martes, 1 de febrero de 2011

DE BIEN NACIDOS ES SER AGRADECIDOS.

En el primer tema que dimos hace ya más de tres meses en catequesis, explicaba a los niños que era iglesia. Ellos enseguida apuntaron al templo que teníamos dibujado en la pizarra, sin saber, claro está que ese templo lo formaban pequeños rectangulitos a modo de ladrillos; cuando les propuse que escribieran el nombre de familiares, amigos, el suyo propio con alegría iba turnándose la tiza de colores. Así cuando acabaron les explique que eso era la iglesia: ellos mismos junto a otros muchos formaba el templo de Jesús, de diferentes colores, maneras de pensar, de ser, de actuar, con trabajos diferentes, responsabilidades a veces opuestas, desde el momento que recibimos el bautismo entramos a formar parte de ese conglomerado de pequeños ladrillos que juntos y unidos pueden dar forma al Reino que Jesús anuncio.


Como en todo edificio, este puede sufrir el azote del viento, del agua, incluso intentar el derrumbe con grandes maquinas, pero este templo, no se cae con tales cosas sino que incluso se hace más fuerte y resiste incluso a las nuevas modas. Se fortalece gracias a muchos ladrillos que unidos con el fuerte cemento de la fe, comparten tiempo con los ancianos, personas con poco o ningún recurso, niños y jóvenes, y a todos los que deseen también se les invita a formar ese muro, para así fortalecerle más.


Los cimientos de este templo tienen un buen forjado, Jesús, y a El se agarran los ladrillos para no caer. Por esa fe y ese amor a los demás, una organización como Caritas duplicó en dos años las asistencias por efecto de la crisis, pasando de 400.000 en 2007 a 600.000 en 2008 y 800.000 demandantes, un año después. Las necesidades demandadas han sido: alimentación, vivienda, empleo, acompañamiento sobre asuntos legales y extranjería, y apoyo psicológico. Los colectivos más atendidos han sido parados, jóvenes con perdida recientes de empleo, parados con baja cualificación o mayores de 45 años, mujeres solas y con responsabilidades familiares. Pero como siempre hemos oído los números son fríos, las cifras no pueden decirnos más que cantidades, sin darnos cuenta de que detrás de esas cifras, hay personas de carne y hueso, personas que sufren, aman, se alegran y se entristecen, como nosotros.


Creo que esta labor humanitaria que se hace desde la iglesia católica, sinceramente, ahorra bastantes quebraderos de cabeza al Estado, por lo que hay que reconocerla y por lo menos respetarla.


Las personas creyentes en Jesús, cuando se reúnen bien sea por la visita del papa, por peregrinar a Compostela, o por cualquier otro acontecimiento de esta índole, no rompen escaparates, ni queman contenedores, ni destrozan mobiliario urbano, no llenan todo de botellas vacías, bolsas y basura. Sus manifestaciones son tranquilas y llenas de actos conciliadores. Estas personas que van a uno de esos actos religiosos tienen el mismo derecho que otros que deseen ir a actos políticos, culturales, sociales para manifestarse de la forma que quieran, siempre y cuando haya un mínimo de respeto a todos y a todo.


Si hablamos de costes en tiempos de crisis… estamos pagando muchas cosas con dinero público y en diferentes campos de la sociedad, se subvencionan aún cuando muchas personas no estemos de acuerdo con ese uso de nuestro dinero.


Díganme ¿merece la iglesia esa publicidad sensacionalista hecha con interesas claramente partidistas? ¿Porque no se hace público la labor social y claramente humana, hecha sin desmayos, burocracia, ni pausas? Eso no vende, vemos edificios tan bonitos, modernos, construidos tan rápido, tan fáciles que olvidamos los terrenos movedizos sobre los que han puesto esos cimientos que luego resultan débiles. Así hablamos de falta de respeto y de valores ante la vida y la muerte, de poco culto al esfuerzo, irresponsabilidad ante los actos; pues de todo lo contrario las personas que se dedican a formar ese templo saben mucho, y dan mucho también para que la educación en valores familiares ,sociales, en amor hacia el que está por debajo socialmente, en compañía que derrota la soledad de los ancianos y enfermos con el aliento de la Palabra, siga estando presente a pesar de que las modas quieran enterrarlo. Todo esto sin ir de ventanilla en ventanilla con papeles en la mano.


Aunque un ladrillo de los que forman la iglesia pueda no estar en su sitio, no desfigura para nada toda la pared, todo el edificio. Está hecha por hombres, por lo tanto no es perfecto. Cielo y tierra pasaran mas tus palabras no pasaran.


Carmen Ramos


Tordesillas, Valladolid, España


NOTA DEL EDITOR.- Planteamiento muy actual y de enorme interés que nos envía Carmen. Merece la pena ser leído con atención. Gracias, Carmen.

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