Antes de compartirles la carta, quiero resaltar
una vez más la superficialidad y mediocridad de ciertos medios informativos
como el de cierta cadena radial colombiana que se transmite en la mañana…Allí
hicieron alusión rápida, y por lo mismo superficialmente a la decisión reiterada
que el Sínodo de Obispos católicos en Roma acababa de tomar respecto a no
admitir a la recepción del sacramento a los divorciados vueltos a casar.
Los periodistas de la mesa de trabajo y que hablan
de la IGLESIA CATÓLICA como si fueran extraterrestres o una entidad ajena a
ellos (siguen pensando que la Iglesia la hacen o forman solo el papa, los curas
y monjitas, de manera peyorativa, como ellos mismos suelen decir), y ni siquiera se
cercioran de su identidad cristiana católica (ellos son Iglesia, han sido
bautizados pero no han tomado en serio su misión…) y en lugar de aclarar e iluminar a los oyentes
al respecto (pudiendo recurrir a su creatividad periodística: invitando o
llamando por teléfono a alguien docto o experto en el tema) se aceleró más bien
a lanzar sus opiniones erróneas (y en tono no muy apropiado) a justificar el
alejamiento de muchas personas de la Iglesia…Pero tienen estos periodistas razón?
Los siguientes minutos que estuve “soportando” la
escucha no hicieron lo apropiado…es mas, habían pensado la posibilidad de
decidir como tema del día este sujeto relacionado con la decisión de la Iglesia
de no permitir la comunión a los divorciados y re casados…pero finalmente no lo
hicieron…les dio “miedo” enfrentar un tema muy concerniente, quizás por tabú,
miedo de armar polémicas…perder audiencia…porque cuando se trata de hablar de
lo esencial a nuestra vida (espiritual, moral, vida eclesial)…Mejor se dirige
la mirada a otra parte más superficial, sensacionalista, y por lo mismo vacua!
Saben de que hablaron la siguiente media hora? Los que estaban en el dial lo saben…(si, entrevistaron a la chica brasilera de 20 años que vendió su virginidad...) y les pregunto qué clase de periodismo, de información están recibiendo los colombianos?
Para presentar la posición de la Iglesia católica sobre
la cuestión de las personas divorciadas que no pueden acceder a la comunión, John
White, un laico canadiense (no es un sacerdote) ha imaginado esta Carta de Jesús a todas las personas divorciadas que
se han vuelto a casar.
He aqui la traduccion del frances:
“Yo, Jesús,
yo me doy cuenta que tu sufres por no poder comulgar después de tu divorcio. Tú
ves esto como una sanción demasiado severa y un rechazo de tu persona. Contigo,
yo sufro tu fracaso. No es así que tu vives esta ruptura? Cuando tu haces un
retorno sobre los bellos sentimientos y las esperanzas del debut de vuestro
amor, tu sientes con más amargura la dura realidad del sueno roto. Tú conyugue
y tú han querido hacerse uno, porque el amor, que es unión de corazones, busca
unirse por todos los medios posibles. El amor quiere portar frutos. Tú sabias
que los hijos tienen necesidad de una asistencia para desarrollarse y que este
encargo o tarea requiere tiempo, toda la
vida misma y demanda estabilidad. Tu has querido casarte porque tu querías también un amor que dure por siempre, poniendo
tu confianza en esta Palabra: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
Y ahora tú
ves, sus proyectos y los de sus hijos igualmente afectados. Que pena ver esos sueños
y proyectos frustrados por todas las peripecias de la separación! Sus pequeñas miradas
inquietas decían: papa, mama, no podrían volver a estar juntos? Se ha decidido
que no. Tu corazón está herido, tus hijos sufren, tu conyugue también sufre,
tus padres lo lamentan y lloran en secreto, tus hermanos temen que la misma
cosas les suceda. Tú sabes en el fondo de ti mismo que tomar esos pequeños y
hacer de ellos adultos es una misión tan bella
y tan grande que la reunión de las cualidades de la madre y el padre son
apenas suficientes para la tarea. Y ahora te encuentras solo (a).
Tú como yo habrías
esperado que las cosas evolucionaran de otro modo. Yo no te juzgo, tu sabes que
yo he perdonado a la mujer adultera, al criminal que estaba a mi lado en el
Calvario, yo te abro mis brazos. Tú
quieres volver a mi Iglesia, que yo he confiado a Pedro, no lo dudes, vuelve.
Yo tengo tanto para darte.
Yo no puedo
recibirte en mi mesa, a pesar que yo desearía tanto que las cosas fueran de
otro modo. Esta santa cena es el regalo que yo he hecho a la humanidad, para
que cada uno pueda estar conmigo, donde se encuentre. Es una unión real en la cual yo me doy totalmente porque yo amo a los
humanos. Esta comida significa la concordancia en nuestras voluntades, y accede
aquel (la) que comparte mi proyecto.
Recuerda
que mi amor ha ido hasta aceptar todos los sufrimientos y la muerte por cada
uno de ustedes. Yo soy santo y aquellos que están cerca a mí, deben purificarse
para querer como yo el bien de todos.
El amor
conyugal tiende a una unión total y durable con el amado, de ahí el deseo
natural de una vida en común, de un
nuevo estado de vida. “Por esto el
hombre dejara a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos no harán sino
uno”. Yo he querido que esta unión, don
mutuo y total de su ser al otro, sea sellado
por un lazo permanente, digno solo de él.
El amor
verdadero quiere y busca ante todo el bien del otro. La ruta es larga para
aprender a renunciar a si mismo para el provecho del otro. Yo he querido que el
matrimonio llegue a ser una escuela de verdadero amor. Un amor fiel, que gane
en solidez y en generosidad en contacto con las exigencias de la vida y del
cuidado de los hijos. Mi vida les sirve de guía para captar lo amplio de esta
voluntad de bien: un amor que perdona, que es paciente, que soporta todo…Mostrarse dispuesto al sacrificio de su
vida. He ahí el objetivo del amor: amar como Dios ama. Cuando se tiene por misión
amar de esta manera todos los humanos y mismo a los enemigos, no se puede
abandonar al conyugue que se ha elegido y con quien se ha hecho un compromiso
publico para amar en los tiempos buenos y malos…
Esta elección pone en duda la sabiduría de lo que
yo he querido para el amor conyugal. Si tú te comprometes en una segunda unión,
tú afirmas por este gesto público que eres tú quien renuncia a vivir de acuerdo a mi
enseñanza, de cierta manera tú te retiras tu mismo de mi mesa.
Si bien es
verdad que yo perdono todo, ciertas faltas tienen consecuencias que permanecen
en el tiempo, en particular, aquellas que se relacionan con la opción por un
estado de vida. Al permitirte acercarte
a mi mesa, yo corro el riesgo de inducir muchos al error. Tú sabes tanto como
yo que tu divorcio es un mal para ti y para todos aquellos que son testigos. Si
yo te recibiera en mi mesa (de la eucaristía, de la misa), los otros van a
pensar que el divorcio no es tan malo al fin de cuentas. Yo los amo demasiado,
y en particular a los jóvenes, para dejarles pensar de ese modo. Yo no me
equivoco si te digo que, tú tampoco, tú no quieres que el total de la humanidad
crea esto del divorcio. Es cierto, mi enseñanza lo manifiesta o dice
claramente, pero los seres humanos confían más en los actos que en las
palabras. Por consideración con ellos,
yo no puedo admitirte en esta comida.
Convéncete,
yo estoy contigo y espero después de mucho tiempo el momento en que aceptaras
volverte hacia mí con todo tu corazón. Tú no lo lamentaras: yo no me dejo nunca
superar en generosidad.”
Jesús.
John White, Québec
Posted on 24 mars 2011 by
John
¿Qué actitud tiene la Iglesia con los divorciados casados de nuevo?
Siguiendo el ejemplo de Cristo, los acoge con amor. Pero quien, después de un matrimonio canónico se divorcia y, en vida del cónyuge, establece una nueva unión, se coloca ciertamente en contradicción con la clara exigencia de Jesús respecto a la indisolubilidad del matrimonio. Esta exigencia no puede ser suprimida por la Iglesia. La ruptura de la fidelidad está en contradicción con la EUCARISTÍA, en la que la Iglesia celebra precisamente la irrevocabilidad del amor de Dios. Por eso no puede acceder a la sagrada COMUNIÓN quien vive en una situación tan contradictoria. [1665, 2384]
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Gustavo Quiceno