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miércoles, 31 de diciembre de 2008
LA ESPERANZA DEL NUEVO AÑO
Queridos amigos lectores:
La esperanza se hace más fuerte por estos días de fin de año. Cada quien hará balance de su vida, de las cosas buenas que realizó y las que dejó de hacer para crecer y progresar. Es obvio que hubo momentos felices, pero también momentos duros: crisis económicas, efectos desastrosos a causa del invierno, desencuentros con amigos, instituciones, discusiones y heridas familiares, etc.
Por ello, viviendo el final de este año , nuestra marcha y caminar existencial tendrá sentido para nosotros si fijamos nuevamente la mirada en el pesebre, si nos identificamos con la familia sagrada de Nazareth: Jesús, José y María, quienes se constituyen para cada uno de nosotros en paradigma, modelo a seguir para asumir la vida.
Del diario convivir de la Sagrada Familia, la de José, María y Jesús, sabemos muy poco. Si nos atenemos a los pocos datos que nos dan los evangelios, podemos deducir que no fue un convivir fácil y rutinario: Aquella familia fue SANTA y FELIZ, pero no a un precio fácil y muy accequible. Lo que les permitió a ellos permanecer unidos, a pesar de tantas dificultades fue el amor mutuo, la comprensión, la espera y confianza en el padre de los cielos.
Miren a José primero que todo, no fue fácil para él aceptar el embarazo de María y traerla a su casa tomándola como esposa...Se expuso a los rumores de la gente, inclusive pensó en denunciarla y hacerla apedrear, pero sintió el consuelo divino, la certificación del misterio y aceptó todo...pero no sin dudas e irresoluciones.
Jesús nació en el transcurso de un viaje accidentado y arriesgado y una vez que nació allá en Belén, nadie quiso acogerlos, sino que los rechazaron e hicieron que buscaran por albergue un establo con dos animales. Después para María no fue fácil comprender las actitudes del hijo hacia ella. Ya cuando se les extravió la primera vez en Jerusalén, después de tres días de larga y angustiante búsqueda hallaron a Jesús en el templo y este les reclama secamente por qué le buscaban. Ellos sin ocultar su preocupación le dijeron cuán afanosamente le buscaban y Jesús les responde: "No saben que debo estar ocupado en los asuntos de mi padre?".
Luego Jesús crece, cumple 30 años y decide salir de su casa y ser itinerante, proclamando el Reino de Dios, haciendo signos de curación y sanación. María le preocupa esto, las constantes ausencias de Jesús, los rumores que hacían sobre El, un hombre de 30 años que permanece célibe, sin familia, ausente permanentemente de su casa...Qué desconcierto y preocupación para la madre.
Luego Jesús confronta a las autoridades civiles y religiosas de su tiempo, denuncia la corrupcion, se hace enemigos a montón y termina clavado en una cruz...María está al final, al lado de El, con el apóstol Juan...Así transcurre la vida de Jesús, antes de la resurrección. Una familia que ha tenido que vivir así, entre tanta angustia y sobresalto, ¿puede haber sido una familia santa y feliz? Sólo con una condición: que el amor haya sido el vínculo y ceñidor de la unidad familiar
Como vemos no fue fácil la vida de esta familia. En ella también se experimentaron las alegrías, los aciertos, los momentos felices...Pero también hubo dificultades, dolor, sufrimiento. Como seguramente la habremos sentido en lo recorrido de este año, en cada una de nuestras familias.
Sí, se puede ser santo y feliz, pero mientras el amor sea la base de todo, mientras el amor estreche los lazos y nos haga caer las escamas de los ojos para perdonar las ofensas, eliminar el rencor, exterminar el odio, no darle cabida a la indiferencia, dar espacio para el diálogo, la conciliación...
Que Dios los bendiga hoy y siempre,
Deseo que todos los sueños, propósitos y proyectos buenos en el año que comienza se vuelvan realidad.
Habrá verdadera felicidad y realización en nuestra vida cuando para obtener la paz en la familia, en el grupo de trabajo o de estudio y en la sociedad, nos preoucpemos ante todo por ser justos y equitativos sobretodo con los más necesitados.
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Gustavo Quiceno