martes, 10 de enero de 2012

15 de enero del 2011: 2º domingo del tiempo ordinario



PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO PRIMERO DE SAMUEL 3, 3b-10. 19

En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel y él respondió:
--Aquí estoy.
Fue corriendo donde estaba Elí y le dijo:
--Aquí estoy, vengo porque me has llamado.
Respondió Elí:
--No te he llamado, vuelve a acostarte.
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel y él se fue a donde estaba Elí y le dijo:
--Aquí estoy; vengo porque me has llamado.
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho y dijo a Samuel:
--Anda, acuéstate; y si te llama alguien responde: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha”. Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes:
-- ¡Samuel, Samuel!
Él respondió:
--Habla, Señor, que tu siervo te escucha.
Samuel crecía, y el Señor estaba con él, y ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.

Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL
SALMO 39

R.- AQUÍ ESTOY SEÑOR PARA HACER TU VOLUNTAD

Yo esperaba con ansia al Señor,
El se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.-

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y en cambio me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces, yo digo: "Aquí estoy
--como está escrito en mi libro--
para hacer tu voluntad. R.-

Dios mío, lo quiero
y llevo tu ley en las entrañas.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes. R.-

SEGUNDA LECTURA
LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 6,13c-15a.17-20

Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera del cuerpo. Pero el que fornica, peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poséis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!

Palabra de Dios


ALELUYA Jn 1, 41.17 b

Hemos encontrado al Mesías, al Cristo La gracia y la verdad nos han llegado por Él.

EVANGELIO
 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 1, 35-42

En aquel tiempo estaba Juan con dos de sus discípulos y fijándose en Jesús que pasaba, dijo:
--Este es el cordero de Dios.
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús, Jesús se volvió y al ver que lo seguían, les pregunto:
--¿Qué buscáis?
Ellos le contestaron:
--Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?
Él les dijo:
--Venid y lo veréis
Entonces fueron, vieron donde vivían y se quedaron aquel día, serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encontró primero a su hermano Simón y le dijo:
--Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
-- Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que significa Pedro).

Palabra del Señor


A guisa de introducción:

Y empieza el tiempo ordinario (de nuevo):

Ha pasado navidad, han pasado los días remarcables para una gran multitud…Pero no podemos olvidar que los cristianos (católicos) vivimos en una permanente fiesta…Estos días llamados ordinarios son para nosotros mas bien “extraordinarios”…No olvido lo que nos decía la Hermana Beatriz Cadavid de la Compañía de María  (que no se si vivirá todavía sobre este mundo) en algún retiro espiritual semestral a los seminaristas : “Nuestro calendario es este el litúrgico”, es en este tiempo  (litúrgico) donde hemos de vivir permanentemente , es nuestro tiempo…palabras sabias no?
Y en este domingo tenemos la oportunidad de reflexionar en nuestro caminar de fe. Como el profeta Samuel, como los primeros discípulos, el Señor nos llama a seguirle y a quedarnos con Él.

Todavía buscamos?

El evangelio de hoy nos habla de un encuentro, de un caminar en 3 tiempos:  Venir hacia Jesús, ver donde habita y quedarnos junto (con) a Él.

La experiencia de los primeros discípulos, es también nuestra experiencia.

Venir hacia Jesús. Es la curiosidad la que empuja los primeros discípulos a seguirle. Ellos han escuchado a Juan Bautista que lo ha designado como “el Cordero de Dios”. Ellos quieren saber más sobre Él. Jesús se fija en ellos y se muestra sensible ante sus interrogantes. “Qué buscan ustedes?” les pregunta.

Y nosotros, qué buscamos? Qué es lo que nos ha empujado, motivado para seguir a Jesús?  Y si fuera Cristo, el primero, que nos estaba buscando y nos ha dado el gusto (entusiasmo) por Él?

Ver donde habita. Para que los discípulos puedan conocerle verdaderamente, Jesús les invita a ver donde Él habita, a visitar no su casa sino su corazón. Los invita a estar en su compañía,  a pasar tiempo con Él, a entrar en una nueva manera de relacionarse con Él.

Nosotros también, para conocer mejor a Jesús, tenemos necesidad de aprender mucho mas, profundizar en su vida, su palabra para conocerle mejor.

Nosotros hemos necesitado guías, “maestros” para clarificar o iluminar nuestra caminada con Él.

Quedarnos con Él. El encuentro con Jesús cambió de manera radical la vida de los primeros discípulos. Ellos deciden seguirle y a su vez se convierten en guías para los otros.

Y nosotros, buscamos igualmente como ellos a ser guías para otros?


Aproximación psicológica :

Hay una voz mayor, una voz mas allá de todo ruido, una voz que necesita de silencio y conciencia para ser escuchada…una voz que nos cuestiona, nos pone en camino, nos ayuda a discernir, a encontrar el sentido de nuestra vida…Es a esto a lo que llamamos VOCACION. Todos nosotros, en algún momento de nuestra vida nos sumimos en las preguntas: Quien soy? Por qué vivo? Qué he de hacer de mi vida? Existe Dios? Tiene sentido mi existencia? Y la muerte? Dios eres Tu quien me habla? Por qué la muerte de Jesús? Sera cierto eso de la Resurrección? Anunciar el evangelio vivir a la manera de Jesús…Por qué no? Y la Iglesia? Me caso o me voy de monje (e) Muéstrame el camino que he de seguir…seré feliz allí?

La experiencia de Samuel que nos presenta la primera lectura ha sido presentada casi siempre como paradigma de vocación…vocación de discípulo, no solo entendida como la vocación para ser sacerdote o monje (a) o para la vida consagrada, sino la vocación como respuesta vital a un proyecto divino-humano. Cuando Samuel responde finalmente a la voz las palabras sugeridas por su maestro y sacerdote Eli : “habla señor que tu siervo escucha”, podríamos decir que son las palabras que conducen a todo ser humano hacia su realización: escuchar y poner en práctica lo que Dios nos pide (Dios siempre esta del lado bueno, del lado de la vida, de lo que nos conviene), no es eso la felicidad?, otros lo llaman santidad, otros perfección.


Marcos Rodriguez dice: ( en http://feadulta.com )

Dios no llama nunca desde fuera. La vocación de Dios no es nada distinto de mi propio ser; desde el instante mismo en que empiezo a existir, soy llamado por Dios para ser lo que mi propio ser me exige. En lo hondo de mi ser, tengo que buscar los planos para la construcción de mi existencia.
 Dios no nos llama en primer lugar a desempeñar una tarea determinada, sino a una plenitud de ser. No somos más por hacer esto o aquello. Es una pena que el término “vocación” haya quedado restringido a la vida sacerdotal o religiosa. Todos estamos llamados a desplegar lo mejor de nosotros mismos. Aquel estado para el que tengo mejores aptitudes personales, es el que Dios quiere para mí. 
 La vocación última es la misma para todos. Es un disparate decir que uno tiene vocación si con ello damos a entender que otro no la tiene. La singularidad de cada uno, obliga a que el camino que tenemos que recorrer sea distinto. Todos debemos llegar a la cima de la montaña, pero cada uno desde el punto de la ladera en que se encuentra.
 Cuando se trata de elegir un género de vida, no tengo que esperar que Dios me diga lo que quiere de mí. Tengo que examinar mi propio ser y descubrir qué camino será para mí más adecuado. Descubrir el camino por el que yo puedo llegar más lejos en dirección a mi plenitud, es descubrir mi vocación. Para descubrirlo seguramente sí necesito ayuda.
 Cualquier camino que emprendamos tiene limitaciones, pero salvo excepciones, siempre será más práctico seguir adelante por él, que volver a empezar para caminar por otro. No existe el camino perfecto, ni falta que hace, porque lo importante es que me vaya acercando a la cumbre. Si no he acertado con el camino, me costará más, pero puedo seguir avanzando. Sólo ante un obstáculo insalvable, tendré que retroceder y rectificar.



Por su parte, el evangelista Juan ha puesto un interés especial en indicar a sus lectores cómo se inició el pequeño grupo de seguidores de Jesús. Todo parece casual. El Bautista se fija en Jesús que pasaba por allí y les dice a los discípulos que lo acompañan: «Éste es el Cordero de Dios».

Juan Bautista ha señalado con el dedo a un desconocido a quien él ha atribuido proféticamente la vocación de ser “el cordero del sacrificio”.

El anuncio de la paz con Dios y de la reconciliación eterna con el Todopoderoso son acompañadas entonces por el anuncio profético de una violencia de la cual, este hombre que nadie conoce aún, soportará las consecuencias. Este hombre lleva con él la paz de Dios, esta revestido de la “aureola” del Mesías, pero para que esto se produzca, es necesario que todas las violencias contenidas, todas las agresividades recogidas, todos los pecados ignorados se concentren contra (en) él, de manera que por su muerte, él exorcice para siempre todas las agresiones cometidas contra la humanidad. Es lo que recordamos  en cada culto cuando nosotros los sacerdotes  anunciamos la absolución de los pecados.

Advertidos por Juan Bautista de que la esperanza estaba ante ellos, dos hombres deciden seguir a Jesús, pero es Jesús quien les atrae. En el contacto con Jesús es así como ocurre, uno le sigue con toda libertad y gusto y sin embargo es Él quien ha provocado nuestro movimiento (el primer paso) para seguirle hasta su intimidad. “La casa o morada de Jesús” se convierte en su casa”, Él los toma (a sus discípulos)  y los lleva consigo en la noche terrible del desierto hasta al día siguiente, cuando Él decide partir con ellos, hacia la casa de ellos en Betsaida en Galilea.

Todo cristiano descubre aquí su propia historia. Esta atracción irresistible por Jesús a quien se sigue libremente, esta seguridad que Él nos prodiga en nuestra noche y este itinerario que se sigue en su compañía hasta nuestra propia casa, en nuestras ocupaciones y en nuestro trabajo, todo esto hace parte de la historia de cada uno.

Esta aventura de Jesús que nos toma en su casa para acompañarnos hasta nuestra casa se ofrece a cualquiera que escuche a Jesús diciéndole como a los dos hombres`: “vengan y vean”.

Esta aventura no se limita a nuestro confort espiritual o material. Somos provocados en nuestro ser mas profundo, porque Jesús no se acomoda o no se conforma con la pasividad y el orden establecido (el statu quo). Él nos lleva consigo para acompañarnos a nuestra casa, es Él quien dirige (rige) nuestra aventura, mismo si Él nos deja ser libres de nuestras acciones. “Vengan y vean” o “ven y ve” (en singular), les dice a los dos hombres, y sabremos enseguida que se trata de Andrés el hermano de Simón y quizás Juan del cual el evangelio lleva el nombre.

Una vez que ellos se disponen a compartir la vida de Jesús o cuando Jesús empieza a compartirles su vida, la febrilidad los invade y entonces se alistan a reunir alrededor del maestro los nuevos discípulos que llegan. Ellos comparten su misma inquietud, ellos también han venido al desierto para escuchar a Juan Bautista y como ellos también se muestran ávidos de absoluto y de novedad. Y apenas ellos  entran en contacto con Jesús algo nuevo se produce en ellos. Es Simón al cual Jesús le cambia enseguida el nombre: “tu te llamaras Pedro”, es Bartolomé (o Nathanaël) olvidado por la historia a quien él proyecta ( y o pone) en primera fila revelando a todos su rectitud: “He aquí un verdadero israelita (un judío) en quien no hay engaño”. Nada se le escapa a Jesús. Él conoce la verdad de cada uno, mismo si cada quien hace esfuerzos por disimularla”. Y a la avanzada, con el paso del tiempo, en un recodo del camino, en un descanso de la larga aventura con Jesús, tenemos la seguridad que Él nos conoce y que nada podemos esconderle. Mismo bajo la higuera no se había Él fijado en Nathanaël? Acaso no se ha fijado en ti, tu que estas sentado acá en esta iglesia, en este santuario, en esa silla? Y a ti como  en otro tiempo había dicho a los futuros  apóstoles te dice también: “ven y ve”.

Para aquel que quiere enrollarse en la serenidad de Dios, para aquel que quiere la suavidad o dulzura de una existencia calmada y sin historia, para aquel que desespera y que quisiera como Nicodemo rehacer maquina atrás y volver al seno de su madre, Jesús les dice: “Vengan y verán”. Decepcionante, no? Dos verbos, de acción, dos invitaciones a hacer algo.

La primera puede parecer simple:
Ven: es el verbo venir, se trata de ponerse en movimiento tras los pasos de Jesús quien toma la responsabilidad de la acción hacia la cual nos lleva. Con toda seguridad, nosotros podemos entonces venir cuando Jesús nos llama, ya que Él sabe a dónde  nos lleva y podemos confiarnos porque sabemos que eso  será bueno para nosotros.

Ve: del verbo ver. Este verbo presenta otros problemas, porque uno no ve de una manera neutra y nadie puede ver por nosotros. La imagen que reciben nuestros ojos deja una impresión en nuestra retina y nosotros debemos interpretarla. Vemos no solamente con nuestros ojos sino también con nuestras facultades de interpretación, es decir, con nuestra inteligencia. Es por la manera como nosotros interpretamos la imagen que se crea una emoción en nosotros. Esta emoción provoca nuestra acción o nuestra reacción.

Ella moviliza nuestra conciencia y nuestra inteligencia sin que nadie tome por nosotros la decisión o la iniciativa. De cara a lo que vemos, reaccionamos en función  (de acuerdo a) de nuestra sensibilidad. Por el hecho que Jesús nos invita a ver, Él nos hace responsable de las acciones que decidamos o no decidamos hacer.

Cada día, vemos tantas cosas que no nos gustan, que no son normales, que no corresponden con lo que sabemos respecto al deseo de Dios. Hay tantas imágenes chocantes y violentas que no sabemos donde y o cómo responder o actuar.

Cada domingo, por ejemplo, las oraciones universales (o de intercesión) dichas en el transcurso de nuestros cultos (misas, asambleas) hacen parte de esas imágenes chocantes. En lugar de serenarnos, ellas nos culpabilizan a causa de la mediocridad desalentadora de las respuestas que damos o a causa de la pasividad que aflige nuestra falta de acción (el pecado de omisión). Lo que se ve y nuestra impotencia para remediar los males o los problemas, provoca en nosotros insatisfacciones tales que las devolvemos contra el mismo Dios: “Si existiera Dios, no habría tanta violencia!”, si puede pensarse o decirse uno a si mismo eso!

Es necesario tener en cuenta los propósitos que he dicho mas arriba, cuando decía que Jesús señalado por Juan Bautista como el “cordero de Dios”, drenaba en Él todas las violencias que resentimos y por las cuales nosotros sentimos culpabilidad, sea verdadero o falso.  Por su muerte Él nos libera de esta culpabilidad ya que nos permite contemplar otra realidad. Él nos pide entonces ver lo que esta contenido en uno de los versículos de este pasaje: “En verdad, en verdad les digo, ustedes verán el cielo abierto y los ángeles subir y descender sobre el Hijo del Hombre”.

Su venida al mundo no tiene otro objetivo que hacernos ver este mismo mundo como Dios querría que nosotros lo viéramos. Cuando hayamos visto, comprenderemos que la construcción de este mundo ideal (la sociedad alternativa) es posible para todo aquel que cree. Nosotros no podemos quedarnos sin más en la aridez del desierto sin esperanza, mas bien desde aquí hemos de sentir el  placer de comprometernos resueltamente en su transformación radical, mismo si las palabras humanas de aquellos que nos rodean nos digan que es imposible (o infructífero!).


REFLEXIÓN CENTRAL


Hoy y el domingo que viene, asistiremos al encuentro de Jesús con sus primeros discípulos: según San Juan esto ocurre a la orilla del rio Jordán…Y según los evangelistas sinópticos el suceso tiene lugar cerca al lago Tiberiades.

Lo que mas causa admiración (o llama la atención) en este texto de vocaciones de San Juan, es que a Jesús se le aprende a conocer,  gracias a la intervención de intermediarios: Juan Bautista conduce a Andrés y a otro discípulo hacia Jesús, Andrés invita a su hermano Simón a encontrar al Señor, Simón le habla a Felipe, quien a su vez, transmite la buena noticia a Nathanaël…Y es así después de mas de 2000 años! El llamado de Dios pasa por intermedio de alguien que habiendo “encontrado” a Jesús, habla a otras personas. San Juan mismo dirá en su primera carta: “Lo que hemos escuchado, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, lo que nuestras manos han tocado del Verbo de la Vida, nosotros se los transmitimos…”

Al reflexionar sobre el origen de nuestra propia fe, nos acordaremos de ciertas personas que nos han introducido en el conocimiento de Cristo: nuestros padres, nuestros abuelos, un tia o una tia, aquellos que nos han ensenado en clase de religión o en la catequesis, el cura de nuestra parroquia…La historia del cristianismo es una gran cadena de personas que conducen a otras hacia Dios.

Ante la crisis de vocaciones (a la vida religiosa y o consagrada, al discipulado cristiano y católico), nos vemos tentados a multiplicar las encuestas,  los análisis y estudios sociológicos. Esto es sin duda necesario, pero deberíamos preguntarnos: que hago yo para anunciar a Jesús y su Buena Noticia (el evangelio)?

En el texto de hoy, cuando Cristo encuentra sus primeros discípulos, Él no les dice: “síganme” …sino “Que buscan?” Estas son las primeras palabras de Jesús en el evangelio de Juan.

Esta cuestión se dirige ( se nos hace) hoy a cada uno de nosotros. “Qué buscamos? cuál es el sentido de nuestra vida? ¿ ¿Cuales son nuestros deseos y aspiraciones?” Qué buscamos nosotros en la familia, en el trabajo, en el club, en nuestra asamblea (o grupo de amigos), en el bar, en la iglesia? ¿Cuáles son nuestras prioridades?

Una vez esas clarificadas esas prioridades, el contacto con Jesús conduce a un cambio de dirección, a una conversión.

Ser discípulo de Jesús quiere decir “cambiar su vida”, entrar en una aventura nueva. Tal es el significado del cambio de nombre de Simón. “Tu eres Simón, el hijo de Juan, en adelante tu te llamarás Pedro”. Jesús le revela a Pedro quien es él ahora y que es lo que él va a llegar a ser más tarde”. ¸

El verdadero cristiano es aquel o aquella que aprende poco a poco a cambiar su manera de ver y o comprender las cosas, a adaptar su mentalidad con la de Cristo, a ver a través de los ojos del Señor. Este contacto nos transforma y le da un nuevo sentido a toda nuestra vida.

Jesús llama a Andrés, a Simón, a Santiago y a Juan, pero también nos llama a nosotros. En otro tiempo había muchos sacerdotes, religiosos y religiosas, gente que se comprometía en nombre de la fe cristiana. Hoy son mucho  menos numerosos los que están dispuestos  a responder de esta manera y no podemos permitirnos dejarle a los otros el cuidado de hacer el trabajo que nos corresponde. El tiempo de las sustituciones ha terminado. No podemos seguir diciendo hoy : “que las religiosas se encarguen de educar a nuestros hijos y nietos en la fe cristiana: que los misioneros vayan a ayudar la gente en los países pobres; que los benévolos visiten los enfermos; que los laicos comprometidos  se ocupen de las personas mayores (o ancianas o de la tercera o decima edad), etc. “Hoy todos estamos llamados a hacer lo que nos corresponde, a dar una mano”.

No podemos continuar contentándonos de asignar a los demás el trabajo a realizar y las responsabilidades a asumir, todo reservándonos para nosotros el rol de simples espectadores y o de criticar lo que los curas, los religiosos (as), los laicos comprometidos hacen o deben hacer .

Hoy estamos llamados a  colaborar con el Señor para hacer mejor a nuestro mundo, volverlo mas humano, más fraternal. Estamos invitados a crear un mundo de perdón, de compartir, de ternura y de amor.

Con Andrés, Simón, Santiago y Juan el Señor nos invita a seguirle y a trabajar día a día , el Reino de Dios en nuestra casa. Él nos llama por nuestro nombre ( el mismo que recibimos el día de nuestro bautismo) y nos indica el camino que se abre ante nosotros.

“Tu eres Simón, Evangelina, Patricia, Bertulio, Jhon, Jorge, Claudia, Eyder, Omer; tu te llamaras mensajero de paz, educador, ternura, protector de los débiles, aliento y animo para aquellos que están desanimados!

Buena semana!



REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

Para las lecturas:  http://betania.es
Pequeño “Prions en Église”, edicion quebequense, 15  enero 2012.













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Gustavo Quiceno