divertimento un poco más sano que algunas
profesiones. Pretender que nosotros o que algún oficio en particular se
pueda acercar a Dios es demasiado; es como que una hormiga quisiera comparar su
cerebro al de Einstein.
E:I: Pero pensemos el tema de la inspiración
artística en una sensibilidad religiosa. ¿El momento del estar inspirado no
sería un modo como eso otro, lo misterioso, lo divino cristiano, mahometano o lo
que fuera, accede al artista para conducir su mano?
L.F: Es un
poco así. Muchas cosas afloran solas,
como por ejemplo el modo de angulación de una cámara, el cómo “marcás” a un
actor, el trato con los colaboradores, el respeto por los demás.
E.I: El
que todo eso surja sólo tiene que ver con
muchas cosas que se realizan de manera no premeditada. Desde esta
perspectiva, supongo te debe incomodar las preguntas de ciertos críticos de
cine que le quieren encontrar siempre un motivo o un simbolismo a la concepción
de cada imagen.
L.F: Mi
cine no es un cine de simbolismo. Creo que el cine que hago es muy claro; es lo
que está en la pantalla.
E.I: En el caso de Torres Nilsson, de
ese otro importante director de cine argentino, por el que siempre sentiste
tanta admiración, ¿qué es lo que él te enseñó?
LF: El me
enseñó algo muy, muy importante: el no tenerle miedo a la irreverencia. Por
ejemplo, en “Nazareno Cruz y el Lobo”, usé, cambiada, la letra del Rigoletto. Y
no sólo eso sino que, además, le bajé medio tono porque no me daban los tenores. Hice uso de la
irreverencia. Muchos se escandalizaron y se agarraron la cabeza. “Vos sos un loco”,
me decían; “vaya novedad”, pensaba yo.
E.I:
Ese uso de la irreverencia es el que también hacés en “Gatica” cuando en unas escenas de combate,
en cámara lenta, entre Gatica y Cordero Pascual, creo, le ponés como música de
fondo coros gregorianos.
LF: Así es.
Pero no se trata de lo irreverente por
lo irreverente mismo. De lo que se trata es de usar todos los elementos
posibles para obtener el objetivo buscado. Todo es válido para obtener el
objetivo de la emoción, de la alegría, para cumplir con la meta de un narrador
de cuentos. Yo soy un narrador de cuentos. Cuando estaba viviendo en México, en
un pueblito que era muy pequeñito en esa época, les contaba cuentos a mis
sobrinos. En el momento de relatar el cuento agarraba una vela y me la iba
acercando a la cara, después la iba bajando hasta que, finalmente, la luz me
iluminaba desde abajo y todo eso les daba mucho miedo. Pero todo eso era válido
para darle fuerza al relato del cuento. Y, al fin de cuentas, todos somos como
niños que jugamos a distintas cosas.
E.I.: Por acá he visto un retrato de Borges en un estante con libros. ¿Cómo
es tu relación con la literatura?
LF.: Yo no
leo, sino que releo. A Borges lo debo haber releído mil millones de veces. Cada
vez que me voy de viaje, lo pongo en la valija. Ya me estoy doctorando en
Borges.
E.I: ¿Qué otras cosas leés?
LF: La Biblia me apasiona. Por ejemplo el
Génesis que tiene un vuelo poético maravilloso, el Eclesiastés, y el Nuevo
Testamento. Me atrae también todo lo que tenga que ver con la religiosidad y
los cuentos infantiles también.
E.I: Tratando de enfrentar la crisis más allá de
nuestro país, tratando de pensar la crisis del hombre en esta era del
consumismo y el materialismo extremos, en la era del debilitamiento de los
valores, ¿cómo entrever, aunque fuera en una instancia puramente teórica alguna
salida de este callejón oscuro?
LF.: La
solución sería incendiar los medios de comunicación. Así, todo estaría
solucionado. Por la televisión, que se mete en nuestros hogares y nos
ametralla, ni siquiera le miramos la cara a nuestra mujer o a nuestros hijos.
Los medios nos pretenden informar de todo, pero en realidad nos mal informan de
todo; sólo nos dicen lo que se les da la gana, o nos ofrecen un prototipo de
vida, un estilo de vida, donde el triunfador es el más bonito, el más seductor.
Los informativos son siniestros. Dirigidos, en fin por hombres que no están en
la crisis; dirigidos por los monopolios, por las bancas, que al hombre lo están
perturbando, envenenando.
E.I.: Si por un momento nos pusiéramos en
apocalípticos y pensáramos en el poder descomunal que tienen precisamente los
medios de comunicación sobre las sociedades en general y además sobre los
jóvenes en particular, al buscar estupidizarlos y acoplarlos dócilmente a la
industria del consumo, frente a esta perspectiva, tener una visión
esperanzada respecto a una resolución positiva de la crisis del hombre, ¿no
supone un tipo de creencia cercana a la fe religiosa más que a un análisis
racional?
LF: Sí; es un poco como vos decís. Pero si bien la fe religiosa es de una gran
importancia, no podemos olvidarnos de la esperanza en el cambio a través del
terreno político. La política es el instrumento que nos ha sido dado para
conducir a los pueblos hacia su crecimiento.
E.I:
¿Admirás en especial a algún
hombre, a algún argentino en especial?
LF.: Yo no admiro, yo amo. Es decir: a mí no me
admira nada, lo único que me admira es la creación. Yo no soy devoto de nadie,
sólo soy devoto de Cristo. Te puedo hablar sí de mis afectos. Yo amo a
Perón por lo que me dio en mi niñez, en mi formación, por lo que me dio
doctrinariamente. Lo amo a Borges por lo que me da con sus poesías. Lo amo a
Torres Nilsson porque me enseñó a ser irreverente, a querer al cine.
E.I.: ¿Cómo
sentís la posibilidad de trascendencia de tu arte hacia el futuro?
L.F.: El impacto de mi obra pasa como la fugacidad
de un periódico. Sirve para los estudiantes, para la gente que ama el cine pero
no para modificar la historia. A la historia no la modifican los artistas que
hacen este tipo de arte como el mío; a la historia la modifican los artistas
que hacen la política. No hay mayor obra
de arte que la de intentar la felicidad de tus iguales.
E.I.: ¿Esto
es una manera de sentir los límites del arte y de tu arte?
L.F.: Es una manera de no sentir que tu obra es el
ombligo del mundo. Ahí, por ejemplo tengo un archivo de papeles con un montón
de premios y distinciones. Todo eso es
algo que sólo sirve para recibir el afecto de la gente, de un grupo de seres
humanos que te quiso en un momento determinado, porque no va más allá de eso la
trascendencia de tu trabajo.
Las mejores canciones de LEONARDO
FABIO
DEL ALBUM : FUISTE MÍA UN VERANO (1968)
1. Así es Carolita
2. Ella, ella ya me olvidó
3. Ni el clavel, ni la rosa
4. Fuiste mía un verano
5. No ser Dios y cuidarlos
6. Quiero aprender de
memoria
7.
Para saber como es la
soledad
8. Anny
9. O quizás simplemente le
regale una rosa
DEL ALBUM: LEONARDO FAVIO (1969)
10.
Y el mundo sigue girando
11.
Aquella noche de verano
12.
Hoy no quiero cantar
DEL ALBUM: VAMOS A PUERTO RICO (1971)
13.
Nunca que me quieran
14.
El niño y el canario
15.
María, va camino a la vejez
16.
Elizabeth mi amor
17.
La foto de carnet
18.
No juegues más
19.
Fue aquel vals
20.
Yo sé que un día
21.
Las cosas y vos
DEL ALBUM: EL TALENTO DE LEONARDO FAVIO (1971)
22.
Le he preguntado a las flores
DEL ALBUM: FAVIO 73 (1973)
23.
Te buscaré en el costado de mi almohada
DEL ALBUM: HOLA CHE (1973)
24.
Te quiero como a un niño
25.
Chiquillada
26.
Hoy fue un día de sol y de alegría
27.
Estoy un poco triste hoy
28.
Lo cierto es que no estás
29.
Juan el botellero
30.
Hoy no quiero dormirme
DEL ALBUM: ERA… COMO PODRIA EXPLICAR (1974)
31.
Era… cómo podría explicar
32.
Oh mi Carolina
33.
Llovía como llueve
34.
La muy mimosa
35.
Cuando se tiene 20 años
36.
Usaría un vestido igual a
vos
37.
El niño que no pudo nacer y reír
38.
Mi amante niña mi compañera
39.
Acordate de olvidarme
40.
Si alguna vez me ves
DEL ALBUM: ESTE ES…LEONARDO FAVIO (1977)
41.
La dicha que me fue negada
42.
Vive al lado de mi casa
43.
Sos tan bonita que no sé
44.
Un niño vio al pasar
45.
Ave María niña
46.
Que se parece a Jesús
47.
Mi historia
DEL ALBUM: HABLEMOS DE AMOR (1978)
48.
Hablemos de amor
49.
La rubia del cabaret
50.
Si vieras como sueño contigo
51.
Al verte asi
52.
Vuela pajarito vuela
53.
María cuando te nombro
54.
Sos mi religión
DEL ALBUM: AQUÍ ESTA (1983)
55.
Si mi guitarra canta como canta
56.
Como me duele la piel
57.
A ese obrero judío que elegí como Dios
58.
La más bonita del pueblo
59.
Guayabo negro (versión
de tema ¿
60.
Anotaciones para Carola
DEL ALBUM: YO SOY (1985)
61.
La cita
62.
La subienda (canción colombiana)
63.
Qué extraño es el amor
DEL ALBUM: AMAR O MORIR (1988)
64.
Amar o morir
65.
Los recuerdos no abrazan
DEL ALBUM: MAS QUE UN LOCO (1988)
66.
Más que un loco
DEL ABUM: TE DEJARE (1990)
67.
Te dejaré
DEL ALBUM: ME MIRO (1997)
68.
Me miró
Ding dong estas cosas del amor, no se donde , en qué album se ubica...Alguien podría decirmelo?
Para ampliar en la biografía de LEONARDO :