jueves, 21 de abril de 2011

21 de abril del 2011: JUEVES SANTO


Leer Evangelio de San Juan  13,1-15

El amor revelado

Jerónimo es un  niño extraordinario de 12 años, amante del futbol y del Hockey (más que de las matemáticas y la gramática). Desde su temprana infancia, él se mostró fascinado por el rito del lavatorio de los pies. Y quiere siempre asistir a la celebración donde ve al sacerdote quitarse su vestidura sacerdotal y ponerse de rodillas ante 12 personas para lavarles los pies. Un día yo le pregunté: “Jerónimo que es lo que te gusta en este gesto de Jesús?” Y me respondió: “pues bien, parece que no es normal! (común, ordinario)”.

He aquí la homilía del Jueves Santo más breve que yo he escuchado! “No es ordinario”, arrodillarse ante los demás como ante Dios. No es común. Lavarle los pies igualmente a aquel que va traicionarte, no es algo normal. Amar hasta el punto de escoger el último puesto, no es algo común.

Todos nosotros estamos llamados, en nuestras vidas ordinarias, a descubrir y a redescubrir este amor por lo ordinario, que va hasta el final, hasta donar todo lo que él es: su vida, su cuerpo, su sangre.

“Y ustedes también, nos dice Jesús, ustedes deben ser personas no ordinarias que se arriesgan a amar hasta el fin”.

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“Tomad y comed todos de él…”

Leer Lucas 22,14-27

He acompañado una pareja que vivía un drama familiar donde las repercusiones eran desastrosas. Debiéndome ausentar de Canadá, pasa que el marido me contacta por teléfono cuando yo me encontraba lejos. Él está desamparado, tiene necesidad de confiarse, de tratar de ver claro.

Después de su llamada, yo trato de dormir  y no soy capaz. Entonces, tengo el sentimiento de estar literalmente absorbido por el sufrimiento de esta pareja, de ver mis emociones y mi tiempo comido por el hambre de amistad y de un poco de paz.

Ahora comprendo un poco más lo que quiere decir la Eucaristía. Jesús se ha dejado aspirar (absorber) por el drama de nuestra tierra! Desde que Él ha abierto sus labios y ha comenzado a predicar, se ha comenzado a “comerle!” se le ha tomado su tiempo, su energía, sus inmensas reservas de bondad. Se tenía totalmente hambre de todo lo que era este hombre!

Su gesto en la víspera de la última cena ha simplemente expresado lo que Él había sido siempre y lo que Él quería continuar a ser hasta la consumación (el fin) de los siglos: el amor que se deja comer por los hambrientos, que somos nosotros.


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Gustavo Quiceno