A guisa de introduccion:
La justicia no es suficiente
Las lecturas de este domingo nos
hablan del perdón como tema principal. El evangelio de hoy es continuación del
que leíamos el domingo pasado. Allí se daba por supuesto el perdón. Mateo sigue
con la instrucción sobre cómo comportarse con los hermanos dentro de la
comunidad. Sin perdón mutuo sería imposible cualquier clase de comunidad.
El perdón no es más que una de las
manifestaciones del amor y está en conexión directa con el amor al enemigo.
Entre los seres humanos es impensable un verdadero amor que no lleve implícito
el perdón. Dejaríamos de ser humanos si pudiéramos eliminar la posibilidad de
fallar.
Ya en el siglo II antes de Cristo,
Ben Sirac escribía: “rencor y cólera, he aquí
dos cosas abominables en las que el pecador se obstina”. El autor denuncia
la venganza y recomienda el perdón. Sí, pero cómo perdonar a quien ha destruido
mi vida y mi reputación? Cómo perdonar a aquel que ha causado la muerte de un
miembro de mi familia? En ciertos países, hay hombres y mujeres que son
responsables de la muerte de familias enteras. Como perdonarlos? Estamos ciertamente, ante una cuestión bien difícil…
La vida en sociedad es difícil. En la
familia, en las relaciones de amistad, de trabajo, en la ciudad como en el
campo, aquí como en otros lugares, en todas las sociedades y o grupos humanos,
los choques y heridas son frecuentes…Palabras injuriosas, mentiras,
mezquindades, robos, trampas, violencia, acosos de todo tipo, la lista no
parece tener fin, como si cada día aparecieran nuevas formas de maldad.
El amor nunca es fácil a causa del
instinto de agresividad que nos lleva a coger la parte que nos toca y a veces
un poco más. Uno recuerda la frase
desconcertante de Plauto (254-184 A.C) y
popularizada por Thomas Hobbes
(1588-1679): “el hombre es un lobo para
el hombre”. Frase no muy gentil y que hace quedar mal a los lobos.
Es por ello que la justicia es una
virtud muy esencial y muy difícil.
Justicia que da a cada quien lo que le corresponde, pero que impide la opresión
o la dominación de los unos sobre los
otros. Justicia que pone fin a la violencia de los culpables. Justicia que
protege a la víctima. Justicia que recuerda a la conciencia de todos la
exigencia radical del derecho.
Y por tanto no basta con la justicia. Hace falta más, hace falta otra cosa para que el
culpable se redima, se recupere…para que la víctima salga de la cárcel que le
encierra, para que la sociedad recupere la confianza.
Felices o bienaventurados aquellos y
aquellas que más allá de la justicia, logran llegar al perdón.
APROXIMACION
PSICOLOGICA DEL TEXTO DEL EVANGELIO
Es la alegría la que nos libra
(salva) de la muerte:
Con estos ejemplos, alguien remarcaba
que es la alegría la que salva de la muerte. En el evangelio, los fariseos
aparecen en efecto sin vida porque ellos están sin alegría.
Aquel que es feliz va mucho más allá y más lejos del hecho de acoger la vida donde la encuentre: él la
suscita mismo allí donde no la encuentra. Aquel a quien le falte la alegría actúa
de peor manera al no crear la alegría allí
donde ella no existe: la rechaza y la destruye mismo allí donde él la ve.
Los fariseos son tristes hasta morir,
y de hecho, ellos matan la vida alrededor suyo. Ellos no aceptan que Jesús le dé
la alegría a otros, al acogerlos en su mesa o al decirles (a los paralíticos por
ejemplo) que sus pecados ya no les atormentan más (Mc 2,6-7). Ellos no aceptan
que Jesús se tome su tiempo y tome una copa, aprovechando la ocasion con
alguien considerado pecador (Mt 11,19). Igual
la oración del fariseo en el templo está pintada de tristeza como un
domingo lluvioso (Lc 18,9-11).
La reacción del hermano del Hijo
prodigo, ella también, es típicamente farisea-y triste!: pues parece decir: “ no encuentro ningún motivo para estar
alegre ante el retorno de este individuo de moral dudosa…” (cfr. Lc
15,28-30).
Todos estos hombres saben que Dios
les ama, pero ellos no lo sienten. Ellos registran (asumen) el amor como un
hecho, mas no lo dejan que se cuele al interior de ellos mismos, allí donde él vendría
a suavizar (hacerles más flexibles) y
calentar sus actitudes de cara a ellos mismos, de cara a la vida, de cara a sus
hermanos.
Es exactamente el drama del deudor
incapaz de sentir compasión. Este hombre tiene la experiencia del amor sin ponerlo
verdaderamente en práctica. El registra
el amor que siente alguien por él como un hecho diverso, sin dejar que éste se
apodere de él profundamente. Ningún sentimiento acompaña esta experiencia. Ni sorpresa, ni alegría,
ni gratitud, ni el redescubrimiento de su benefactor en un nuevo día. Y como
ninguna emoción surge, ningún cambio de actitud tampoco acaece en este hombre,
ni de cara a él mismo (yo sigo siendo el duro que yo era) ni de cara a la vida
(la vida es un combate), ni de cara a los demás (“el hombre es un lobo para el hombre”).
Porque la alegría no se ha apoderado
de este hombre, él continua a repartir (comunicar) la muerte alrededor suyo, y
él lleva a los otros a que le traten en retorno con la misma dureza.
Esta triste parábola nos introduce
felizmente en el corazón del misterio de la conversión: descubrirse (verse) amado por Dios puede llegar a ser una
experiencia de alegría que nos contagia profundamente y modifica todas nuestras
actitudes de base.
Feliz (bienaventurado) aquel que no
solamente se sabe amado, sino que también se deja llevar hacia el amor para
sentirlo!
De Marcos
Rodriguez: (feadulta.com)
Para
descubrir por qué tenemos que seguir amando al que me ha hecho daño, tenemos que
descubrir los motivos del verdadero amor a los demás. Si yo amo solamente a las
personas que son amables no salgo de la dinámica del egoísmo.
El amor verdadero tiene su
justificación en la persona que ama, no en el objeto del amor y sus cualidades.
El amor a los que son amables por sus cualidades, no es garantía ninguna del
amor verdaderamente humano y cristiano. Si no perdonamos a todos y por todo,
nuestro amor es cero, porque si perdonamos una ofensa y otra no, las razones de
ese perdón no son genuinas.
No sólo el ofendido necesita perdonar
para ser humano, También el que ofende necesita del perdón para recuperar su
humanidad. La dinámica del perdón
responde a la más profunda necesidad psicológica del ser humano de un horizonte
para poder seguir viviendo. Cuando el hombre se encuentra con sus fallos cada
día, necesita una certeza de que las posibilidades de rectificar siguen
abiertas. A esto le llamamos perdón de Dios.
Descubrir, después de un fallo grave,
que la actitud de Dios sigue siendo la misma, que me sigue queriendo y sigue
queriendo lo mejor para mí, tiene que llevarme a la recuperación de mi propio
ser, a superar la desintegración que lleva consigo un fallo grave.
La mejor manera de convencerme de que
Dios me ha perdonado, es descubrir que aquellos a quienes ofendí me han
perdonado. Sólo cuando estoy convencido de que Dios y los demás me han
perdonado, estaré dispuesto a perdonarme a mí mismo y recuperaré la paz
interior, imprescindible para poder seguir adelante.
Otra REFLEXION
De
cara a la ofensa que nos hacen, existe tres tipos de respuestas
posibles:
1. LA VENGANZA EXTREMA
2. LA LEY DEL TALION
3. LA MISERICORDIA
1.
LA VENGANZA EXTREMA : Según la Biblia, la venganza es como una
bestia salvaje camuflada en la sombra (bajo el tapiz) a la entrada de la casa,
y lista sacar sus dientes y sus garras (Gen 4,7). El animal salvaje no está
nunca lejos en cada uno de nosotros . El primer reflejo o reacción de aquel que
es agredido es de devolver al céntuplo. Un poco como Lamec, donde el canto hace
eco a los odios tribales primitivos: Ada y Cilla, escuchen mi voz. Mujeres de
Lamec, escuchen mi canción: por una herida, un hombre yo he matado…por una contusión
(lesión), un niño he degollado…Caín fue vengado 7 veces…Pero Lamec, 70 veces 7
veces será vengado” (Gen 4,23.24).
Vengarse hasta donde sea posible! Todavía hoy, nos volvemos a esta ley de barbarie:
los ataques del 11 de septiembre del 2001, en Nueva York; los camisas negras
(SS) que fusilan 10 civiles inocentes por cada soldado alemán asesinado por la
resistencia (en el marco de la II guerra mundial); la limpieza étnica de Bosnia
donde un grupo provoca la desaparición del otro; las 80.000 personas masacradas
en 100 días en Ruanda, en una guerra de clanes; los seis millones de judíos asesinados
por los Nazis, porque simplemente eran judíos. Esta barbarie existe después de
la noche del tiempo y ella reaparece de manera regular a través de los siglos,
perpetrada por gente normal, como ustedes y como yo.
2. una segunda posibilidad es LA LEY
DEL TALION. Constatando el aspecto devastador de las venganzas bárbaras
mencionadas anteriormente, el rey Hammurabi de babilonia, en el siglo XVIII
antes de Cristo, impone LA LEY DEL TALION: “ojo
por ojo, diente por diente”, con el fin de limitar el número de muertos
asociados a la venganza. Uno puede vengarse, pero “se debe respetar la
severidad del crimen”. Esto era un progreso social enorme. Hoy, millones de
personas están o son todavía (permanecen) en esta etapa de la humanidad (v.g.
la insistencia en la pena de muerte).
3. Una tercera posibilidad la
encontramos en la tradición judía, una tradición de MISERICORDIA: “se debe
perdonar hasta 4 veces”. Pedro, que nació dentro de esta tradición, se cree
verdaderamente generoso cuando propone perdonar hasta 7 veces! La respuesta de Jesús
es sin equivoco: se debe perdonar no 7 veces, sino 70 veces 7 (veces) , es
decir, que no debe haber un límite en nuestro perdón. Jesús hace naturalmente
referencia al canto de Lamec en el libro del Génesis.
Cristo nos recuerda en el evangelio
que, gracias al perdón, nosotros mismos podemos escoger la manera (el modo) en
el que seremos juzgados al final de nuestra vida: “perdonen y se les perdonará”
; “la medida que ustedes utilicen para juzgar a los otros será la medida que será
utilizada con ustedes” “Dios perdonará sus ofensas como ustedes perdonen a
aquellos que les han ofendido”.
El perdón es una especie de vuelta a
la vida, permitiendo considerar de nuevo
a la otra persona como un hermana: “tu
hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ahora ha sido
encontrado”, dice el padre del hijo prodigo a su hijo que regresa del
campo.
El perdón es la base de la vida
cristiana, ya que permite entrar en el universo del amor y de la misericordia
de Dios. “Sean perfectos como su Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48) y por
su parte San Lucas escribirá: “Sean misericordiosos como su padre celestial es
misericordioso” (Lc 6,36).
Para Cristo, el perdón y la reconciliación
son más importantes que el culto y las ofrendas: “cuando presentes tu ofrenda
en el altar, si tu recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti , deja allí tu
ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano, después vuelve a presentar
tu ofrenda” (Mt 5,23 ss).
Cuántos desastres familiares suceden
por la falta de perdón : a la ocasión de conflictos familiares, de separación o de
divorcio, de repartición de herencias, etc.
Jesús pudo pedirle a Pedro y a los
otros discípulos que perdonaran sin límites porque Él mismo supo dar ejemplo
sobre la cruz: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen “. Él nos
recuerda hoy que el perdón es la característica más importante del cristiano:
perdonar no 7 veces sino 70 veces 7.
REFERENCIAS:
1. Pequeño Misal “Prions en
Eglise”, edición de Quebec 2011.
2. HÉTU,
Jean-Luc. Les Options de Jésus.
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Gustavo Quiceno