jueves, 22 de marzo de 2012

25 de marzo del 2012: 5º domingo de Cuaresma (B)





L  E  C  T  U  R  A  S

PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE JEREMÍAS 31, 31-34

Mirad que llegan días --oráculo del Señor-- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la que hice con vuestros padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: Ellos, aunque yo era su Señor, quebrantaron mi alianza --oráculo del Señor--. Si no que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días --oráculo del Señor--: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: Reconoce al Señor. Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande --oráculo del Señor--, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL
SALMO 50

R.- OH, DIOS CREA EN MI UN CORAZÓN PURO

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa,
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.-

Oh, Dios crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes dentro lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R.-

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R.-


 SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS 5, 7-9

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas presentó oraciones y suplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de la salvación eterna.

Palabra de Dios

ACLAMACIÓN Jn 12, 26

El que quiera servirme, que me siga, dice el Señor; y donde esté yo, allí también estará mi servidor


EVANGELIO
 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 12, 20-33

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos gentiles; éstos acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
-- Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó:
-- Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva el Padre le premiará. Ahora mi alma está agitada y, ¿qué diré? : Padre líbrame e esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre glorifica tu nombre.
Entonces vino una voz del cielo:
-- Lo he glorificado y volveré a glorificarlo
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
-- Esta voz no he venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Palabra del Señor

A guisa de introducción:

Algún día se han interesado ustedes en encontrar alguien a solas para hablarle con mas confianza, en privado y disfrutar en mas profundidad de su persona, de su historia, de su experiencia?  No necesariamente tiene que ser alguien celebre o “requeteconocido” (que es la manía casi siempre de los periodistas “prepago” con sus entrevistas, como dice cómicamente en serio algún humorista de la radio)… también puede tratarse de un simple mortal, un simple  familiar, conocido o amigo que nos haya simpatizado o despertado nuestra admiración por alguna palabra, acto o gesto que le hemos observado…

Pues bien, ese fue el caso de estos grecos que nos presenta el evangelio de hoy, ellos en calidad de extranjeros, paganos, caminaban con discreción y prudencia en medio del pueblo judío…
Por eso su delicadeza y finura manifestada para querer acercarse a Jesús. Para lograr su cometido se sirven de dos intermediarios, Andrés y Felipe del grupo de los doce que tenían orígenes muy cercanos a ellos con quienes se identificaban, les tenían por ello confianza  y quizás comprendían su lengua.

Así Juan el evangelista,  como lo ha hecho en anteriores encuentros de Jesús (con la gente de las bodas de Cana, Nicodemo, la samaritana , el ciego de nacimiento, etc ), aprovecha para poner en labios de Jesús una reflexión de la fe posterior a la Pascua. Siempre con el verbo VER, la palabra GLORIA,  GLORIFICACIÓN, ELEVACIÓN, plenas de sentido: Jesús es el Hijo del hombre, el ungido de Dios, el Mesías que ha venido al mundo para salvarle y lo más importante cuenta con el aval, toda la confianza y el amor del Padre. Ese es el resumen de este evangelio que se lee muy a menudo en los funerales para iluminar la reflexión seguida sobre la muerte y la resurrección…En este caso, casi siempre se corta la introducción que habla de los grecos que querían ver a Jesús.

No puedo negar que es mi evangelio preferido para esta liturgia, pues la mini parábola de la semilla que cae en tierra es muy fácil de entender para el común de los mortales y sobretodo para las comunidades tan cercanas a la agricultura y en comunión con la naturaleza. Personalmente nunca me ha supuesto dificultad entender el misterio de la muerte que genera vida, nada hay mas verdadero que esta afirmación: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”. En síntesis la vida se gana dándola, gastándola a través de gestos generosos, de caridad, para vivir hay que morir a muchas cosas que nos impiden ser plenamente felices: como el egoísmo, el orgullo, la soberbia, la lujuria, la ambición de poder y del tener y de dominio sobre los otros…Después de la transformación a causa de la muerte hay que nacer a todo lo contrario de aquello: el compartir, la humildad, la austeridad, el servicio…

No hay duda que la muerte es la antesala de la verdadera vida, la naturaleza y los ciclos de las estaciones nos lo muestran, después del otoño y el invierno donde todo muere resurge después en la primavera la vida en esplendor, pues los árboles generan nuevas hojas, de la tierra antes helada brotan plantas y bellas flores, vuelven las aves que habían emigrado, todo se llena de nuevo de LA VIDA…Entonces por que no habríamos de creer que después de la muerte de nuestro cuerpo, hecho  desde el comienzo para la vida no resucitaría? Es siempre el misterio que nos supera, solo nos queda creer, aceptar  y apropiarnos de las promesas de Jesús que es nuestro camino, la Verdad y la Vida…

Y recuerden siempre no hay resurrección ni vida eterna sin antes pasar por la cruz ( o sea la muerte y el rechazo de todo lo que nos impide ser felices y hacer felices a nuestros hermanos (el pecado, el mal), es preciso aceptar el sufrimiento sin renegar ni tampoco mostrarnos miserablemente resignados. Todo parto y proceso de transformación significa dolor. 

Jesús ha muerto en la cruz, y cual  semilla que cae en tierra, muere para transmitirnos la vida y para que nosotros tras sus huellas a la vez, hagamos de este mundo cada vez más justo, más humano, más pacifico y más fraternal…

Buena semana!


Aproximación psicológica del evangelio:

La hora del combate

Juan no nos cuenta la escena de la agonía de Jesús en Getsemaní como los otros evangelistas llamados  sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas).

Sin embargo, evoca con discreción a su manera el combate interior de Jesús. En el capitulo 13 versículo 21, Juan nos dice que Jesús “se conmovió en su espíritu”, hablando de su traición inminente.

Acá, hace decir a Jesús a si mismo: “mi alma está turbada” (otra traducción literal seria: “mi interior está en completo desorden”). Y es el mismo combate que es evocado. Nosotros encontramos, en la frase “Padre, sálvame de esta hora”, el equivalente de “Padre, aleja de mi esta copa…” de Marcos 14,36. De manera parecida, Jesús agrega: “pero precisamente es para esta hora que yo he venido”, que corresponde al “por tanto, no se haga lo que yo quiero sino lo que tu quieres!” de Marcos. Juan es muy sensible al dominio de si mismo, que Jesús manifiesta a lo largo de todo su proceso y de su pasión. El Jesús que nos pinta o nos designa domina la situación y pareciera que no la sufriera tanto. Y por lo tanto, de igual manera dentro de este evangelio, hay una puerta abierta sobre el drama interior vivido por Jesús.

Mismo si Él está convencido de la fecundidad de su gesto, no es fácil para Jesús aceptar  “caer en tierra” y morir. El no desea el sufrimiento, no quiere la soledad, Él quiere la comunión, Él quiere la vida plena e intensa (la vida “en abundancia”, Juan 10,10).

Él ha dejado su trabajo de carpintero para convertirse en constructor de hombres, ha reunido pescadores para hacer de ellos pescadores de hombres, para que tengan juntos una vida más plena, más cargada de sentido. Él,  Jesús, ha querido sembrar la Buena Noticia, plantar la esperanza en la vida de hombres y mujeres.

Esta esperanza que ha sentido, vivido, transmitido, renovado en los otros, he aquí que ella se intensifica en Él a la hora de la muerte, en la hora de la revuelta (rebelión) del cuerpo, en la hora donde se está  dispuesto a todo para evitar el sufrimiento.

Vemos entonces que la esperanza de una vida intensa, comunicada de manera misteriosa a todos, se hace más clara y más densa. Dice el libro de Isaías:  “Por sus sufrimientos, mi servidor justificara la multitud…Lo que ha complacido a Dios tendrá su cumplimiento por Él” (Isaías 53, 10-4). Y he aquí lo que sostiene a Jesús, en la hora de su combate: lo que tu has vivido, tiene sentido, lo que  vas a vivir, continuara teniendo sentido (traducción libre de: “Yo lo he glorificado y lo glorificaré todavía (aun)” en el v.28.

La voz, se dice, viene del cielo. Pero también podría ser una voz interior y ella diría la misma cosa. Porque sea la que sea su manera de manifestarse, claramente a vista de todos, o en lo secreto, Dios vela sobre la vida de Jesús, y Él le revela a su medida, como una comida, el sentido de lo que va a vivir.

Este misterio de ternura y de sostenimiento, se ha dicho que engloba (cobija, cubre, envuelve) a todos aquellos que se comprometen en el seguimiento de Jesús, porque es el mismo Padre quien suscita, que conduce y que acoge (v.26).


R E F L E X I O N

Aceptar (de) morir para vivir

Cuando uno se detiene a leer o a escuchar atentamente nuestro relato, su significación o sentido aparece bastante rápido. Unos griegos, mitad judíos por su práctica religiosa, se sienten atraídos por Jesús y buscan entrar en contacto con Él por la mediación de los discípulos más griegos del grupo de los 12, Andrés y Felipe, originarios de la región o rincón helenizado de Betsaida. De manera muy extraña, Jesús primero responde a los dos discípulos con un discurso centrado en el sentido de su muerte próxima, y después hace la conexión con una oración corta donde puntualiza su angustia y que se termina por su consentimiento de la prueba (o dificultad), y al final se vuelve hacia la multitud para predecir el fracaso de las fuerzas que se le oponen y anunciar su triunfo a través de todos los creyentes que serán atraídos por Él. Para resumir en una palabra el relato: la entrada en la comunidad de creyentes de un círculo de creyentes que desborda o supera el medio judío constituye el fruto directo de la acción única de Jesús que ha ido hasta consentir una muerte trágica antes de ejercer su influencia en el mundo después de su muerte.

Pero yo veo o  encuentro que la clarificación de los propósitos del evangelista, lejos de poner un término a mi reflexión, hace surgir innumerables cuestiones. En particular ésta:  ¿Por qué es necesario morir para dar fruto? La imagen en boca de Jesús es clara: “De verdad, les aseguro, si el grano de trigo puesto (o que cae) en tierra no muere, queda solo (estéril). Pero si muere, da muchas espigas (frutos)”. Esta imagen ha sido aplicada a Jesús, pero en la trama de nuestras vidas, a cual verdad nos renvía?

Es curiosamente el evangelio de Juan mismo, que me aporta un comienzo de la respuesta: es la acción de volverle a dar la vida a Lázaro (Resucitación diferente de resurrección) que lleva explícitamente a las autoridades judías a decidir la muerte de Jesús. No es esto paradójico? El hecho de suscitar la vida ha invocado la muerte sobre Él. Y para quien ha frecuentado el evangelio de San Juan sabe hasta qué punto el tema de la VIDA, en particular esta misteriosa “VIDA SIN FIN”, es un hilo conductor. Entonces por qué  (el hecho de) escoger la vida en toda su plenitud implica (trae como consecuencia)  la muerte?

Mi experiencia de vida aporta una respuesta parcial. En el fondo, yo nunca he cesado de morir:

Al dejar el útero maternal, yo cortaba mi dependencia de una morada bien cálida.

Cuando llegó el tiempo de ir a la escuela, yo dejaba atrás mi vida en el campo e iba al pueblo, diciendo adiós a las largas horas de juego y despreocupación para aprender a leer y a escribir.

Al comienzo de la adolescencia, dejaba mi escuela, devenía colegial, renunciaba a ciertas cosas propias de mi infancia.

Poco después  partía para una gran ciudad e ingresar al seminario, renunciaba a una parte de mis vínculos familiares y a no ver a mis seres queridos por largos periodos, para  trabajar y estudiar arduamente en aras de adquirir el saber.

A los 22 emprendo una experiencia de espiritualidad por un año (el noviciado) , dejando a un lado el ritmo de estudio, de libros, de vida de seminario, comienzo entonces un periodo de  intensa oración y profundización en mi mismo…algo muy distinto y novedoso ante todo lo que había vivido.

A los 24 salgo por primera vez del país, me alejo de la familia y mis compañeros y formadores ,  y me inserto por un año en otra cultura distinta a la mía, he de aprender a comer otras cosas, a aprender otras costumbres, un año para ponerme completamente al servicio de una comunidad en la evangelización, la liturgia, la preparación para los sacramentos, viajes largos a pie por la montana, en caballo, por carretera.

Después una opción de vida definitiva me empuja a ir a Europa para aprender el francés (33), luego voy al África (Camerún) por 5 años, constantemente aprendiendo nuevas culturas, conociendo otros ambientes.

El día llegó para mi de hacer la opción desgarradora de dejar parcialmente lo que había construido durante 20 años, incluyendo la seguridad a la que estaba muy liado, para comenzar un nuevo proyecto de vida, lo que implicaba morir a muchas realidades por lo tanto bellas, con el fin de nacer a otra cosa.

Que continuidad puede haber en todas esas muertes, sino el deseo de ser fiel a la vida, al llamado de la vida en plenitud y en toda su verdad? Qué sentido pueden tener nuestros desiertos, sino la esperanza de la Tierra Prometida?

Es esta mi convicción que un ser humano no puede crecer sino esta en constante punto de partida, sin abrirse sin cesar a la verdad y a la vida que se le presenta sobre la marcha, sin aceptar de morir cada día a una parte de él mismo, al ejemplo de la crisálida que se convierte en mariposa.

No tenemos acceso al diario íntimo de Jesús, pero yo imagino esta misma realidad en toda su fuerza, de ahí su llamada: hasta donde iré yo, allí también deberá llegar aquel que me siga”.

He hablado de respuesta parcial, no total. Ya que un misterio permanece: por qué estas muertes que, al menos en apariencia, lejos de posibilitar crecer, matan por el contrario el alma y el corazón de la persona?

Leía  recientemente la historia de las personas hermanos o parientes o colegas de las 14 mujeres asesinadas en la masacre de la Escuela Politécnica de Montreal. El que seres destruidos confiesen haber perdido el gusto de vivir después de aquel 6 de diciembre de 1989, y se suicidaron después...  Cómo hablar entonces de muerte que hace crecer (engrandecer)? Sin tener una respuesta definitiva, yo constato que no puedo acoger este misterio que mirando a través de la fe , el amor y la historia personal de Jesús, quien ha dicho: “Y ahora estoy aterrorizado. Como podré decir: “Padre, líbrame de esta hora, cuando he venido para vivir esta hora. Padre, revela la calidad extraordinaria de tu ser”.

En esta fe y este amor, me gustaría celebrar la esperanza que estos muertos insensatos hagan  nacer una vida que no se esperaba más.


Reflexiono :

-          Qué quiere decirnos Jesús al contarnos la historia del grano de trigo?
-         Qué significa: “perder su vida”?
-         Cómo puedes tu donar la vida, allí donde estás?
-         Qué frutos puedes producir?
-         Qué es necesario para que puedas crecer?
-         Das de tu ( dedicas)  tiempo a los demás?
-         Le dedicas tiempo a Dios?


ORACION-CONTEMPLACION :

Señor, haz que yo sea un buen jardinero
Para hacer germinar  una semilla,
Hace falta tiempo Señor.
Dame la paciencia para esperar,
El placer de observar  y la alegría de mirar:
Señor, haz que yo sea un buen jardinero!

Para hacer crecer una flor,
Es necesario el tiempo, Señor.
Permíteme respetar los otros,
Amarlos sin maltratarlos,
Servirles con una sonrisa,

Como yo,
Ellos necesitan tiempo para crecer!
Señor, haz que yo sea un buen jardinero.
Para hacer crecer un árbol,
Hace falta tiempo Señor,
Concédeme siempre  de encontrar,
Donde esté y lo que haga,
Amigos con quienes contar,
Personas sólidas y seguras
Que me ayuden a progresar
Y a crecer en armonía.
Amen.



Bibliografía :

Hétu, Jean-Luc. Les Options de Jésus.






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Gustavo Quiceno