jueves, 24 de febrero de 2011

Homenaje a mi abuelo Tomas Antonio

Quién sabrá escribir la historia
Refrescarnos la memoria
Si no abrimos las ventanas
Todo seguirá igual 
Quien será el sagrado fuego
Que dará un impulso nuevo
Que nos lleve hacia el alto viento de libertad

                           (Ana Belen, en "Vuelo blanco de gaviota")


Hubo una Antioquia en que la cruz de Cristo
Llenaba el corazón de los humildes,
Una tierra en que el pan era sin llanto
Y el calor del hogar sin cicatrices,
Una raza de hombres que tenían
El alma buena y la conciencia simple,
Siquiera se murieron los abuelos,
Frente a la dulce paz de los trapiches.

Hubo una Antioquia donde la esperanza
Medía su estatura en las raíces,
Una raza de hombres que ignoraban
La blanda sumisión de los rediles
Un pueblo campesino de patriarcas
Con poder en la voz, no en los fusiles,
Siquiera se murieron los abuelos,
Sin ver omnipotencia en los alfiles.
 
(fragmento de "siquiera se murieron los abuelos de Jorge Robledo, poeta antioqueño)

yo soy tu sangre mi viejo.
yo, soy tu silencio y tu tiempo 
                                                      ("mi viejo"  de Piero)
 
TOMAS ANTONIO QUICENO  VALENCIA (1913-2011) 
 
Hace unas cuantas horas mi entrañable abuelo paterno TOMAS ANTONIO QUICENO VALENCIA dio su último suspiro sobre este “Valle de lágrimas”, pero también “sabana de alegrías, de pequeños momentos de felicidad, de gozo…”.

Desde pequeños a todos sus 6 únicos nietos, pues papa fue su único hijo, nos inculcaron que le llamáramos “Papito” (es decir pequeño y tierno papa).
Le decíamos “Papito Tomas”, mi padre recibió el mismo nombre de su progenitor. 

 
Hijo de  María Teresa y José María, fue el mayor entre sus hermanos Agustín, José y Carmelo. Ya todos están en el cielo. Sus hermanas fueron Fidelina, María Jesús, Juanita, y las mellizas Raquel y Adelfa, solo esta última vive aún muy enferma  en Marquetalia con Oswaldo Osorio (hijo de Fidelina), uno de sus sobrinos.

Nació un día de 1913, su cédula dice que el 24 de diciembre.
El mismo año en que vinieron al mundo Richard Nixon, Albert Camus, Robert Ford , Vivian Leight, Burt Lancaster y Jacinto Convit. A casi todos ellos sobrevivió, menos al último, el doctor venezolano,  inventor precisamente de la vacuna contra la lepra.

 Desde la vereda Las Encimadas de Marquetalia, donde trabajaba en la quema de carbón, llegó un día a la vereda El Placer, por razones de trabajo jornalero (coger café, arrancar las malas hierbas o malezas de los cultivos, aunque mi abuelo contaba también muchas historias de arrieros, (1) no tengo seguro que alguna vez practicara la arriería-aunque ella se practicaba de manera fortuita en el campo, por las cuestiones del transporte del café y de abonos en una, dos o 3 bestias máximo.

Sí, llego para "jornalear" a la Vereda “El Placer” , a la casa de Don Manuel Celedonio Ramírez y Dona Hortensia Gallo, pareja que tenía en ese año 1946  7 hijos:  Jorge Julio,  Manuel, Pedro Nel, Elisa, Sergina,  Mercedes Daniel y María Virginia quien era una de las menores. En esta última,   rubia y esbelta chica que frisaba los 20 mi abuelo  se fijó y se enamoró  y pocos meses después, un día  entre el año 1945 y 1946  se casaría con ella. Él tenía 33 años. 

 Establecerían su casa finca, de la que él mismo supervisaría la construcción,  en los límites entre los Zainos, La Diamantina y El Placer y ahí comenzarían su vida juntos como pareja de grandes promesas y esperanzas.

Mi abuelo con su gran espíritu de trabajo, su amor y dedicación a las plantas y los animales forjño una gran granja donde diseminó por varios rincones no solo café y plátano sino también guanábanos, aguacates, naranjos y mandarinos. Mientras a mi abuela le posibilitó la mediana cultura de pollos, conejos y curíes (cuyes).

Con el tiempo fueron prosperando y mi abuelo muy pronto fue dueño de una gran extensión de tierra cultivada, que compartiría años más tarde con su hijo Tomás Antonio (mi padre), exactamente en 1968, después de casarse con mi madre María Nelly.

Mi abuelo estuvo muy cerca de mí durante mi infancia, desde mi nacimiento en el campo  (en 1969, cuando él tenía casi 56 años)   hasta que cumplí los 6 años y nos trasladamos para la zona urbana de Marquetalia. Después vendría en todas  las vacaciones de mitad y fin de año de mi primaria y parte del bachillerato para pasar unos días en su finca, durmiendo en un colchón por tierra en la misma habitación donde dormía él con la abuela.

En mis someros recuerdos de infante, veo como a mi abuelo le gustaba trabajar, tanto que se quedaba casi hasta las 7 de la noche en las cementeras…caía el sol y el abuelo no aparecía, dicen que muchas veces se veían obligados a ir a buscarle y o llamarle en los cafetales… le gustaba mucho oír la radio (noticias y música) en esos fines de los 70s se escuchaba Radio Santa Fe, Super, Radio Cordillera y cantantes de boleros y de la Vieja guardia como Juan Arvizu, Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, El Trio Gran Colombiano.

Mi abuelo amaba los oficios de la casa, cocinar, lavar, barrer y trapear…Era sin pereza para nada, amante de la limpieza y del orden. 

Hasta fines de 1987, cuando mi abuelo llega a los 74 años y mi abuela a los 60, mi padre decide traérselos a vivir con nosotros a la zona urbana de Marquetalia, fue necesario obligarlos prácticamente a abandonar el campo, porque ellos no querían aun venirse dejando la tierra y los animales.

Aquí, vivieron con mi padre casi 20 años , después papa se instalaría en Bogota en 2006 y ellos vendrian a vivir con él a finales del 2009. 

No sabía leer pero le encantaba escuchar la radio y ver la televisión. Estar al tanto de la realidad política, nacional, de lo cual se hacía su propio análisis y formaba sus propias conclusiones.

Escasamente aprendió a escribir su nombre con letras rústicamente pegadas para estampar sus firmas en los documentos recurrentes. Pero también aprendió a distinguir bien el dinero, y a hacer cuentas…Prácticamente fue una demostración concreta de lo que aboga Ivan Illich en sus escritos, la escuela no es tan necesaria como institución de la sociedad, porque también se puede aprender de otros modos “ex cathedra”, en las interrelaciones personales y en las experiencias con la naturaleza. Sí,  mi noble abuelo se graduó en la UNIVERSIDAD DE LA VIDA, en la licenciatura de sabiduría y prudencia.

Algo muy digno de destacar en la vida de mi gran Padre fue el desapego del dinero y las riquezas. Mi abuelo pudo amasar mucho dinero y propiedades, pero no lo hizo, su corazón no era ambicioso, siempre se contentó con lo que conseguía justo para la supervivencia, y estar bien en el día a día.

Aunque es innegable que personas deshonestas se aprovecharon de su ingenuidad en ocasiones y sobre todo de su confianza y buen corazón, nuestro abuelo murió pobre, libre y sin ningún apego a nada…Solo su fe en Dios y su esperanza le bastaban.

Pero esta cualidad no era más que una de las consecuencias de su fe, una piedad y una creencia y confianza muy fuertes en Dios, La Santísima Virgen y la Sagrada Familia.  Mientras sus fuerzas le ayudaron y tuvo cierta autonomía acudió a la misa diaria. En sus casas,  y en donde vivieron y hasta el último día papito encoró el rosario, y eran muy frecuentes  ver en las paredes las imágenes de La Virgen y La familia de Nazaret.

El abuelo era predominantemente silencioso, pero cuando hablaba lo hacía con humor y simpatía, con dulzura, definitivamente era un hombre de Dios, sabio, dulce que a todos conquistaba y encantaba.

Siempre se destacó por su don de acogida, su simpatía, su apertura. 

En el año 1997 , cuando aún contaba con sus sentidos en pleno, a excepción de una leve sordera, me conto a su manera entre otros aspectos de su propia vida y primeros años, lo vivido aquel trágico 9 de abril de 1948, lo que vivió Marquetalia, lo que experimento él en carne propia.

Sobre mi abuelo hay mucho más que decir…

En su unigénito nuestro papa Tomas, en su esposa María Virginia y en cada uno de sus 7 nietos ha dejado una impronta, una huella imborrable…

Como olvidar esas horas de arrobamiento  cuándo  sus nietos lo rodeábamos, en las noches a falta de electricidad para que nosrelatara sus cuentos de miedo como “el mohán”, “la patasola” y “la madre-monte”.

Como olvidar su malicia y sentido del humor, con la que se hizo formar la imagen de un “seudo brujo” o  mago ante propios y extraños.

Como olvidar sus detalles, sus regalos, mientras la memoria se lo permitió, sobretodo en dinero contante y sonante porque consideraba que era mejor que el festejado comprara lo que le gustaba antes que “encartarle” con algo que quizás no quería.

Como olvidar su ternura, su nobleza, su inmensa capacidad de perdonar, de aceptar los errores de los otros, y su semblante permanente tranquilo que inspiraba tanta paz y dulzura.

Abuelo, que Dios te tenga en su Gloria,

Ahora pasas a la sala de tu Señor, te paseas en la morada de Aquel en quien siempre creíste  y te acoge  con el amor  y misericordia que siempre diste a quienes te rodearon y o vivieron contigo.

Hasta luego intercede por nosotros, mientras nosotros seguiremos mientras vivamos tratando de vivir tu ejemplo.

Gracias Padre Dios por habernos regalado este entrañable abuelo…

Amen

Rigaud, Canadá 24 de febrero del 2011,  22:07
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Mi abuelo paterno quien aunque nunca aprendió a leer y escribir, sólo a firmar, y a hacer cuentas de cabeza y por lo tanto reconocer la plata, escuchaba por la radio y recogía muchos datos e informaciones importantes en su prodigiosa memoria, reuniendo todo, y haciendo un compendio o enciclopedia especial con los mitos y las leyendas, expresadas en cuentos de espanto.

Años más tarde, digiriendo en mi tierna mente los cuentos de mi abuelo Tomás Antonio, yo reflexionaba y concluía que el nefasto hecho de “la masacre de la vereda la Italia” debía ser otra historia de ficción como las de la “Patasola”, “La llorona” y “El mohan”[13], contadas entre familiares y amigos por nuestro “papito” , con el único fin de entretener, suscitar miedo y sacar así una moraleja para la vida...
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Pues bien resulta y acontece que en dos los lugares de la zona rural de mi pueblo Marquetalia , en el departamento de Caldas, donde iba de vacaciones y en donde habitaban mis abuelos maternos y un tío de mi papá tenían de estos radios que nos permitían disfrutar además de Sutatenza, de todelar, de Super también de la emisora caracol…Y es que las tres preferidas por todos los oyentes eran Todelar, Sutatenza y Caracol, eso lo recuerdo.

(Apartes del libro “Marquetalia, yo y otros nombres donde nombro a mi abuelo)

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Gustavo Quiceno