En el colegio, y en la escuela, entre mi infancia y mi adolescencia fui cómplice
con mis contemporáneos en la fascinación por los gigantes de la literatura, los
ogros (de los cuentos) personas de gran tamaño de series de tv y películas …Hombres de enorme dimensión corpórea,
altos y por lo general feos físicamente (la belleza es relativa, si) o que
al menos mostraban una figura abominable y digna de miedo.
La primera referencia que recuerdo con respecto a los
gigantes la encontré en la sagrada Biblia que empecé a leer a los 9 años…Esos versículos
fascinantes del capítulo 6 del libro del Génesis nunca los olvido:
[1] Cuando los hombres empezaron a multiplicarse
sobre la tierra y les nacieron hijas, [2] los hijos de Dios se dieron cuenta de
que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron por esposas aquellas que
les gustaron. [3] Entonces dijo Yavé: «No permanecerá para siempre mi espíritu
en el hombre, porque no es más que carne. Que su vida no pase los ciento veinte
años.» [4] En ese entonces había
gigantes sobre la tierra, y también los hubo después, cuando los hijos de
Dios se unieron a las hijas de los hombres y tuvieron hijos de ellas. Estos
fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.
Explicaciones sobre este pasaje hay muchas, pero acá no es el
caso hacerlo…(bueno si, verán un comentario al final de la entrada).
Continuaré diciéndoles que en la escuela escucharía hablar de
nuevo de Goliat, pues ya
lo había referenciado en mi lectura personal de la
Sagrada Escritura…en clase de religión, me entretendría un buen rato imaginando
la proeza del pequeño David, futuro rey de Israel, que vencería con una simple
honda (cauchera armada de piedras) al descomunal soldado de los filisteos, enemigos
acérrimos del pueblo preferido de Dios (Samuel 17:4-23;
21:9). Desde ese día la leccion fue aprendida: más vale la inteligencia, la sagacidad y la paciencia que la fuerza bruta, ciega y violenta...
La mayoría de los
cuentos nos presentarían unos personajes llamados OGROS, de gran estatura, de
apetito insaciable, que se comen los niños…
Una historia de redención
muy bonita y ejemplarizante es el cuento de Oscar Wilde “El gigante egoísta”,
quien nos hace llorar tiernamente por su final inesperado.
En la tv, a
principios de los 80, vendría una serie de USA, llamada “Tierra de Gigantes”
(Land of geants), transmitida
durante la década de los 60, la cual narra las aventuras de la tripulación y
pasajeros de una nave de transporte suborbital, que es accidentalmente
transportada hacia un mundo en el cual toda forma de vida tiene enormes
proporciones en comparación de los personajes principales. El aspecto de estos
gigantes es enteramente humano, pero su sociedad es completamente dictatorial,
cuyos detalles no son mostrados totalmente…Nunca supimos, o supe al menos yo, quiénes eran los terrícolas
o nuestros comunes…el grupo de la nave o los gigantes dictatoriales?
Después
hubo una tendencia en el escenario de agrandar animales y bestias en teleseries
y en cine…ejemplos: “el manjar de los dioses”, transmitida en Colombia , en un
espacio nocturno que se llamaba “Cita con los clásicos…del terror”, mostraba en
escena unos roedores gigantes que crecían mutando al ingerir una sustancia oleaginosa que surge de la tierra de una isla canadiense, por ello se constituyen en un gran peligro al lanzarse a devorar seres humanos…Así el miedo cuando no
era concertado por el gigantismo (King- Kong, bigfoot, cíclopes…), era generado por la
multiplicidad (de arañas, abejas, serpientes) o por visitantes extraterrestres
(V) o muertos vivientes (zombis en el cine).
Pero sigo
hablando de los gigantes, que valga aclarar no es sinónimo de GRANDE, sino más
bien de ALTO, fornido, coloso…recuerdan también que una de las maravillas del
mundo se llama EL COLOSO DE RODAS?
Para las
mentes que se identifican con la de los niños, muy a menudo los gigantes
generan terror. Los cuentos les muestran con caras y tendencias maléficas, son
los causantes de la crueldad en el mundo (en el fondo eso es lo que pinta el
pasaje bíblico citado al comienzo…ellos son el fruto de la inconsciencia y
altos niveles de corrupción de los hombres, por eso Dios decide luego enviar el
diluvio…).
Las
historias llegan al final con la muerte del ogro o con su huida.
Bueno,
después de esta larrga y suscinta (je,je) introducción, parece claro que LOS GIGANTES son sinónimos de
maldad, violencia y horror…Pero sabían que hay dos excepciones y que se han
constituido en los útimos 400 años en clásicos emblemas de la literatura? Si les
hablo de GARGANTUA y PANTAGRUEL, CUYOS
nombres me late a mí, fueron bien
escogidos para dos gigantes.
Su
creador fue el francés FRANCISCO DE RABELAIS ( (Chinon c. 1494 - París, 1553) fue un escritor, médico y humanistafrancés. Usó también el seudónimo de Alcofribas Nasier, anagrama de François Rabelais) y ellos
son la excepción a la regla con respecto a las ideas clásicas de lo que son los
gigantes. Los colosos de Rabelais son pacíficos, son víctimas de agresiones más
que ser agresivos, y donde el lector desea su triunfo …Se cuenta su historia,
su gesto, los introduce largamente en nuestro universo familiar: los monstruos
son apaciguados y sueltan nuestra risa.
Aprovechandose
de una tradición muy antigua y bien establecida, explotada por “las
grandes e
inestimables crónicas del gran y enorme GARGANTUA”, aparecidas en 1532,
Rabelais parece primordialmente aferrarse a la idea de convencernos de la
existencia de sus personajes principales, pero él no inventa en materia de
GIGANTISMO, sino unos pocos detalles: Rabelais escribe, imagina sobre un tema
ya conocido, como otros autores lo habían hecho antes que él. Gargantúa se
inspira simplemente en las novelas de caballería, en sus parodias, en la tradición
legendaria, en los sucesos acontecidos.
Sus
gigantes viven aventuras ya contadas y clásicas, las de los héroes de
caballería. Un gigante es un personaje de marca, le es necesario una larga
lista genealógica –como la de Jesucristo, citada por Mateo 1,1 ss)-y sobre todo
para el gigante rey.
Rabelais
sacrifica a la usanza, no sin desenvoltura; en el orden de sus libros,
Pantagruel hijo de Gargantúa, ve el día (aparece) antes que su padre. “Las hazañas y hechos horribles y espantosos del muy renombrado
Pantagruel Rey de los Dipsodas, hijo del gran gigante Gargantúa”,
aparece en 1532 para la feria de otoño y la Sorbona deberá condenar este “recuento
de obscenidades”.
El GARGANTUA,
lo data según toda verdad en 1534. La genealogía de gigantes se acomoda bien
fuerte a pesar de las inconsecuencias cronológicas ocurridas en la publicación de
sus aventuras; al menos, esto muestra que los relatos de Rabelais no buscan en ningún momento la seriedad en una
historia. El padre se aprovecha de la gloria de su hijo. Pues Rabelais reenvía a
sus lectores al primer suceso: “Les recuento la grande crónica Pantagruelina
reconociendo la genealogía y antigüedad de donde nos ha venido Gargantúa” (cap,
1). De la larga enumeración paródica que permitía seguir la línea de los
gigantes desde Chalbroth hasta Pantagruel, el GARGANTUA no conserva que los personajes
vivos, Grandgousier, Gargamelle (de acá se habrá inspirado el autor de los
Pitufos para el nombre del malvado?) y GARGANTUA. Una gran familia si es que lo
fue, pero más natural y más simple…
Inicialmente, parece que Rabelais escribió esta obra
para consolar a los enfermos en sus días de aflicción y que estimaba el humor
como algo curativo en sí mismo. Así, Gargantúa y Pantagruel se
ha convertido en un clásico dentro de la literatura de humor, reflejando el humor como un valor burgués que
revela el goce epicúreo de la vida.
Se considera que Gargantúa y Pantagruel continúan
la tradición de la literatura goliardesca, en su estilo satírico-popular
sobre héroes carnavalescos.
Comentario al pasaje bíblico del Génesis 6,1-4:
Ensayos para
producir una super raza humana no comenzaron con Adolfo Hitler y no han
terminado con él. Nuestra generación parece
tener una fijación por el SUPER HOMBRE, Superman, El hombre Nuclear, la Mujer
Biónica, El hombre Increíble (tanto Kalimán como Hulk) y muchos otros roles de televisión contribuyen al mismo tema. Y
esta super raza no debe ser comprendida solo como dominante en el campo de la ficción.
Es terrible comprobar como científicos genéticos trabajan seriamente para creer
super humanos, mientras que muchísimos abortos pueden ser utilizados sistemáticamente
para eliminar los indeseables. El otro día leía en un periódico un acta o
recuento de lo expuesto de una organización que ponía a disposición de algunas
mujeres el esperma de ganadores de premios Nobel.
Es mucho más difícil determinar el resultado final de esos
ensayos que el encontrar los orígenes de un movimiento. Su debut está grabado o
registrado en el sexto capítulo del libro del Génesis. Debo decirlo, aquí hay
mucho más desacuerdo por cada centímetro
cuadrado que en todo el resto de la Biblia. En verdad y es necesario decirlo,
son los eruditos conservadores que tienen la mayor dificultad con este pasaje.
Debido a que, aquellos que no toman la Biblia al pie de la
letra o en con toda seriedad, son rápidos para expresar juicios y llamar a este
relato un MITO. Los eruditos conservadores deben explicar el evento que Moisés
(presunto autor) ha dicho es un suceso histórico. Si bien es cierto que hay
diferencias en la interpretación de este pasaje, el resultado no es
fundamental- uno que afectara los problemas críticos que subraya la salvación eterna de alguien. ..
Creemos en un progreso de la humanidad, los pueblos
primitivos creían por tanto que sus antepasados eran más fuertes y mejor
instruidos que ellos mismos. Es por ello que les veían capaces de rivalizar con
Dios, cuando esta arrogancia nos parece a nosotros que es el fruto de la
cultura y del progreso tecnológico. La lección es clara: el superhombre se cree
dueño del cielo, pero él no conoce los caminos de Dios.
Para finalizar es sorprendente encontrar acá GIGANTES que se
parecen a los héroes mitológicos. Quiénes eran esos gigantes? Nacidos de la confusión
entre “los hijos de Dios” y las “hijas de los hombres”.
Ellos son el signo o muestra que la humanidad ha crecido en
talla…Pero ha crecido por lo tanto en sabiduría?
REFERENCIAS:
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Gustavo Quiceno