Sigo pensando mucho en la vida, la persona
y la obra MISIONERA del Padre Gustavo Vélez, nuestro padre, hermano, amigo, el
maestro ameno, sonriente y pedagogo.
Me pongo a mirar la Palabra de
Dios de este próximo domingo 24º del tiempo ordinario y uno de los tantos
comentarios que sobre el evangelio respectivo escribió Calixto:
Cara a cara en la sombra
“Jesús y sus discípulos se
dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo. Por el camino les preguntó:
¿Quién dice la gente que soy yo?”. San Marcos, cap. 8.
Le escribimos al amigo ausente,
lo llamamos por teléfono a ciudades distantes, señalamos sus fechas en nuestro
calendario, volvemos a organizar en la memoria la baraja de sus recuerdos.
Medimos con sus criterios nuestra vida, separamos a la derecha todas las cosas
que le agradan, dejando a un lado las restantes, rememoramos nuevamente el
lugar, el día, la hora del primer encuentro.
Pero todo esto es poca cosa, en
comparación con el momento en que volvemos a encontrarlo cara a cara. La beata
Isabel de la Trinidad, una carmelita francesa, nos define la fe cómo un “cara a
cara en la penumbra”.
Los amigos de Jesús habían
escuchado sus parábolas, habían admirado su poder frente a los demonios, ante
la enfermedad, contra la muerte. Hasta que un día...
Por el camino de Cesarea, Jesús
les pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?”.
Hay circunstancias en que el
Señor nos coloca frente a El, cara a cara. A veces en la sombra, otras bajo una
claridad meridiana. Nuestra vida vale en la medida de nuestra respuesta.
Conocemos muchas respuestas cualificadas:
-Alguien que ganaría más dinero
en la empresa privada, acepta un cargo público.
-En la Primera Comunión de la
hija revisamos nuestro pasado y nos acercamos al Señor.
-La batalla con la enfermedad
culmina en el reencuentro con un Dios amigo.
-Al tropezarnos contra nuestra
limitación descubrimos a Aquel que es ilimitado y perfecto.
Una tragedia colectiva nos
transforma de repente en comunidad y nos invita a ver al Señor cara a cara.
En la historia de cada uno de
nosotros existe un capítulo, donde guardamos con cierto pudor las experiencias de
Dios. Ellas nos van iluminando el panorama hasta el encuentro pleno, cara a
cara, que es la muerte. Las sombras de esta hora suprema nos orientan hacia la
luz definitiva.
La literatura cristiana habla
frecuentemente del encuentro final con Dios. Pero lo llama casi siempre juicio,
rendición de cuentas, examen.
Pocas veces nos lo presentan
cómo el cara a cara con alguien que nos ama. Si amamos al Señor, venceremos el
miedo. Los compromisos del amor son más sólidos que las amenazas.
Es posible regresar a Dios
desde las tierras más distantes. Pero empecemos a hablarle desde lejos.
Señalemos sus fiestas en
nuestro calendario, ordenemos en nuestra mente sus recuerdos, midamos con sus
criterios nuestra vida, promovamos en el mundo todas las cosas que le agradan.
Y luego recordemos con infinita
alegría los lugares, los días y la hora en que nos hemos vuelto a encontrar con
El.
CALIXTO , siempre quiso creer
que la muerte no es final de todo y así lo transmitió siempre con su vida, sus
escritos, su música, su don de gentes, su sonrisa, mientras celebraba la
eucaristía, mientras se tomaba un tinto o departía en cualquier lugar con nosotros.
Curioso, en su página web
tejasarriba.org, y entre el mucho material maravilloso que publicó allí, creó
una novena novedosa para orar por los fieles difuntos. El Padre Vélez siempre
consideró que la novena tradicional tan arraigada entre nuestra sociedad y
nuestras comunidades eclesiales católicas era demasiado tétrica y hasta
asustadora por la manera como comunicaba la esperanza sobre la muerte…Por eso
quiso inspirado por el Espíritu componer unas oraciones y consideraciones que
enseñaran de manera más positiva y festiva (sin que por ello fuera Light) , el
significado de la muerte para el cristiano.
La última vez que le vi en
Medellín, recibí de sus manos una edición impresa en España de esa novena que
él llamo: “Hacia la Casa del padre”, inclusive le pedí su permiso para
reproducirla y popularizarla entre la comunidad con la que trabajaba en Bogotá,
y êl estuvo de acuerdo, pidiendo solo a cambio orar mucho por su vida y su
vocación sacerdotal misionera.
Fue una coincidencia si, porque
jamás se me pasó por la mente que fuera la última vez que nos veríamos frente a
frente sobre este escenario , pues el adiós fue normal sin prolongaciones, sin
protocolos, un simple hasta luego…
Si , tenía que ser así porque
este trasegar por este mundo es un solo un paso hacia algo definitivo, hacia la
casa del padre…y Calixto lo entendía así.
Quiero durante estos días de la
novena por el Padre Gustavo , invitar a toda su familia , a nuestros hermanos
javerianos y a tantos laicos y personas mismo (no católicas) a que realicemos
esta novena (creada por el mismo) y que en la consideración de cada dîa oremos
por Calixto, solicitemos su intercesión ante el Padre y su Hijo el Buen Pastor…
En este momento, como un
ocurrente lector y seguidor de Calixto sugirió en uno de los comentarios sobre
la pâgina web de EL COLOMBIANO debe haber movimiento , barullo en el
cielo por su llegada, cuanta eternidad habrá ahora en esas tertulias entre el
Padre eterno, su Hijo Jesús , y cada uno de todos los santos con Calixto…Qué conversaciones
extensas y cortas se desencadenarán ahora, cuantas preguntas e iluminaciones de
Calixto para ellos y de ellos dirigidas a Calixto.
P.D:
Me preguntaba por la hora
exacta de la muerte de Calixto, debido a que el domingo pasado , en el momento
que le arribaba quizás esa situación angustiante al Padre Gustavo, perdido en
ese follaje, me ocurrió acá algo curioso. Estaba tranquilo descansando y
leyendo , a la vez que veía televisión en mi cuarto, cuando de repente y sin
saber por qué se activó la alarma de incendios …Inmediatamente salté de mi
silla para abrir todas las puertas y recorrer de manera vertiginosa la casa y
así ubicar las supuestas llamas, pero acabé de recorrer todos los aposentos e
instalaciones, mismo fui a la iglesia y no había absolutamente nada…Pocos
minutos después apagamos la alarma, los bomberos llegaron, inspeccionaron cada
rincón de la casa y nada: FALSA ALARMA, simplemente se había activado por un
detector de humo en el techo de la iglesia, no sabemos que pudo despertar la
alarma, la hipótesis es que algo, una pequeña nube condensada de calor y polvo
pudo afectar la sensibilidad del detector, algo que quería salir TEJAS ARRIBA
de la iglesia…
Todo se calmó, se quedó en que
se pediría una revisión a la compañía de la alarma, porque aparentemente no
había nada anormal…
Tres horaS más tarde, después
de mi oración vespertina y mi comida, antes de disponerme a dormir supe por el
Internet de la desaparición del Padre Calixto aquella tarde…
Que Dios los bendiga,
P. GUSTAVO QUICENO
JARAMILLO.mxy
Rigaud –Quebec
Canadá
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Gustavo Quiceno