miércoles, 11 de mayo de 2011

Mayo 15 del 2011: 4º Domingo de Pascua Día del Buen Pastor y Jornada Mundial de las Vocaciones





TEXTO DEL EVANGELIO DE  SAN JUAN 10, 1-10

01       Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.
02       El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
03       El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir.
04       Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
05       Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz».
06       Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
07       Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
08       Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.
09       Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento
10       El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.

A guisa de introducción:

Reconocer su voz

Ahh aquellos tiempos de mi infancia!, que no puedo dejar de evocar…
Existía una imagen o dibujo que veía muy a menudo sobre los acetatos de música de 45, 33 y 78 r.p.m. Era el distintivo de una famosa compañía discográfica: la RCA VICTOR (1), presentaba un perro ante un gramófono: el perro parecía afinar la oreja cerca de una especie de corneta fijada a un torna discos. Y el slogan era: “la voz de su amo”.

El afiche o publicidad ponía en evidencia la fidelidad del sonido que se transmitía. Así el perro fiel ponía atención a la voz misteriosa, a aquella de su amo.

Los animales, lo sabemos, reconocen la voz de su amo. Los humanos también reconocen una voz conocida y familiar. Al teléfono, en el aeropuerto o en medio de una multitud, desde la primera palabra, desde la primera inflexión, uno sabe quién habla.

Como la huella digital, como el ADN, la voz tiene la firma de la persona. Y claro que hay usurpadores, imitadores, pero el engaño es rápidamente desenmascarado.

En nuestra vida es que nosotros sabemos reconocer la voz de Jesús? Hay tantos mensajes y mensajeros, tantos parásitos en la línea,  tantos virus y voces en las redes, tantos juguetes  electrónicos, robots, que uno no sabe más quien habla y cuál es el mensaje.

En todo este maremágnum, caos y confusión de voces es necesario que desarrollemos una escucha atenta.

Hemos de darle tiempo al discernimiento para que la voz del Maestro nos permita acceder a la plenitud prometida.  Si las ovejas saben reconocer la voz del pastor, hay en nosotros suficiente amor y familiaridad para que reconozcamos y sigamos la voz por excelencia?  (que no es Héctor Lavoe ni Frankie Ruiz, jeje) (2).

Puesto que Jesús nos invita a vivir, a vivir plenamente: “Que ellos tengan la vida en abundancia”.


Una aproximación psicológica:

Todos los libros del Nuevo Testamento, cada uno a su manera  prácticamente presentan a Jesús como la Nueva Pascua, el Nuevo Moisés, el Liberador, el Mediador de la Nueva Alianza.

Bajo cada una de estas aproximaciones, hay una sola y misma realidad central: EL EXODO, es decir, la intervención de Dios en la historia para hacer salir a su pueblo y ponerlo en marcha para que le siga.

Es admirable constatar como el vocabulario empleado acá reenvía a esta experiencia clave del éxodo. Todo es movimiento: entrar, abrir, llamar, llevar fuera, hacer salir, ir delante, seguir, entrar y salir, encontrar su alimento…

Es el itinerario de todo un pueblo que surge acá, es el camino espiritual de toda una nación que es evocada y en el fondo es la misma experiencia que se abre para los discípulos de Jesús.

Jesús hace vivir un éxodo, una salida de si, Él libera de la inercia y de la inconsciencia, y llama a emprender una marcha que refresca, renueva a quien la vive y que le permite encontrar  “de qué alimentarse”.

El “llama a cada uno por su nombre”, a sus discípulos Simón, Andrés, Mateo y los otros.  Él “Les hace salir a todos” de una existencia sin horizonte. “El marcha adelante, a la cabeza”, como Dios mismo marchaba a la cabeza (en frente) de su pueblo, en el desierto de una vida esterilizada por la ley y las instituciones de su tiempo, sin otro objetivo que la rutina cotidiana.

En fin, Juan hace expresar a Jesús  la convicción que con ÉL, sus discípulos “encontraran de qué alimentarse”, que Él les hará vivir  experiencias que los harán crecer y construir”.

El éxodo vivido y realizado por Jesús, es una salida de sí mismo, una puesta en marcha que pone en contacto con la “vida abundante”, vivida intensamente y en plenitud.

Jesús no aparece entonces como un reformador religioso que recuerda una fidelidad primera. Él no lleva a lo que ya era. Él pone en camino hacia lo que todavía no es.

Él no es aquel que agrupa en los “cercados” de una ley o de una moral. Es por el contrario aquel que “hace salir”, “que lleva afuera”, al gran día, y que nos precede en el camino de la libertad y de la realización personal.

Luego del primer éxodo, Dios ha arrancado su pueblo de una sociedad de opresión, de un cerco (cercado) de explotación, para enviarlo a construir un país de libertad y de fraternidad.

De modo parecido acá, cuando los falsos pastores se apropian de los bienes de los demás y destruyen la vida, Jesús viene para ensenar a compartir los bienes y a servir la VIDA.

He aquí el Nuevo Éxodo al cual nosotros estamos invitados.


REFLEXION CENTRAL

Cada año, en el cuarto domingo de pascua tenemos como centro de nuestra reflexión litúrgica la parábola del Buen Pastor, tantas veces dicha y tantas veces representada en el arte cristiano.

En el evangelio de hoy, Jesús mezcla las imágenes de una manera un poco desconcertante. Él mismo se compara con el Buen Pastor como con la puerta del cerco del rebano, dos imágenes que en el Nuevo testamento son complementarias.

En los campos de la Palestina, los pastores hacen parte del paisaje cotidiano. Cuando se acerca la noche, al final del atardecer, ellos juntan sus rebaños para protegerlos de los peligros de la noche. Después, al día siguiente, conducen sus ovejas hacia los pastos. La Biblia nos habla igualmente de pastores  y de ovejas. En el salmo 23 que acabamos de escuchar, leíamos:

“EL Señor es mi Pastor,
Él me hace descansar en verdes praderas,
Me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas…”

Es una manera de decir que Dios conduce su pueblo y que cuida de él.

El filósofo Henri Bergson escribía: “la gran cantidad de libros que yo he leído no me han dado tanto alivio como  lo ha hecho el Salmo 23: “El Señor es mi Pastor, nada me falta; si yo atravieso las sombras de la muerte yo no temo ningún mal, porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado me confortan”.

Pero cuando leemos estos textos bíblicos, debemos poner cuidado para no equivocarnos sobre el sentido de la palabra “rebaño”. A los ojos del Señor, nosotros no somos un colectivo anónimo, Somos su pueblo y a cada uno nos conoce por nuestro nombre; Él nos dice a cada uno de nosotros: “Tu eres mi hijo (a) “. Nosotros somos una grande familia de creyentes, mas hay un lugar para cada uno de entre nosotros en el corazón de Dios; “Yo te he llamado por tu nombre, tú tienes mucho valor ante mis ojos y yo te amo”. Esto se lo decía al pueblo de Israel, mas hoy, Jesús nos anuncia que es de igual manera verdadero para cada uno de los Hijos de Dios.

En el evangelio, Jesús se presenta como la puerta del cerco donde están las ovejas. Para comprender esta parábola, es necesario recordar que él se dirige a los fariseos, Estos últimos tienen un tal sentido de lo sagrado que no pueden imaginarse esta proximidad o cercanía de Dios . Para ellos, Dios es el Santo , el inaccesible; el hombre no puede llegar a Él por sus solas fuerzas. Sobre este punto, Jesús les da la razón. Mas él nos anuncia que Él mismo nos abre la puerta y entonces podemos encontrarle. Esta puerta que nos permite de  (ir) llegar hasta Dios , es Jesús mismo. “Si alguien entra por ella, será salvado”. Él es quien nos transporta nos ayuda a pasar y atravesar la muerte para acrecentar y fortalecer en nosotros las fuerzas de la vida.

A pesar de  todas nuestras reivindicaciones de independencia y de autonomía, tenemos necesidad de ser guiados hacia la felicidad, hacia una vida plena y total. Tenemos necesidad de un gobernador.

Nosotros podemos, seguramente, seguir a otros guías, y muchos se presentan ante nosotros como “salvadores providenciales”, pero Jesús nos advierte: “atención!, pilas!,  moscaa!”si ustedes les siguen, ustedes correrán el riesgo de ser engañados”. Se nos promete un cuerpo perfecto, sin arrugas, que no envejece más (véase por ejemplo la publicidad de Amparo Grisales y sus productos de belleza para parar el envejecimiento); la felicidad instantánea (por el dinero fácil a través del robo, el atraco,  la corrupción, el engaño del fisco, a través del tráfico y venta de drogas, alucinógenos, el negocio de la pornografía, etc). La alegría rápida si compramos tal o cual casa , tal barco de placer, tal carro; las vacaciones de nuestros sueños; el negocio de la bolsa en su momento, o un seguro de vida que nos procurara un avenir seguro.  

Con la crisis económica que atravesamos, miles de personas se han dado cuenta de la fragilidad de tales promesas.  Millones de personas han perdido sus empleos, su casa, su estilo de vida. La crisis económica ha hecho que millones de personas se vean literalmente ahora en la calle. Y todo ello a causa de la ambición o avidez  desaforada de algunos!

Es muy fácil dejarse seducir por los comerciantes o mercaderes de la felicidad garantizada. Todos nos proponen una receta-milagro, “para nuestro más grande bienestar!”

Pero muy a menudo esos charlatanes, esos vendedores de sucesos en rebaja, no buscan que enriquecerse a costa de desangrarnos y de empobrecernos ( es decir a nuestras costillas!)

Jesús se presenta hoy ante nosotros como el guía, el pasaje o tiquete, la puerta que da acceso a un mundo mejor. Detrás esta puerta, no hay un Dios que atemorice o un Dios que nos pida poderes o competencias extraordinarias, sino que hay  un Dios que ama, que acoge el Hijo prodigo, la mujer pecadora, el buen ladrón, al Pedro arrepentido, al Pablo el perseguidor.

La preocupación del Señor no es encerrarnos en el corral con el fin de protegernos, sino más bien de hacernos salir para descubrir la belleza del aire libre, los grandes horizontes, los espacios ilimitados: “El entrará y saldrá y encontrara pastos”.


Desafortunadamente, muchos escogen caminos de perdición y van hacia la infelicidad o desgracia. Después de meses, los mass medias nos hablan todo el tiempo de violencias, de actos de racismo, de guerras, de muertos y más muertos. De jóvenes completamente desesperados se evaden en la droga y el alcohol. Es a ese mundo tal como es que somos enviados como portadores de esperanza. Nuestra misión, es mostrar a Cristo “pastor de toda humanidad”. Nada podrá impedirle de querer salvar a todos los humanos. Es absolutamente necesario que nosotros entremos en ese gran proyecto de amor que anima a Jesucristo.


En ocasiones, nosotros estamos encerrados en una especie de “corral”, bloqueados a causa de una enfermedad, de un complejo, de un traumatismo, de una adicción al alcohol, al juego, a la droga, a causa de nuestro ambiente. Todos tenemos algún día que hacerle frente, ponerle cara a los problemas que nos agobian y no parecen tener salida.

Nos sentimos atrapados  en la trampa, prisioneros, no sabiendo cómo salir adelante y o liberarnos.

Es cuando Cristo interviene y nos dice que Él es la puerta, que Él es la salida. Imagen de libertad!, imagen de solaz, de frescor y de vida! Seguir a Jesús no es como muchos lo piensan, vivir una vida mediocre, es por el contrario vivir plenamente: “Yo he venido para que tengan vida y la vida en abundancia” (Juan 10,10).

Cada domingo, venimos a encontrar el Señor que puede darle de nuevo un sentido a nuestra vida. Él es nuestro guía, el pasaje o tiquete hacia la libertad, el compañero de camino que nos acompaña a lo largo de toda la vida.


ORACION;

Señor, tu nos invitas a acoger este amor que está en ti.
Tu eres en nosotros esta puerta abierta por la cual pasamos de la tristeza a la alegría, de la duda a la confianza.
Haznos disponibles e irradiadores de tu presencia.
Te pedimos especialmente por todos aquellos que tu llamas como los sacerdotes, los diáconos, los religiosos y religiosas, pero también por los laicos comprometidos en el Anuncio del evangelio. Que los unos y los otros, allí donde estemos, seamos la voz de Cristo el Buen Pastor.

PARA TODOS MIS COLEGAS y AMIGOS Y FAMILIA QUE SE HAN TOMADO EN SERIO LO DEL BAUTISMO...

f e l i z  d i a   d e l   b u e n    p a s t o r !






REFERENCIAS:
-         
Pequeño misal “prions en Eglise”, Novalis, Canadá.

-         HÉTU, Jean-Luc. Les options de Jésus.

-         http://cursillos.ca

-         http://dimancheprochain.org


(2).     Varios cantantes llevan el apodo de “la voz”, significando a veces de manera muy  presuntuosa, será por sus managers o seguidores que ellos son por excelencia los primeros, el prototipo de la salsa.

jueves, 5 de mayo de 2011

8 de mayo del 2011: 3er domingo de Pascua

TEXTO DEL EVANGELIO


Evangelio según San Lucas 24,13-35. 

Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste,
y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".
"¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo,
y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro
y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".
Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"
Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.
Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.
Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos,
y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



 A guisa de introducción:

UNA PRESENCIA QUE NO SE TOCA
Vivimos en un mundo donde las comunicaciones ocupan una plaza preponderante. El internet y la telefonía alámbrica o inalámbrica nos permiten tener contactos fáciles y rápidos.
Mismo si las personas están lejos, podemos contactarlas de manera casi instantánea. Aunque estén ausentes, llegan a ser presentes por la voz y lo mismo por la imagen.
Sin embargo a pesar de los grandes avances tecnológicos que nos permiten acercarnos los unos a los otros, parece que el desaliento por la vida, la soledad, el desespero y la perdida de sentido sean la realidad de un gran número de personas.
Es decir, nuestros medios de comunicación conocen al menos una limitación, aquella de no poder calentar y sanar un corazón frio, vacío, traumatizado, desalentado o herido? Gracias a los medios, la ausencia llega a ser presencia, mismo si esta se presenta finalmente impotente para llenar completamente el corazón.
En el orden espiritual, es lo contrario que se produce.
En el relato de los discípulos de Emaús, la presencia de Jesús deviene ausencia, pero sin antes haber calentado el corazón de los discípulos y de haberlo llenado de alegría y esperanza.
No lo reconocemos siempre, pero el Resucitado camina con nosotros en nuestra ruta cotidiana, Él se interesa en lo que vivimos, Él nos habla al corazón y nos comparte el pan.
Cuando llegamos a reconocer su presencia “intocable e inmaterial”, tomamos conciencia que nuestro corazón arde y esta pleno de vida.
                        Michel Talbot

Una aproximación psicológica:

LA PALABRA Y EL PAN

San Lucas resalta la mirada (o visión)  de los dos discípulos que se devolvían a Emaús. Jesús se les agrega en el camino. “…pero sus ojos estaban ciegos y ellos no lo reconocían”. El mismo fenómeno es subrayado en cada aparición de Jesús Resucitado. María Magdalena cree (tiene la impresión de) ver un jardinero. Los apóstoles creen ver un fantasma. Todos ellos ven, bien un hombre que está ahí, ante ellos.
Pero en un primer momento, de entrada, ellos no lo reconocen. Y esto nos parece extraño. ¿No han sido ellos víctimas de una  ilusión o mismo de una alucinación? Reflexionemos por un momento!
Si Jesús hubiera aparecido tal como sus discípulos le habían conocido antes de su muerte y de depositarlo en el sepulcro, habría habido un desprecio enorme, totalmente, que nosotros no estaríamos aquí hoy, reunidos alrededor del Señor Resucitado. Ellos habrían entendido en efecto, que Jesús había vuelto a encontrar su vida de antes (de morir), al igual que su amigo Lázaro.
Pero Lázaro ha debido morir por segunda vez, y nadie ha podido jamás decir que él estaba todavía vivo. Jesús habría entonces de morir una segunda vez.
Pero entonces, los apóstoles no habrían tenido ninguna razón de irse por el mundo a anunciar que Jesús estaba todavía vivo, vencedor definitivo de la muerte. La fe cristiana habría muerto, mismo antes de nacer.
Era necesario entonces que Jesús condujera sus amigos más allá de lo inmediatamente visible. Él debía hacerles atravesar un umbral, llevarlos a un acto de fe que supere la experiencia humana de la vida y de la muerte.
Para ello, Él recurre  o se vale de diversos medios. A los discípulos de Emaús les dona ante todo una lección bíblica: “hablando de Moisés y de todos los profetas, explicándoles todo lo que le concernía a Él en las escrituras”. Jesús se dirige entonces a su razón, pero también a su inteligencia de corazón (emocional) :“No ardía nuestro corazón, mientras Él nos explicaba las escrituras?”
Y después “Jesús toma el pan, pronuncia la bendición, lo rompe y se los da”. No hay más palabras, es un acto. Él los reenvía a la última cena tomada con ellos, en la víspera del jueves santo, al último momento de intimidad con Él.  Es lo que Jesús hace siempre con nosotros en cada eucaristía. Por la escucha de su Palabra, el alimenta nuestra inteligencia. Por el compartir del pan de vida, el alimenta nuestro corazón y lo mismo nuestro cuerpo para acrecentar en nosotros su presencia de Resucitado. Nuestros ojos entonces pueden abrirse y podemos reconocerle en el amor que nos permite vivir con Él y los unos con los otros.
                                                           Père Jean Civelli

No ardían nuestro corazones…?

El jueves santo hacíamos hincapié en  como San Juan a diferencia de los otros evangelistas (Lucas, Mateo y Marcos) no hace ninguna alusión a la eucaristía y más bien habla del lavatorio de los pies, que a su turno no mencionan los otros tres…Y concluíamos que para Juan tanto el lavatorio de los pies como la eucaristía tenían el mismo sentido, desembocaban en el mismo objetivo: el servicio, la acogida, el amor…
Pero también es porque Juan escribe su evangelio más tardíamente, hacia el año 80 cuando la eucaristía ya era cotidiana y estaba en la raíz de las comunidades cristianas, era oficial…quizás se había vuelto rutinaria, a veces simple, indolora…
Uno de los grandes riesgos o  el  máximo peligro de la eucaristía es que esta pase de ser un rito a “ritualismo”. De un rito que debería vivirse con intensidad pasara a ser algo monótono, sin sentido, indiferente…
Es lo primero que remarcan nuestros amigos y familiares que se han pasado a sectas, y hacen hoy por hoy parte de otros grupos de oración extraños a la catolicidad en familias, en garajes, en grandes salones de nuestros pueblos y ciudades.
Ellos dicen “yo ahora siento algo especial, me siento contento, muy bien, de verdad en la reunión, en la asamblea en aquella x o y iglesia (adventista, testigos de Jehová, pentecostal, mormona…)”.
“Allá uno se siente acogido, en familia, uno puede compartir la Palabra de Dios, nos escuchamos, visitamos y ayudamos unos a otros…es una bacaneria!”
Y lamentablemente uno tiene que darles la razón…Nuestra Misa o eucaristía católica debería  evidenciar que vive todo eso que allá se ha sentido…Era o más bien es el objetivo, el gran sueño de Jesús aquel jueves santo cuando instituyo la Eucaristía.
En pequeños grupos como en los seminarios, las casas de retiros especiales es posible acercarse a ese ideal eucarístico…porque decimos no hay tanta masa, no hay tanta despersonalización, puede haber mayor control de todo, hay más intimidad y posibilidad de llegar más a los corazones, a las mentes, a los espíritus…
Pero es indudable que hay eucaristías de eucaristías…No las habrá muchas donde el sacerdote acoge los feligreses a la entrada de la iglesia y los despide igualmente al final de la celebración.
Habrá seguramente eucaristías donde el presidente y los ministros, el coro, posibilitan los momentos de silencio interior para digerir y poderse alimentar más efectivamente del mensaje de la Palabra y los gestos que allí se presentan.
Yo he estado en eucaristías donde es una pasión compartir la Palabra, es ameno escuchar el presidente y a las personas que intervienen en un espíritu de inteligencia, serenidad y mucho amor. Eucaristías donde no hay “sermón” sino “homilía” (o sea enseñanza  o conversación familiar).
El padre Calixto (Gustavo Velez. Mxy)  nos decía : “cuando sean sacerdotes muchachos , no reganen los poquitos que van a misa…”. Cuantas misas se aprovechan para hablar de moralismos, de hacer denuncias locales sin fundamentos, corrigiendo sin caridad y prudencia…
El evangelio de este domingo, el de los discípulos o peregrinos de Emaús nos hace recordar que la asamblea dominical es para reencontrarnos con los hermanos, sobretodo con quienes tenemos diferencias o dificultades para aceptar,  reconocer a Jesús en nuestra historia remota y presente y para compartir el pan eucarístico . , porque al final sumergidos o inmersos en la eucaristía nuestro corazón deberia arder, sentir calor y salir a ofrecer ese calor de la fraternidad, del perdon, de la compasion, la misericordia y la solidaridad a todos los demás con quienes nos encontramos en nuestros diversos ambientes de vida.

Buena semana
P. gustavo

miércoles, 27 de abril de 2011

1o de mayo del 2011: 2o Domingo de Pascua, Domingo de la Misericordia


A guisa de introducción:


CREER PARA VER

Yo he conocido algunos “Tomás”. Uno de ellos fue mi profesor de filosofía en la Universidad. Un hombre fuerte, inspirador, que perseguía siempre la misión de estimular en sus estudiantes el gusto del cuestionamiento y de la búsqueda de la verdad.

Otro era un primo. Su padre había muerto antes de nacer, él debio confiarse al testimonio de los otros para reconocerlo, sentir su presencia en su vida y amarlo.
Agregaría a estos, los grandes Edison, Becket, Mann, Camus, Moore encontrados en la cadena y o colección de mis lecturas, sin olvidar Albinoni.

Mas, a mis ojos, el Tomás del evangelio, solo él encarna la pasión, la determinación, el realismo y la sinceridad de los otros.

El discípulo referido, al igual que los otros también esta impactado, sacudido en sus ideas y sentimientos por la muerte de Jesús. Pero, cuando sus amigos se esconden (quisieran desaparecer) ante el miedo, é lesta afuera en las calles de Jerusalén. Lucido y entero, no acepta lo que los otros le reportan (o cuentan).  Que Jesús está vivo? Tomas solo creerá cuando toque sus heridas con sus manos!

El relato no dice que lo haya hecho. San Juan cuenta preferiblemente su reacción al ver al Señor. Y como se muestra feliz de haberse equivocado!

Su fe se expresa en la más bella profesión de fe: “Señor Mío y Dios Mío!”

Cristo vive! Es necesario creer para palpar su presencia, vivir en Él y ser testigos.

Creer para ver como la paz y la esperanza llegan a ser tangibles en nuestra vida, nuestra familia y nuestra comunidad…
                                                                                  Lise Hudon – Bonin

REFLEXION DE SERVICIOS KOINONIA

Hch 2,42-47: La primera comunidad cristiana

Salmo responsorial: Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia

1 Pe 1,3-9: Nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva

Jn 20,19-31: La incredulidad de Tomás

Si la resurrección de Jesús no tuviera efecto alguno en la vida del discípulo, es decir, si la Resurrección no tuviera como sentido final la re-creación del ser humano y por tanto la re-creación de un nuevo orden, entonces eso de la Resurrección de Jesús no habría pasado de ser un asunto particular entre el Padre y su Hijo. Pero, como la resurrección de Jesús es la base y fundamento de una comunidad y el horizonte hacia el cual tiende toda la creación, por eso tanto el evangelio de hoy como la primera lectura de Hechos, tratan de iluminarnos sobre cuál es ese horizonte y cuáles, por tanto, son los efectos inmediatos, reales y concretos de la Resurrección.

Las fallas, los tropiezos y las caídas en el proceso de construcción de una comunidad igualitaria y justa no hay que verlos como la demostración de que no se puede lograr esa construcción; esos aspectos negativos se pueden percibir como el signo de que ciertamente no es fácil, pero en todo caso no es imposible, máxime si hay plena conciencia de que ése es el proyecto de Dios y que por ese proyecto Jesús hasta derramó su sangre y entregó su vida. Pero, también por ese proyecto, el Padre lo resucitó, para que quienes confesamos ser seguidores suyos veamos si nos comprometemos o no con ese “su” proyecto que él quiere compartir con nosotros y que ciertamente él respalda y acompaña en todo momento. Ese es el principal sentido de la Resurrección y eso es lo que los discípulos no entienden de manera inmediata.

Justamente el evangelio de hoy nos da la pista para entender que el descubrimiento de los efectos y alcances de la resurrección de Jesús no se comprenden rápidamente, de un momento a otro. Una vez que los dos discípulos han comprobado que Jesús “no está” en la tumba y una vez que María Magdalena les anuncia que Jesús está vivo y que ha hablado con él (cf. Jn 20, 1-18), los discípulos siguen encerrados. Dos veces en el pasaje de hoy escuchamos estas dos expresiones, “los discípulos estaban con las puertas bien cerradas” (v.19) y “ocho días después los discípulos continuaban reunidos en su casa” (v.26), lo cual es signo de que esto es un proceso de maduración de la fe. No nos dice el evangelista que los discípulos “no creyeran” en el Resucitado; con excepción de Tomás, todos lo habían visto y creían en él; pero una cosa es creer y otra abrirse a las implicaciones que tiene la fe, y ese es el proceso que le toma a la comunidad de discípulos un buen tiempo, tiempo por demás en el que Jesús, con toda paciencia y comprensión, está ahí cercano, acompañando, animando y ayudando a madurar la fe de cada discípulo.

Tal vez a nosotros, como creyentes de este tiempo, nos hace falta madurar aún mucho más el aspecto de la fe; tal vez nuestros conceptos tradicionales aprendidos sobre Jesús y su evangelio no nos permiten ver con claridad cuál es el horizonte de esa fe cristiana que confesamos tan folclóricamente y que, por tanto, no impacta a nadie. Valdría la pena hacer el ejercicio de desaprender; vaciar completamente nuestro ser, nuestro corazón, hacer lo de Tomás, viendo el caso de Tomás desde la óptica más positiva, claro está; es decir, si no lo juzgamos de entrada como “el incrédulo”, sino como el que quiere creer y poner en práctica su fe, pero que desde su vacío interior necesita ser llenado por la presencia de su Señor. Éste es el camino que estamos llamados nosotros hoy a recorrer.


Una aproximación psicológica
JEAN-LUC HETU
En “Les options de Jesús

JESUS NO CREE EN MILAGROS

Para muchas personas que viven un cuerpo a cuerpo  (en la lucha) entre sus dudas y su fe, las palabras que Jesús dirige a Tomás aparecen difíciles de aceptar.

En el sentido como se han comprendido habitualmente, es decir, “cree sin preguntarte, sin cuestionarte tanto”, esta frase o expresión es inaceptable. Y no solamente inaceptable, es totalmente contraria al pensamiento de Jesús.

En efecto, Jesús nos dice: antes de creer, antes de seguirme, antes de tomar la decisión de hacerte mi discípulo, tomate el tiempo para sentarte! ( es la parábola de la torre a construir y del ejercito a afrontar- Lucas 14,25-33). Examina, escudriña primero el terreno, aprende a conocerte, explora tu potencial. De otro modo tú te preparas para enfrentar preocupaciones, estar aburrido tener  y dolores de cabeza!

San Pablo retoma la misma exigencia de exploración  y de verificación rigurosa en lo referente a la vida espiritual, cuando el pide: “Verifiquen, examínenlo todo: lo que es bueno, reténganlo (quédense con ello) (1 Tes 5,21).

Sería entonces bastante inverosímil que Jesús reprochara a Tomas por poner cuidado a las cuestiones que surgían en su interior.

La reacción de Jesús se comprende mucho mejor si la situamos en el contexto de su actitud habitual de cara a aquellos que “piden o exigen signos”. Esta manera de exigir milagros para arreglar sus problemas de fe, indisponía profundamente a Jesús (Marcos 8,11-13) y hacia que se impacientara tanto que dejaba plantado allí todo el mundo en medio de la discusión (Mateo 16,4).

Jesús no creía en milagros, en los “signos”, para fundamentar la fe (Juan 2,23-25), y aquello lo frustraba tanto el que se asociara la fe con la vista de un milagro (Juan 3,48).
Así entonces, lo que le reprocha a Tomas no es que éste se cuestione (o se haga preguntas) acerca del sentido de los sucesos de la Pascua o sobre el sentido de su relación personal. Lo que le reprocha a Tomas, es que él piense que el simple hecho de verle (a él)  a Jesús podrá arreglar todos sus problemas.

Bienaventurados (o felices) aquellos que no esperan después de respuestas ya hechas, pero que son capaces de situarse en su fe, yendo hasta el final de las preguntas que ellos portan consigo!

DESPUES DE UNA DECEPCION

El “descubrimiento” de la resurrección de Jesús, por parte  de los apóstoles no ocurrió de un solo golpe. La fe en Jesús resucitado no fue una intuición pura e instantánea. Al igual que los peregrinos de Emaús, no partieron de cero. Ellos debieron hacer esfuerzos para digerir el viernes santo y así integrar su decepción y para salir de la sensación de vacuidad en la cual se encontraron al día siguiente después de aquellos sucesos.

Y cuan verdadero es aquello de que un hombre decepcionado es un hombre reforzado! Después de una grande decepción, el corazón se blinda, se protege de la posibilidad de nuevas heridas, se mantiene lejos de toda aventura que podría terminar en el mismo desenlace desdichado.

En este sentido, no hay de un lado 10 apóstoles que son crédulos, buenos y que han creído de una,  de manera espontánea, y del otro, Tomas, el malo que se hace “halar (jalar) las orejas” para que crea. No hay sino hombres que poseen ritmos diferentes, algunos un poco más rápidos para integrar lo vivido, y hay  otro que tiene necesidad de un poco más de tiempo.

Y en este sentido es muy revelador que Jesús reproche a los peregrinos de Emaús “Su lentitud para creer”  (Lucas 24,25). Aquí el tiempo es un factor importante. Después de los sucesos que nos sacuden , después de las heridas, es normal que uno sienta la necesidad de recogerse, de darse tiempo para integrar lo vivido.

Pero una vez que el tiempo necesario pase, y que varíe  de una persona a la otra, uno a veces continua arrastrando los pies lentamente, complaciéndose en sus fallas, uno persiste a quedarse en la timidez, a encerrarse delante toda ocasión para empezar de nuevo, como si se le impidiera a la vida de volver a encontrar su frescura de antes.

Esos son los sentimientos dudosos  que Jesús sacude con virilidad acá.

LA FE NO ES UN DOGMA

Los sucesos de la Pascua conllevan un desplazamiento de acento en la fe de los discípulos. Durante todo el tiempo que había pasado con ellos, Jesús les había centrado en el Reino que emergía en sus vidas; Él los había sensibilizado sobre la ternura del Padre, Él les había hecho descubrir la importancia de la oración, Él les  había hecho nacer a la gratuidad del amor fraterno.

Se tiene la impresión que con estos sucesos de Pascua, aquellas pistas están un poco olvidadas. Lo que llega a ser importante para los discípulos, ya no es más la riqueza de la vida a la cual Jesús les había iniciado, pero si  lo que le sucedió a Jesús , a él mismo, después de su muerte.

Es así cómo, y  si se comenta sin arreglos el versículo 31, uno es llevado a decir que lo que cuenta ahora  no es más aquello lo que Jesús ha sido , la libertad, el coraje con las cuales Él ha vivido su búsqueda de Dios. Lo que importa ahora, es creer que Él es el Cristo. Al final, lo que salvaría a la persona, no será tanto vivir como Jesús sino creer que Él es el Mesías.

Las cosas suceden como si fuera más  fácil propagar un enunciado dogmático sobre Jesús que sensibilizar lentamente las personas sobre la manera  como Jesús ha vivido su vida. Es así como Pedro definirá la misión de los apóstoles: “testimoniar que Dios ha designado Jesús  de Nazaret como juez de vivos y muertos” (Hechos de los apóstoles 10,42).

Era probablemente necesario que los apóstoles se centraran por un tiempo en el hecho de la Resurrección. Visto su carácter misterioso, era probablemente inevitable que ellos no reflexionaran sobre la transmisión de este evento con un vocabulario más parecido y cercano a la teología que no próximo a un testimonio de vida (juez, Mesías, Hijo de Dios, Señor, salvación…).

Mas estos hechos no pueden hacernos olvidar que Jesús no nos envía a proclamar dogmas que Él mismo no ha proclamado.

EL no nos envía tampoco  (a) para defender una moral, porque estando vivo sobre esta tierra, Él estaba quizás del lado de aquellos a quienes atacaba la moral de su tiempo.

Estas observaciones arriesgan de chocar (molestar)  a  muchos cristianos que cada domingo de sus vidas, se han hecho encaminar de la mano de la moral del sermón en los dogmas del Credo.

Pero es suficiente con leer las cartas de Pablo, de Juan y de los otros, para captar, a través algunas expresiones a veces teológicas, la profunda continuidad entre aquello que el cristiano está llamado a vivir y lo que los evangelios nos refieren de la vida de  Jesús.

La fe no es un dogma. Ella es la influencia de Cristo en nuestra vida.