DEJARNOS GUIAR POR LA PROMESA DIVINA
A pesar de la decepción que ha provocado sus querellas históricas por su oposición, las 3 religiones que profesan un Dios único (judaísmo, cristianismo e Islamismo) reclaman de manera visceral y afectuosa a Abraham como su padre en la fe. Ciertamente que el patriarca arameo no esperaba que su descendencia iba a separarse a causa de su legado espiritual.
De otro lado, Abraham tenía ya sus propias creencias, y cuando él decide confiar en Yahvé, se encuentra presto a inventar el camino de la fe en un Dios único. Abraham no era judío, ni cristiano, ni musulmán, y la promesa que se le hace sobrepasa el horizonte de un solo pueblo. Su verdadera descendencia se reconoce no a partir de una pertenencia étnica o geográfica, sino más bien a partir de la fe pura.
Somos nosotros hijos e hijas de Abraham? Somos nosotros como el patriarca, seducido por ese Dios único que nos habla en los momentos claves de nuestra vida como también en los encuentros (citas) y tareas de cada día?
Dónde estamos nosotros en nuestra aventura interior y en nuestra caminar en presencia del Dios único?
Hemos sentido (experimentado) como Abraham la alegría de vivir en alianza con Dios y la felicidad de ver sus promesas cumplidas yo realizadas?
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Gustavo Quiceno